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Lowell Brueckner

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Confía en el Señor para todo

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“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cual haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”                  Hebreos 13:7

El escritor de Hebreos refirió a los que evangelizaron a los cristianos hebreos. Hablaron la palabra de Dios a ellos, sea el evangelio que les trajo la salvación por gracia por medio de la fe. Ahora les escribe de la conducta de estos mismos líderes cristianos, más allá de su evangelismo. Demostraron una vida de fe; una vida de confiar en el Señor. No solo es la fe el medio que nos trae la salvación, sino la fe define la que es la vida cristiana desde su principio hasta su fin.

Un viejo himno en inglés declara: “Los que confían completamente en Él, le hallan completamente fiel.” Por eso el verdadero cristianismo es llamado La Fe en la Biblia, y los líderes tienen que ser un ejemplo a los creyentes por medio de su vida de fe. Él que no demuestra la fe por su vida, no tiene la cualidad principal del liderazgo.

Charles Spurgeon 
Iremos a ese gran líder cristiano, quien ha enseñado a la iglesia, no solamente en su día, pero sigue haciéndolo por medio de sus obras escritas. No solamente dirigió a su iglesia en Londres, sino continúa guiando a los creyentes de todas las denominaciones evangélicas, como también a los que no cuentan con una denominación.

Charles Spurgeon fue un predicador “hecho” por Dios (¿Habrá un verdadero predicador que no es?) Sin entrenamiento bíblico por algún medio humano, él se disciplinó e ingresó en la escuela del Espíritu. Empezó predicar cuando aún era adolescente y llamó la atención de un líder cristiano en Londres que  entonces le invitó a predicar en la gran ciudad. Fue elegido pastor en Londres a la edad de 19 años, revestido con una sabiduría recibida de Dios, mucha más avanzada que le podría dar sus años y experiencia. Fue corto de estatura, un poco gordo y no muy guapo. La que atraía la gente a él fue su unción en compartir la Palabra de Dios. Llegó el día cuando no había un edificio suficiente grande en Londres para contener las multitudes que venían a beber del agua de vida que fluyó por los labios de Charles Spurgeon. Para terminar esta muy breve biografía, solo quisiera yo mencionar que su secretario afirmó que vio ángeles sobre las colinas del pueblo turístico en Francia, al morir allí Spurgeon.  Fue allí para descansar, debido a una salud muy delicada.


Tomado de “Alrededor de la Puerta Angosta”
una publicación de C. H. Spurgeon

Amigos, si habéis empezado a confiar en el Señor, confiad totalmente en Él. Permitid que la fe sea la cosa más verdadera y práctica en tu vida entera. No confíes con un mero sentimiento sobre unas pocas cosas grandes y espirituales; confiad en Él para todo, para siempre, por el tiempo presente y para toda la eternidad, para el cuerpo y para el alma. ¡Observad como el Señor cuelga la tierra sobre nada más que Su palabra! No tiene ni pilar ni soporte. El gran arco del cielo se sostiene sin un contrafuerte o centro de madera. El Señor puede y quiere llevar todo el estrés que la fe puede echar sobre Él. Los problemas más grandes son fáciles para Su poder y los misterios más ocultos son claros para Su sabiduría. Confiad en Dios hasta lo máximo. Inclinad e inclinad fuertemente; más inclinad todo tu peso y cualquier otro peso sobre el majestuoso Dios de Jacob.

Podéis dejar con seguridad todo el futuro con el Señor quien vive para siempre y nunca cambia. El pasado ya está en las manos del Salvador, y jamás seréis condenados por ello, da igual como fuera, porque el Señor ha echado todas tus iniquidades en el más profundo mar. Creed en tus privilegios presentes en este momento. ¡Eres salvo! Si eres un creyente en el Señor Jesús, ya has pasado de la muerta a la vida y eres salvo.

En los días antiguos de la esclavitud, una dama trajo a su sierva negra abordo en un barco inglés y riendo dijo al capitán, “Supongo si yo y la tía Chloe iríamos a Inglaterra ¿estaría libre? “Señora,” contestó el capitán, “ahora está libre. ¡El momento que abordó a un barco británico quedó libre!” Puedes asegurarte que cuando la negra sabía esto, no abandonó el barco… ¡para nada! No fue la esperanza de la libertad que la hizo valiente, sino el hecho de la libertad. Así tú no estás meramente esperando la vida eterna, sino “él que cree en Él, tiene la vida eterna”. Acéptalo como un hecho revelado en su Palabra sagrada y empiece a regocijarte de acuerdo con la Palabra.

No razones sobre ello, ni cuestiónalo; ¡créelo y salta de gozo!




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