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Lowell Brueckner

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23 – 29 Agosto Meditaciones diarias de los Salmos

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23 de Agosto Salmo 81:1-7

1. Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con
     júbilo.
2. Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio.
3. Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de
     nuestra fiesta solemne.
4. Porque estatuto es de Israel, ordenanza del Dios de Jacob.
5. Lo constituyó como testimonio en José cuando salió por la tierra de
     Egipto. Oí lenguaje que no entendía;
6. Aparté su hombro de debajo de la carga; sus manos fueron descargadas
     de los cestos.
7. En la calamidad clamaste, y yo te libré; te respondí en lo secreto del
     trueno; te probé junto a las aguas de Meriba. Selah

  Asaf nos habla otra vez acerca de Jacob, de José, y de la salvación y liberación
del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Este triunfo original, equivalente
hoy en día a la salvación de nuestra alma, fue la fuente de una canción bulliciosa,
acompañada por instrumentos musicales y alegría, aun en medio de las dificultades.
Cantad al Señor, quien nos libró de la esclavitud del diablo y del mundo. ¿No
estábamos nosotros atados y obligados a pagar tributo en contra de nuestro
bienestar, haciendo que prosperasen las intenciones del enemigo? Pero, el Dios
que no conocíamos dio Su palabra e hizo una obra tan poderosa, que no podíamos
imaginar que ésta ocurriese en la profundidad de nuestros corazones. En las aguas
de Meriba todas las fuerzas humanas fallaron e incluso, el gran líder Moisés,
también fracasó, pero Dios se mantuvo fiel. Por supuesto, la obra es de Él y no
de los hombres.


24 de Agosto Salmo 81:8-16

8. Oye, pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyeres,
9. No habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño.
10. Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu
     boca, y yo la llenaré.
11. Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí.
12. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios
     consejos.
13. ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado
     Israel!
14. En un momento habría yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano
     contra sus adversarios.
15. Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido, y el tiempo de ellos
     sería para siempre.
16. Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les
     saciaría.

  Semejante al llamamiento del Señor en este Salmo, es el de Jesús a los de
Laodicea: “Si alguno oyere mi voz” y se aparta de sus ídolos, entraré a él y cenaré
con él. “Abre tu boca, y yo la llenaré”. El que alimentó con maná, todavía es
nuestro sostén. Desafortunadamente existen los que alaban la historia, pero no
están dispuestos a participar del alimento que tiene para ellos, en tiempo presente,
un Dios que no cambia.
  El Salmo continúa con una maldición para los que, decididos a cumplir su
propia voluntad, no quieren escuchar a Dios porque confían en su sabiduría
particular. Es la maldición de existir sin poder experimentar una invasión de parte
de Dios. ¡Que nunca nos toque tal maldición!
  El “¡Oh!” divino nos asegura las buenas intenciones que Dios tiene para nuestro
avivamiento. ¿Gime todavía hoy?, seguramente sí. ¿Por qué queremos andar
según nuestra sabiduría y poder humanos, cuando podemos conocer Sus atributos
eternos y abundantes? Los enemigos estarían sujetos, las almas serían salvadas,
y las mejores provisiones de Dios satisfarían nuestros corazones. ¿Quién está
dispuesto a dejar todo lo demás y permitir que Dios haga lo que Él quiera? ¿Quién
aprenderá de la historia, y dejará al Proveedor de Israel llenar su boca hasta
rebosar?


25 de Agosto Salmo 82:1-8

1. Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga.
2. ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los
     impíos? Selah
3. Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso.
4. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos.
5. No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos   
     de la tierra.
6. Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo;
7. Pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis.
8. Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones.

  Jesús se refirió a este Salmo cuando los judíos estaban a punto de apedrearle
por decir que Él era uno con el Padre (Jn. 10:34). ¿Tendría derecho Él, quién fue
en verdad Dios, a llamarse el Hijo de Dios, si las Escrituras llamaron dioses a
los líderes rebeldes de Israel? La respuesta es obvia.
  Dios rechaza a los “dioses” que quieren adjudicarse el papel de Dios en sus
propias vidas y en la de otros. Se consideran súper-humanos e intocables. Pablo
preguntó a los corintios con ironía: “¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de
Dios, o sólo a vosotros ha llegado?” Parecía también que los efesios ignoraban
a Aquel que andaba en medio de los candeleros. En Romanos 2 se presenta un
fenómeno raro de gente que juzgaba a otros por los mismos pecados que ellos
cometían, pensando que iban a quedar inmunes a las consecuencias. Estos fueron
los “dioses” que persiguieron a Jesús, acusándole de quebrantar la ley del sábado,
mientras que ellos deshonraban a Dios de mil maneras.
  Aunque no nos atrevemos a usar la misma terminología, el principio de la
deificación del hombre todavía existe en nuestros días. Recurrimos a nuestras
tradiciones, juicios y leyes como si fueran intocables, condenando a todos los
que no se sujetan a ellas. Supongo que habrás notado como los justos a menudo
son condenados y los malos justificados, especialmente si tienen poder o dinero.
Los seguidores verdaderos de Cristo no tienen ninguna obligación de conformarse
con las fuerzas que dominan.
  La obra misionera es el obstáculo más grande para la falsa religión. Si atendemos
física y espiritualmente a los necesitados, los cuales no podrán compensarnos,
entonces será imposible poder edificar un imperio para nosotros mismos. Cristo
edifica Su iglesia de “nada y nadie”. Él clama: “¡Sed salvos de esta perversa
generación!” El fundamento del mundo es tierra arenosa y, en medio de él, la
doctrina de Cristo es revolucionaria y contraria a todo.
  “Toda carne es como hierba… se bajará todo monte… a los ricos envió
vacíos...” Es tiempo de reconocer al Altísimo. Los dioses que gobiernan en la
tierra, incluyendo las sociedades religiosas, aunque no lo crean son sencillamente
hombres mortales, y cuanto más grandes sean más grande será su derrota. En
estos tiempos hemos tenido muchos ejemplos que lo confirman. Cristo regresa
para juzgar al mundo y entregarlo a Su Padre. Ese día puede estar muy cerca.


26 de Agosto Salmo 83:1-8

1. Oh Dios, no guardes silencio; no calles, oh Dios, ni te estés quieto.
2. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan
     cabeza.
3. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en
     consejo contra tus protegidos.
4. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya
     más memoria del nombre de Israel.
5. Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza
6. Las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas, Moab y los agarenos;
7. Gebal, Amón y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro.
8. También el asirio se ha juntado con ellos; sirven de brazo a los hijos de
     Lot. Selah

  Los hombres, unánimes con los demonios del infierno, consultan y buscan
consejos astutos en las principales ciudades del mundo. Puede ser que no estén
de acuerdo en otras cosas, pero en sus intenciones de acabar con la semilla de
Dios en la tierra, están completamente unidos. En los días del salmista existía
una alianza en contra del Señor, en la que estaban incluidos los de Amalec, a
quienes Saúl rehusó eliminar, y también los de la semilla de Esaú, Ismael y Lot.
  Para que haya un cambio total en las modas de hoy en día se necesita el poder
del clamor de la oración, que es el único poder que puede lograrlo. Los enemigos
de Dios hacen un gran alboroto y parece que Él no responde. La oración ruega
a Dios que no guarde silencio, al contrario, pide que sus enemigos sean callados.
Así debe ser, y nosotros tenemos todo el derecho de orar para que así sea.
  El versículo 3 habla de “tus protegidos”, pero la traducción más fiel al hebreo
original sería “tus escondidos”. Con esta expresión da a entender, no sólo que
Dios nos ama o nos aprecia, sino que además, de la misma manera que un gato
esconde a sus pequeños o un pájaro esconde su nido, Dios actúa con los Suyos,
escondiéndoles cuidadosamente de los peligros. Es un pueblo separado y reservado
para Dios. Sólo Él puede alcanzarles para alimentarles con leche espiritual no
adulterada. “Mis ovejas oyen mi voz… al extraño no seguirán”. Ellos están
escondidos de los ojos del público, “hasta el día de su manifestación a Israel”.


27 de Agosto Salmo 83:9-18

9. Hazles como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de
     Cisón;
10. Que perecieron en Endor, fueron hechos como estiércol para la tierra.
11. Pon a sus capitanes como a Oreb y a Zeeb; como a Zeba y a Zalmuna a
     todos sus príncipes,
12. Que han dicho: Heredemos para nosotros las moradas de Dios.
13. Dios mío, ponlos como torbellinos, como hojarascas delante del viento,
14. Como fuego que quema el monte, como llama que abrasa el bosque.
15. Persíguelos así con tu tempestad, y atérralos con tu torbellino.
16. Llena sus rostros de vergüenza, y busquen tu nombre, oh Jehová.
17. Sean afrentados y turbados para siempre; sean deshonrados, y perezcan.
18. Y conozcan que tu nombre es Jehová; tú solo Altísimo sobre toda la
     tierra.

  El salmista vuelve al libro de Jueces para hablar de algunos enemigos, a los
cuales Dios destrozó totalmente. Las historias tienen que ver con las de Gedeón
y Débora. Al mismo tiempo que el fuego de un avivamiento y el viento del Espíritu
calientan la iglesia, asustan y avergüenzan a los malignos. Por eso siempre se
levanta una gran oposición en contra del avivamiento, semejante a la de los diez
espías que detuvieron la conquista de Canaán. No solamente desaniman al pueblo
de Dios para que entre a poseer su heredad, sino que preservan a los malos y la
maldad de sus tierras. Necesitamos la información de los espías para estar al
corriente de los armamentos y las fuerzas del enemigo, pero aún más necesitamos
una declaración como la de Josué y Caleb: “Más podremos nosotros que ellos...
con nosotros está Jehová”. Ahora compárala con la de los diez espías: “No
podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. ¿De
qué otra manera, sino por el avivamiento, puede el nombre del Señor ser honrado
para que “conozcan que tu nombre es Jehová; tú solo Altísimo sobre toda la
tierra”?


28 de Agosto Salmo 84:1-4

1. ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
2. Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi
     corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
3. Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus
     polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios
     mío.
4. Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán.
      Selah

  El secreto para poder tener un anhelo de corazón por la casa de Dios, es tener
una revelación de ella. “¡Cuán amables!” El salmista la vio y al momento su alma
la anheló. Si el Señor abre la puerta del cielo para que veamos Su casa, ¿cómo
podremos anhelar otra cosa más que Sus moradas? Es infinitamente más valiosa
que lo más precioso de la tierra; la presencia de Dios la hace así.
  “Bienaventurados los que habitan en tu casa”. Las aves tienen acceso y “¿no
valéis vosotros mucho más que ellas... hombres de poca fe?” Por la sangre del
Cordero, la puerta está abierta. ¡Ven y siéntete satisfecho! ¡Cómo deshonramos
a Dios cuando por nuestra flojera y mentalidad mundana rechazamos Su invitación
gratuita! Debemos vivir en Su casa y tocar la tierra solamente cuando Dios nos
de órdenes de hacerlo, como cuando dijo: “Muéstrate a Acab”. Elías vivió así y
por eso dijo: “Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy”.


29 de Agosto Salmo 84:5-12

5. Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón
     están tus caminos.
6. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia
     llena los estanques.
7. Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion.
8. Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob.
     Selah
9. Mira, oh Dios, escudo nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
10. Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería
     antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas
     de maldad.
11. Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No
     quitará el bien a los que andan en integridad.
12. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía.

  Estos versículos son maravillosos. No sólo tenemos acceso a la casa de Dios,
sino que también podemos tener la fuerza del Omnipotente y los caminos del
Omnisciente.
  El pueblo de Dios derrama lágrimas, pero éstas lágrimas se cambian en fuente
y llegan a convertirse en estanques refrescantes. El estudio de estos versículos
es enseñado otra vez en 2 Corintios. Pablo les dijo: “La muerte actúa en nosotros,
y en vosotros la vida”. Se estaba refiriendo a una clase de vida que nace a través
de la muerte, y de una fuerza que viene de la debilidad; es decir, Su vida a cambio
de morir a “nuestra vida” y Su fuerza a cambio de nuestra debilidad.
  ¿Podemos unirnos a la oración del salmista desde nuestros corazones?
¿Deseamos ser humildes siervos de Dios más que cualquier posición que el mundo
nos ofrece? ¿Deseamos estar un día con Él más que ir a cualquier otro lugar?
Si es así, entonces tendremos más días de oración y más entrega para poder
obtener un rincón que nadie note en la casa del Rey. ¡Líbranos Señor de servir
solamente con la boca, y haznos cumplir con estos deseos en nuestras vidas
cotidianas! Pon mucha atención a esta promesa, con la cual el Espíritu Santo nos
atrae: “No quitará el bien a los que andan en integridad”. Esto es mucho más
de lo que el mundo nos ofrece, ya que nos ha hecho coherederos con Cristo.
¡Vamos a entrar en nuestra heredad!


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