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Lowell Brueckner

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¿Para qué este desperdicio?

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Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él… Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.               Mateo 26:7-9

 
E
n una iglesia, fundada por un buen amigo, Slave Valesanov, escuché el testimonio de una mujer que había hallado a Cristo después del terrible conflicto en Croacia. Cuando su marido y ella regresaron, después de que el ejército serbio devastara su ciudad, no se oía ni un gorrión por las calles. Su casa había sido destruida y ni siquiera tenían dinero para las necesidades de sus hijos. Mientras buscaban algo de sustento entre las ruinas, a veces encontraron cadáveres de chiquillos. Esto supuso un alto coste sicológico por el que tuvieron que empezar a tomar pastillas para la depresión. Fue en ese tiempo cuando la madre de la mujer empezó a asistir a la nueva iglesia de Slave, quien le invitó a reuniones especiales en las que Herman Williams, Tom Kyle, nuestro hijo Daniel y yo, fuimos invitados por Slave a predicar. Enseguida, ella y toda su familia encontraron a Cristo, pero ella confesó que esto jamás hubiera sucedido de no ser por el terrible acontecimiento por el que habían pasado.
 
La mente natural contra Dios
La Biblia aclara que las ideas del hombre carnal están en enemistad contra los caminos y las maneras de obrar de Dios. No es posible educar el entendimiento humano para que ame a Dios; tiene que experimentar una transformación completa, después de que la persona es hecha cristiana. Amar a Dios con toda nuestra mente no significa llenarla con lo que aprendemos en las instituciones humanas y con enseñanzas de hombres impiadosos, para usarla en el servicio divino. El alto entrenamiento y la instrucción en las Escrituras que tuvo Saulo de Tarso sólo le condujo a perseguir a la iglesia primitiva y a oponerse al Dios al que pensaba servir. Amar a Dios con toda la mente quiere decir rendirla a Su Espíritu para que Él la llene con Sus pensamientos.  
Los discípulos del Señor tuvieron serios problemas por no entender los caminos de su Maestro. Cuando las madres traían a sus niños para buscar la bendición de Jesús, ellos se opusieron. Esta reacción hizo que Jesús se sintiera indignado. Mientras observaban como caía al suelo el costoso perfume que la mujer pecadora derramó sobre Cristo, ellos protestaron. Y Judas, aparentemente fortalecido por la actitud de sus compañeros, fue inmediatamente a los líderes judíos para entregar al Señor (Mt.26:14). “¡Ya bastaba!” él pensó. Era un ladrón, pero su principal problema espiritual no fue la codicia. Él no estaba dispuesto a cambiar su manera de ver las cosas. La mente natural es una entidad arrogante y terca.
Humanismo
Los discípulos fueron motivados por pensamientos humanistas… pusieron los intereses de los pobres sobre el honor de Cristo. El pasar de los muchos años no ha cambiado esa tendencia. En una época en la que el pensamiento humanista es exaltado, necesitamos entender que glorificar a Dios nunca es un desperdicio. El mucho esfuerzo misionero y la obra de la iglesia no son más que hechos de compasión natural. Aliviar a los pobres no tiene valor eterno, si éstos no son dirigidos en humilde sumisión a los pies de Jesús. Él honrará a los que le honran. Aunque ella no lo estaba buscando, el salario de 300 días que esa mujer derramó sobre el Señor, compró dos mil años de fama en todos los rincones de la tierra (Mt.26:13). 
A menudo, la gloria del Señor requiere una terrible pérdida de propiedad. Considera todo el cargamento y, finalmente, el barco mismo, que se perdió durante el viaje de Pablo. Sin embargo, 276 marineros y pasajeros se rindieron a la palabra de Dios. En Gadara, una legión de poderes diabólicos abandonaron a un hombre y entraron en un hato de 2000 cerdos, que se precipitaron al mar y se ahogaron. No se escatima en gastos para librar a un alma para la gloria de Dios.  
El honor de Dios sobre todo
El costo para que Dios reciba la honra debida a Él, a veces no solamente tiene que ver con lo material, sino también con la pérdida de muchos años de una vida prometedora. José pasó toda su juventud como esclavo y en prisión, pero allí aprendió lecciones que trajeron la salvación a su pueblo y al mundo. El gran ministerio público del apóstol Pablo fue interrumpido por tener que pasar largos periodos de su vida en prisiones, pero durante los últimos dos mil años, el mundo entero se ha beneficiado de las cartas que escribió en una celda. 
A los 25 años de edad, nuestra hija, Raquel, tras las secuelas sufridas en un accidente de tráfico, lleva casi ocho años en una silla de ruedas. “¡Que pena!”- decía la gente-, “que esta joven madre experimente tal tragedia”. Poco tiempo después del horrible accidente, ella y su marido visitaron a nuestro hijo, Daniel, y a su familia en Macedonia. Daniel les llevó a un hospital de rehabilitación donde un día a la semana daba un estudio bíblico a tres o cuatro hombres jóvenes. Ninguna de las chicas asistía, pero cuando llegó Raquel al edificio, inmediatamente ellas la rodearon y la siguieron hasta la clase bíblica. Como resultado, Roza Mojsovska, una mujer amarga-da, tras años de sufrimiento por malos tratos, encontró al Señor. Sus poesías han sido publicadas en revistas; miles de personas asisten a sus exposiciones  de arte (pinta con la boca) en importantes edificios públicos, y algunas estaciones de televisión de todo el país la han entrevis-tado. Ella es un testimonio brillante y fuerte para la gloria de su Señor. 
Después de tres años y medio de incomparable servicio a la humanidad, sanando toda clase de enfermedades, librando de opresiones satánicas y, en va-rias ocasiones, aun levantando a gente de la muerte, una muchedumbre llevó a un joven hombre a una cruz para la ejecución romana. La multi-tud, incluso Sus seguidores, observaban mientras la sangre brotaba de Su cuerpo, fluía por el madero y caía a tierra. Quizás también nosotros hagamos la misma pregunta que Sus discípulos: “¿Por qué este desperdicio?” “¡Cuántos años más hubiera podido pasar haciendo más bondad en el mundo!” Sin embargo, Su sangre no se desperdició ni se perdió. Almas sin número se han bañado en ella, y la terrible mancha del pecado ha sido limpiada; la condenación eterna que pesaba sobre ellas ha sido anulada; sus vidas han sido transformadas y, lo que es más importante de todo, ahora viven para amar y honrar a Dios por toda la eternidad. Andrae Crouch escribió:
“Alcanza la montaña más alta
Y fluye al valle más bajo.
La sangre que me da fuerzas de día en día
Nunca perderá su poder”.
 
VEN A LA LUZ
Antes venía a Ti cuando había algo que necesitaba,
Pero siempre sentía tan cansado, inquieto y vencido;
Hasta que desesperado vine a Ti, sabiendo que Tú solo pudiera cambiarme,
Tú concurriste, pero dijiste que la única manera era exponerme a Tu luz;
Aunque con dudas, dejé que me descubrieras y que adentro me alumbraras,
Porque no pudiera ser tan malo, no pudiera tener mucho que esconder;
Pero lo que encontraste escondido fue pecado, negro, sucio, y brutal,
Tú lloraste y dijiste, “No uses mi nombre, si es que escondas adentro todo esto.”
 Brillante era Tu presencia, no vi nada de tinieblas en Ti,
Ahora sé porque estaba vencido, era porque intentaba mezclar las tinieblas y la luz;
O, cuanto tiempo en vano intentabas traerme a este lugar,
De humillación absoluta y vergüenza, sobre mi rostro postrado y afligido;
Insensato y desventurado he sido, infiel por no guardarme puro,
No te he apreciado como una joya preciosa; seguramente me abandonarías.
 Pero tu amor se extendió profundamente a esta fosa terrible de desesperación,
Me levantaste a cumbres altos, donde solo entre nosotros dos pudiéramos compartir;
¡Hasta que punto fuiste Tú para amarme!
Lo que me has mostrado es que Tú muerte por mi fue por tu amor hacia mi,
Ahora siento obligado a compartirlo con otros,
Dejar conocer Tu amor por todas partes.
 Antes fue tan difícil apartarme de este mundo,
Ahora el dolor más grande sería romper Tu corazón;
Yo tenía que postrarme descubierto bajo la Estrella Resplandeciente de la Mañana,
Si es que Tú jamás pudieres ser para mi, tan precioso como eres ahora.                                                                                                          Karyn Brueckner  
 
 


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