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¿Cómo tratas tú las perdidas de la vida? por Dave Brueckner

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¿CÓMO TRATAS TÚ LAS PERDIDAS DE LA VIDA?
Por Dave Brueckner

Entramos en este planeta sin nada en las manos, pero con el paso del tiempo acumulamos posesiones, relaciones y conocimiento. No debemos aferrarnos a estas cosas fuertemente, sino palparlas sin apretar, como si fueran préstamos de Dios, porque cuando dejemos esta tierra, nuestras manos estarán vacías otra vez; la mortaja no lleva bolsillos.

A veces perdemos las posesiones terrenales antes de la muerte, y si nos hemos aferrado a ellas implacablemente nos quejaremos al perderlas, porque sentiremos que nos han robado aquello que creíamos nuestro por derecho. Después de que Job lo hubiera perdido todo, adoró diciendo: “El Señor dio y el Señor quitó.” ¿Cómo trato yo las perdidas de la vida?

Jeremías, el profeta llorón, vivía en un tiempo de crisis en la historia de Israel. No había “alguno que haga justicia, que busque verdad” (Jer. 5:1). Israel llegó a ser peor que las naciones que vivían antes en Canaán. Mantenía falsas esperanzas por adorar en el templo de Dios (7:10), pero el juicio estaba por delante.

También hubo un Profeta llorón en el Nuevo Testamento (Lc.13:33). Lloró sobre Jerusalén (Lc.19:41). La situación para los Israelitas en el tiempo de Jesús fue muy dura, por el yugo romano impuesto sobre sus cuellos. Esperaban el Mesías, pero al venir, no correspondía con la imagen que ellos tenían de Él. El templo, la casa de oración, ya no representaba los intereses de Dios. Jesús dijo: “VUESTRA casa os es dejada desierta.” (Lc. 13:35).

Lo que sigue demuestra cómo los líderes trataban la situación en los días de Jeremías. “Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo; Paz, paz; y no hay paz” (Jer. 6:14.) El pecado era importante y no lo trataron con seriedad. Pensaban que nada cambiaría aunque vinieran los babilonios. Dios había protegido la ciudad muchas veces, y por ello existía hasta la fecha, pero ahora habían pasado el límite.




Con la disciplina las intenciones de Dios son buenas
Nuestros fallos son obvios para otras personas, pero no para nosotros mismos. En la misa el cura dice: “El Señor esté con vosotros”, y el pueblo responde: “Y contigo”. Un domingo, el sacerdote tuvo problemas con el micrófono, y los fieles no le oyeron bien al decir: “Hay algo mal con este micrófono”, y ellos respondieron: “Y contigo”. Hacemos bien en tomar el lado de Dios contra nosotros mismos cuando su dedo apunta en nuestra dirección.

¿Nos hace bien la disciplina de Dios? Jeremías nos dio la historia del alfarero. Las buenas nuevas son que Él puede hacer algo hermoso del mismo barro que no salió bien al principio. Está en el corazón de Dios hacer algo bueno para Israel; no iba a abandonarles en su estado presente.

No todos los que fueron llevados a Babilonia habían hecho mal. Sadrac, Mesac y Abed-nego no fueron llevados a Babilonia por ser malos. ¿Qué mal había hecho José para haber sido vendido como esclavo y llevado a Egipto? Lejos del hogar, los amigos, y todo lo que fue suyo, las metas y planes de estos jóvenes fueron despedazados. ¿Qué pasa cuando te va mal por el pecado de otro? Quizás no hallas ninguna razón por la cual tener que pasar por una situación que te es aborrecible, pero allí estás de todos modos, has perdido el control de la situación.

Paraos en los caminos
¿Cómo reaccionas cuando te ves hecho polvo? Algunos tiran la toalla, otros se quejan y les domina la amargura. Si puedo hacerte levantar los ojos por un momento, quisiera que supieras que Dios tiene algo decirte. ¡Gracias a Dios que habló a Su pueblo en Babilonia! Las pérdidas y el desaliento de aquel pueblo en sufrimiento es el contexto que va junto a un versículo muy citado del Antiguo Testamento: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros... pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jer. 29:11). Dios no ha abandonado aun a los que están en ataduras por su desobediencia.

Tu reacción determinará si saldrás aprovechando o si serás derrotado. En los Estados Unidos hay una cordillera de montañas llamada “La Gran División”. El agua que cae sobre ella, eventualmente fluye, o al océano Pacífico, lejos al oeste, o al océano Atlántico, lejos al este. Dependiendo de tu reacción, los destinos donde terminarás pueden estar muy lejos uno del otro. Dios llevó a Israel a una crisis y Su consejo fue: “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas” (6:16). Elige la senda antigua de Dios. Muchos, en la actual sociedad sintética en al que nos encontramos, viven solamente para sí y rehúsan el camino que va hacia la cruz antigua y rústica; también rehúsan al Anciano de Días como Rey. Dicen que la Biblia está anticuada. Un predicador de la generación pasada dijo: “El aire es viejo y también lo es el agua”…pero no podemos vivir mucho tiempo sin ellos. La senda que ha sido probada por el tiempo es la que vale para la vida cristiana. Es la brecha que Dios abrió, pero el pueblo dijo: “No andaremos.” Jesús anhelaba juntar a los hijos de Jerusalén como una gallina a sus polluelos, pero: “¡No quisiste!” (Lc. 13:34).

Creced donde estás
No estés perpetuamente anhelando lo que en tiempo presente es imposible. Empecemos a tratar nuestra situación en el lugar donde estamos, no donde quisiéramos estar. En verdad, Israel se formó como una nación mientras vivía en la esclavitud. En Babilonia podría haber dicho: “Aquí en este infierno no puedo hacer nada. Si estuviera en mi patria las cosas cambiarían”. Sin embargo, Dios les dice: “Multiplicaos ahí, y no os disminuyáis” (Jer. 29:6). ¡Creced! La situación no es ideal, pero aprovéchala al máximo. También les manda edificar casas (ver. 5).

Utiliza lo que tienes
Dios utiliza lo que tenemos, no lo que pensamos que nos hace falta. No te estés lamentando por lo que antes tenías. Dios obrará con lo que tienes ahora. Los milagros empiezan por cosas pequeñas. David derrotó a un gigante con una honda. No tuvo oportunidad de aprender a usar la armadura de Saúl. Sansón tomó la primera cosa que pudo hallar, una quijada de asno, y mató con ella a 1.000 filisteos. No tuvo tiempo de entrenarse en la auto-defensa. Dios pidió de Moisés lo que tuvo en su mano. No le envió a hacer un curso para el liderazgo, ni de cómo hablar en público. Los discípulos no tuvieron ni idea de qué hacer con 5.000 hombres hambrientos, pero la historia nos dice que Jesús sabía lo que tenía que hacer. Les preguntó: ¿Qué tenéis? En la economía de Dios cinco panes y dos peces eran suficientes.

Si la vida te ha dado pérdidas, en primer lugar examina tu corazón, para ver cómo estás delante de Dios. ¿Estás sufriendo por tu pecado? Entonces, no te engañes, sino trátalo con seriedad y Dios, en Su tiempo, te restaurará. Si no hallas ninguna causa por tu mala situación, haz una decisión de reaccionar apropiadamente y toma la dirección correcta en el asunto. Elije la senda antigua. No esperes que la situación cambie, sino aprovéchela al máximo y crece en ella. Permite que Dios bendiga lo que tienes en la mano, y sobre todo recuerda esto: Dios tiene pensamientos hacia un buen futuro y lleno de esperanza para ti.


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