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Lowell Brueckner

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Motivos correctos; métodos incorrectos

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Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente.   1 Crónicas 15:2
  
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o hay un símbolo más importante en el Antiguo Testamento que el del Arca del Pacto. Esta representaba la gloria de Dios entre Su pueblo, Su presencia de misericordia y gracia, y Su bendición favorable y poderosa. El arca fue capturada por los filisteos durante el sacerdocio de Elí, quién al escuchar la noticia, tembló, cayó hacia atrás y se desnucó. La prioridad principal del nuevo gobierno de David fue traer de nuevo el arca a Jerusalén. Este fue el secreto tras el cual vino el éxito, y lo que hizo a Israel convertirse en un centro neurálgico entre las naciones del mundo en aquel tiempo. Así, en presencia de los sacerdotes, con el apoyo del liderazgo y en compañía de toda la gente, David intentó llevar el arca al lugar apropiado. Fue correcto hacerlo (1 Cr.13:4), y la gente se regocijó al ver que se llevaba a cabo (13:8).

Totalmente consciente de la importancia de su misión, y con el deseo de llevarla a cabo, David pasó por alto la importancia del método. ¡Tal descuido fácilmente sigue tras el éxito! Es sólo una suposición lo que algunos creen cuando tienen una visión: “Un fin noble justifica los medios para llevarlo a cabo”.  Por ejemplo, considera el argumento siguiente en cuanto a la música cristiana: “Si las palabras son cristianas, no importa el tipo de música que las lleva”. Recientemente leí que una mentira no importa, si uno la dice para avanzar el reino de Dios. También, hace poco, alguien me dijo que Jesús mismo engañaba a la gente para llevar a cabo Sus propósitos. ¿Pueden estar hablando en serio estas personas? El fin será la muerte, si el medio no está de acuerdo con la Palabra de Dios, que nunca cede lugar a nada ni a nadie. Si la autoridad del hombre empieza a anular la autoridad de la Escritura, es señal de una arrogancia que puede conducir al naufragio espiritual.

Creemos fácil citar la declaración que Pablo aprendió de su experiencia como fariseo en el pasado: “La letra mata, mas el Espíritu vivifica”. La historia que estamos considerando nos enseña que, de la misma manera, el resultado será la muerte si por ser descuidados, ponemos la letra a un lado. Dios había ordenado que el arca debía ser llevada sobre los hombros de los sacerdotes (Nm.7:9). Para este propósito fue construida con varas a los dos lados (Ex.25:14), y nunca debían ser quitadas. Los sacerdotes llevaron el arca de esta manera por el desierto durante cuarenta años. Con el arca por delante sobre los hombros de los sacerdotes, las aguas se detuvieron mientras Israel cruzó el Jordán hacia la tierra prometida. El arca, llevada por los sacerdotes, dirigió a los israelitas alrededor de los muros de Jericó, hasta que éstos cayeron.

Sin embargo, al empezar una jornada, si erramos tan sólo un grado en la dirección deseada, finalmente nos llevará lejos de la meta. Por ejemplo, llevar el arca en un carro conducido por bueyes, fue un método pagano, inventado por los filisteos. El error fatal de David fue suponer que, si hacerlo de ese modo les había valido a los filisteos, valdría también al pueblo de Dios. Apoyado en esta idea mandó construir un carro nuevo, específicamente para su alto y noble propósito (1 Cr.13:7). Nuevo o viejo, no contó con la aprobación de Dios, que no pudo llevar a cabo Sus propósitos delicados y eternos de esta manera. Los medios que Dios usa son orgánicos, no sintéticos. Palpitan con la vida, y por eso Dios es provocado a un celo intolerante cuando los hombres tratan de sustituirlos con sus construcciones inanimadas. ¡Él quiere tener contacto directo con un sacerdocio santo, y gobernar, obrar y bendecir sobre sus hombros!     

Uza extendió una mano, no sólo para sostener el arca, como si le preocupase el honor de Dios, sino para cumplir con su responsabilidad (v.7) y quedar bien con el rey David, defendiendo el método que éste utilizaba para llevar a cabo la obra de Dios. No importaron sus buenas intenciones. ¡Dios, con una furia santa y celosa, le mató en un segundo! (13:10) La gente atrevida va más allá de los límites de la participación humana, poniendo la mano de control sobre la esencia misma de Su presencia y poder. “Atrevidos y contumaces”, dice Pedro, “… han dejado el camino correcto, y se han extraviado”. No te preocupes, el arca irá delante, pero Uza ya no estará involucrado. Alguien ha dicho: “No puedes quebrantar la ley de la gravedad, aunque sí puedes desnucarte intentándolo”.  Y de la misma manera, no puedes torcer la verdad de la palabra de Dios, pero puedes torcerte como una culebra intentando meterla en tu teología y mentalidad personales. 

David aprendió la lección de una manera dura, pero al menos la aprendió. Mi preocupación es por una iglesia que malinterpreta los juicios de Dios y halla una manera de justificarse a pesar de las señales tan directas y obvias de Su desaprobación. El temor hizo que la bendición se detuviera por un tiempo, ya que por no llevar el arca a Jerusalén, los israelitas no pudieron experimentar la bendición de Dios que la acompañaba; pero por lo menos David tenía temor. Quizás él temía demasiado (13:12), pero hay esperanzas para el que teme a Dios, y fortuitamente, David decidió regresar y empezar de nuevo. Confesó humildemente: “Pues por no haberlo hecho así vosotros la primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le buscamos según su ordenanza” (15:13).

Entonces los sacerdotes se santificaron; se apartaron para dedicarse al alto privilegio de servir a Dios. Esta fue la razón por la cual existían (1 P.2:5,9). Daban gloria a Dios, no solamente por medio de la alabanza, ni por sus buenas intenciones de gozarse en Su presencia y disfrutar de Su misericordia y bendición, sino también haciendo su servicio de manera bíblica, bajo la unción del Espíritu Santo. Abandonaron el camino de la muerte y, con una pasión y celo nuevos, el plan siguió adelante, como el primer paso hacia una demostración poderosa del reino de Dios obrando por Su pueblo. Si anhelas ver algo así, entonces abre tus oídos a Su consejo, abre tus ojos a Sus juicios, ablanda tu corazón a Su corrección, y sobre todo: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1P.5:6).



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