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Lowell Brueckner

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Él se levantó y fue

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Él se levantó y fue


Esta frase tan sencilla de Hechos 8:27, en cuanto de Felipe, el evangelista, me conmueve cada vez que la leo. Las circunstancias en el lugar en el que  se levantó Felipe y las del lugar a donde fue, hacen que estas palabras nos impacten más todavía.  

  En Samaria, Felipe había vivido el sueño de un evangelista. La muchedumbre escuchaba cuidadosamente sus predicaciones y el pueblo había sido librado de demonios y aflicciones. Muchos creyeron en Cristo y fueron bautizados. El avivamiento vino a Samaria y el gozo reinaba en sus hogares y calles.

Entonces un ángel del Señor se apareció a Felipe y, sin más explicaciones, le mandó dejar el avivamiento e irse al sur, a un camino que se extendía desde Jerusalén hacia Gaza. Fue una ruta desértica, e incluso una traducción añade, que fue a pleno calor del mediodía. Lo que es asombroso en esta historia es que Felipe no hizo ni una sola pregunta ante esta desconcertante demanda. No exigió que se le diera ninguna explicación por tener que dejar las bendiciones que estaba experimentando en Samaria, ni preguntó acerca de las posibilidades que hallaría en un desierto. La obediencia de Felipe fue sencilla e instantánea … se levantó y fue.

Abandonando una iglesia prometedora
Recientemente estuve viajando con Herman Williams, mi amigo navajo, y me contó como Dios le utilizó para plantar una iglesia en Dakota del Sur. Al principio fue muy difícil. Durante dos años él predicaba a su familia y a unos pocos niños que de vez en cuando asistían a las reuniones. Un hechicero echó una maldición sobre él y estuvo enfermo durante algunas semanas. Después el Señor le dio la victoria. La gente empezó a asistir a la iglesia que pronto se llenó. Aunque había pocos recursos, la congregación decidió construir un nuevo edificio.

Justo en este tiempo, el gobierno vio la necesidad de construir una presa en un río cercano, y muchos trabajadores llegaron a ese área. Algunos de ellos empezaron a asistir a las reuniones de Herman trayendo equipo y material para ayudar con el proyecto de construcción. Más maravilloso todavía, fue el avivamiento que tuvo lugar. Pero, en medio del gozo, Herman oyó la voz del Señor ordenándole abandonar Dakota del Sur. Durante un año estuvo resistiéndose y, a la vez, sintiéndose miserable. Por fin, se levantó y fue.

Abandonando a un ministerio bendecido.

Escuchando a Herman, me acordé de nuestros últimos años en Méjico. ¡Qué tiempo más bendecido! Durante cuatro años, estuvimos dirigiendo un programa diario de radio en la emisora más potente del estado de Oaxaca. Dios lo utilizó de forma asombrosa para atraer a los pecadores a Él. Nos dio una avioneta con la que atravesamos todo el estado, participando en convenciones y seminarios de enseñanza. Un salón grande de nuestra casa fue convertido en un aula para los hijos de los misioneros del área, incluso los nuestros. La esposa de un misionero, una educadora profesional, les enseñaba. No hubiéramos querido una situación mejor.

Pero, por raro que parezca, empezaba a sentir que nuestros años en Méjico estaban a punto de acabar. Una noche, el Señor me habló de mudarnos a Alemania, para poder alcanzar la Europa oriental, atada por el comunismo ateísta. Créeme, no era fácil para nosotros mudarnos. Experimenté algunos conflictos interiores, hasta que, por fin, me levanté y fui.

Abandonando a un campo misionero fructuoso
Herman y yo visitamos Macedonia. Me parecía raro estar allí sin la presencia de nuestro hijo, Dan, y su familia. Dondequiera fue fuéramos y con quien habláramos, un sentimiento siempre fue expresado: “Echamos de menos a Daniel, Shelley y los niños”.

Establecerse en Macedonia fue un proceso difícil para Daniel. Muchos le desanimaban al saber que quería mudarse a ese pequeño país. Era invierno, y durante las primeras semanas tuvieron que estar en una habitación sin calefacción en la casa de una familia no cristiana. El retrete estaba afuera. Los oficiales de la policía le aseguraban que pronto tendría que abandonar el país.

Sin embargo, Dios es Baal-perazim (2 Sam.5:20), “el Señor que quebranta”, y sí, vino un quebrantamiento. Empezó a desarrollarse una relación entre Daniel y el inspector que se encargaba de su residencia en Macedonia. Los visados que le daban eran de un año cada vez. Durante esos años, Daniel trabajó con cristianos macedonios y holandeses, traduciendo el Nuevo Testamento al lenguaje macedonio. Dios le usó para llevar el evangelio, con el gozo y la esperanza que lo acompañan, a un triste hospital de rehabilitación para minusválidos. Muchas otras puertas fueron abiertas y entonces… vinieron instrucciones claras para dejar todo atrás e ir a alcanzar a una tribu de indios americanos cerca de la frontera de Canadá, en el estado de Vermont. Daniel y su familia se levantaron y fueron.

La sobresaliente sabiduría de Dios
De un avivamiento a un camino al desierto… ¿No es Dios un Dios práctico? ¿Dirige Él sin sentido? Solamente puede parecer así debido a nuestro humano punto de vista tan miope. En ese camino Felipe encontró a un eunuco, una poderosa autoridad de la corte de la reina Candace de Etiopía. Le dirigió a la fe en Cristo. Sólo el cielo revelará el valor de la conversión de tal eunuco para el oscuro continente Africano.

La obediencia de Herman Williams le guió con el tiempo a Arizona. En una ocasión un borracho le amenazó con matarles a él y a su familia, poniendo una escopeta contra su cabeza. En otra ocasión le golpearon hasta romperle la mandíbula, pero el resultado por haber dejado Dakota Sur fue el establecimiento de poderosas iglesias entre los navajos. Muchos de su propio pueblo hallaron a Cristo por el ministerio de Herman. Los que antes eran hechiceros y borrachos de renombre ahora son ancianos en esas iglesias.

Pasé tiempos de amargo desaliento en Alemania. Batallé con el lenguaje. Más de una vez cuestioné si en verdad había sido Dios quien nos había guiado o si había sido solamente mi propia imaginación. No se nos abría ninguna puerta en Europa Oriental. Pero un día, escuchando la radio, oímos que el famoso Muro de Berlín había caído. Repentinamente, el mundo comunista fue sacudido y sus puertas de hierro fueron arrancadas de sus bisagras. Ya he entrado y predicado en diferentes partes de lo que era Yugoslavia, Alemania Oriental, Moscú, Ucrania, Eslovaquia y Rumanía.

Herman y yo volvimos de Macedonia regocijándonos. Herman alababa al Señor mientras atravesábamos Italia, por haber recibido de parte de Dios un ministerio tan fructuoso durante toda su visita a Europa. Hace 47 años, al empezar su caminar con el Señor, nunca imaginó viajes tan largos. Tampoco yo, jamás pensé que mi camino al desierto terminaría en tales ricos y fructuosos pastos. Estamos seguros que veremos buenos resultados después de la recién mudanza de Daniel y Shelley a Vermont.


Una relación de confianza
¿Te haces una idea, amigo mío, de lo que estoy hablando? ¿Tienes tú una relación de confianza con un Dios viviente que nos guía de un nivel de gloria a otro? Esta relación tiene sus raíces en el Calvario. Allí, Jesús pago con Su vida la pena por nuestros pecados para restaurar nuestra comunión con Su Padre. Un amor que se entrega a Sí mismo demanda como resultado una confianza total. Podemos depositar toda la confianza en Alguien que quiso morir por nosotros. No le es posible hacernos daño. Su única intención es encargarse de nuestra vida para que, hallando la voluntad de Dios, podamos tener una vida con sentido y propósito.

¿No quieres tú abandonar una vida monótona y rutinaria sin sentido, para cumplir planes eternos? Empieza con la disposición de dejar cada pecado y barrera que están entre tú y Dios. Tienes que aceptar el sacrificio de Cristo por tus pecados como la única esperanza para obtener el perdón y escapar de la ira eterna. ¿Quieres, con total y plena confianza, entronar a Cristo como el único que gobierne y se encargue de tu vida? Entonces hazlo de una vez, y desde tu corazón clama a Él con una sencilla oración de fe e invitación, entregando tu vida en Sus manos. Invítale a entrar y establecer Su trono en tu corazón.            


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