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Lowell Brueckner

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Una alegoría... tercera parte

Hace poco incluí a este parte de la alegoría, junto con el texto del capítulo que le corresponde. Aquí lo tendremos en su lugar con la alegoría del siguiente capítulo.


LOS CRISTIANOS NACEN, NO SE HACEN

…Mi nuevo compañero y yo charlábamos mientras íbamos caminando. Me contó la historia de cómo él llegó a conocer al Rey, y de todas las cosas que ahora había en su interior y que jamás había experimentado en su vida. Habló de sus anhelos de ser dirigido por la Corriente y poder experimentar personalmente las propiedades de sus aguas. Obviamente, había recibido la fuente interior de agua viva del Rey.

Le hablé de aquella reunión de hace muchos años y de la falta de respuesta por parte de la mayoría de la gente. Mencioné la cuota que no fue pagada y mi deseo de poner mi parte para hacerlo, y encontrar a muchos otros con el mismo anhelo. Entonces saqué la petición y nos pusimos de rodillas a un lado de la vereda; él firmó su nombre en ella. Juntos pedimos ayuda a nuestra ciudad materna, la Nueva Jerusalén, como estaba escrito en la petición: que el pueblo del Rey fuese poderosamente movido por la Corriente para llevar Su mensaje a todo ser humano.

No nos habíamos puesto en pie todavía, cuando oímos que alguien estaba sollozando. Fuimos rápidamente hacia el lugar de donde procedía el sonido, hasta que vimos, casi escondido en la maleza, un hombre de mediana edad, tirado en la tierra con su rostro hacia abajo. Sus ropas estaban rotas y sucias, y tenía numerosos moratones y heridas. Ambos le tomamos por los brazos y con mucho cuidado le ayudamos a sentarse. Después de haber bebido gran cantidad de agua de mi cantimplora y haberse comido una de las pastillas de chocolate de mi amigo, comenzó a contarnos su historia.

“Yo estaba con un grupo de excursionistas yendo en dirección opuesta a donde venís vosotros. Teníamos un mapa del territorio, que habíamos conseguido en un centro turístico de información llamado “El Viejo Dragón”. Al caer la noche quise ir a dar un paseo yo solo y, sin preocuparme mucho, me alejé del campamento. De pronto tropecé con una raíz que sobresalía en la tierra, caí al suelo, y mi cabeza se golpeó contra una roca. No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, pero al despertar, una tormenta espantosa hacía que los rayos cayeran sobre árboles que estaban muy cerca de mí. Llamé a quien pudiera oírme, incluso al Rey, pero no hubo respuesta. Supongo que mis compañeros abandonaron toda esperanza de encontrarme, y ahora llevo muchos días vagando sin rumbo. La desesperanza me sobrecogió cuando de nuevo caí aquí, entre la maleza. Hice todo lo posible, utilicé todas las tácticas que había aprendido para salvarme, pero las cosas me han ido de mal en peor. No puedo creer que me haya sobrevenido tanto mal…”.

Escuchamos su historia por largo tiempo, y cuando finalmente terminó, le dije: “Amigo, mientras estabas con tu grupo ibas en la dirección equivocada. No hay nada en esa dirección, sólo una tierra salvaje y vacía. Tus compañeros están tan perdidos como tú, y puede ser perfectamente que haya sido la voluntad del Rey que hayas caído en tantas dificultades, porque así has podido ver claramente tus problemas y puede que sea para tu salvación. La ruta que tomó tu grupo es una ruta de auto-destrucción, diseñada por el príncipe de este mundo, quien os ha llevado errantes por ella. Te involucraste con ese tipo de gente y su plan, porque dentro de ti no hay nada de verdad y justicia. No había posibilidades de que tú encontraras el camino por ti mismo, porque perteneces al rey enemigo. Aparentemente, aunque no hayas sido consciente de ello, el verdadero Rey oyó tu clamor y te ha dado una gran oportunidad,  no tan sólo de encontrar tu camino, sino de recibir una nueva naturaleza interior. Así estarás de acuerdo con el Rey y entonces podrás agradarle. No estás lejos de la Corriente de vida, pero…mi amigo, ¡ahora tienes que nacer de nuevo!”…    



LA MORADA Y EL TALLER DE DIOS EN ESTA TIERRA


…“¿Qué debo hacer para ser salvo?”, nos preguntó nuestro amigo perdido. Mi compañero le dijo: “La obra ya está completamente hecha”, y empezó a hablarle acerca de las buenas nuevas del Rey…”Él vino al mundo hace mucho tiempo y fue rechazado por un pueblo especial que Él mismo había elegido. Le entregaron a los poderes mundiales para ser juzgado y fue condenado a muerte. Su sangre fue derramada, sufriendo la muerte de un inocente, ya que nosotros éramos los culpables y quienes debíamos haber muerto en Su lugar. Él tenía toda la autoridad para poder salvarse llamando a Sus legiones, en cambio tomó nuestro castigo y, tres días después, volvió a vivir. Vive hoy y otra vez está sentado sobre Su trono como Rey. Ahora tu única obra es creer en Él, es decir, confiar en el Rey, en Su persona y en Su obra”, concluyó mi compañero.

No podíamos hacer más por él, sólo guiarle a la Corriente y dejar que el agua celestial lavara su alma. De repente oímos un viento suave, el mismo que sopla de donde quiere y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va. Lo que sí supimos es que este hombre había nacido, no de sangre humana, ni por voluntad humana, sino del Espíritu. Otro milagro ocurrió en el momento; sus ropas rotas fueron sustituidas por otras nuevas y limpias. Este hombre, tan sucio y quebrantado, en poco tiempo había abierto su vida al Rey, quien se hizo su gobernante.
Poco tiempo después, en el camino, vimos un pequeño charco de agua, y nuestro nuevo compañero de viaje nos preguntó: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Por supuesto había cumplido con el único requisito que el Rey pedía; había confiado en Él, y ahora tomaba el primer paso de obediencia, como un nuevo súbdito.

Cada uno de esos días estaba repleto de nuevas experiencias. Abandonábamos  nuestras tiendas por la mañana, esperando el nuevo acontecimiento. Otros pobres viajeros perdidos también habían encontrado el camino al Rey, y nos encontrábamos con más súbditos fieles que anhelaban seguir la Corriente y conocer Su poder. Seguíamos adelante juntos. Los nuevos, especialmente, preguntaban acerca de cómo podían servir mejor al Rey ahora que habían abandonado el mundo del dragón, y sus planes habían quedado atrás. Parecía que tenían como un instinto para elegir el camino de vida, por encima de los caminos artificiales del hombre.

Durante esos días estudiamos juntos la historia de los primeros seguidores de Su Majestad y la sencillez y poder de su servicio; ellos trastornaron al mundo entero en pocos años. Anhelábamos ser utilizados de la misma manera, tan sencilla y poderosa a la vez. Aunque entendíamos que la Corriente era perfecta y completa en sí misma, sin embargo parecía crecer y profundizar continuamente, de acuerdo con nuestro entendimiento y experiencia. Fue engrandecida en nuestros corazones. Hubo un día muy especial en el que nos  pareció estar escuchando al Rey hablándonos directamente al decir: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.   

Ese día la Corriente tomó dimensiones que no habíamos visto antes. Se desbordó por sus orillas, tanto que fue imposible atravesarla. Todos nos sentimos atraídos por el  agua, y al entrar, de repente oímos el sonido del viento otra vez. Empezó siendo como un murmullo suave y llegó a sonar como un huracán; la Corriente de agua nos llevó. Eran aguas para nadar…


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