Libertad, fe, verdad y amor
1. Estad,
pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
3. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está
obligado a guardar toda la ley.
4. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caido.
Warren Wiersbe escribió: “Es triste tener que decir que hay algunas
personas que se sienten muy inseguros con la libertad. Quisieran mejor estar
bajo la tiranía de algún líder que tener que hacer libremente sus propias
decisiones. Hay algunos creyentes que se asustan por la libertad que hay en la
gracia de Dios; así que buscan una asamblea de personas que sea legalista y
autoritaria, donde puedan permitir que otros hagan decisiones para ellos. Es
comparable a un adulto que otra vez se mete en la cuna. El camino de la
libertad cristiana es el camino en que podemos hallar el cumplimiento en
Cristo. No es para asombrarse escuchar este ultimátum: “No estéis otra vez
sujetos al yugo de esclavitud. Estad firmes en la libertad”.
¿Qué es la libertad bíblica?
Una vez más, tenemos que estar seguros de obtener la definición por medio de la
Biblia. Es más de lo que el mundo describe como libertad y también es contrario
a la opinión mundana.
Puesto que el hombre del
mundo es básicamente egocéntrico, la libertad, para él, significaría remover todos
los obstáculos para poder conseguir sus propios deseos, ambiciones y felicidad.
También podría significar que, si está atado a vicios y malos hábitos, busque
ser libres de ellos para poder gozarse a un nivel mucho más alto. Un grado de
moralidad y decencia le haría obtener de otros más respeto y honor. Sin
embargo, todas sus metas están contra los propósitos de Dios y, por eso, la
libertad que busca no es la que hallamos en la Biblia.
Pero las definiciones
humanas no quitan nada del hecho de que Dios es el Dios de la libertad y
ofrece, por medio del evangelio, la verdadera libertad. La libertad es el
ambiente de la Jerusalén celestial y solamente en ese ambiente puede
desarrollarse la nueva naturaleza espiritual. No hay manera de poder darle el
verdadero valor a la libertad de Dios, porque va mucho más allá de lo que
podamos decir o imaginar. Aprecio los comentarios de Warren Wiersbe por toda
esta epístola. Sobre la libertad evangélica dice: “La doctrina de Pablo sobre la libertad cristiana por medio de la
gracia no es doctrina peligrosa. La doctrina peligrosa es la del legalismo,
porque el legalismo intenta hacer lo que es imposible: es decir, cambiar la vieja
naturaleza y forzarla a obedecer las Leyes de Dios”.
Seguramente, el evangelio
librará a quien esté esclavizado por vicios y malos hábitos, pero esto no es
todo. Librará también de todas las atracciones del mundo, que engañan y tientan
a codiciarlas, teniendo que malgastar gran cantidad de tiempo y energías para
poder obtenerlas. También libra de las tentaciones sobrenaturales del diablo y
su reino.
Además, ataca y destruye a un
enemigo presente, 24 horas al día, siete días a la semana.
Este persistente amo es el ego que
mencioné antes como el centro de control del hombre mundano. Demanda nuestra
obediencia día y noche. Durante toda la vida, le hemos dado todo lo que pedía.
Nos hace levantarnos de la cama por la noche para obtener algún capricho que
pueda desear y se sienta con nosotros a la mesa, dominando nuestro apetito.
Demanda diversión y entretenimiento. Insiste en tener reconocimiento, alta auto-estima
y amor propio. Pero el evangelio dirige nuestra atención fuera de nosotros
mismos, para poder experimentar un gozo mucho más alto y digno.
En esta carta, Pablo se enfoca
en una libertad que nos libera de la terrible tiranía de las obras de justicia
del hombre por medio de la ley. Nuestro orgulloso ego intenta gobernarnos,
declarando que tenemos que hacer algo por nuestras propias esfuerzas, si
queremos ganar la salvación. Es un engaño arrogante, haciendo pensar al
individuo que tiene alguna bondad en sí mismo, algún potencial digno, por el
cual poder obtener el favor de Dios. Se exalta a sí mismo, en lugar de ensalzar
a Dios por Su misericordia y gracia para un pecador depravado y débil. Todos
sus esfuerzos y atenciones dados para cumplir la ley, solamente le dejan bajo
un yugo de esclavitud, exactamente como dijo Pedro: “Poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros
padres ni nosotros hemos podido llevar” (Hch.15:10).
La decisión de los gálatas de
cumplir con el rito de la circuncisión (relacionada con su salvación) fue una iniciación
para entrar bajo el yugo de la ley. De esta manera, entrega su libertad, anula
las bendiciones de Cristo y “está obligado a guardar toda la ley”. Si te
interesa ver un ejemplo gráfico en el Antiguo Testamento de un yugo de
servidumbre, lee la historia de Sansón, cegado y prisionero, moliendo en un
molino como un buey (Jue.16:21). Pablo, varias veces en la epístola, demuestra hasta
qué extremos puede llegar uno, y no permite un estado espiritual intermedio; tiene
que ser un extremo u otro… la ley o la gracia. En este capítulo 5:2 y 4: “Si os circuncidáis, de nada os aprovechará
Cristo… De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.” Nota también
1:6; 2:21; y 4:11.
La libertad del evangelio viene por medio del conocimiento de la verdad, en primer
lugar, pero solamente la verdad misma tiene poder para librar: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres” (Jn.8:32). Jesucristo es la verdad incorporada: “Yo soy… la verdad”, dijo, que os dirige al Padre y al
cielo (Jn.14:2,6). “Si el Hijo os
libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn.8:36).
“Estad, pues, firmes”.
Hay mucho valor en poder estar firmes. A menudo miramos y admiramos a los que,
aparentemente, progresan rápidamente, sacando mucha ventaja al resto del cuerpo
de cristianos, pero después, les vemos cansados o caídos de diferentes maneras.
Después de observar tales cosas durante los años, uno aprende a apreciar y a estimar
a la gente que va despacio pero fielmente adelante, año tras año, siempre
firmes y sólidos en su fe y en su doctrina.
5. Pues
nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;
6. porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el
amor.
8. Esta persuasión no procede de aquel que os
llama.
10. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de
otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que
sea.
11. Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco
persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz.
12. ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!
“Por el Espíritu… por fe”,
son palabras que se puede adjuntar a casi todos (o posiblemente a todos) los consejos
y mandamientos espirituales. Si estas palabras fueran siempre escritas, la
Biblia sería mucho más gruesa de lo que lo es en la actualidad. Podemos asumir
legítimamente que su presencia, aunque no escrita, está en toda la verdad del
evangelio. Por ejemplo, como en el versículo 5: “Nosotros aguardamos la
esperanza de la justicia… por el Espíritu
por fe”. El cristiano, sólo así, puede tener esperanza. No citaré otra vez
el capítulo 3, versículos 2-5, pero es allí donde Pablo enseña que toda la obra
evangélica se lleva a cabo por el
Espíritu y por la fe. El cristiano vive, funciona, logra, entiende,
evangeliza, ministra y es santificado, por
el Espíritu y por la fe, y nunca puede depender de sus propios esfuerzos y
capacidades.
La esperanza es la fe en el
tiempo futuro. Por la fe, somos justos, pero también esperamos… (la palabra
griega da el sentido de anticipar con ansia)
… la esperanza de un futuro de perfecta justicia. Esta es “la esperanza que os está guardada en los cielos” (Col.1:5). Es “la corona de justicia, la cual me dará el
Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que
aman su venida” (2 Ti.4:8).
“Ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión”. La
circuncisión no es correcta ni incorrecta, y la incircuncisión, en sí misma,
tampoco lo es, ni una ni la otra valen, ni nunca han valido, delante de Dios.
Siempre fue claramente simbólica y ya, en el Antiguo Testamento, aún el que dio
la ley, Moisés, aclara: “Circuncidad,
pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz” (Dt.10:16).
“Circuncidará Jehová tu Dios tu corazón,
y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu
corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (Dt.30:6). Siglos después,
Jeremías ordenó: “Quitad el prepucio de
vuestro corazón…” (Jer.4:4).
Por otro lado, la fe obrando
por el amor, es lo que Dios busca. La fe y el amor son las virtudes fundamentales
dadas al cristiano. El amor es la fuerza motivacional tras todo el servicio cristiano,
y nos obliga a servirle libre y voluntariamente. La fe nos capacita para poder
cumplir Sus propósitos.
La verdad es la enseñanza
esencial que provee al creyente el conocimiento de la voluntad de Dios. Es la
oposición directa a todo el centro de la filosofía e ideología del mundo, que
es un engaño total. La suposición de que la doctrina no es importante, dejará
un vacío en la vida de la persona que piensa así y dará sitio en su corazón
para el engaño.
Como Pablo nos ha estado
enseñando que “los rudimentos del mundo” (4:3) conducen a la esclavitud y, finalmente,
a la ruina espiritual, Juan enseña sencillamente: “Ninguna mentira procede de la verdad” (1 Jn.2:21). Jesús orando al
Padre pide: “Santifícalos en tu verdad;
tu palabra es verdad” (Jn.17:17). El cristiano solamente puede avanzar
obedeciendo a la verdad de la palabra de Dios. Su crecimiento termina
inmediatamente al entrar doctrinas falsas. “¿Quién os estorbó para no obedecer
a la verdad?” Obviamente, no fue Él el que les llamó. Era un elemento extraño; algunas
personas entraron presentando doctrinas falsas que les estorbaron y, finalmente,
los gálatas fueron responsables por haberlas seguido.
“Un poco de levadura leuda toda la masa”. La levadura hace que una
substancia parezca más grande de lo que es en realidad. Es simbólica del
engaño, la hipocresía y el orgullo, tres ingredientes nada saludables que actúan
juntos, produciendo un producto carnal. De esta manera tan sutil, Pablo demuestra
otra vez que las obras de la ley son totalmente incompatibles con Cristo y Su
gracia, y anularán Su obra en el cristiano. La levadura entra totalmente en la
masa y la infla.
Yo no veo nada positivo acerca
de la levadura en ninguna parte de la Biblia. Los judíos observaban una fiesta
de pan sin levadura y la levadura no estaba permitida en ningún sacrificio de
fuego, el cual era ofrecido solamente a Dios. Hay dos excepciones, por las
cuales el pan con levadura era ofrecido aparte de los sacrificios hechos por
fuego. En estas ofrendas excepcionales (Lev.7:13; 23:17), la levadura simbolizó
la realidad del pecado siempre presente en el individuo y en la iglesia, como
Juan nos enseña: “Si decimos que no
hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1
Jn.1:10).
Jesús advirtió a Sus discípulos
acerca de la levadura. Estoy entre una minoría de cristianos que creen que la
parábola de Jesús sobre la levadura en tres medidas de masa (Mt.13:31-33) en
verdad es una profecía que apunta a lo que ya es un hecho histórico. El reino
de Dios sobre esta tierra, sembrado como un grano de mostaza, creció
indebidamente haciéndose un árbol
monstruoso, lleno de corrupción, en lugar de lo deseado por el Sembrador…
una planta de mostaza. En 1 Corintios 5:6-7, igual que en la porción que
estamos estudiando, Pablo nos advierte de las consecuencias negativas de poner
levadura en la masa.
Pablo demuestra confianza en
que el problema entre los gálatas será resuelto; su confianza no está en ellos,
sino en el Señor. Jesús dijo: “Edificaré
mi iglesia” (Mt.16:18) y, por medio del apóstol, Él está interviniendo para
eliminar la seria amenaza causada por los judaizantes, mientras Él obra
directamente en la profundidad del corazón de los individuos. Podemos estar
seguros, también, que dondequiera que se halla la verdadera iglesia hoy en día,
Él tratará con la corrupción, antes que se produzca un daño irreparable. Por
amor a Su novia, Él obra para salvarla de los lobos. Puede que recuerdes que
mencioné tal intervención mucho antes, en nuestro estudio. Los falsos maestros
experimentarán Su juicio y la iglesia, de su parte, tiene que actuar,
renunciando y alejándose de ellos.
Mucha de la persecución en
la iglesia primitiva se originó por los judíos. La enseñanza sobre la
circuncisión y guardar la ley de Moisés era aceptada por ellos. Por
eso, esta enseñanza, se hizo popular en el
tiempo de Pablo. Quizás algunos creían falsamente que Pablo predicaba la
circuncisión; de hecho, él circuncidó a Timoteo. Pero aquí argumenta que la
gran ofensa para los judíos y todo el mundo, era la predicación acerca de la
cruz, que va totalmente contra la corriente de la enseñanza sobre la
circuncisión. Su argumento se basa en el hecho de que la persecución resulta al
predicar la cruz y Pablo fue perseguido en todos lugares. Proclamó que la
salvación se obtiene solamente por medio de la cruz y la circuncisión no tiene absolutamente
nada que ver en ella.
El versículo 12 es una
declaración fuerte y gráfica que normalmente nadie esperaría del apóstol.
Tampoco hallarás algo semejante en ninguna otra parte de sus 14 epístolas. No
señalaré unos pocos lugares en la Biblia, donde los portavoces de Dios hablaban
palabras sorprendentemente crudas. Al decirlo, no acepto ni excuso a algunos
predicadores de nuestros días que abusan de los límites de un vocabulario que
es normalmente aceptable. Jesús enseñó: “De
la abundancia del corazón habla la boca” (Lc.6:45), lo que significa que
estos maestros que tienen la boca sucia, también tienen un corazón sucio. Sin
embargo, Pablo está deseando, simplemente, que los maestros de la circuncisión
sean excomulgados, pero la palabra griega, traducida como “mutilarse” sería
correctamente traducida como “castrarse”. A aquellos que se gloriaban en el
número de cristianos que persuadían para circuncidarse, Pablo sugiere que
deberían tomar un paso más, cortando parte de sus propios cuerpos. Quizás se
refiera a un estado espiritual de impotencia en el cual su enseñanza no produzca
ningún converso más.
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