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Lowell Brueckner

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Un artículo, una poesía, y un reportaje

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Despues de este breve artículo, encontrarás otra poesía, traducida a español, de nuestra nuera, Karyn. Expresa bien el corazón de un cristiano verdadero, hambriento de Dios, con el gran deseo de que Cristo sea manifestado a través de su vida. Entonces Daniel, nuestro hijo mayor, reporta sobre un viaje a Macedonia, donde vivía con su familia, inmediatemente después que cayó el gobierno comunista en Yugoslavia.  

UNA INTRODUCCIÓN A JUAN 17

L
a Biblia es mucho más que un libro instructivo para la vida o una directriz para demostrar los confines de la fe cristiana. Bajo la enseñanza del Espíritu Santo, nos revela la persona de Dios. Nos permite disfrutar los sabores celestiales, revela pensamientos divinos y descubre el corazón del Padre. Nos informa de lo que agrada a Dios y del lugar donde Él se siente cómodo y donde puede hacer Su voluntad libremente, incluso sobre un planeta corrompido.

En el capítulo 17 del Evangelio de Juan no hay mandamientos. Dios no exige nuestras súplicas y no fuerza la entrada en las vidas humanas. La oración del Hijo de Dios encarnado a Su Padre en el cielo, es una ventana por la cual podemos mirar dentro de Su corazón. Por medio de la oración, Cristo expresa Sus anhelos y deseos más profundos.

Después de 36 años de ministerio, he tenido dudas sobre si podría enseñar de este capítulo, porque para mí es tierra santa, de forma especial. Para poder poner el pie encima de esta tierra, uno necesita tener un temor piadoso y ser sensible a lo que es sagrado. Es una maravilla que se nos permita acercarnos para observar un momento tan íntimo.

El corazón que busca a Dios, solamente necesita mirar dentro de lo Suyo, para poder entregarse totalmente al cumplimiento de Sus deseos. Como en el caso de todos los enamorados, uno existe para su Amado antes que para sus propios deseos o necesidades, y por el amor, él guarda Su palabra. Como los soldados de David, que pasaron por en medio del ejército filisteo para traer agua del pozo de Belén para su comandante, todo lo que nosotros necesitamos es escuchar a Jesús expresar Sus deseos, e ir corriendo para cumplirlos, aunque nos cueste la vida.

Generalmente, un verdadero cristiano quiere que sus pies estén calzados para preservarlos, en la medida que sea posible, de la contaminación del mundo, mientras camina en él. El escritor de Hebreos (3:13) vio la necesidad de lavarlos diariamente: “Exhortaos los unos a los otros cada día… para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”. Más que ningún otro miembro del cuerpo, los pies están en contacto continuo con la tierra y necesitan ser examinados a menudo. Por esta misma razón, Jesús dijo a Pedro que solamente hacía falta lavarse los pies, e instruyó a Sus discípulos a que lo hicieran los unos con los otros. Sin embargo, al acercarnos a Juan 17, tenemos que quitarnos los zapatos. Ésta es tierra santa y no debemos tener ninguna reserva. Queremos tener contacto directo para saturarnos de Su presencia.   

Nos dicen que esta oración tuvo lugar mientras Jesús caminaba junto a sus once discípulos hacia Getsemaní, tras haber cantado un himno y salir del aposento, donde habían tomado la última cena. Con un corazón lleno, les enseñó y animó con una pasión que iba incremen-tándose, hasta que Sus instrucciones se conviertieron en una oración. Dejó de hablar y empezó a orar por ellos.

Las palabras son semejantes a las que dio a Sus discípulos cuando le pidieron que les enseñara a orar. Debe ser así, porque “como Él es, así somos nosotros en este mundo”. Su primera palabra fue Padre, enseñándonos a nombrar al Rey del Cielo y Creador del mundo como el Padre nuestro. La oración es una comunicación familiar, basada en una relación íntima. Ninguna oración puede ser egoísta; por eso tenemos que usar el pronombre plural nuestro, y no mío. Cristo no está orando por Sí mismo tampoco, sino por la gloria del Padre y el bien de Sus discípulos.

Jesús levantó sus ojos al cielo mientras oraba, y así nos enseñó a orar al Dios que está en los cielos. En un momento, Él fue transportado en el Espíritu al Lugar Santísimo. En la oración, no es tanto que Dios se desciende hasta el hombre, sino que el buscador asciende a lugares celestiales. Es levantado al centro de mando del universo. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia” y presentemos nuestras peticiones allí. En los lugares celestiales “nos bendijo con toda bendición espiritual en Cristo”.

También oró por nosotros, los que vivimos en este siglo. Esto es muy claro en el versículo 20: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”. Juan 17 nos da la oportunidad de escuchar las palpitaciones del corazón de Jesús y escribir Sus anhelos sobre nuestros corazones. Si le amamos en verdad, entonces la meta de nuestra vida, será la misma que Él expresó en oración.                                            




A FIN DE CONOCERLE -Filipenses3:10
Karyn Brueckner

De manera personal, moldea mi corazón
haz de mí un siervo sencillo y manso, de humilde condición.
Que conocer verdaderamente a Cristo, sea mi única pasión
y haz clara y evidente, en todo tiempo mi misión.

La fama de este mundo, no quiero nunca anhelar
Tan sólo en las cosas de arriba, mis deseos quiero afirmar.
Haz que el "amor más grande", se derrame sobre mí
para que pueda atraer a otros, también cerca de Ti.

Haz de mí una luz que brille, en este mundo umbrío
y que sin intereses propios, te sirva con cada respiro.
Haz que Cristo se manifieste, poderosamente en mí
cuando llegue a ser semejante, a Él en Su muerte aquí.

Así doblaré mis rodillas, y con gusto me ofreceré
para lavar los pies de otro, y llevar sus cargas también.
Como lo haría un amigo, pondré mi vida por él
Y así en Sus sufrimientos participaré.

Mi cruz llevaré con gozo, aunque el precio sea costoso
Todo, y aún mi propia vida estimaré, como pérdida y basura
para ganar a los que están perdidos y en amargura.

Sé que persistiré a pesar de dolores y pruebas
y humildemente aceptaré cada circunstancia severa
hasta que mi ganancia segura sea la muerte
porque sólo de esta manera sé que podré conocerle.

                         

El reportaje de Daniel sobre un viaje a Macedonia

Quise escribiros sobre mi viaje a Macedonia. Creo que fue según el horario de Dios. Nunca fuimos a la cama antes de la una por estar con la gente. Hubo grandes tiempos de comunión.

El Dr. Cekov, que nos ayudó muchísimo cuando nos mudamos a Macedonia, murió en menos de una semana antes de mi llegada. Hubiera querido verle una vez más, pero Dios tenía otros planes. La familia me dijo que, en su agonia final, no estaba preocupado en como repartir la herencia, sino que pensaba en el club de la Biblia y los libros que tuvieran que ser publicados. Yo hablé sobre el cielo en una reunión, el sábado por la tarde, en el club de la Biblia. “En el cielo, sólo tendremos buena compañía. Nos sentaremos con Abraham, Isaac, Jacob… y el Dr. Cekov”.

La gente en el hospital de rehabilitación en Bansko está bien y creciendo en la fe. ¡Es asombroso ver el crecimiento! El joven que vino conmigo desde Vermont estaba asombrado por ver su gozo. Roza continúa escribiendo poesías y pintando con la boca. Cuando ella lee sus poesías, lás lágrimas aparecen en los ojos de todos. Dios la ha usado dando testimonio del evangelio en televisión por toda la nación. Esta gente también sabe orar.

Fui a Kumanovo (que es donde hay muchos enfrentamientos entre albanos y macedonios). Mientras estuve allí no escuché tiros, pero al día siguiente por la tarde, en las noticias, dijeron que había habido algunas peleas. La iglesia evangélica en Kumanovo ha estado dando comidas a los refugiados albanos, y los macedonios estaban enfadados porque alimentaban al enemigo. Tuvieron que pasar ocho años antes de poder superar esta barrera. Nuestra iglesia en Vermont envió dinero para ayudar, después de que los terroristas se hubieran apoderado del suministro del agua y lo hubieran cortado. La iglesia compró agua de Skopje y la distribuyó entre todas las personas. Esto rompió la barrera. La gente pudo ver que para la iglesia todos importaban.

Escuché algunos testimonios de gente joven que, desde que nosotros salimos, entregaron sus corazones al Señor. Uno de ellos tuvo una revelación tan clara de Jesucristo, que casi no pudo controlarse mientras me lo contaba. Al ver a su padre no dijo “hola” siquiera, sino solamente: “Mi hijo acaba de ser salvado y es un hombre nuevo… ¡totalmente cambiado!”

Un tal Vane quiere empezar un centro para toxicómanos. Dios le ha dado una visión y una carga para esa gente. Parece que su corazón es recto y solamente quiere servir a Dios y ser obediente.  


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