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Lowell Brueckner

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Métodos astutos contra la gloria de Dios

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No tuve tiempo de traducir palabra tras palabra todo de lo que acabo de escuchar a Paul Washer, citando “bienaventurados los pobres en el espíritu”…
“Bienaventurados los que reconocen su dependencia absoluta de Dios… de este Dios alto y magnífico que no necesita nuestra astucia, ingenuidad ni creatividad. Cuando plantamos una iglesia, nunca debemos tener la intención de alcanzar a cierta clase de personas. Si lo haces astutamente peleas contra Dios, porque haces que Su iglesia parezca deformada.  La hermosura de la iglesia local es que no sea hecha solamente de ricos o pobres, jóvenes o ancianos (nota: o claro, cualquier clase específica de gente con su trasfondo particular). La hermosura y poder de la iglesia es tener a todas estas clases de personas, que normalmente no podrían llevarse, unidos en uno. 



Ahora sabéis el porqué predico en algunos lugares solamente una vez. ¡No importa! Seguiré diciéndolo. No me hables de tu visión de un Dios altísimo si es que vas a confiar en el brazo de la carne. Cuanto más te alejes y cortes con el brazo de carne, más verás el poder de Dios.


Esto es lo que nos enseña el llamado de Gedeón. Tantos expertos en tantas diferentes cosas, no están entendiendo esta sencilla historia bíblica. El gran guerrero Gedeón se halla primeramente escondido, y después junto a un ejército que era demasiado grande. ¿Por qué era demasiado grande? Porque después de la victoria tú dirás a todos cómo lo hiciste. No, Dios es celoso para Su gloria. 


Por eso, quiero ver a un predicador, sólo a uno, con una Biblia abierta, que sabe de su absoluta dependencia de Dios, que rehúsa cualquier apoyo aparte de la declaración de la palabra, la oración de intercesión, y el amor que se sacrifica a sí mismo.”


Washer siguió hablando de cómo Dios nos deja en una posición de debilidad para que estemos siempre conscientes de ella. Dijo que el sufrimiento es absolutamente necesario. Por eso vienen pruebas y fracasos, aún a veces fracasos morales (como el de Pedro), para que nos sintamos totalmente dependientes de Él. 


Ahora quiero añadir una palabra a lo que acabo de escribir de Washer: Especialmente, si estamos con la minoría, existe el peligro de que nos jactemos aún más de las victorias, diciendo: “¡Que listos somos! Acabamos con un ejército más grande que nosotros”. Pero cuando estamos en una posición de absoluta debilidad, como Gedeón, y no tenemos ejercito, ni fuerza, entonces la obra tiene que ser por Su Espíritu. Entonces, y sólo entonces, Él recibirá toda la gloria. 





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