Las maquinaciones del enemigo
33.
Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 36
El
imperio asirio
La prisma de Senaquerib |
He estado esperando con
ganas este capítulo y los tres que siguen, en los cuales Isaías relata algunos de
los eventos actuales de su tiempo. Ha profetizado acerca de la invasión asiria
en varias naciones del Medio oriente, y ha mostrado que las ciudades de Judá
misma serán incluidas. Ha dicho que los ciudadanos de Jerusalén estarán muy
asustados y los embajadores fracasarán en sus negociaciones con las autoridades
asirias.
Los grabados asirios, que se
encuentran en museos de todo el mundo, mencionan a Senaquerib y sus conquistas.
Muchas inscripciones han sido traducidas al inglés en varios libros durante la
última parte del siglo XX. Asiria es una antigua nación, pero el imperio
asirio, que se encuentra mezclado con la historia de Israel, se levantó y
aumentó cerca del año 900 a.C. y cayó cerca del año 600 a.C. El asedio de
Jerusalén, que ahora leemos, aconteció muy cerca del año 700 a.C.
Bajo el buen reinado del rey
Ezequías existen señales de un arrepentimiento y un avivamiento espiritual en
Jerusalén. En Isaías 33:2 vemos a la gente buscando a su Dios y esperando en Él
para salvarles. Llegando al fin de la historia del Antiguo Testamento y observando
el decaimiento nacional, primeramente, de Israel y después de Judá, tenemos un
aplazamiento, un tiempo de ánimo. Sin embargo, también es un tiempo de crisis y
grandes problemas, por medio de los cuales la gente se vuelve al Señor. Tenemos
el mismo caso en la historia de la iglesia, que prueba que el pueblo de Dios se
halla en su mejor estado cuando es atacado.
El fiero ejército de Asiria
ha convertido a su nación en un imperio mundial, el más poderoso de su día y
famoso en la historia mundial. Invade a una tierra tras otra y los gobiernos
caen derrotados. Ahora, como una tormenta, entra en Judá y conquista ciudades
fortalecidas (v.1). Desde una de estas ciudades, Laquis, al sur de Jerusalén y
en la frontera de Judá, el rey envía a tres oficiales importantes, porque se
está concentrando en la ciudad capital de Jerusalén. Tiene muchas razones para
querer derrotarla y convertir a toda la tierra de Israel en una provincia
asiria. Durante el desarrollo de este capítulo veremos su confianza y su orgullo.
Rabsaces es un título que
significa el jefe de los coperos, y
con él hay dos más, Tartán y Rabsaris (2 R.18:17). Se posicionan exactamente en
el lugar donde Isaías se encontró con el rey Acaz varios años atrás (v.2;7:3),
y Eliaquim, Sebna y Joa, los representantes del rey Ezequías, salen de
Jerusalén para encontrarles (v.3). El Rabsaces les entrega un mensaje de su rey
para el de ellos.
El
mensaje de Senaquerib
Ezequías provocó a
Senaquerib porque rehusó seguir pagando el tributo que su padre Acaz había
iniciado por un compromiso con un rey anterior, Tiglat-pileser (2 R.18:7). Acaz
fue al encuentro del rey de Asiria en Damasco y, a pesar de la derrota que
Siria acababa de sufrir por los asirios, quedó impresionado por el éxito
anterior y las riquezas de Siria, y se lo atribuyó a su religión. “Ofreció
sacrificios a los dioses de Damasco que le habían derrotado y dijo: Pues que
los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré sacrificios a
ellos para que me ayuden…” (2 Cro.28:23). Él mandó al sacerdote de Jerusalén
hacer un altar semejante al que observó en Damasco (2 R.16:8-15).
Por supuesto, esto fue un
insulto para Jehová de Israel, pero me pregunto si la iglesia ha hecho algo
peor al haber pedido prestado de los planes del mundo con la intención de hacer
mercado con las cosas de Dios. ¿No sería éste un tributo al dios del sistema de
este mundo? Ezequías también vaciló una vez, debilitando su resistencia, cuando
los asirios empezaron a invadir Judá (2 R.18:13). Sin embargo, no fue un hecho
de idolatría, sino de miedo; rompió su completa confianza en Dios. Como
consecuencia, sus esfuerzos no fueron efectivos. Aunque no fue algo admirable
en su historia, al menos, le faltó la rebeldía descarada de su padre.
El Rabsaces habló: “Decid
ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es
esta en que te apoyas?” (v.4). Pienso que ésta es una pregunta
sorprendentemente adecuada, ya que la hace un dignatario pagano, dejando por un
momento a un lado sus intenciones. Él continúa diciendo que las palabras no son
suficientes para una negociación. ¿Qué tenéis para respaldarlas? (v.5).
Presenta dos opciones y son las mismas que Dios ya ha puesto delante de Su pueblo… Dios o Egipto, ¿cuál de los dos?
En capítulos anteriores, estudiamos
las opciones y también los planes impiadosos que algunos presentaron cuando
recurrieron a Egipto, pero Egipto rehusó ayudarles. La opinión de Senaquerib
sobre Egipto no fue muy diferente a las palabras de Isaías. Siempre podemos
esperar alguna verdad entre las mentiras del diablo, para que sus argumentos
sean más aceptables: “He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en
Egipto, en el cual si alguien se apoyare, se le entrará por la mano, y la
atravesará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían” (v.6).
Que le quede claro a todo Su pueblo, que Dios no nos está privando de nada al
mandarnos que no nos apoyemos en el brazo de carne. Solamente nos protege de una
ruina segura.
“Y si me decís: En Jehová
nuestro Dios confiamos: ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares
hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar
adoraréis?” (v.7). No, Senaquerib, no es así, y tú sabrás pronto quien es el
verdadero Dios. Seguramente, se está refiriendo al hecho, cuando Ezequías quitó
el altar que Acaz había copiado del de Damasco, y a la restauración del altar
que Salomón hizo y consagró al Dios de Israel.
Las
maquinaciones del enemigo
Como en el capítulo 7, al
relatarnos esta historia, Isaías nos enseñará las maquinaciones del enemigo.
Créeme que es una valiosa lección para cada lector y también para el que
escribe estas líneas, porque nos demuestra por qué no hay que negociar con las
fuerzas de las tinieblas. Por esta razón, marcaremos y enumeraremos cada una de
sus estrategias. 1) Él se concentrará en las supersticiones de tu carne (tus
anteriores convicciones religiosas) y te reprenderá por cada ídolo que has
abandonado (¡aprende esta lección!), y después… 2) te hará burla por tus
debilidades. El Rabsaces hace burla a los representantes de Jerusalén en forma
de apuesta. Está diciendo: “Apuesto a que, aunque os demos 2.000 caballos, no
tendréis suficientes jinetes para montarles, ni siquiera pidiendo prestado de
Egipto, junto con sus carros de guerra. Así que no podréis resistir ni a un
solo capitán de Asiria con su caballería” (vs.8-9). Él enemigo te asegurará que
serás derrotado. ¡Aprende esta lección! 3) Él sembrará dudas en tu mente sobre
si el verdadero Dios, a fin de cuentas, está contra ti y quiere destruirte.
“Jehová me dijo: Sube a esta tierra y destrúyela” (v.10). Él pondrá muchas
pruebas para ganar este punto. Es una maquinación que muchas veces desarrolla
por medio de un hereje religioso que reclama que Dios le ha hablado y le ha
revelado cierto plan, método o programa. Es un truco de temor con la intención de
que tú te sometas a él y, si no lo haces, te dirá que eres culpable de resistir
a Dios. ¡Aprende la lección!
Eliaquim, Sebna y Joa,
ruegan por el inocente espectador que tiene poca o ninguna experiencia con este
tipo de confrontación (v.11). El tiempo y la experiencia le demostrarán que no
todo es sencillo al caminar con Dios, sino que, en verdad, hay complicaciones
que pueden causar confusión y estremecer el alma. 4) El enemigo no tiene ningún
respeto ni preocupación por el inocente o el novato en la fe. Argumenta que, en
caso de asedio, ellos también sufrirán la misma suerte que el liderazgo maduro
(v.12). No les va a decir que él mismo es la fuente del problema, el capitán
del asedio, y la causa de sus sufrimientos. Intentará echar la culpa sobre
ellos y su liderazgo por no someterse a su señorío. ¡Aprende la lección!
Ahora, para confirmar la descarada
desestimación por su bienestar, les grita directamente en su propio lenguaje. 5)
El enemigo habla tu propia lengua materna, conoce tus tendencias y trasfondos
culturales. Conoce tus temores y debilidades. Sabe cómo ponerse en tu pellejo,
hacer que la sangre fría corra por tus venas y ponerte los pelos de punta. Te hablará
lo suficientemente fuerte para que sepas, exactamente, lo que quiere hacer
contigo, para que sea imposible que no le entiendas. ¿Cuáles son sus intenciones?
Quiere desconcentrar tu atención y evitar que confíes en el Señor. Te desviará
de la enseñanza que te dirige hacia tu salvación. Te dirá: “Tu situación es
demasiado difícil y tus problemas demasiados grandes. ¡No hay liberación para
ti!” Ésta fue la maquinación del Rabsaces, influido por demonios, y así es como
Satanás te atacará a ti, por medio de hombres o espíritus malignos (vs.13-15).
Acuérdate, este hombre es el copero de su rey, su más íntimo representante, que
está totalmente dedicado a él. ¡Aprende la lección!
6) Él es el maestro de la
manipulación, el santo patrón de la psicología. Él sabe exactamente como bajar
la voy, suavizar su tono y acercarse como un buen consejero que solamente
piensa en tus mejores deseos. Ofrece cosas muy atractivas. “Solamente abandonad
a Cristo y Su evangelio, haced conmigo paz, y salid a mí; y coma cada uno de su
viña, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo” (v.16). Suena bien, ¿no es así? Tiene que
sonar bien, si miles de millones de personas en el mundo han cedido a sus
ofertas y han dado la espalda a Dios. ¡Aprende la lección!
Él apunta sus flechas
directamente al ego; el ego es su mejor amigo y aliado. Estudia
bien el versículo… su viña, su higuera… deja el Agua de Vida y que cada uno beba de su propia cisterna. Pero, ¿no sabes cómo termina esta historia? Él
continúa: “No me seguirás mucho tiempo… 7) hasta que yo venga y os lleve a una
tierra como la vuestra, tierra de
grano y de vino, tierra de pan y de viñas” (v.17). El diablo no tiene nada que sea
genuino para ofrecerte; la tierra es como
la vuestra, pero no es vuestra. Es falsa, un sustituto barato.
El hijo pródigo escuchó la dulce
canción de las Sirenas, rechazó su casa y su patria, y se fue a trabajar
finalmente entre los cerdos. Adán y Eva tomaron los consejos de la serpiente y
fueron echados fuera del Jardín de Edén. Adán se esclavizó a la tierra de la
cual había sido tomado y el mundo ha entrado en un estado caótico desde
entonces. El diablo habla de pan y vino sin mencionar que todos sus productos
terminan en la adicción y la esclavitud. Sodoma tenía “saciedad de pan, y
abundancia de ociosidad” (Ez.16:49) y también conocía la perversidad; “eran
malos y pecadores contra Jehová en gran manera” (Gé.13:13). Toma lo que el
enemigo te ofrece y terminarás siendo su esclavo. ¡Aprende la lección!
Aún en este mapa en inglés, puedes ver la pequeña Judá (color amarillo) en medio de naciones vecinas en el vasto imperio asirio (verde claro). (Pulsa para engrandecer) |
8) El enemigo te recuerda
sus múltiples victorias sobre tus vecinos. “Mirad que no os engañe Ezequías
diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada
uno su tierra de la mano del rey de Asiria?” (v.18) El gran problema con este
engaño es que es demasiado veraz. Mira un mapa que te muestre el Imperio Asirio
y verás que Judá es un área muy pequeña, rodeada por pueblos vencidos. “¿Dónde
está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim? ¿Libraron a
Samaria de mi mano?" El peor ejemplo para la mente judía fue su nación hermana,
Israel, y el Rabsaces, cuidadosamente, al final menciona su capital, Samaria.
Él quiso que este hecho final quedara en sus pensamientos, para poder robarles
el sueño y aplastar su voluntad (v.19-20).
La división del norte,
llamada Israel, igual que ellos, habían visto las grandes plagas que Dios había
derramado sobre Egipto para librarles de la mano del Faraón. Fueron sus compañeros
en el desierto y entraron milagrosamente con ellos en la tierra de Canaán. Israel
luchó fielmente a su lado, al conquistar la tierra. Después, su hermano Israel
fue llevado al cautiverio por el mismo ejército que ahora rodea Jerusalén. ¡En
verdad, éste fue un peso muy grande sobre los hombros de Judá! Si tú quieres
seguirle, el enemigo te hará una gira turística por el campo de guerra
histórico de hermanos caídos. Podrás visitar la casa en ruinas del Hermano
Janes, que volvió a la adicción y murió en esas condiciones. La Hermana Jezabel,
que se divorció de su marido y abandonó a sus hijos para estar con otro hombre.
Y el Primo Demetrio, que fue un predicador que desfalcó millones de euros y fue
sentenciado a diez años de prisión (quizás no tengas que inventar casos
ficticios como yo). ¡Aprende la lección!
Permíteme intentar levantar
el peso de este duro argumento al compartirte un pequeño secreto que me ha
ayudado. No hables de Judas para
avisar a otros discípulos de los peligros que hay delante de ellos. Judas fue
una excepción; fue el único al que Jesús no tuvo obligación de guardar seguro
porque, proféticamente, las Escrituras le habían condenado (Jn.17:12). Mucho
tiempo antes de entregar a Jesús, Él le llamó ladrón (Jn.6:70; Jn.12:6). No compares la casa de Saúl con la de
David (2 S.7:14-16), porque Dios prometió no hacer con él como hizo con Saúl.
Acuérdate de que el remanente al que Isaías enseña no tiene el mismo fin que la
mayoría que es idólatra (Jeremías 31).
La
manera correcta de contrarrestar tales mentiras
¿Cuál es el remedio más
sabio para poder tratar estos ocho engaños? La respuesta bíblica viene en el versículo
21, y es tan útil para el cristiano sincero y honesto hoy en día, como lo fue
para los ciudadanos de Jerusalén frente el ataque asirio: “Ellos callaron, y no
le respondieron palabra; porque el rey así lo había mandado, diciendo: No le
respondáis” (v.21). Por favor, entiende, para tu propio bien, que no puedes
ganar en un debate con el enemigo. En el capítulo 14, al estudiar la caída de
Lucifer, fuimos a Ezequiel, que nos enseñó acerca de su creación y su intelecto
superior (Ez.28:11). Él es un abogado acusador, “el acusador de nuestros
hermanos… el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Ap.12:10).
Precisamente, para esto Dios nos ha enviado un Paracletos (el término griego para un abogado defensor), y Él lo
será para nosotros en un juicio que es demasiado elevado para nuestras
capacidades humanas. Cristo nos enseñó que cuando seamos llevados ante las
autoridades, no debemos preocuparnos de antemano por la manera en que vamos a
presentar un testimonio adecuado, “sino lo que os fuera dado en aquella hora,
eso hablad; porque no sois vosotros los
que habláis, sino el Espíritu Santo” (Mc.13:11).
Obviamente, al terminar este
capítulo, no hemos llegado al fin de esta historia. Los tres representantes de
Jerusalén “vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las
palabras del Rabsaces” (v.22). Tendremos que seguir al próximo capítulo para
poder ver cómo se juntó el rey con el profeta y ambos se presentaron delante
del Dios de Judá. Buscaron Su respuesta para el Rabsaces y el rey de Asiria y, como
los judíos confiaron en su Dios para tratar el sobrecogedor dilema, Él obró
para resolverlo.
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