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Lowell Brueckner

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El bautismo en el Espíritu Santo III

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Tercera parte

El Espíritu Santo, los milagros y señales sobrenaturales en las epístolas

carbones ardientes
“No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mi para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra, con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilirico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo” (Ro.15:18-19).

“Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Co.2:4-5).

“Iré a vosotros pronto, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras de los arrogantes sino su poder. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”   
(1 Co.4:19-20).

“Aquel, pues, que os suministra el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe?” (Gál.3:5).

“Nuestro evangelio no vino a vosotros solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como sabéis que clase de personas demostramos ser entre vosotros por amor a vosotros.” (1 Tes.1:5)

“¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad” (He.2:3-4).

Lo normal, sería pensar que todos los cristianos quisieran aprovecharse de este bautismo y de los dones que Dios ha dado a la iglesia para que funcione, pero no es así. Siempre, cuando hay un mover del Espíritu, hay oposición, y la oposición no viene de la gente del mundo, sino de la propia iglesia. Este ha sido el caso en todos los avivamientos. Debemos saber que, aunque la iglesia, en gran parte, ha negado el poder que Dios le ha concedido, el enemigo no ha cedido nada del suyo. Su reino está amenazado por un poder que es más grande que el suyo. Las puertas del infierno son atacadas por medio de una iglesia sobrenaturalmente activa, apoyada por el poder, los dones y las maravillas del Espíritu Santo. Por eso, Satanás hará lo que pueda, para provocar a quien sea contra aquellas personas, por medio de las cuales se manifiesta el poder de Dios. Cristo, al enviar a los doce discípulos a predicar el evangelio, “les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia” (Mt.10:1). Les preparó para un encuentro sobrenatural.

Yo viví un tiempo en mi adolescencia que jamás olvidaré. Mi padre era director de una escuela bíblica para gente indígena, Mokahum (Salida del Sol), al norte del estado de Minnesota, USA, durante los años 1955-1957. En ese tiempo, había grandes manifestaciones de espíritus inmundos en la región, y los profesores, junto a los estudiantes, pasaron mucho tiempo intentando liberar a una chica, cuyo padre era un “medicine man” (brujo). Al final, 169 demonios fueron expulsados, y la señorita quedó totalmente libre; vivió una vida cristiana, y pudo casarse con un hombre también cristiano. Había otros casos y yo, con mis propios ojos, pude atestiguar acerca de la realidad del mundo espiritual. De vez en cuando comparto las historias para que la gente pueda saber que lo que leemos en la Biblia sobre los espíritus malignos, sigue siendo actual en el siglo XXI… ¡no lo dudes!

Lo que he visto y oído personalmente

Mi padre era un hombre que conocía el poder de Dios desde que recibió a Cristo. Su relación con el Señor era muy íntima y personal. Él contaba sus testimonios a los alumnos nativos y quizás, por estas dos razones (es decir, la realidad del mundo espiritual y los testimonios de mi padre), ellos decidieron dedicar los lunes, después de las clases, a la oración. Con esta sencilla decisión, algo empezó a pasar entre ellos. Lo que empezó siendo una disciplina terminó en pasión; era la única cosa que les satisfacía. Terminaron las fiestas y diversiones inocentes, no por ninguna prohibición, sino por un fuerte anhelo dentro de ellos que les obligaba a buscar a Dios.

Sin nada organizado y ningún acuerdo ni contacto entre ellos, había personas muy metidas en la oración por toda la región. Dios era el promotor de ese movimiento. Sin meterme en muchos detalles particulares de lo que sucedió en aquel tiempo, solamente diré que, además de la salvación de muchas almas, hubo mucha restitución y unidad entre los verdaderos cristianos, pastores y otros líderes de la iglesia: bautistas, menonitas, metodistas, y los del grupo en el que fui criado, la Alianza Cristiana y Misionera, quienes reconocieron su flaqueza espiritual y la falta de poder en sus ministerios.

Muchos de ellos no creían en una segunda experiencia crucial para el creyente, pero sí tenían una gran convicción de su necesidad. El Espíritu Santo abrió su entendimiento para que comprendieran la verdad bíblica sobre un bautismo en Su presencia. Era curioso que no había contacto con el pentecostalismo, ni había personas pentecostales entre ellos. Lo digo sin ninguna intención de criticar a esa rama cristiana, sino para dar a entender que este movimiento no estaba relacionado con el de Azusa Street en California, en 1910. Recuerdo las conversaciones sobre el avivamiento de Gales, de las islas Hébridas y de las experiencias de los grandes hombres de Dios en la historia de la iglesia.

Multitudes asistían a las reuniones en Gales en 1904
En Gales, en 1904-05, toda la nación cayó bajo el fuego de Dios. La iglesia despertó a la oración y a la intercesión intensa. Las reuniones se prolongaban hasta la madrugada. La gloria de Dios era palpable y las almas caían en profunda convicción del pecado. Había gente llorando por las calles en la medianoche. Durante el avivamiento, las cantinas se cerraron por falta de clientes. Prostitutas y gente marginal cambiaron radicalmente su estilo de vida. Los eventos deportivos se suspendieron; nadie iba a verlos, hasta los deportistas estaban en las reuniones. Las compañías teatrales dejaran de ir a Gales, porque no tenían público. Las personas solamente quisieron oír la palabra de Dios. Los negocios locales cerraron durante las reuniones, para que los empleados pudieran asistir a ellas.

Los oscuros túneles debajo de las minas de carbón hicieron eco de los himnos y las oraciones de los mineros. Ante la conversión de muchísimos mineros, los caballos tenían que ser reeducados, porque habían estado acostumbrado a reaccionar a las palabras malas y blasfemias. Como el vocabulario de los mineros fue transformado, hubo que enseñar a los caballos a obedecer a un nuevo lenguaje. La criminalidad cayó en picado y los policías no tenían nada que hacer, solamente dirigir a la gente que entraba y salía de las reuniones de oración. Las paredes denominacionales cayeron y las Biblias se agotaron en las librerías. El clamor que dominaban las oraciones fue “¡dobléganos, Señor, dobléganos!” Una sociedad entera fue transformada por el poder de Dios. Se han calculado que, en ese corto periodo de tiempo, 200.000 personas fueron convertidas y por 20 años, algunas iglesias eran tan repletas que tenían que poner asientos en los pasillos.

Dos señoras de Barvis, Hébridas, 82 y 85 años de edad,
una casi ciega, que conocían al Señor y escuchaban a su
voz, con él predicador, Duncan Campbell,
que Dios uso poderosamente en el avivamiento. 
Hace años, llevé a toda mi familia a la isla de Lewis, Hébridas, para hablar personalmente con la gente que había vivido en el avivamiento de 1949-50, muy semejante al que ocurrió en Gales. Quedé asombrado al ver la dirección tan clara del Espíritu Santo, moviendo a los líderes del movimiento y al público en general. A veces, cientos de personas se congregaban en el campo sin saber por qué. Entonces, Dios, de la misma manera, dirigiría a un predicador hasta ellos, sin ningún aviso previo, para darles el evangelio. De igual manera, como en Gales, las cantinas se cerraron y los jóvenes salían huyendo de los bailes, asustados, bajo la convicción del Espíritu Santo. Especialmente fue un movimiento entre la juventud.

Hace pocos años fui por primera vez a India. Tuve una clara sensación, al ir a mi asiento en el avión, de haber oído la voz de Dios diciéndome: “Siéntate y relájate. En este viaje, aunque enseñes, lo más importante será lo que aprendas”. Aprendí muchas cosas allí, pero la más impresionante de todas fue en una misión para mujeres cerca de Pune. La fundadora era Pandita Ramabai (1858-1922), que principió con el intento de ayudar a las “niñas viudas”, perseguidas por sus suegros, después de la muerte de sus maridos, ya muy mayores.

Al estar en India, tomé esta foto de la habitación de Pandita
Ramabai. Ella era tan pequeña que las patas de los asientos,
la mesa y la cama, tenían que ser cortadas.
Me hablaron de un avivamiento que ocurrió a principios del siglo XX. La misión era auto-sostenida por varios negocios y trabajos en los que participaban todos los miembros. Sin embargo, tras haber escuchado en Inglaterra de avivamiento, en la convención Keswick, Pandita Ramabai volvió a India, buscando lo mismo. Organizó una reunión de oración en la cual participaban 70 chicas, incluso estudiantes. Fueron excusadas de sus trabajos y de la escuela para dedicarse a la oración. El grupo creció, hasta llegar a ser setecientas personas. Sí, algo sufrieron los estudios de las niñas y el trabajo de la misión, pero los líderes creían que el sacrificio valía la pena, si Dios les visitaba. Siempre hay un precio que pagar si tenemos nuestras prioridades en orden y anhelamos, sobre todo, ver a Dios obrar.

Dentro de esta habitación, el fuego del Espíritu Santo
cayó sobre una chica a las 3 de la madrugada.
Una noche, una chica despertó y halló a su compañera de habitación en llamas. Fue corriendo y volvió con un cubo lleno de agua. Sin embargo, al fijarse mejor, vio que el fuego no quemaba la cama, ni dañaba a su compañera. Era como el fuego en la zarza que Moisés vio. En una reunión, el Espíritu de Dios se manifestaba como carbones encendidos alrededor del salón, como en la visión de Isaías 6. Los participantes testificaban de un fuego interior, que ardía y les limpiaba. Fue un avivamiento de fuego, como en el día de Pentecostés. Muchas jóvenes fueron regeneradas y bautizadas en el Espíritu; manifestaban todos los dones del Espíritu. “Hay cosas”, dijo Pandita Ramabai, “que no pueden hacerse por medio de las luchas humanas”.

Mateo citaba a Juan Bautista, quien presentaba a Uno que “bautiza con el Espíritu Santo y fuego” (Mt.3:11). Satanás aborrece este fuego y también el bautismo, que destruye su obra en el interior de las personas. Algunos cambian la conjunción ‘y en ‘o, pretendiendo decir que la gente, o será bautizada en el Espíritu o, si rechaza el evangelio, será bautizada en el fuego del infierno.

No es así. Claramente, al ver el cumplimiento de esta profecía de Juan en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo se asentó sobre cada uno de ellos como fuego. “Nuestro Dios es fuego consumidor”, declaró el escritor de Hebreos (He.12:29). Elías dijo: “El Dios que responda por fuego, ése es Dios… Entonces cayó el fuego del Señor, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y lamió el agua de la zanja” (1 R.18:24 y 38). El bautismo, en el día de Pentecostés, fue un bautismo en el Espíritu Santo y fuego.

Un pastor menonita, recién bautizado en el Espíritu, vino a nuestra aldea, Cass Lake, Minnesota, con una carpa. Atraída por el Señor, la gente, tanto creyente como incrédula, empezaba a reunirse. Él captó la atención de todos los aldeanos y fue un asunto discutido en las conversaciones. Como puedes imaginar, también se convirtió en un blanco para los chismosos.

Nuestro pastor, Earl Quesnell, de Cass Lake
(1923-1997)
Nuestro pastor, queriendo ser fiel en avisar a su congregación, empezó a criticar públicamente las reuniones de la carpa, tachándolas de puro emocionalismo y fanatismo. Tras una de sus denuncias, uno de los ancianos de la iglesia le llamó aparte: “¿Hermano, has ido personalmente a la carpa?” “No, no he ido”— contestó el pastor. El anciano continuó: “¿Y no crees justo ir tú, para ver de primera mano lo que pasa?”. El pastor tuvo que admitir que el anciano tenía razón.

En menos de cinco minutos, al estar allí, observó a este menonita transformado, y pudo ver que aquel hombre tenía diez veces más evidencias de la presencia de Dios sobre su ministerio, que la que él pretendía tener. Reflejaba la gloria de Dios y además no había algún desorden allí. Por un nuevo estudio de la palabra de Dios y con su corazón abierto, nuestro pastor pudo ver la enseñanza de una segunda experiencia en la Biblia. También sentía su propia necesidad para el ministerio que, hasta entonces, aunque muy elocuente, había sido muy insípido y débil. En su despacho habló con Dios y dijo: “Cristo, ahora estoy consciente de mi necesidad. Por favor, bautízame ahora mismo en Tu Espíritu”. La respuesta vino a su corazón… “¡En ninguna manera! Tú criticabas injusta y públicamente a ese buen hombre menonita. Ahora irás tú a él públicamente, y le pedirás que ore por ti, para que recibas el bautismo”. Entonces, obedeció y Dios le bautizó.

Este pastor fue íntimo amigo mío durante muchos años, y era una persona muy cuidadosa y organizada. Se había preparado para el ministerio con cuatro años en la escuela bíblica y tres años en el seminario. Tenía dos colecciones idénticas de cartas, sobre las que tenía escritas todas las anotaciones de sus sermones. Guardaba una colección en un local y la otra en otro lugar. Por si acaso había un incendio, ¡él no iba a perder su ministerio! Al siguiente domingo, después de la nueva experiencia en el Espíritu Santo, antes de predicar, no pudo hallar sus anotaciones. Las buscó en su Biblia y debajo de su asiento. Como no estaban, fue al púlpito sin ellas. Ese día predicó el mensaje más ungido de todo su ministerio. Siguió como pastor en los Estados Unidos y misionero en Méjico, llevando un evangelio de poder, que resultó en la salvación de muchas almas y la bendición y edificación de muchos cristianos.

El pastor bautista, ungido para enseñar 
Otro amigo mío de toda la vida, era un pastor bautista, uno de los mejores estudiantes de la Biblia que jamás he conocido. Nuestro pastor, que también era amigo suyo, le contó su experiencia. Conociéndole y sabiendo de su gran celo por la doctrina correcta, vio que era necesario también examinar él mismo la Escritura de nuevo. Oró al Señor: “Te pido que me des algo especialmente para mí; no lo que he oído, ni lo que me ha contado mi amigo, sino algo personal”. En seguida, leyó en Juan, capítulo 2, de la boda en Caná, cuando Cristo cambió el agua de purificación en el mejor vino. Entonces, empezó a meditar… el agua siempre representa la obra del Espíritu en la salvación, pero el vino representa la rica bendición del Espíritu para el pueblo de Dios. Entendió que en su vida, habiendo ya sido purificado por el agua de la regeneración, necesitaba el vino nuevo que daría sabor y riqueza a su ministerio. Allí, en su despacho, Dios le bautizó en el Espíritu, y el hombre empezó un rico ministerio en la enseñanza de la palabra.

Son demasiadas historias para contar, aunque solamente añadiré lo fascinado que yo estaba con aquellos acontecimientos, en los que parecía que todos los días había pruebas de la obra de Dios entre nosotros. Por eso, nunca estaré satisfecho con menos. Dios se movía salvando a los perdidos, muchos de ellos religiosos; bautizando con el Espíritu Santo; sanando a los enfermos; dirigiendo a Su pueblo como Él quería… Sus dones eran comunes. El hombre tenía que ponerse a un lado y dejarle obrar. Como en Gales, las paredes denominacionales se cayeron y hubo un reconocimiento de todo el cuerpo de Cristo; el amor de Dios llenaba los corazones.

Pero, como dije al principio, siempre hay oposición. En nuestro caso, los chismes llegaron a la central de mando del distrito de la Alianza Cristiana y Misionera, y el superintendente llamó a mi padre para pedirle cuentas. Mi padre era el responsable de esa área en el norte de Minnesota, y el superintendente le preguntó por qué no usaba su autoridad para detener ese movimiento. ¿Cómo podría pararlo, si fuera de Dios? — respondió mi padre. También le dijo que lo que estaba pasando en nuestro territorio, era lo mismo que él había experimentado en la Alianza, hacía muchos años, cuando él era un nuevo creyente.

Para no extenderme más, sólo diré que mi padre, al igual que los profesores de la escuela bíblica, Mokahum, tuvo que renunciar a su posición. He leído, no hace mucho tiempo, lo que la denominación había escrito en sus documentos sobre la renuncia de mi padre como director de la escuela. Decía que, por la enfermedad de su hija (mi hermana Jean murió de leucemia durante ese tiempo), mi padre no podía seguir con sus obligaciones, y que también por el estado de las finanzas, dejó su posición. Era cierto que mi hermana enfermó y murió, pero no fue por eso ni por las finanzas, que mi padre renunció a su cargo. Sé muy bien por qué fue. ¿Cómo se explicaría que, al mismo tiempo, los profesores también abandonaran Mokahum y renunciaran a su membresía en la Alianza? Como en el caso de otros pastores en toda la región, pudimos ver la manipulación de los líderes religiosos, buscando cómo excusar su oposición a la obra del Espíritu Santo.

Quisiera contar también que, al sur del estado de Minnesota, el Espíritu de Dios estaba obrando en una comunidad, llamada Betania. Era una escuela para entrenar, especialmente, a misioneros. Estaba presente en las instalaciones el muy conocido predicador Leonard Ravenhill, que había experimentado un avivamiento en Inglaterra. Había cruzado todo el país a pie dos veces, evangelizando al aire libre en los pueblos. Igual que en el norte, en el sur de Minnesota, donde estaba la escuela Betania, una llama espiritual fue encendida. Ravenhill avivó la llama y también, de vez en cuando, llegaba A. W. Tozer, amigo y mentor de Ravenhill. También había contacto con los que experimentaban lo que pasaba en el norte y oraban unos por los otros. Con el tiempo, la editorial Betania fue útil para llevar muy buena literatura a diferentes partes del mundo. Mi esposa, antes de conocernos y antes de ir a Méjico para la obra misionera, fue entrenada en la escuela Betania.

Gerardo Zabel, también puede contar acerca del movimiento de Dios en la iglesia bautista, donde fue criado. Contará cómo su propia vida, y la de sus amigos y parientes, fue transformada. También puede hablar de la oposición que se levantó dentro de la iglesia.

No contaré más, sólo recomendaría a los lectores de estos párrafos que investigaran la historia de otros avivamientos que han acontecido, algunos en la antigüedad y otros en tiempos más modernos. Especialmente interesante es el avivamiento entre los moravos, en el año 1727, que resultó en el comienzo del movimiento misionero, como lo conocemos en tiempos modernos. Otro, es uno de los más recientes entre los esquimales canadienses. En los dos verás las mismas características.

Un intento bíblico

Para terminar, quiero decir que he querido presentar estos tres artículos bíblicamente. A mí me interesa, sobre todas las cosas, que lo que acontezca en la iglesia sea confirmado por la Palabra de Dios. Me atrevo a decir que los oponentes de los avivamientos y del bautismo en el Espíritu Santo, no están en lo correcto en su intento de anular y apagar el Espíritu. Malinterpretan la Biblia al hacerlo, y eso… ¡es sumamente peligroso!

Pedro dijo a los judíos en el día de Pentecostés: “Esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel” (Hch.2:16). Es esencial que podamos decir que esto, lo que está sucediendo entre nosotros, sea lo que fue dicho, bíblicamente. Si no, no me interesa. Cualquier cosa que pase que no se encuentre en la Escritura, no tenemos ninguna obligación de aceptarla. ¿Es bíblica la falta de manifestación de un Dios real y verdadero entre la iglesia hoy en día? ¿Nos atreveremos a decir que somos una iglesia neotestamentaria? ¿Podemos respaldarlo por lo que vemos en el libro de los Hechos, o estamos excusándonos orgullosamente con doctrinas débiles e incluso torcidas? Después de estos artículos, dejaré que cada uno llegue a su propia conclusión.

Hechos 2:16-21

16.  Esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:
17.  Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños;
18.  y aún sobre Mis siervos y sobre Mis siervas derramaré de Mi Espíritu en esos días, y profetizarán.
19.  Y mostraré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra: Sangre, fuego y columna de humo.
20.  El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día grande y glorioso del Señor.
21.  Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.

















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