La canción de la estéril
49. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 54
En el
capítulo 53, estudiamos un mensaje que ha sido rechazado por la mayor parte de
Israel y, en este capítulo, vemos a Israel como un mensajero incapaz, una
herramienta rota y una luz apagada. Por supuesto, la incredulidad está en la
raíz de su problema, produciendo idolatría y pecado. Israel es comparado a una
mujer estéril, estado de vergüenza en tiempos bíblicos. Particularmente, este
mensaje está dirigido a un Israel desamparado en el exilio babilónico, pero
como hemos observado varias veces ya en el estudio de Isaías, la profecía se
extiende a los últimos tiempos. También sirve de ejemplo para la Jerusalén
celestial, que dio a luz a la verdadera iglesia (Ga.4:27). Todos estos casos
comprueban un principio divino, que involucra a un pueblo naturalmente
incapacitado pero apoderado por Dios.
Infiel
y desamparado, un remanente de judíos es convertido; Dios les perdona y les
acepta de nuevo. Les vemos arrepentidos, primeramente, bajo el ministerio de
Juan Bautista; después creyendo y siguiendo a Cristo. Al empezar el libro de
Hechos vemos a miles de judíos venir desde diferentes partes del mundo.
Siguiendo la historia observamos la conversión de Saulo de Tarso, la de
Cornelio, y después, un movimiento de gente no judía que abarca todo el medio
oriente y hasta Europa.
La fe es la certeza
“Regocíjate,
oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que
nunca estuvo de parto”. Éste, es un mandamiento a regocijarse y a cantar,
primeramente, para Israel. Es un reto a un pueblo que no tiene ninguna razón
para gozarse naturalmente. No es muy diferente al mandamiento de Pablo a los
filipenses: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil.4:4).
Sabemos, según su segunda carta a los corintios, que las iglesias de Macedonia,
incluida la de Filipos, estaban “en grande prueba de tribulación” y en “profunda
pobreza” (2 Co.8:1). Pablo les dio su propio ejemplo de poder “vivir
humildemente… en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como
para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil.4:12-13).
El
tema de toda la Biblia es llevar a la gente a confiar en el Dios viviente y Su
palabra, a pesar de las circunstancias terrenales. Desde el punto de vista
mundano, un llamado a vivir y a actuar por la fe es irrazonable, pero desde la
perspectiva del cielo, es totalmente lógico. No hay cosa en el universo más
digno de confianza que la palabra de Dios.
Cuando
el apóstol Santiago escribe sobre las obras, debemos entender que está
enseñando acerca de una fe activa… una fe visible por lo que hace: “Yo te
mostraré mi fe por mis obras”, dice (Stg.2:18). El Señor da una promesa: “Más
son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová” (v.1).
La palabra de Dios es espíritu y vida, y Su promesa es más segura que el seno
estéril. Por eso, Israel y todos los que son estériles espiritualmente pueden
cantar. “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones
sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas” (v.2).
Todos
estos movimientos toman lugar antes de que dé a luz hijos. La ampliación de la iglesia
judía en Jerusalén fue necesaria para poder emprender un movimiento misionero entre
los gentiles. Vemos, hoy en día, a miles de judíos regresando desde todas
partes del mundo, estableciendo la nación de Israel después de siglos de
persecución y desolación. Dios está preparándola para un movimiento final y glorioso
que cubrirá a toda la tierra.
La
promesa de la profecía continúa: “Te extenderás a la mano derecha y a la mano
izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades
asoladas” (v.3). Una vez más, se refiere al remanente que vuelve del cautiverio
y repuebla la tierra. Allí estaba morando cuando Cristo vino al mundo. Después,
como ya hemos observado, ocurre un movimiento espiritual, descrito en el libro
de los Hechos. Jesús, frecuentemente, hacía referencia al tiempo de Su segunda
venida; Pablo, también apuntaba a la iglesia en esta dirección; y toda la
Escritura nos dirige hacia la culminación del propósito de Dios sobre la
tierra. Isaías nos lleva allí de nuevo.
Habrá
un mover de Dios con dimensiones tan poderosas que Isaías puede decir a Israel:
“Te olvidarás de la vergüenza de tu juventud…" es decir, la esclavitud de
Egipto. Tampoco recordará “la afrenta de su viudez” …, es decir, el cautiverio
de Babilonia (v.4). Su pecado e idolatría serán sepultados en el Mar del
Olvido. Aún la dispersión del año 70 d.C. y los siete años de la profecía de
Daniel, serán borrados de su memoria debido a la presencia y obra de su Marido
celestial entre ellos, como jamás ha ocurrido en toda su historia.
Se
manifestará a ellos como su Creador; su Hacedor; el Señor de los ejércitos,
soltando sus huestes; y el Santo de Israel, santificando Su nombre, haciendo Su
voluntad y edificando Su reino sobre toda la tierra (v.5). Para poder cumplir
este propósito en Israel, el Señor les llamará en un tiempo de extrema
debilidad: “Como a mujer abandonada y triste de espíritu… como a la esposa de
la juventud que es repudiada” (v.6).
Aflicción y gloria
Una
vez que experimenten Su excelente gloria brillando sobre ellos, los muchos años
de aflicción, persecución y abandono les parecerán breves. Los tiempos de
sufrimiento se desvanecerán cuando Él les abrace y les acerque a Sí mismo con
una compasión maravillosa… “con gran compasión te recogeré” (v.7, LBLA).
Me
acuerdo de una declaración de Pablo que va muy de acuerdo con la lección que
estamos estudiando: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co.4:17). Los versículos
7 y 8 describen la naturaleza de Dios manifestada al tratar con Su pueblo, sean
judíos o no: “Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero
con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor”. La
aflicción es horrible, pero momentánea; la gloria es eterna. Nos llevará, tanto
a ellos como a nosotros, a un Milenio de amor que continuará por la eternidad
en el cielo y tierra nuevos.
Ahora
estamos enfocados, específicamente, en Israel, pero la carta de Pablo a los
corintios comprueba que este capítulo se puede aplicar espiritualmente a la iglesia
y a cada persona que pertenece a ella. No estamos estudiando acerca de un
cuidado exclusivo para Israel, sino que Dios mismo nos está revelando Su
naturaleza. “Él no puede negarse a sí mismo” (2 Ti.2:13); Él es quien es, y nosotros
podemos esperar el mismo trato de un Dios que no cambia y no hace acepción de
personas (Hch.10:34). Tanto la disciplina temporal como la promesa eterna, son
para nosotros también. Que sepas que nuestro Padre celestial no se place cuando
tiene que aplicar la disciplina necesaria. Él siente intensamente el dolor: “Esto
me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé
pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te
reñiré” (v.9).
Un
comentario de A. W. Tozer sobre el versículo 10 es maravilloso y ha sido un
consuelo para mí a través de los años: Ninguna
debilidad insospechada de nuestra personalidad puede salir a la luz para hacer
que Dios se aparte de nosotros, puesto que Él nos conocía por completo antes de
que nosotros le conociésemos a Él, y nos llamó a sí mismo con pleno
conocimiento de todo lo que existía en contra nuestra. "Porque los montes
se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene
misericordia de ti".
Nuestro Padre celestial conoce lo que
somos, y sabe que fuimos tomados del polvo. Él conocía nuestra perfidia innata
y, aun así, se dedicó a salvarnos. Su Hijo unigénito, cuando caminaba entre
nosotros, sintió nuestros dolores en toda su angustiosa intensidad. Su
conocimiento de nuestras aflicciones y adversidades es más que teórico; es
personal, cálido y compasivo. Cualquiera que sea nuestra situación, Dios sabe
las cosas y tiene un interés en nosotros que nadie más tiene. Las montañas dan un sentido de permanencia. El paisaje
puede cambiar, las ciudades pueden caer en ruinas, los bosques pueden ser
removidos, pero las montañas permanecen sobre los milenios. Sin embargo, no
podemos compararlas a la presencia y cuidado supremos de Dios.
“Oh
afligida, azotada por la tempestad, sin consuelo, he aquí, yo asentaré tus
piedras en antimonio, y tus cimiento en zafiros. Haré tus almenas de rubíes,
tus puertas de cristal y todo tu moro de piedras preciosas” (vs.11-12, LBLA)
…con una pasión incomparable, rebosando de amor, El Padre celestial ha dicho
esto. Si alguna vez hemos podido escuchar expresiones de pasión procedentes de
criaturas terrenales, entonces mucho más debemos oír y sentir, cuando Él
derrama Su gracia en nuestros corazones. Él es “El Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2
Co.1:3).
Habiendo
aplicado estas palabras al corazón, no vamos a olvidarnos de que, en primer
lugar, está hablando a Israel. El principio espiritual de aflicción momentánea
y gloria eterna continúa. Aunque las heridas de la tribulación y las arrugas de
la tristeza sean profundas, el futuro eterno es adornado con joyas y piedras
preciosas. En estos dos versículos, la profecía es para Jerusalén, el centro
del reino eterno y celestial. Fíjate en cómo Juan la describe en Apocalipsis
21:11-21.
Enseñado y guardado por el Señor
“Todos tus
hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos” (v.13).
Jesús citó la primera parte de este versículo y la aplicó a Su día. Añadió: “Así
que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí” (Jn.6:45). Éste
ha sido uno de mis versículos preferidos, porque demuestra la necesidad, desde
el mero principio de nuestro caminar cristiano, de que el Padre tome a una
persona de la mano y la dirija a Cristo. Nunca me canso de enfatizar esta
verdad. Pablo declaró que “no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no
hay quien busque a Dios… a una se hicieron inútiles…” (Ro.3:11-12). Sin Él no
podemos dar el primer paso en la dirección correcta.
No podemos
aprender los caminos de Dios en las escuelas de los hombres. Para enseñar a los
hombres que vemos en la Biblia, Dios los llamó aparte. También los grandes
hombres de la iglesia aprendieron de primera mano del Espíritu Santo. Dr. A. W.
Tozer recibió un doctorado honorario, ya que sólo completó ocho años de colegio
en una escuela pública. El gran teólogo, Dr. Martyn Lloyd-Jones, abandonó su
práctica como médico por el llamamiento de Dios, pero nunca estudió en una
escuela o seminario bíblicos. El príncipe de los predicadores, Charles
Spurgeon, era el predicador de una aldea, con un fuerte acento aldeano, cuando
recibió la primera invitación para predicar en Londres. Creía que alguien se había
equivocado de dirección. Mi propio padre, un pastor misionero durante 35-40
años, completó un total de seis años de estudios en la escuela. Un hombre de la
tribu navajo fue una gran inspiración para mi vida. Era Herman Williams, un
hombre de Dios, que con 20 años solamente podía hablar su idioma nativo.
Aprendió a leer y a escribir después de recibir a Cristo… ¡Enseñado por el
Señor! No hay otra manera de recibir la instrucción celestial. Dijo Jesús a
Marta: “Una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no
le será quitada” (Lc.10:42). Ella eligió sentarse a los pies de Jesús y
aprender de Él.
Jesús de
Nazaret será el maestro de Israel en el sistema milenario de educación. La
sociedad secular ha intentado apartarle completamente de los edificios
públicos. No permite que Su nombre sea pronunciado dentro de sus pasillos (a
menos que sea una blasfemia). Quitan su libro de sus bibliotecas y aulas. Sin
embargo, la teología verdadera y viviente será mayoritariamente la materia del
Milenio, y los estudiantes estarán establecidos en la justicia. Los profesores
árabes enseñan a los niños en sus escuelas públicas a aborrecer, fomentando en
ellos un deseo de luchar, pero en el gobierno del Rey de reyes, habrá paz. “Estarás
lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti” (v.14).
La opresión, el temor y el terror serán parte de un pasado lejano.
Quizás les
caiga de sorpresa a algunos saber que durante el Milenio habrá los que quebranten
la ley y, como dice el versículo 15, los que “conspiren”. Sin embargo, cada
hecho de desobediencia será justamente castigado y ninguno escapará. Habrá los
que conspirarán contra Israel, pero vemos desde el principio de este capítulo, que
el Señor llama a Su pueblo a confiar en Él. No solamente arrestará al que corta
con la espada, sino también al herrero que la forma: “Yo hice el herrero que
sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra” (v.16).
Dios está al
frente del Departamento de Defensa para el pueblo que está bajo Su cuidado.
Aquí está Su promesa: "Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás
toda lengua que se levante contra ti en juicio. Ésta es la herencia de los
siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová” (v.17). Si Dios
está encargado de nuestra defensa, ninguna conspiración podrá llevarse a cabo. Ningún
invento del infierno tendrá éxito contra el que confíe en Dios. Para cualquier intento
legal planeado contra Sus siervos… Él ha procurado un abogado para la defensa,
un Paracletos, como nuestra herencia. Su pericia callará cada lengua de la
oposición. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió: más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Ro.8:32-34).
¡En verdad,
necesitamos a Dios! Tenemos un mensaje que proclamar que el hombre natural no
puede recibir. Está bien claro que somos un pueblo incapaz de poder producir
algo que haga avanzar el Reino de Dios, en nuestras fuerzas o sabiduría. ¿Qué
podemos hacer más que confiar en Él? Tenemos que concederle a Su palabra y
promesas el lugar apropiado sobre todas las situaciones y circunstancias;
tenemos que honrarle, actuando por la fe en ella.
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20 de marzo de 2017, 18:16
¡Amen! Gloria sea al Señor por siempre. Bendito sea Dios por siempre y siempre.
:)
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