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21 – 27 Junio Meditaciones diarias de los Salmos

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21 de Junio Salmo 53

1. Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron
     abominable maldad; no hay quien haga bien.
2. Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había
     algún entendido que buscara a Dios.
3. Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; no hay quien
     haga lo bueno, no hay ni aun uno.
4. ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a mi
     pueblo como si comiesen pan, y a Dios no invocan?
5. Allí se sobresaltaron de pavor donde no había miedo, porque Dios ha esparcido
     los huesos del que puso asedio contra ti; los avergonzaste, porque Dios los
     desechó.
6. ¡Oh, si saliera de Sion la salvación de Israel! Cuando Dios hiciere volver de la
     cautividad a su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel.

  Este Salmo es una réplica del Salmo 14, excepto el versículo 5. Estos dos
capítulos forman el fundamento de Romanos 3. El salmista escribe acerca de
pecadores que no tienen temor, y como consecuencia, no tienen sabiduría, ya que
la sabiduría empieza con el temor de Dios. Él se revela por medio del temor al
alma humana. La ausencia de este temor es la maldición que es sobre todas las
maldiciones. ¡Maldito sea el hombre que obtiene todo lo que quiere, realiza todos
sus planes, y pasa su vida sin ser bloqueado por el temor de Dios!
  Sin embargo, en el versículo 5, el salmista describe un temor repentino que
viene demasiado rápido, antes de que el hombre pueda reaccionar a tiempo para
salvarse. Dios, despreciándole, lleva al malvado a una destrucción violenta,
esparce sus huesos y le envía a una vergüenza perpetua. ¡Qué horror es ser objeto
de la ira de Dios!
  Con un “¡Oh!” apasionado, David, enfocándose en Sion, cambia sus
pensamientos, y el Espíritu Santo le ayuda a interceder. Quiere ver a Sion
restaurada como una ciudad poderosa y libertadora para Israel. Ruega poder
reunirse con su Dios, ser librado para hacer prodigios, y regocijarse en la victoria.
Debemos ser más cuidadosos en contemplar la importancia de Su mensaje cuando
la palabra de Dios se repite. Toma tiempo para meditar acerca del hombre que
no tiene a Dios, y también sobre la restauración de Su pueblo.


22 de Junio Salmo 54:1-5

1. Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme.
2. Oh Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca.
3. Porque extraños se han levantado contra mí, y hombres violentos buscan mi
     vida; no han puesto a Dios delante de sí. Selah
4. He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida.
5. El devolverá el mal a mis enemigos; córtalos por tu verdad.

  “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Dios nos ha dado un Salvador que es poderoso y que, por Su naturaleza, es el
Autor y Consumador de la salvación y la liberación. Si clamamos a Él para que
nos salve, no puede hacer menos que salvar; si no respondiera, sería infiel a Su
propio nombre.
  Así como el demandante y el acusado se presentan delante del juez, David
aparece presentando a su adversario, pidiendo que el Señor pronuncie juicio
contra él. ADios le toca, no solamente dictar sentencia, sino también ejecutar el
castigo en contra del culpable y declararse a favor del inocente. “Es justo delante
de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan” (fíjate en 2 Ts. 1:6). En
muchas ocasiones la retribución viene ahora, antes del juicio final.
  Ésta es una oración, y es la oración la que mueve al cielo y la única manera por
la cual podemos conmover a Dios. Es lo que le hace abrir la corte de Su justicia
y exigir que actúe. David, por medio de un clamor desesperado, ruega a Dios que
le preste atención, y Él le responde.


23 de Junio Salmo 54:3-7

3. Porque extraños se han levantado contra mí, y hombres violentos buscan mi
     vida; no han puesto a Dios delante de sí. Selah
4. He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida.
5. El devolverá el mal a mis enemigos; córtalos por tu verdad.
6. Voluntariamente sacrificaré a ti; alabaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno.
7. Porque él me ha librado de toda angustia, y mis ojos han visto la ruina de mis
     enemigos.

  El mismo gobierno de su patria se opuso a David, forzándole a esconderse y a
tener que hacer frente a los elementos de la naturaleza. No encontró ningún alivio
entre el público en general. Nabal no quiso ayudarle y los zifeos informaron a
Saúl de la presencia de David entre ellos. Fuera de Israel, él era un enemigo
famoso. No es sorprendente entonces que David proclamara: “¡Dios es mi
ayudador!”, porque no tenía otro refugio. El que es extranjero y peregrino sobre
esta tierra, está favorecido por el especial cuidado de su Dios. El mundo, sin una
causa razonable, viene en contra de él, manifestando así su rebelión en contra de
su Creador.
  ¿Escuchó Dios la oración de David? Es evidente que lo hizo, ya que fue salvado
cuando Saúl, persiguiéndole en el desierto de Zif, recibió noticias de que los
filisteos atacaban a Israel. En otra ocasión, David y Abisai invadieron el
campamento de Saúl pudiendo tomar su lanza y su vasija de agua, ya que el Señor
hizo caer en un profundo sueño a los soldados. Saúl fue avergonzado y
desanimado, lo que le hizo abandonar su persecución contra David. Fielmente
Dios escuchó el clamor de aquel que estuvo expuesto a su enemigo sin poder
defenderse, porque estuvo confiando en Él. En cuanto a Saúl, David dijo que
llegaría su día y moriría, o perecería en una batalla. David se dedicaría a servir
a su Señor y a ofrecerle alabanza por Su bondad hacia él.


24 de Junio Salmo 55:1-5

1. Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica.
2. Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo,
3. A causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; porque sobre mí
     echaron iniquidad, y con furor me persiguen.
4. Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído.
5. Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha cubierto.

  La tierra es siempre un ambiente hostil para aquellos que tienen sus raíces en
el cielo, y que continuamente necesitan levantar un clamor hacia arriba. Es fácil
que el diablo encuentre adversarios para el pueblo de Dios, porque los perjuicios
de una naturaleza opuesta les hacen odiar a los justos. Hay luchas de vida y muerte
que hacen que el alma se acerque a Dios.
  Escucha la desesperación de su clamor: “¡Escucha...no te escondas...
respóndeme!” Siente el furor de la batalla: “¡Me conmuevo...mi corazón está
dolorido...terrores de muerte sobre mí han caído...temor...temblor...terror me
ha cubierto!” Observa la oposición: “La voz del enemigo...la opresión...furor”.
La vida cristiana es una batalla y el que no se percata de ello, todavía no se ha
enfrentado con la realidad; está viviendo en una esfera de sueños.


25 de Junio Salmo 55:6-15

6. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.
7. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Selah
8. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad.
9. Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos; porque he visto violencia
     y rencilla en la ciudad.
10. Día y noche la rodean sobre sus muros, e iniquidad y trabajo hay en medio de
     ella.
11. Maldad hay en medio de ella, y el fraude y el engaño no se apartan de sus
     plazas.
12. Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra
     mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él;
13. Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar;
14. Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad
     en la casa de Dios.
15. Que la muerte les sorprenda; desciendan vivos al Seol, porque hay maldades
     en sus moradas, en medio de ellos.

  David quisiera volar hacia el desierto, y en verdad es lo que hizo. La ciudad
estaba llena de violencia y disensión. Una tormenta espiritual amenazaba, y el
espíritu sensible de David pudo discernirla. Una amotinada guerra civil estaba a
punto de estallar. Podía percibirse en la guardia que estaba sobre los muros. En
la calle y en las tiendas se hablaba de traición en voz baja. En cualquier momento
la ciudad explotaría en un conflicto.
  La fuente de la que manaba el problema no había sido un invasor, ni tampoco
un partido opuesto dentro de los muros. La oposición vino del palacio mismo,
desde el salón del concilio de David. Fue un amigo, no un súbdito, sino un
compañero con el cual el rey había compartido consejos y había tenido comunión
en la casa de Dios. Juntos gozaron de tiempos preciosos. Este tipo de oposición
es el horror que cayó sobre el siervo de Dios, quien clamaba para que ésta
oposición fuera destruida repentinamente.


26 de Junio Salmo 55:16-23

16. En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará.
17. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz.
18. El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya
     muchos.
19. Dios oirá, y los quebrantará luego, el que permanece desde la antigüedad; por
     cuanto no cambian, ni temen a Dios. Selah
20. Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él; violó su
     pacto.
21. Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay
     en su corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas
     desnudas.
22. Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído
     al justo.
23. Mas tú, oh Dios, harás descender aquellos al pozo de perdición. Los hombres
     sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; pero yo en ti
     confiaré.

  La fe emergió en medio de la oración de David, dejándole saber que el Señor
había venido a rescatarle. Su alma encontró la paz y prometió orar tres veces al
día (v. 17).
  Apesar de las repetidas amonestaciones, no vino un arrepentimiento o cambio
en la actitud de sus enemigos. Llegó a la conclusión de que no tenían temor de
Dios. David tenía presente al Dios de la historia con multitud de precedentes
apoyándole. Él siempre había actuado a favor de los que amaban Su nombre, y
una vez más actuaría a favor de David, corrigiendo la injusticia en contra de él.
Selah quiere decir “medita sobre esto”, y si lo haces, te ayudará en tus luchas.
  David tenía que tratar con un hipócrita, el cual había hecho un pacto público
de paz; pero sus hechos no correspondían con sus declaraciones. Sus dichos
fueron blandos, mas su corazón estaba torcido. Sus palabras eran suaves como
el aceite, pero podían destruir como una espada.
  Lo que podemos aprender al tratar con tales personas, es válido todavía: “Echa
sobre Jehová tu carga y él te sostendrá; no dejará para siempre caído al justo”.
¿Quiénes son los justos? Los que confían en Él.


27 de Junio Salmo 56:1-4, 11, 13

1. Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre; me oprime
     combatiéndome cada día.
2. Todo el día mis enemigos me pisotean; porque muchos son los que pelean
     contra mí con soberbia.
3. En el día que temo, yo en ti confío.
4. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede
     hacerme el hombre?
11. En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?
13. Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande
     delante de Dios en la luz de los que viven.

  La mayoría de estos últimos Salmos y unos cuantos de los que veremos más
adelante, fueron inspirados como resultado de los acontecimientos en la vida de
David. Podemos leerlos en los libros de Samuel. La inspiración divina no es una
teología de butaca, sino el resultado de las experiencias de la vida. Un profeta
no solamente proclama palabras, sino que testifica con toda su vida. Su caminar
cotidiano con Dios es una epístola conocida y leída por todos los hombres.
  David tenía enemigos por todas partes; Saúl estuvo detrás y los filisteos delante.
Dentro de Israel había gente dispuesta a entregarle en manos de Saúl, y fuera de
Israel fue considerado un enemigo importante. Vivía una opresión diaria con
pocas noticias optimistas. Así pasaba las pruebas que le estaban preparando para
tomar el trono (otro ejemplo que debemos contemplar es el de José). Tres veces
en este capítulo afirmaba su confianza, y esta misma confianza le afirmaba en la
profundidad de su alma. Del miedo nació el deseo de confiar: “En el día que
temo, yo en ti confío”; y de la confianza nació el deseo de renunciar al miedo:
“En Dios he confiado; no temeré”. Así vamos progresando en la vida de fe, hasta
llegar a vivir plenamente guiados por el Señor en un camino de luz.


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