Pablo reprende a Pedro
Gálatas 2:11-21
12. Pues antes que
viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que
vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la
circuncisión.
13. Y en su simulación
participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue
también arrastrado por la hipocresía de ellos.
14. Pero cuando vi que
no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante
de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por
qué obligas a los gentiles a judaizar?”
Ésta es una de las porciones
más claras de la Escritura que nos demuestra que, en la iglesia primitiva, era
secundario el nivel o importancia de la persona. Lo que era importante en
aquellos días era la lealtad a la verdad de la Palabra de Dios. El propósito de
Pablo al relatarlo es quitar de los gálatas todo el falso asombro idólatra que sentían
por la iglesia y su liderazgo en Jerusalén.
Pedro era, por muchos años,
más anciano en la fe que Pablo y su experiencia en el cristianismo era desde su
principio. Probablemente Pedro fue el vaso humano más utilizado por Dios en los
primeros años del cristianismo en la tierra. Fue el orador en el Día de
Pentecostés, y era su sombra la que sanaba a los enfermos en la calle de la
ciudad.
Sin embargo, Pablo no vaciló
ni por un momento en oponérsele cara a cara. ¿Por qué? “Porque era de condenar” y porque tal conducta era “hipocresía”. Su comportamiento era
falso y, por su conducta, había pecado; no cabía duda alguna. No existe ninguna
indicación, por todo el Nuevo Testamento, de que Pablo actuara fuera de orden.
Si a los gálatas o a nosotros nos parece que actuó inapropiadamente, es porque
no entendemos la ética bíblica.
Veo en la Escritura, incluso
al tratar con reyes, desde David hasta Ezequías, que ésta era la manera de
corregir el pecado o cualquier mal comportamiento, sea cual fuera. Pablo
instruyó a Tito, “repréndelos
severamente” (Tit.1:13). Un gran porcentaje de lo que hemos escuchado sobre
la sumisión a los líderes, no es la
verdad bíblica, sino la defensa y justificación de hombres autoritarios.
¿Está Pablo chismeando o
difamando a Pedro por haber escrito acerca del incidente? Esto no solamente lo
leyeron los gálatas, sino todos los lectores de la Biblia en todo el mundo,
hasta el tiempo presente. Al mismo tiempo, menciona a los judíos cristianos que
siguieron el ejemplo de Pedro, e incluso a su propio compañero, Bernabé.
Algunos, quizás, dirían:
“Por favor, Pablo, está bien descubrir y corregir alguna doctrina errónea, pero
no queremos oír nada contra la gente, o por lo menos, ¡no des sus nombres!”
Pero bien, Pablo tiene un propósito al hacerlo, ya que al descubrir a Pedro y
su pecado, está despertando a los gálatas para que vean que ellos, no solamente
cometieron el mismo pecado, sino que continuaban andando en él. Es el pecado de
temer al hombre… “tenía miedo de los de
la circuncisión” … y seguir su auto-inventada religión.
El individuo que cambia su
conducta en presencia de ciertas personas demuestra lo que puede llamarse una doble moral. El diccionario también me
da la opción de llamarlo ética
circunstancial, que significa comportarse según las circunstancias. En tales
personas no es posible tener mucha confianza, ya que no se basan firmemente
sobre convicciones personales, precisamente porque no las poseen. Al relatar la
situación, Pablo espera demostrar las consecuencias condenatorias.
Pablo no solamente reprendió
a un anciano, sino que lo hizo públicamente, delante de todos. Hablando
específicamente de los ancianos, Pablo mandó al joven Timoteo a continuar haciéndolo:
“No admitas acusación contra un anciano,
a menos de que haya dos o tres testigos. A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos, para
que los demás tengan temor de pecar” (1Ti.5:19-20). Por medio de esta
enseñanza, Pablo intenta convertir el temor a los hombres en el temor de Dios,
entre los gálatas. Quiere que estén totalmente despiertos a su condición
presente. ¡Han sido engañados y están en una condición espiritualmente grave!
Posiblemente nosotros no sepamos
nada acerca del judaísmo, pero tenemos bastante experiencia sobre el temor a
los hombres. Situaciones semejantes ocurren hoy en día, con nuevos detalles y
circunstancias, pero el temor a los hombres y el deseo de obtener la honra y los
beneficios que ofrecen, sigue siendo la raíz de muchos problemas. Demasiadas pocas
veces se tratan estos asuntos meticulosamente, porque es muy doloroso.
He visto muchas veces cómo, al
enfrentarse con un fracaso entre el liderazgo, todas las personas, al
principio, se asustan, y por un tiempo “bajan la velocidad”, pero rápidamente se
recuperan y vuelven a “aumentar la velocidad” a como estaba antes, sin reconocer
que el mismo error sigue practicándose entre mucha de la membresía. ¡Esta
manera no es aceptable!
Hay que llegar a una parada total,
dar “marcha atrás” a la pretendida espiritualidad y volver al lugar en el que
el error comenzó a ser practicado… ¡incluso si ello implica regresar a una
supuesta conversión! Desde este punto hay que mirar a todos lados para poder
ver bien cuánto de la vida y prácticas han sido basadas en la Biblia. Por lo
que ha sido fuera de la Escritura (extra-bíblico), hay que hacer confesión y
arrepentimiento, antes de que pueda haber un progreso espiritual verdadero.
Hace un par de años escribí
un artículo llamado, La Biblia pone al hombre en su lugar, y en ello
cité a un experto notable sobre la religión y el sectarismo, George Erdely: “En los inicios de la iglesia no había
líderes tan delicados que necesitaran que se les hablara con palabras suaves
por temor a ofender su ‘autoridad’...”. Además, propone Erdely, sobre la
reprensión de Pablo a Pedro: “Y luego de todo esto, el asunto lo está sacando a la
luz en una carta a los Gálatas, delante de toda la iglesia, pues era un ejemplo
que los iba a edificar y advertir contra el mismo error. La Biblia nos da
suficientes evidencias de que Pedro reconoció su error y se sometió a las
Escrituras.
¿Quién era la máxima autoridad aun entre
aquéllos que vieron personalmente a Jesús?: La verdad de la Biblia. Este pasaje
nos demuestra que en los inicios de la iglesia cristiana no había líderes
autoritarios que se ofendían cuando se les cuestionaba. Las pláticas eran
francas y directas y había libertad para poner las cosas en claro. La verdad
Escritural era la máxima autoridad, y todos, incluidos los apóstoles, se
sometían a ella. Tengamos cuidado con aquéllos que no se guían por esta regla,
pues de hecho, un signo clásico de que una organización se ha convertido en una
secta es cuando en la práctica, los líderes son considerados una mayor
autoridad que la Biblia. Esto lo explica muy bien un conocido profesor universitario
en su excelente libro: Estudio sobre las Sectas: ‘Una señal segura de
que estamos en presencia de una secta, es que su autoridad máxima en asuntos
espirituales descansa en algo distinto de las Sagradas Escrituras’”.
(Puedes leer el artículo
completo en mi blogspot…
“El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el Señor
estará seguro” (Pr.29:25). Pablo llamó a los que vinieron de Jerusalén de parte
de Jacobo, los de la circuncisión. Pedro,
Bernabé y otros cristianos judíos en Antioquía cambiaron su manera de portarse
al llegar allí. El temor de los hombres obra contra la fe en Dios (fíjate en
He.13:5,6). Pone un lazo que hace a su víctima un siervo del hombre y, a partir
de ahí, estará bajo sus ligaduras.
Temer a Dios es estar libre
del temor a los hombres y trae seguridad y libertad. Al principio, en Antioquía,
todos gozaban de la libertad en Cristo junto con los gentiles recién
convertidos. Por ello, aquel cambio fue intolerable e hipócrita. Imagina qué
confusos y ofendidos debieron sentirse los creyentes gentiles.
Pedro y los judíos vivían
una mentira torcida, “no andaban
rectamente” (griego: con pie recto), contrario a la verdad recta del
evangelio. Estaban siendo deshonestos y engañosos. Debido a su alta posición,
Pedro dejó una fuerte impresión en los gentiles acerca de practicar el judaísmo.
En los días antes del cristianismo, los gentiles que se hacían judíos, los
prosélitos, tenían que imitar y practicar todas las costumbres de los judíos,
por lo tanto, los nuevos convertidos entre los gentiles concluirían: “Si Pedro
todavía practica el judaísmo, como cristiano, entonces también nosotros tenemos
que hacerlo”.
Les preparó para la
enseñanza sobre la circuncisión enseñada por los judaizantes. Desde el
principio, la circuncisión era la señal que separaba al judío del resto del
mundo. Bernabé había estado trabajando cercanamente con la gente de Antioquía y,
al seguir a Pedro, junto con los otros judíos, resultó un gran peso a favor del
error.
V. 15-21 “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores
de entre los gentiles,
16. sabiendo que el
hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,
nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de
Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie
será justificado.
17. Y si buscando ser
justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso
Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.
18. Porque si las cosas
que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.
19. Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a
fin de vivir para Dios.
20. Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.
21. No desecho la gracia
de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.
¿Qué habría pasado con el
futuro de toda la iglesia si Pablo no se hubiera puesto firme a favor del
evangelio? ¿Qué hubiera pasado si el partido legalista de Jacobo hubiera
prevalecido y hubiera mandado desde Antioquía misioneros a todo el mundo?
¿Dónde estaríamos hoy? Pablo sigue reprendiendo a los visitantes judíos a
Antioquía y les hace recordar de la verdad pura del evangelio. Como un judío,
habla de su pretendida superioridad, viéndose como el pueblo de Dios que sigue
Sus leyes. El judío no se consideraba un pecador; según ellos, los pecadores
eran todas las naciones no judías.
Después, les habla como a
cristianos que conocen lo que proclama el evangelio. Enseña que los judíos,
igual que los gentiles, no son justificados por guardar la ley. Todos han
pecado y están destituidos de la gloria de Dios. La justificación es para los
que ponen su confianza en Él que es sin pecado, el Único que guardó perfectamente
la ley. Sin Cristo, el judío está tan perdido como el gentil, por eso tiene que
postrarse delante de Jesús con una fe sincera y total, abandonando cualquier otra
esperanza que le auto justifique, por intentar guardar la ley. Tiene que
esperar en la perfección de Cristo, cubierto con Su justicia, para ser justo
delante de Dios. Ningún ser humano ha sido justificado de ninguna otra manera.
Lo que pasó en Antioquía no
fue un asunto con pocas consecuencias, y Pablo nos sigue mostrando la gravedad
de ello. En la reunión del concilio, en Jerusalén, Pedro preguntó lo siguiente:
“¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre
la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos
podido llevar?” (Hch.15:10). Él vio personalmente cómo Dios puso Su sello
de aprobación sobre los gentiles que creyeron, sin las obras de la ley, sino
por su fe en el evangelio. Sin ninguna distinción, derramó Su Espíritu sobre
los gentiles como sobre los judíos. Pedro sabía que, cuando los judaizantes
demandaban a los gentiles guardar la ley, era una ofensa contra Dios, quién les
había sellado con Su Espíritu. Pedro, efectivamente, destruyó el judaísmo que estaba
atado por la ley. Ahora, por lo que hacía en Antioquía, estaba reedificando lo
que había derrumbado, y de eso le acusa Pablo.
Pablo se dio cuenta de que
Pedro había contradicho su propia confesión de la salvación solamente por
Cristo. Su necesidad legalista de cumplir con la ley de separación entre el
judío y el gentil, de hecho, daba la impresión de que Cristo le había dejado
bajo el pecado y todavía faltaba redención por medio de guardar la ley.
Si éste era el caso,
entonces Pedro pecaba al destruir la confianza en hacer las obras de la ley. Al
menos, eso parecería a los ojos de los creyentes gentiles. ¿Era algo serio? Era
inmensamente serio. En verdad, él anula la gracia de Dios para la salvación,
demostrando que también tenemos que guardar la ley para poder ser salvos. Esto negaba
todo lo que Dios había provisto gratuitamente para él.
En el próximo capítulo,
Pablo enseñará que la ley tiene un propósito, que es llevarnos a Cristo (3:24).
La ley de Dios determina lo que es pecado y lo que no lo es: “Por medio de la ley es el conocimiento del
pecado” (Ro.3:20). (Por esta razón, la ley de Dios es absolutamente
esencial en el evangelismo, dando pruebas al individuo de que es un pecador.
Ninguna otra norma o estándar tiene la autoridad para hacerlo). La razón por la
que somos culpables delante de Dios es porque no hemos guardado la ley, y la
sentencia es la muerte. Por eso, “por la
ley soy muerto para la ley”. Existen
dos posibilidades; o yo muero bajo la ley, o tendré que morir a la ley por vivir
confiando en el evangelio por la fe. Es la única manera de poder vivir delante
de Dios.
Por eso, la condenación por
la ley de Dios nos conduce a la cruz de Cristo. Lo que Pablo declara en el versículo
20 no es teoría, sino la realidad espiritual. Si voy a la cruz, allí me veré
crucificado con Cristo; me identifico con Su muerte. Él tomó mi sentencia de
muerte y, al identificarme con Él, yo muero. ¿Cómo, entonces, puedo intentar
guardar la ley si he muerto? Warren Wiersbe comenta: “¡Volver a la ley de Moisés es volver al sepulcro!” La vida de
Pablo terminó allí, en la cruz, como también la nuestra, si hemos tomado el
camino de la cruz. ¿Cómo es, entonces, que seguimos viviendo? Es por la vida de
Cristo morando en nuestros cuerpos de carne.
Creo que, en este texto, es
un error decir que vivimos por la fe en el
Hijo de Dios, como dicen algunas versiones. El contexto nos está diciendo que
hemos muerto y Cristo vive en nosotros. Por eso, no podemos vivir por nuestra fe, sino por Su fe. La enseñanza de Jesús en el
Evangelio de Juan hace muy clara la gran verdad de la vida de Cristo en el
creyente: “Mi paz os doy… permaneced en Mi
amor… que mi gozo esté en
vosotros” (Jn.14:27; 15:9,11), y aquí, “Vivo
en la fe del Hijo de Dios”.
Donde Marcos 11:22 manda: “Tened fe en Dios”, literalmente sería traducido como “tened la fe de Dios”. Es
un término hebreo, proponiendo la fe en el sentido superlativo; la fe más
fuerte. La fe humana no puede salvar; la fe salvadora viene de Dios. ¡Esta
verdad es de suma importancia! Es la diferencia entre una salvación humanista y
falsa, y una obra genuina de Dios. En la LBLA, Romanos 10:17 es traducido como:
“Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. Sólo viene de Dios y solamente viene
por medio de Su palabra.
Es imposible mezclar la
gracia con la ley. El legalista no puede ser cristiano. Pablo nos dice aquí que
al guardar la ley, deshecha o anula la gracia y, aunque Pedro lo sabía bien, por
sus acciones está diciendo que “la gracia no es suficiente; necesitamos también
la ley”. La revelación inspirada de Pablo por medio del Espíritu Santo dice: “Si por la ley fuese la justicia, entonces
por demás murió Cristo”.
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8 de diciembre de 2019, 4:55
Pésima traduccion
14 de febrero de 2020, 19:02
Solo Elke no sabe disernir la palabra dirá ke está mal la explicación la palabra Abla por
Si sola
25 de julio de 2020, 6:48
Excelente visión dela palabra, obviamente guiada por el espíritu Santo . Dios te bendiga hermano y siga usando
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