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Lowell Brueckner

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Lugares Desiertos

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“Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”.          Salmo 63:1-2    

  Hay muy poca sed de Dios en estos días porque hay demasiados sustitutos para satisfacer al alma, y numerosas diversiones que impiden al hombre llegar a su meta espiritual. No se requiere una búsqueda profunda para encontrar a Dios en el santuario. Fácilmente el alma puede hallar el éxtasis entre la congregación con los cantos e instrumentos. Sin embargo, para poder tocar la profundidad del alma, despertar los anhelos más íntimos e inspirar una búsqueda más perfecta, Dios lleva a Su individuo a lugares desiertos. Nadie puede conocer a Dios con un corazón perfecto sin haber estado allí. Las experiencias en el desierto traen a la luz el potencial espiritual que Él ha puesto en nuestro interior, el cual satisface el corazón de Dios. En el desierto no hay diversiones ni distracciones, y cuando uno se encuentra allí, no puede hallar otras fuentes donde saciarse. Como no hay agua, el alma tiene sed de Dios.

  Cuando Dios ordena un movimiento fresco de Su Espíritu y un nuevo capítulo en el desarrollo de Su plan para el individuo, le lleva al desierto. Esta persona tiene que apartarse de tendencias populares, voces prominentes y el clamor de la mayoría. Abraham dejó el lugar más civilizado de aquel tiempo sin saber a donde iba, y vagó por una tierra desconocida. Jacob halló en el desierto una escalera al cielo y la casa de Dios. Años más tarde, su nombre fue cambiado a Israel, después de haber luchado con Dios en Peniel él solo. Moisés estuvo durante cuarenta años en el desierto del Sinaí, y después, durante cuarenta años más, dirigió a dos millones de personas mientras vagaban allí. David también pasó mucho tiempo en el desierto durante su juventud. Cuando huyó de Saúl, vivió en una cueva; y cuando fue rey, fue sacado de su trono para pasar tiempo en el desierto.

Contacto directamente con Dios
  El entrenamiento en el desierto ha sido siempre el método que Dios ha usado, pero aún mucho más en la época del evangelio, cuando el velo entre Él y el hombre había sido roto por nada menos que el sacrificio de Su Hijo. Ahora el individuo tiene acceso directo a la presencia de un Dios celoso. Los reformadores murieron para poner la palabra de Dios en las manos del hombre común, para que pudiera ser enseñado directamente por Él. El día de la jerarquía terminó. Jesús mismo citó a Isaías: “Todos serán enseñados por Dios”. ¡Escucha la palabra del Señor! “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto... seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo... No enseñará más ninguno a su prójimo, ni  ninguno a su hermano, diciendo, conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande”. (Jer. 31:31-34)

  Juan el bautista vivió en el desierto. La palabra de Dios vino a él y se convirtió en la voz que clama en el desierto. Allí, el Espíritu Santo llevó a Jesús antes de empezar Su ministerio. Durante los siguientes tres años y medio “Él se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (Lc. 5:16). No podía hacer nada sin Su Padre y tenía que apartarse a un lugar donde pudiera oír claramente Su voz.

  Pablo dijo que fue separado del seno de su madre. Dios también le separó de los otros apóstoles en Jerusalén, y fue a los desiertos de Arabia para recibir la revelación de Cristo y Su iglesia. No fue un ministro llamado por los hombres, ni predicó un evangelio enseñado por ellos; Pablo fue directamente enseñado por Dios.

Dependencia en los hombres
  No debemos asombrarnos de que cristianos, incluso líderes, caigan en el error cuando ciegamente siguen a los hombres. Son enseñados y dependen de ellos, y nunca aprenden a conocer la voz del Pastor. No saben estar solos en pie, espiritualmente hablando. Los hombres les ponen todo lo que necesitan en sus manos. No importa dónde estén, un teléfono móvil les pone en contacto con una docena de consejeros cada vez que tienen una pregunta, una duda, o se encuentran en peligro. Sus asuntos se deciden en reuniones de negocios, en lugar de tomar decisiones como la gente que ora y ha estado a solas con Dios. ¡Ay!, ¡vivimos en un día apóstata, cuando los hombres siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad! Nunca ha habido más enseñanza bíblica y menos iluminación directa de Dios. ¿Dije enseñanza bíblica? Mejor dicho, a menudo los cristianos se reúnen para estudiar el libro popular recién publicado, escrito por un contemporáneo.

  ¿Por qué razón Dios siempre lleva a gente al desierto? Fíjate cuidadosamente en Deuteronomio 8:2-5, donde Moisés repasa la experiencia en el desierto. Dios les guió; ¿Dónde puede uno experimentar mejor la dirección divina que en un desierto sin caminos y sin mapa? Dios les humilló; la mentalidad de una muchedumbre es insolente y arrogante. “Nosotros” es el pronombre plural de “yo”, y los números sólo dan poder al ego. Con mucha más autoridad uno puede decir “nosotros tenemos razón” que “yo tengo razón”. Sin embargo, la persona que ha estado a solas con Dios contemplando Su grandeza, aprende que no es nada, que no sabe nada y que no tiene mucho que dar. Les disciplinó; muchas veces los hombres estorban la disciplina de Dios, interrumpiendo y tratando de aliviar los golpes que Dios mismo está causando. Dios les hizo tener hambre y sed, y entonces… les alimentó. Solamente en un desierto que no provee nada para nosotros, podemos aprender a depender totalmente de Dios. No hay sustitutos. Solo allí aprendemos que “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová...”

Un cristianismo pedido prestado
  Muchos empiezan a orar repitiendo las palabras de otra persona, y no saben si han sido salvados eternamente a menos que otro les diga que sí. Todo lo que han aprendido de la Biblia es lo que otro les ha enseñado; incluso algunos han sido enseñados a hablar en lenguas. No saben hacer bien ni mal si no siguen a otros. Si sus compañeros van al cine, o si algunos beben alcohol con moderación, ellos lo harán también. Los hombres les dicen adonde ir, qué hacer y cómo hacerlo. ¿Les funcionará este tipo de cristianismo estando solos en una celda en un campo de concentración? Tengo que hacerte una pregunta personal y vital: ¿Vives tú un cristianismo prestado o tienes una relación directa con Dios?            


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