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J. C. Ryle, Advertencias a la iglesia

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John Charles Ryle (1816-1900) fue el primer obispo de Liverpool, Inglaterra. Más de 100 años después de su muerte, sus escritos aún hablan poderosamente a los cristianos hoy. Su gran propósito en todo su ministerio fue fomentar una vida cristiana comprometida y seria. Pero Ryle no era ingenuo en su idea de cómo alcanzarlo. Reconocía que, como pastor del rebaño de Dios, tenía la responsabilidad de proteger a las ovejas de Cristo y de advertirlas de los peligros que acecharan. Esto es lo que hace en Advertencias a las iglesias, tratando asuntos siempre vigentes como en los capítulos “Sin falsificar la Palabra”, “Temores apostólicos” y “La falibilidad de los ministros”.

La doctrina y la conducta de la Iglesia están en constante peligro de corromperse apartándose de su carácter original dado por Dios. (tomado de la contraportada por Editorial Peregrino)

Quiero presentar algunos fragmentos del libro “Advertencias a las iglesias”… verdades frecuentemente ignoradas en estos días de compromiso tolerante. Antes, quiero que veáis lo que una persona me dijo sobre los mensajes de unidad y perdón: “Como el diablo no puede engañar con la mentira, lo hace usando la misma verdad bíblica; con doctrinas verdaderas, pero mal aplicadas. Pues… así va a ser, creo yo, más y más… muchos espíritus engañadores que harán lo posible para que la gente no despierte, y sigan ‘reposados y conformes.’”

“Es un engaño, porque aunque el mensaje es bíblico y correcto, está mal aplicado… se aplica donde no se debe… Es tiempo de concentrarnos en otras cosas, y si hay corazones limpios, que buscan la gloria de Dios, entonces la unidad y el perdón vendrán como algo natural. Parece que algunas personas que empiezan a abrir los ojos se echan atrás por estos mensajes, porque se condenan. Creen que desagradan a Dios cuando, al ver lo que se opone a la verdad y a la obra del Espíritu, chocan y no quieren tomar parte en ello. Entonces sienten que están fallando a esta “unidad” y se acusan creyendo que es falta de perdón o respeto… ¡Veo un engaño tan sutil en todo esto…!”

Así que, en nuestros tiempos el énfasis es puesto sobre cosas buenas y verdaderas, pero mal aplicadas, siendo usadas para condenar toda protesta y crítica legítimas. Dijo Ryle, “Falsificamos la Palabra de Dios cuando la aplicamos de forma equivocada.”  Vio la necesidad de valorar la verdad sobre la paz y la unidad. Ruego que abráis vuestro corazón para considerar seriamente sus argumentos.

La edificación de la única Iglesia verdadera descansa sobre los hombros de Uno que es poderoso. Bendigamos a Dios porque no descansa en el hombre. Bendigamos a Dios porque no depende de misioneros, ministros o comités. Cristo es el Constructor todopoderoso. Él llevará a cabo su obra aunque las naciones y las iglesias visibles pasen por alto su tarea. Cristo no fallará jamás…

Nos ahorra muchos problemas cerrar los ojos y decir: “No veo peligro alguno”; y debido a que no se ve, no creer que lo hay. Es fácil taparnos los oídos y decir: “No oigo nada”; y debido a que no oímos nada, no sentir alarma alguna… Cuidémonos de suponer que no estamos de modo alguno en peligro… “Descansamos sobre terreno firme; puede que otros caigan, ¡pero nosotros estamos a salvo!” Cientos han pensado lo mismo y han acabado mal…

Armémonos con ideas claras y sanas acerca de nuestro Señor Jesucristo y de la salvación que es en Él… ¡Por encima de todo, mantengamos una comunión continua con la persona del Señor Jesús!... Comprendamos esto y la idea de otros mediadores, otros consoladores y otros intercesores parecerá completamente absurda…

“No os dejéis llevar” (Heb. 13:9). El divino Consolador de la Iglesia, el Espíritu Santo, ha empleado siempre un gran instrumento para confrontar las maquinaciones del diablo. Ese instrumento es la Palabra de Dios… la Palabra es el arma elegida para confrontar y confundir al diablo… En un tiempo de prisas y bullicio, pocos leen sus biblias tanto como debieran… Adviértase cómo el Señor Jesucristo y sus Apóstoles hacen constante referencia al Antiguo Testamento como un documento que tiene la misma autoridad que el Nuevo. Adviértase cómo citan textos del Antiguo Testamento como la voz de Dios, como si cada palabra hubiera sido dada por inspiración…

Armémonos, pues, por un lado, con un profundo conocimiento de la Palabra de Dios. Leamos nuestras Biblias más diligentemente que nunca y familiaricémonos con cada parte de ellas… uno de los pasos más importantes en la cuesta abajo se hallaría en el abandono de la Biblia… Además de la Biblia, escribió Ryle: Son tiempos malignos aquellos en los que no se valoran los libros en la Iglesia.

Seamos muy meticulosos al decidir a quién escuchamos, adónde vamos, qué hacemos, así como en todas las cuestiones relativas a nuestra adoración personal; y no nos preocupe la acusación de ser aprensivos y excesivamente escrupulosos. Vivimos en tiempos en los que en los pequeños actos están implícitos grandes principios… hace 50 años se consideraban absolutamente inocuas, ahora ya no los son debido a las circunstancias…

No nos detengamos por miedo a la “controversia”. Al ladrón le gustan los perros que no ladran y los vigías que no dan la voz de alarma. El diablo es un ladrón. Si nos callamos… le agradamos a él y disgustamos a Dios…

Alguien me enseñó un reconocido lema en español sobre los jefes: “El jefe siempre tiene la razón, y en caso de duda aplicar el principio anterior (que siempre tiene razón)”. Este principio ha mantenido sujetos a los católicos a su iglesia a pesar de las dudas, críticas, e incluso las burlas. A fin de cuentas, no dejan de ser católicos. Tienen temor de desvincularse del papa y su iglesia porque…”El papa siempre tiene la razón, y en caso de duda, se aplica el principio anterior (que siempre la tiene)”. Temo que también este es un dilema entre otros que no son católicos. Sigamos citando a Ryle:

¡Pablo, el más joven, reprende a Pedro, el mayor!... el apóstol Pablo dice: “Le resistí cara a cara, porque era de condenar”. Hace más que eso: reprende a Pedro públicamente por su error ante toda la iglesia en Antioquía. Va más lejos aún: hace constar el hecho de tal forma que ahora se lee en doscientos idiomas (mucho más en el siglo 21) por todo el mundo. Tengo la firma convicción de que el Espíritu Santo quiere que prestemos especial atención a este pasaje de la Escritura. La infalibilidad no se encuentra en los primeros Padres, sino en la Biblia. Pedro fue uno de los principales Apóstoles y, sin embargo, podía errar. Este es un punto en el que los hombres se han extraviado constantemente… Los hombres pronto empezaron a decir: “No hagas nada en contra de lo que piensa el obispo”… Debemos obedecerlos en la medida en que enseñen conforme a la Biblia, pero no más.  La infalibilidad no se encuentra en los hombres ordenados, sino en la Biblia… Pedro era un hombre de dones milagrosos y capaz de hablar en lenguas y, sin embargo, podía errar…

¿Por qué lo hizo Pablo? Porque temía la falsa doctrina… porque quería enseñarnos que debemos contender por ella celosamente y temer más la pérdida de la Verdad que la pérdida de la Paz… La verdad de Cristo en su Iglesia es aún más importante que mantener la Paz… Muchas personas aceptarán cualquier cosa en la religión con tal de tener una vida tranquila. Tienen un temor enfermizo a lo que denominan “controversia”… Les domina un deseo enfermizo de mantener la Paz y hacer que todas las cosas resulten agradables y vayan bien aunque sea al precio de la Verdad… Creo que habrían pensado junto con Acab que Elías era un agitador de Israel… ¡No me cabe duda de que estos hombres de los que hablo habrían pensado que Pablo fue un hombre imprudente en Antioquía y que fue demasiado lejos! Creo que todo esto es erróneo… los hombres debieran estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio, a poner en peligro la Paz, a arriesgarse a la disensión y correr el riesgo de la división.

Estuve pensando en el principio de la historia de América, cuando sus trece colonias sufrieron abusos por parte del trono opresivo de Inglaterra. Se levantaron entonces dos bandos: los “lealistas” y los “revolucionarios”. Los “lealistas” siguieron leales y fieles a su patria matriarcal, pues… ¿como iban a proseguir en el ambiente hostil del “Nuevo Mundo” sin su apoyo? Patrick Henry, un orador que habló de parte de los “revolucionarios”, es famoso por su dicho: ‘En cuanto a mí, dame la libertad o si no, dame la muerte’. Entonces hubo una división. Por un lado se formó Canadá, con una bandera semejante a la de Gran Bretaña, y leal a la reina hasta la fecha; y por el otro lado, se formaron los Estados Unidos de América, que no solamente sobrevivieron a la Guerra Revolucionaria y a los muchos peligros después de su nacimiento, sino que llegaron a ser una potencia mundial.

La historia siempre ha honrado a los no conformistas y trata con desprecio a los conformistas. También ha sido así en la historia bíblica y en todas las etapas de la iglesia. ¿Qué héroe de la Biblia fue conformista? ¿Qué profeta aceptó la situación en la cual vivía? Jesús fue el “gran revolucionario” y sus discípulos le siguieron. Wycliffe, Hus, Lutero, Bunyan, Whitefield, Wesley, Brainerd, Edwards, etc., por nombrar a algunos de ellos, fueron rechazados y expulsados por su inconformidad. Ryle también escribió de ellos:

Por amor a la Verdad, Lutero quebrantó la unidad de la Iglesia en que había nacido, censuró al papa y todo su sistema… Por amor a la Verdad, Whitefield y Wesley, hace 100 años, censuraron… la clerecía de su tiempo…, sabiendo bien que serían excomulgados de su Iglesia… ¡Si! La Paz sin Verdad es una paz falsa; es la mismísima paz del diablo. La Unidad sin el Evangelio es una unidad sin valor; es la mismísima unidad del Infierno. No nos dejemos engañar jamás por aquellos que hablan bien de ella… Jamás seamos culpables de sacrificar cualquier parte de la Verdad sobre el altar de la Paz… 

Por eso, mis amigos, no os desaniméis ni os sintáis condenados. Retened lo bueno, pero rechazad con denuedo lo que es obviamente contra el bienestar espiritual. No dejéis de estudiar las grandes doctrinas de la Biblia, por las cuales muchos hombres han dado sus vidas. Tampoco dejéis de leer libros que sean de provecho para vuestra alma, especialmente los clásicos de los hombres de Dios. Como Ryle escribió: “Son tiempos malignos aquellos en los que no se valoran los libros en la Iglesia”. Fíjate que el verbo es valorar, no solamente permitir. Apagar el Espíritu es un pecado que hunde al corazón cristiano en el temor. La historia de la iglesia testifica que los que lo han hecho, nunca se han recuperado del enfriamiento que ha resultado por ello. 


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