Solo lo perdido puede ser encontrado
Aquí hay un artículo que escribí en otoño, 1997. Es algo, creo, que puedes dar a gente que no creen. Espero que te sea útil:
Sólo lo perdido puede ser encontrado
“Este mi hijo muerto era, y ha
revivido; se había perdido, y es hallado.” Lucas 15:24
H
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Un sentir de estar perdido
Durante todo el capítulo 15 de
Lucas, Jesús se enfocó en artículos perdidos. Primeramente, habló de una moneda
perdida, después de una oveja perdida y, finalmente, de un hijo perdido. Estaba
enseñando un principio cristiano que ningún expositor de la Biblia debe
atreverse a excluir, a pesar de lo incómodos que se sientan sus oyentes. Un
sentir de estar perdido es esencial para poder tener un encuentro con Cristo.
Jesús habló claramente de esta condición: “No
he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.
Seguramente, los del vecindario, detestaban
a un joven que no había correspondido a un padre diligente y bondadoso. Abandonando
su casa, desperdició su heredad, malgastándola desordenadamente. Después de
perderlo todo fue contratado para cuidar cerdos. Si dejamos esta historia como
algo que pertenece al pasado, bajo una cultura desconocida, con el lenguaje de
traductores discretos y cautelosos, perderemos el impacto que originalmente tuvo
sobre la gente que escuchó a Jesús. Permíteme poner esta historia en un marco
actual:
El pródigo es el hijo de una pareja
maja de la vecindad, que tuvo un accidente con el coche nuevo de su padre. Después
de abandonar su casa, se juntó con una banda de motoristas y empezó a tomar
drogas. Ni siquiera se preocupó de decir a sus afligidos padres cual era su
paradero. Por supuesto, también tiene una compañera. Es la chica de quien las
señoritas más cultas chismean en grupos en los pasillos del instituto y en las
ciudades universitarias, o a quien las viejitas hacen pedazos en sus charlas
tomando café.
El propósito del evangelio
El perdón para los pecadores es el
centro y el corazón del evangelio. Esta es la meta que proyectó Cristo, sin la posibilidad
de malinterpretarla, desde el pesebre hasta la cruz. Aprendemos cómo un ladrón
profesional, trás tomar su último aliento, pudo ser perdonado y entrar en el
paraíso eterno, mientras que gente que ha sido diligente, decente y religiosa
toda su vida, caen en la condenación eterna. Si este pensamiento choca contra
tu sentido de justicia, no estás solo. Este principio siempre ha corrido contra
la corriente de la razón natural. Tenemos que aprender a entender las cosas
como Dios declara que son.
billetes al infierno
que el homicidio."
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El peligro de ser “bueno”
Vamos a considerar la otra
personalidad en esta historia… el hijo mayor. Está incluido con el fin de dar a
los buenos ciudadanos de Jerusalén la oportunidad de verse a sí mismos. Algunos
sentían mucho respeto por Jesús, pero estaban incómodos con las personas a las
que Él recibía. Se quejaban de Su asociación con la “basura” de la sociedad. Al
hijo mayor en la historia le fue dada la oportunidad de participar de la gozosa
celebración, preparada por el padre, al regresar su hermano a casa, pero él mismo
se separó y se excluyó. Rehusó participar de cualquier cosa con esta escoria
inútil que había desperdiciado en prostitutas y con sus apestosos colegas todo
lo que el padre había ganado con su sudor. El orgullo social y sus propios
escrúpulos fueron un obstáculo demasiado alto como para poder saltarlo.
Me atrevo a decir que el esnobismo
ha conseguido más billetes al infierno que el homicidio. Para que uno sea
aceptado por Cristo, tiene que caer en una degradación profunda… quizás no en
la práctica… pero sí en la propia evaluación de sí mismo. El apóstol Pablo era
un fariseo de alto rango, un amigo de la élite de la sociedad, y una persona
respetada y honorable. “En cuanto a la
justicia que es en la ley, irreprensible”… así es como él mismo describió su estilo de vida estricta y
disciplinada. Sin embargo, había aprendido la lección que Jesús enseñó una vez a
los sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios”. Después de calcular correctamente la
distancia a la que se encontraba de Dios, y comparándola con la vida de los
pecadores más fétidos, Pablo exclamó: “Palabra
fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores, de los cuales yo
soy el primero”. Se vio a sí mismo peor que un pródigo. Los más extravagantes
pecadores, los que más lejos están de Dios, son los que se justifican a sí
mismos. Son los últimos en doblar la rodilla delante de Cristo. Por llegar a
tal conclusión, este judío estaba dispuesto a asociarse con extranjeros fuera
del Israel elegido, ajenos al pacto, sin esperanza y sin Dios. Algunos eran
fornicarios, afeminados, ladrones, borrachos y estafadores (fíjate en 1 Co.6:9-10)
que podía ganar para Cristo. Como Saulo de Tarso, cada “buena” persona tiene
que abandonar su orgullo y sus logros o éxitos.
Gracia asombrosa
Jesucristo vino a salvar a los
pecadores. Él vino a buscar a los perdidos, no importa cuan lejos hayan vagado.
A veces, incluso los cristianos pierden la visión de lo que debe ser prioritario.
Las iglesias son construidas generalmente en lugares donde poder atraer a la
gente digna de buena compañía. Cuando un sobrino mío llevó un domingo a la
iglesia a unas personas de los barrios marginados, la esposa del pastor se quejó.
No la gustó el olor que traían con ellos.
John Newton fue un implacable
traficante de esclavos, desprovisto de cualquier sentido de decencia, derechos
humanos, o ética. Él violaba a las mujeres africanas en su barco destinado a
las Américas. Es probable que hiciera, además, otros muchos hechos viles. Si hubo
un hombre que representaba la escoria de la humanidad, que fuese digno del
infierno, ese era él... ¡Un desgraciado! Es el calificativo que usó para
describirse a sí mismo en el himno más amado del lenguaje inglés… el himno
escrito por el mismo John Newton:
“Gracia asombrosa, que dulce el sonido,
Que salvó a un desgraciado como yo.
Una vez fui perdido, pero Él me halló;
Una vez fui ciego, más ahora veo.” ■
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