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Lowell Brueckner

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De ladrillos y piedras

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Cuando alguien vive solamente para Dios, ama a la gente y quiere que tenga lo mejor de Él, el idealismo puede llegar a convertirse en un obstáculo. Tenemos un video sobre el ministerio de Robert Sheffey. Él se concentró en los campamentos, que fueron muy usados por Dios, siendo los precursores de los campamentos familiares de hoy. Cerca del final de su vida reconoció que era pecado demandar la continuación de sus campamentos si las personas, en general, los rechazaban. Si Dios no obliga a Su pueblo a hacer Su voluntad a la fuerza, ciertamente nosotros tampoco debemos hacerlo. “Los dejé… caminaron en sus propios consejos” (Sal.81:12).

De todos modos, es difícil no perder el sueño y vencer la tristeza de corazón, cuando Dios nos ha permitido saborear lo mismo que ellos rechazan. “¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo… les sustentaría con lo mejor del trigo!” (v.13,16). Pablo aconsejó en Filipenses 1:10: “Para que aprobéis lo mejor (y una versión amplia…y aprecia lo que es excelente y de verdadero valor – reconociendo lo más alto y lo que es vital)”. Muchos cristianos de hoy en día se sienten satisfechos con mucho menos que lo mejor de Dios.

Por favor, permíteme expresar el dolor que siento en mi corazón presentándote un caso que refleja este idealismo. Cuando leo el libro de los Hechos, me emociono al ver la historia de esa unidad viva llamada “el Cuerpo de Cristo”. El Espíritu Santo era quien dirigía y tomaba posesión de Su pueblo, y no hacía falta nada más. Caminaban por la fe. No eran independientes, trabajaban juntos, unidos por cuerdas invisibles, aunque cada uno llevaba a cabo su propio propósito. Pero cuando el pueblo pierde su vitalidad, entonces la “organización” toma el lugar del organismo vivo.

 Los caminos humanos contra los caminos de Dios
Hace tiempo oí a alguien que estaba involucrado en un movimiento de Dios desde sus principios, expresar: “Cuando el movimiento original de avivamiento empezaba a desvanecerse, nosotros tuvimos que seguir desarrollando las cosas de forma normal”. ¡Qué mentalidad la de estos días, en los que el camino del hombre resulta ser el camino normal, y el camino de Dios, la excepción! Los pensamientos y los caminos de Dios son más altos que los nuestros. Nunca es fácil ver las cosas como Dios las ve, pero en una época de tanto materialismo, en la que tenemos a mano grandes medios y bastantes bienes, es casi imposible deshacernos de la ceguera.

Según el razonamiento humano, Jesús, enviado a la tierra para empezar un gran movimiento, debería haber nacido en un palacio en Roma (ya que todos los caminos dirigen allí). Pero, en lugar de esto, Él vino a un Israel oprimido económicamente, para nacer en un establo y ser criado en Nazaret de Galilea. Eligió a Sus discípulos de entre la gente sencilla. Les encargó llevar el evangelio al mundo entero sin ningún apoyo o garantía, excepto: “He aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Los discípulos mismos tuvieron mucha dificultad para entender a Jesús. Judas era un ladrón, pero lo que le motivó principalmente a entregar a Jesús a los judíos, fue el no poder ver las cosas como Jesús las veía. Después de que la mujer “desperdiciara” su perfume sobre el cuerpo de Jesús, los discípulos, aquellos líderes elegidos para la gran obra de Dios, se sintieron indignados y estuvieron de acuerdo en que aquello era un error (Mt.26:8). Muchas veces estaban unidos, pero equivocados. ¿No piensas que la decisión de Judas fue motivada, en parte, por la reacción de los demás? En este momento, antes de que entrara el diablo en él, hizo su movida fatal: “Entonces… Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes” (v.14).

Persistir en una mentalidad auto-motivada termina en traición. Los discípulos tenían que rendirse a la mente de Cristo. Ahora voy a llamar a los pensamientos del hombre “mentalidad de ladrillos”. Los ladrillos son materiales comunes y prácticos para la construcción. Si has aprendido a poner uno, entonces puedes llegar a construir muros enteros. Es interesante estudiar bíblicamente el uso de los ladrillos. Los israelitas, mientras eran esclavos de Faraón, edificaban ciudades de ladrillos. La torre de Babel fue una construcción de ladrillos. En Isaías 65:3, Dios es provocado a ira porque Su pueblo sacrificó “quemando incienso sobre ladrillos”.

La iglesia de Cristo… piedras vivas
Sin embargo, Dios tiene una “mentalidad de piedras vivas”. Él, inicialmente, mandó que Sus altares fueran construidos con piedras colocadas, de forma sencilla, unas sobre otras; y que no fueran esculpidas con herramientas humanas. Jesús llamó a Pedro ‘Piedra’, y después él mismo declaró que la iglesia es hecha de “piedras vivas” (1 P.2:5).

En Deuteronomio 32:18 pone: “De la Roca que te creó te olvidaste”. Dios es una “Roca viva” que produce “piedras vivas”. Son Suyas antes de entregárselas a Jesús (Jn.17:6), y seguramente antes de ponerlas bajo el cuidado del liderazgo humano. Llevo muchos años diciendo que cuando los líderes se hacen posesivos y controlan a la gente, cortan su contacto con Dios y la matan espiritualmente. Forman moldes ritualistas y uniformes, a través de los cuales los involucrados acaban convirtiéndose en ladrillos.

Jesús dijo: “Sobre esta Roca edificaré (yo) mi iglesia”. Él construye de tal manera que las piedras encajan perfectamente unas con otras, sin dejar huecos. No hay patrones. Ninguna es exactamente como la otra, y cada una es colocada de diferente manera. “En quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” (Ef.2:21). Viven y son interactivas, pero esto requiere una obra sobrenatural que solamente Jesús puede hacer. Nosotros sólo podemos cooperar. Cada piedra es diferente a las demás y tiene el propósito individual que ha recibido de Dios. Pero a la vez, funciona en el lugar donde Cristo la ha puesto entre aquellos con los que tiene contacto.

Jamás olvidaré las lágrimas de mi hijo cuando yo dudaba sobre la dirección de Dios para su vida, después de que le hubiera buscado y hubiera recibido la respuesta de Él. Exclamó tristemente: “¡Papá, estaba muy contento por ver cómo Dios me había contestado directamente!” En aquel momento fui al sótano y lloré, jurando que jamás volvería a interponerme en la dirección que Dios diera a nuestros hijos. Ellos habían llegado a un punto en sus vidas en el que ya no estaban bajo nuestra protección, y lo mismo ha pasado con todas las personas a las que hemos discipulado. Es posible proveer un “invernadero” para proteger a los nuevos cristianos, pero he observado que con el tiempo se hacen débiles y delgados espiritualmente. Ellos necesitan exponerse a los elementos contrarios que existen en el ambiente de afuera, aprender la responsabilidad individual y confiar solamente en Dios.

¿Es necesaria la organización? Pues… alimentar a cinco mil sí fue un esfuerzo organizado, pero sin perder de vista la perspectiva correcta. La organización debe ser algo temporal usada solamente para propósitos eternos. “El Reino de Dios no viene con advertencia…, el Reino de Dios está dentro de vosotros”. Los programas son simplemente herramientas, como lo fueron los cinco panes, los dos peces, la serpiente de bronce, la vara de Moisés, la honda de David o la quijada de un asno. Cuando Sansón terminó con la quijada, la arrojó. El problema empieza cuando las organizaciones siguen existiendo después de su inutilidad. Se hacen permanentes y, sin excepción, sus miembros llegan a ensalzarlas más allá del propósito que Dios tenía para ellas. Acaban defendiéndolas, desarrollando una terrible y exclusiva lealtad hacia ellas, y enorgulleciéndose tremendamente. La actitud es la misma que en Laodicea: “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Después del orgullo viene la inevitable caída espiritual. Y así, engañados, se deslizan felizmente hacia la servidumbre, de la cual, como tres generaciones en el futuro, a las que resta un poco de vida, anhelan librarse.

“Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Más de una vez he sido acusado de ´vivir en el pasado´, pero no es así. Simplemente utilizo la historia, como también lo vemos en la Biblia, para estimular el hambre hacia la realidad y la fe, de la cual que hemos caído.

No, no podemos ser idealistas. Aunque seguimos funcionando con la situación como está, nuestro ser se consume por la desconsolación y el fuerte anhelo que arde adentro… ¡Oh, que Dios mande un movimiento puro de Su Espíritu! Tengo la convicción de que el Espíritu Santo terminará Su obra, tan seguramente como Jesús terminó la suya, estremeciendo al mundo entero una vez más, antes de que Él sea quitado. Entonces, una Piedra, cortada del monte, no con mano, vendrá a reinar (Dn.2:45).


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