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Lowell Brueckner

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5 - 11 Julio Meditaciones diarias de los Salmos

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 5 de Julio Salmo 60:6-12

6. Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré; repartiré a Siquem, y mediré
     el valle de Sucot.
7. Mío es Galaad, y mío es Manases; y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá
     es mi legislador.
8. Moab, vasija para lavarme; sobre Edom echaré mi calzado; me regocijaré sobre
     Filistea.
9. ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará hasta Edom?
10. ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado, y no salías, oh Dios, con
     nuestros ejércitos?
11. Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres.
12. En Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos.

  Dios nunca compromete Su santidad. Si Su pueblo vuelve a la inmundicia, lo
desechará. En los días de David, Dios pudo hablar a Su gente en el santuario.
Andaban conforme a Sus caminos y Él se regocijó otra vez en ellos. Pudo continuar
desarrollando Su plan, obrando y manifestando Su poder entre ellos. Unió a todas
las tribus a Sí mismo y dio bendiciones a cada una de ellas. Sujetó a sus enemigos
y les hizo siervos de los israelitas. ¡Qué cosa tremenda es cuando Dios sonríe a
Su gente!
  Tenemos que volvernos al Dios de la santidad, quien ha rehusado salir a la
batalla con nuestros ejércitos rebeldes (v. 10). Nuestros propios esfuerzos son
vanos, como también lo es la ayuda de otros. Los seres humanos no ofrecen un
substituto o un programa adecuado. ¿Quién podrá guiarnos hasta la victoria?
¿Podrá hacerlo la motivación humana, los programas de crecimiento de iglesias,
o los esfuerzos unidos de la hermandad? Úsalos si quieres, mi amigo, pero no te
servirán de apoyo en contra de la ciudad fortificada que Dios quiere que venzas.
Sólo “en Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos”.


6 de Julio Salmo 61

1. Oye, oh Dios, mi clamor; a mi oración atiende.
2. Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame
     a la roca que es más alta que yo,
3. Porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo.
4. Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de
     tus alas. Selah
5. Porque tú, oh Dios, has oído mis votos; me has dado la heredad de los que
     temen tu nombre.
6. Días sobre días añadirás al rey; sus años serán como generación y generación.
7. Estará para siempre delante de Dios; prepara misericordia y verdad para que
     lo conserven.
8. Así cantaré tu nombre para siempre, pagando mis votos cada día.

  Cuando el hombre llega al límite de su capacidad, es cuando Dios empieza a
tener oportunidad de obrar en él. No importa en que lugar de la tierra esté el
hombre, porque Dios escuchará su clamor. Uno puede ofrecer oraciones a Dios
desde el borde del precipicio que baja al abismo o desde el lugar de la tierra más
cerca del infierno. Un corazón sometido a grandes presiones debido a que sus
enemigos son demasiado fuertes, es un candidato perfecto para el socorro divino.
  Las batallas son demasiado intensas para que las motivaciones y alicientes
personales puedan ayudarnos. Necesitamos Uno fuera de nosotros mismos que
nos pueda elevar más alto que nuestras circunstancias, a la Roca firme, que es
Cristo Jesús. Gracias a Dios que la Roca se hizo carne y habitó entre nosotros.
Él es nuestro refugio y torre fuerte en medio de las tribulaciones en la tierra. Él
es más que suficiente para desviar los ataques. “Me cambio de sitio”, dijo David,
“me voy a la sombra, bajo la cubierta de Tus alas por el resto de mi vida”. Aquí
hacemos una pausa, un “Selah”, para meditar y maravillarnos de la protección
en la cual podemos confiar.
  Entramos en un pacto con Dios, donde Él recibe nuestros votos y a cambio
nosotros recibimos Su heredad. Somos hechos “herederos de Dios y coherederos
con Cristo”. Esto no pertenece a la gente frívola, sino a aquellos que temen a
Dios. “Estará para siempre delante de Dios”. La heredad es la vida eterna, y
esta vida tiene cualidades en sí misma que la hacen perdurar: la misericordia y
la verdad. La misericordia extiende su mano a los que no tienen fuerzas, y la
verdad les liberta. Nuestra parte es ofrecer alabanzas a Su nombre ahora y para
siempre, y honrar y servir a Aquel a quién hemos entregado nuestras vidas. No
caigas en la trampa de un futuro ostentoso, sino vive fiel y constante día tras día.


7 de Julio Salmo 62:1-6

1. En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación.
2. El solamente es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho.
3. ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre, tratando todos vosotros de
     aplastarle como pared desplomada y como cerca derribada?.
4. Solamente consultan para arrojarle de su grandeza. Aman la mentira; con su
     boca bendicen, pero maldicen en su corazón. Selah
5. Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.
6. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré.

  La meditación de nuestro corazón en estos días debe estar de acuerdo con el
Salmo. Solamente necesitamos a Jesús. Mira cuantos “solamente” hay en este
capítulo. “Él solamente es mi roca y mi salvación” (v. 2 y 6). “Alma mía, en Dios
solamente reposa” (v. 5). Jesús más cualquier cosa es como nada, porque Él
rehusa competir. Prefiere apartarse de nosotros hasta que estemos despojados de
todo lo demás en que confiamos y nos volvamos a Él con un corazón perfecto.
  “En Dios solamente está acallada mi alma” (v. 1). “¿A quien iremos?”, dijo
Pedro, “Tú tienes palabras de vida eterna”. La oración (esperar en Dios) debe
ser la fuente de nuestras vidas. ¿Qué más podemos hacer? Jesús dijo: “Sin mí
nada podéis hacer”. La oración no es un deber, ni una disciplina, es la convicción
de que “de él viene mi salvación....de él es mi esperanza”. Si estamos totalmente
convencidos de esta verdad, el tiempo de oración será más necesario que el tiempo
de comer.


8 de Julio Salmo 62:3-10

3. ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre, tratando todos vosotros de
     aplastarle como pared desplomada y como cerca derribada?
4. Solamente consultan para arrojarle de su grandeza. Aman la mentira; con su
     boca bendicen, pero maldicen en su corazón. Selah
5. Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.
6. Él solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré.
7. En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.
8. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro
     corazón; Dios es nuestro refugio. Selah
9. Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;
     pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada.
10. No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan
     las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

  Este Salmo trata de convencernos, por medio del Espíritu Santo, que debemos
ir solamente a Dios en todo tiempo. Confiar en el hombre del mundo no da
resultado alguno; la Biblia le describe como un hipócrita, una fuente sin agua y
una cisterna rota. Su boca adula, bendice y promete, pero no tiene intenciones
de hacer el bien; pone trampas. Debemos detenernos para meditar sobre este
asunto, porque una confianza mal puesta, no sólo es vanidad, sino que puede
traer maldición. “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su
brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jer. 17:5).
  “Vanidad son los hijos de los hombres”. Si todos los hombres fueran puestos
en la balanza de Dios, pesarían menos que un suspiro. Son un espejismo engañoso.
Ellos no sólo no pueden resolver tus problemas, sino que te traerán otros más.
El mundo negocia a través de la extorsión y la opresión. Examínalo bien y verás
como es verdad. No establezcas la firmeza de tu corazón en atesorar dinero,
porque esto también es vanidad y es en contra de la fe en Dios.
  Los que confían en Dios tienen muchos motivos para regocijarse, pero..., ¿qué
es lo que motiva a los pecadores? Ellos pasan por una existencia engañosa
creyendo mentiras que les gobiernan. En el siguiente capítulo, David dice que
serán alimento para chacales. Me hace recordar cuando era niño y la gente aún
trabajaba sus campos con caballos. Un caballo viejo no tenía otro uso más que
ser vendido por poco dinero a una granja de zorros. Pero aun peor es la gente que
pasa toda su vida en vanidad, sirviendo al diablo; finalmente sus bocas mentirosas
y jactanciosas serán tapadas y sus almas irán a un destino de sufrimiento eterno.


9 de Julio Salmo 62:11-12

11. Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder,
12. Y tuya, oh Señor, es la misericordia; porque tú pagas a cada uno conforme a
     su obra.

  Hoy es un buen día para confiar en Dios. Derrama tu corazón delante de Él y
no busques otras fuentes de confianza. “La fe es por el oír, y el oír por la palabra
de Dios”. “Una vez habló Dios; dos veces he oído esto”. Su palabra es la verdad
y es irreversible. Habló sólo una vez, se hizo luz, y el mar y la tierra fueron
divididos y produjeron toda clase de vida animal y vegetal. Sin embargo, cuando
Él nos habla una palabra de confirmación a nosotros, gente incrédula, indigna
y desventurada ¿no podemos tenerla en cuenta?
  “De Dios es el poder”; éste es el mensaje dos veces hablado que ha caído de
los labios infalibles del que es la Palabra misma. Toma esta palabra, créela y
espera solamente en Dios en todo tiempo. Si tu esperanza está en Él, no serás
movido. “Segaremos, si no desmayamos”.


10 de Julio Salmo 63:1-6

1. Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi
     carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas,
2. Para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario.
3. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.
4. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos.
5. Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te
     alabará mi boca,
6. Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de
     la noche.

  La diferencia entre este capítulo y los anteriores está en que ésta no es una
oración pidiendo liberación, sino una oración que expresa anhelos profundos.
Nuestra experiencia religiosa en el santuario no nos servirá en el desierto. El
santuario no requiere una búsqueda profunda para encontrar a Dios. Fácilmente
el alma puede hallar el éxtasis en la congregación entre cantos e instrumentos.
Sin embargo, para poder tocar la profundidad del alma, despertar los anhelos más
íntimos e inspirar una búsqueda más perfecta, Dios lleva a Su individuo a lugares
desiertos. Nadie puede conocer a Dios con un corazón perfecto sin haber estado
allí. En esta oración se respira intimidad. Las experiencias en el desierto traen
a la luz el potencial espiritual que Él ha puesto en nuestro interior, el cual satisface
el corazón de Dios.
  David buscó profundamente a Dios de madrugada. Estuvo meditando y
acordándose de Él durante toda la noche. En el desierto no hay diversiones ni
distracciones, y cuando uno se encuentra allí no puede hallar otras fuentes donde
saciarse. Como no había agua, el alma de David tenía sed de Dios.
  Él fue su meollo y su grosura, su sustento en el ayuno. Anhelaba una
manifestación clara de Su majestad, Su poder y Su gloria. Hay muy poca sed de
Dios en estos días, ya que hay demasiados sustitutos para satisfacer el alma y
numerosas diversiones que impiden al hombre llegar a su meta espiritual.


11 de Julio Salmo 63:7-11

7. Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
8. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido.
9. Pero los que para destrucción buscaron mi alma caerán en los sitios bajos
     de la tierra.
10. Los destruirán a filo de espada; serán porción de los chacales.
11. Pero el rey se alegrará en Dios; será alabado cualquiera que jura por él; porque
     la boca de los que hablan mentira será cerrada.

  En un intercambio de comunión, David bendijo a Dios. Sus labios profesaron
alabanzas desde el corazón. Sus manos fueron instrumentos de devoción y su
boca, no importa en que circunstancias, fue llena de gozo. Mientras David buscaba
intensamente a Dios, pudo experimentar como Él ya estaba ayudándole,
sosteniéndole y dándole sombra. El Señor siempre llega antes que nosotros al
lugar de encuentro: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”.


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