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Lowell Brueckner

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5 - 11 Marzo Meditaciones diarias de los Salmos

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5 de Marzo Salmo 19:11-14

11. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.
12. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
13. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí;
     entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.
14. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de
     ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

  Por un lado, la Biblia nos ilumina y nos avisa cuidadosamente de cada peligro
y trampa posibles. Por otro lado, nos inspira y nos motiva a un gran galardón.
Nos anima a la oración, haciéndonos ver que necesitamos mucho a Dios para
vencer lo malo y alcanzar lo mejor que Él tiene para nosotros. Ni siquiera
conocemos el engaño que hay en nuestros propios corazones. Lo que justificamos,
pudiera ser una abominación para Él y nos condenaría. Por eso, en fe tenemos
que abrir las Escrituras y confiar en Dios. Tenemos que dejar que Él nos revele
los errores no conocidos y nos dé la fuerza que necesitamos para vencer los
pecados conocidos, porque sólo Él nos capacita. Solamente en Su luz seremos
íntegros y limpios.
  El último versículo expresa el deseo más noble del corazón humano. Si puedo
ampliarlo un poco diré: “Quiero ser aceptado, no delante de los hombres, sino
delante de Dios; no sólo por mis hechos, sino también por mis pensamientos y
motivaciones. Quiero ser completamente correcto delante de ti, Señor. Permíteme
que te haga sonreír, pero no por mis propios esfuerzos o justicia. Que la gracia
de tu redención y tu fortaleza sean evidentes en mi vida. Tú eres la fuente del
poder. Tú eres mi Redentor, quien compró mi alma, la limpió y la ha transformado.
Me has dejado entrar en comunión contigo”.
 

6 de Marzo Salmo 20:1-5

1. Jehová te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de Jacob te defienda.
2. Te envíe ayuda desde el santuario, y desde Sion te sostenga.
3. Haga memoria de todas tus ofrendas, y acepte tu holocausto. Selah
4. Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo.
5. Nosotros nos alegraremos en tu salvación, y alzaremos pendón en el nombre
     de nuestro Dios; conceda Jehová todas tus peticiones.

  Los apóstoles empezaron sus epístolas con la bendición “gracia y paz”, y el
saludo del salmista es: “Jehová te oiga”. Este Salmo tiene que ver con la gracia
del Señor manifestada en la manera en que escucha a los que le hablan. Viene a
defender al que confía y clama a Él en el día de conflicto.
  En el libro de Apocalipsis, las oraciones fueron acumuladas y ofrecidas con
incienso delante del trono de Dios, y del cielo fue arrojado juicio sobre la tierra.
En el Salmo, el socorro viene también del santuario para defender y fortalecer
al que pide a Dios. Él se acuerda de cada obra de amor, de cada servicio no egoísta,
y de lo que uno ofrece en sacrificio. Acepta la ofrenda llamada “el holocausto”,
que era un sacrificio consagrado completamente a Dios, sin que nada fuera
apartado para uno mismo o para los sacerdotes. Dios responde a las peticiones
de la persona que tiene un corazón santificado con propósitos centrados en Dios.
Alza lealmente la bandera del cielo, y toda la gloria y la honra le pertenecen a
Él. Por la causa de Cristo y Su evangelio renuncia a todo para seguirle, y el cielo
responde con abundancia de gracia. Como su corazón no desea gratificación
personal, Dios puede contestar y al mismo tiempo llevar a cabo Su obra sin desviar
Sus planes. El Reino de Cristo no sufrirá pérdidas por contestar tal oración.


7 de Marzo Salmo 20:6-8

6. Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos
     con la potencia salvadora de su diestra.
7. Estos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de
     Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
8. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.

  Aquí tenemos una declaración de fe: “Ahora conozco que Jehová salva” y “lo
oirá”. En este versículo no hay lugar para “a lo mejor” o la duda, sólo para la
certeza y la convicción. Lo que se espera y lo que no se ve es tan seguro como
si ya hubiera sido experimentado. La potencia salvadora de Su diestra es una
realidad y un hecho indiscutible de que Él oye. El que vigila a los pajarillos y
cuenta nuestros cabellos, no tiene ningún problema en escuchar la angustia del
corazón, ni en ver los pensamientos serios de los que son ungidos por Su Espíritu.
Habiendo escuchado, Él levanta Su diestra gloriosa y omnipotente para dar la
salvación, que es segurísima.
  Sin embargo, no salva a los que confían en carros y caballos. Si queremos orar
efectivamente no debemos ser como los de doble ánimo. Si es verdad que
confiamos en Dios, tenemos que abandonar las demás fuentes de confianza. Esto
es algo que pocos cristianos entienden hoy en día. No podemos decir “yo confío
en caballos, en carros, y en Dios”, sino, “yo no confío en caballos ni en carros,
sino en Dios”. Es imposible tener el corazón dividido confiando en dos fuentes,
porque una flaquea y cae, y la otra se levanta y está de pie (v. 8). Ninguno en
Israel experimentó esta confianza exclusiva cuando los filisteos venían en contra,
pero David tuvo memoria de su Dios. Él dejó la armadura de Saúl, y aquel joven,
sin defensas, llevó la muerte en su honda. El nombre del Señor es lo que tumbó
a Goliat, el campeón.


8 de Marzo Salmo 20:9

9. Salva, Jehová; que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.

  Esta es una oración que suena fuertemente desde el corazón, y su sonido deja
un eco en el santuario de Dios. Resuena por los pasillos del cielo y flota sobre el
mar de cristal. Es llevada en las alas de los ángeles y transportada sobre las ruedas
de los seres vivientes. Llega a los 24 ancianos y cae sobre el altar de oro. Un
boticario angelical la mezcla con el fuego del altar y sube a la nariz del
Todopoderoso. ¡Ten cuidado, mundo, porque el Rey del Cielo se especializa en
contestar la oración!


9 de Marzo Salmo 21:1-2

1. El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; y en tu salvación, ¡cómo se goza!
2. Te envíe ayuda desde el santuario, y desde Sion te sostenga.

  Parece que este Salmo es una continuación del anterior y demuestra la respuesta
a su oración. “El Señor te sostenga... con la potencia salvadora de su diestra…
Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre del
Señor nuestro Dios...” La respuesta ya ha venido y el salmista se goza en la
manifestación de la fuerza y salvación del Señor. Dios contestó a su corazón y a
sus labios. Ambos estaban de acuerdo. ¡Qué bueno es cuando el corazón del
hombre pacta con Dios; sus labios pronuncian lo que su corazón cree y Dios en
el cielo responde con Su sostén!


10 de Marzo Salmo 21:3-6

3. Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro fino
     has puesto sobre su cabeza.
4. Vida te demandó, y se la diste; largura de días eternamente y para siempre.
5. Grande es su gloria en tu salvación; honra y majestad has puesto sobre él.
6. Porque lo has bendecido para siempre; lo llenaste de alegría con tu presencia.

  El rey de Israel encontró bendiciones cuando se acercó a Dios. Nadie puede
aproximarse a la sala de Su alto trono sin estar sumergido en la bendición. “Hay
delicias a tu diestra para siempre... Nos bendijo con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo”. En primer lugar, la Persona de Vida misma
viene a morar en el corazón. Él crea de nuevo al ser humano formando en él una
personalidad llena de las cualidades de Dios. La unción real, que es la gloria y
presencia divinas, descansa sobre su cabeza, y el Manantial de Vida brota desde
lo más profundo del ser. En segundo lugar, el Señor le da el don de la vida y es
suyo para siempre. Es el galardón más grande y deseable del cielo. Dios agrega
gloria, honor, majestad, bendición y gozo en porciones infinitas. Ésta es la manera
en la que Él contesta la oración eficaz. Hizo mucho más de lo que David había
pedido o pensado.


11 de Marzo Salmo 21:7-13

7. Por cuanto el rey confía en Jehová, y en la misericordia del Altísimo, no será
    conmovido.
8. Alcanzará tu mano a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te
     aborrecen.
9. Los pondrás como horno de fuego en el tiempo de tu ira; Jehová los deshará
     en su ira, y fuego los consumirá.
10. Su fruto destruirás de la tierra, y su descendencia de entre los hijos de los
     hombres.
11. Porque intentaron el mal contra ti; fraguaron maquinaciones, mas no
     prevalecerán,
12. Pues tú los pondrás en fuga; en tus cuerdas dispondrás saetas contra sus
     rostros.
13. Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; cantaremos y alabaremos tu poderío.

  El verbo de los Salmos que es sumamente importante vuelve a aparecer: confiar.
Es la clave para todos los asuntos que tienen que ver con Dios; es el tema de la
Biblia y el vehículo que nos lleva al cielo. Toda la bendición de Dios depende
de una condición: “Por cuanto el rey confía en Jehová”. Dios respondió con
misericordia y apoyo celestial. Él mismo se encargó de los que le retaban.
  Los enemigos, no solamente se opusieron a David, sino que estaban desafiando
a Aquel que le había ungido y puesto sobre el trono para cumplir Su voluntad.
¡Ay de los que odian los propósitos eternos de Dios! Dios les dará un codazo que
les moverá de su lugar secreto y les expondrá a la luz. La luz es un fuego
consumidor que devora furiosamente, borrando la memoria de ellos sobre la
tierra. Planeaban su estrategia cuidadosamente, intentando anular el llamamiento
y la unción del Todopoderoso, pero a fin de cuentas no pudieron cumplir sus
propósitos. Las flechas del Defensor les hicieron huir.
  Una demostración de la fuerza de Dios le exalta en la tierra, y las multitudes
llenas de asombro cantan y alaban. ¡Cuánta falta nos hace ver una demostración
del poder de los músculos divinos! Si hay evidencias de que no es fruto de un
poder humano, solamente Él recibirá la gloria. Especialmente en los evangelios
de Marcos y Lucas, vemos como la gente respondió a la evidencia del poder
divino. El temor y el asombro les sobrecogieron cuando observaron las obras de
Jesús entre ellos.


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