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Comentarios sobre un mensaje de Phil Johnson

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“El Señor es Dios celoso y justiciero, el Señor se indigna y toma venganza, el Señor toma venganza de sus enemigos, la reserva para sus adversarios.”
                                                                                                                        Nahúm 1:2

Margarita y yo oímos un mensaje el domingo pasado por Phil Johnson. Había predicado recientemente sobre el tema “El amor que es derramado como el agua”, usando como texto el libro de Jonás, basándose en la misericordia de Dios para el pueblo de Nínive. El domingo su título fue “La ira que es derramado como un fuego” y su texto fue tomado de varias partes del libro de Nahúm, en lo cual describió la condena y destrucción que estaba para caer sobre la misma ciudad muchos años después. Trato el asunto de una forma bíblica y sensata. Al principio hizo una declaración en cuanto de los que se alegran hablar sobre tales temas. Les denunció como gente que tiene algo muy falso en su carácter. Lo hizo claro que ese mensaje no sería fácil escuchar y ciertamente tampoco sería fácil exponer. Sin embargo, evitar el tema significaría una infidelidad a la revelación de Dios y Su verdad.

Hay muchos en este tiempo que rehúsan enfrentarse con el tema de la ira de Dios. Joel Osteen es uno con fama internacional que dirige una gran multitud en predicar “positivamente”, evitando hablar del pecado, el infierno o el juicio. Sin embargo, hablando más en general de los círculos evangélicos, hay una tendencia en dirección opuesta de hablar de las consecuencias del pecado y un rechazo a Cristo. Marcos Vidal es uno en España que ha decidido que una “expresión de enfado, enojo o castigo para el ser humano de parte de Dios… es contraria al mensaje del evangelio… Presentar ante la humanidad a un Dios airado no tiene nada que ver con la Gran Comisión.” Jesús Adrian Romero es otro que dirige sus conciertos hacia una unidad, no solamente para los cristianos, sino incluyendo además los musulmanes.  

Parece también que hay un número que va en aumento que opone la misma doctrina de la condenación eterna. Rob Bell, un universalista, que cree que nadie será eternamente condenado y fue el pastor de una iglesia evangélica grande, escribió un libro, llamado “Love Wins” (El amor triunfa). Phil Johnson leyó porciones de ese libro, cuando menos dos veces, en el curso de su mensaje, descubriendo la malinterpretación que ese hombre practica contra el carácter de Dios, presentado en la Biblia, y las consecuencias del pecado. Muchos ignoran el hecho que William Paul Young, autor de “The Shack” (La cabaña) que vendió 10 millones de ejemplares en los Estados Unidos, también es un universalista. Piensa, por favor, sobre la influencia que este libro ha tomado sobre las almas humanas que fueron seducidos por sus mentiras sutiles y astutas.

Phil Johnson te hace saber que enfatizar la ira de Dios es tan necesario en esta época como lo fue en los tiempos del Antiguo Testamento. Proclamó que no hay otro libro de la Biblia que habla más de la ira de Dios y del Cordero como el libro de Apocalipsis. También citó a Hebreos 10:26-30 que pronuncia “una horrenda expectación de juicio y ardor de fuego que va a consumir a los adversarios.” Advierte que un castigo más severo espera al que “pisoteó al Hijo de Dios” que para el que viola la ley de Moisés. Concluye esa porción declarando “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Estos pasajes, dice Johnson, están escritos para producir temor y, como la Biblia enseña más que una vez, el temor de Dios es el principio de la sabiduría. Por eso, es imposible atender a las cosas de Dios con sabiduría, si no poseemos primeramente Su temor.

Él dio cinco puntos sobre la necesidad de predicar la ira de Dios. 1) Porque demuestra que el pecado es extremamente maligno. No hay tal cosa como un pecado finito contra un Dios que es infinito. Comer una fruta no puede ser considerado un hecho maligno, hasta que uno toma en cuenta que una santa y suprema Autoridad prohibió que Adán y Eva la comieran. Una eternidad en el infierno no es suficiente castigo para pagar por una ofensa contra un Dios infinito. 2) Su ira demuestra la santa y gloriosa naturaleza  y la perfecta justicia de Dios. Hasta cierto punto Dios sería injusto, sí Su justicia no demandaría una obediencia perfecta. Cada infracción demanda una retribución justo. 3) La ira de Dios muestra que Dios toma Su Ley muy en serio y que es sumamente importante. Él pone la Ley de su gobierno delante de los ojos de los hombres y declara que no debe ser quebrantado. Describe todos los términos de esa Ley y las penalidades que pagarán por desobedecerla. Según Su Ley, el mundo será juzgado delante del Gran Trono Blanco. 4) Su ira es las arras de una tormenta indecible e interminable en el infierno. Allí será derramada la ira sin misericordia  y sin algo que la aplaca o la alivia. Continuará ardiendo por toda la eternidad. 5) Lo más importante de todo y también lo más maravilloso es que la noche oscura de la ira de Dios sirve como un fondo para las brillantes estrellas de Su gracia. Que fuertemente penetra al corazón que ha sentido las llamas de condenación por sus pecados. Solamente uno como John Newton, traficante de esclavos y abusador de miles, pudo escribir los líricos de aquel himno magnífico, “Sublime gracia”. Él dijo, “Soy un gran pecador, pero tengo un gran Salvador.”  La persona que no ha sentado bajo la predicación de la ira de Dios, ha sido hurtada de un aprecio por Su gracia, perdón y amor que sí poseería si hubiera tenido ese privilegio. Por eso, el predicador, exclusivamente positivo, ha privado y dañado a sus oyentes, en lugar de edificarles, como él pretende que esté haciendo. Los que ignoran Su ira, tienen una desventaja inmensa al caminar en el camino cristiano.

Somos creaturas caídas y por eso este tema nos parece repulsivo y temblamos ante ello. Por el otro lado, es bueno y natural para nosotros amar a la justicia y regocijarnos cuando Dios pelea fuertemente contra los malhechores (como Hitler y Ben Laden) La venganza no lo practicamos nosotros, pero la venganza es buena y justa en la mano de Él que sabe perfectamente ejecutarla. En el Apocalipsis, las almas mártires bajo el altar en el cielo pidieron venganza por su sangre. Pablo escribió a los tesalonicenses que la venganza es perfectamente justo (2 Tes.1:6).

Conocemos  personas que no quieren que este tema sea enfatizado entre nosotros y no quieren que sea proclamado desde nuestros círculos hacía un mundo incrédulo. Están viviendo el engaño humanista de hoy en día (favor de leer en este blogspot, “Diez siclos y una camisa”) y el dulce sueño del “amor incondicional”. No hay porque darles importancia, ni aún hacerles caso, y seguramente no debemos dejar que nos callen nuestras bocas o nuestras plumas.  Tienen vergüenza de un Dios de ira y piden disculpas por Él. No quieren que adquiramos la fama de ser gente que enfatiza este atributo necesario y bueno de Dios. Como dijo Francis Chan, “Dejemos de pedir disculpas por lo que es nuestro Dios y empezar a pedirle perdón a Él por haber negado de predicar Su ira.”


1 comentarios:
Unknown dijo...
9 de octubre de 2013, 13:45  

Que grandes verdades!!!
Gracias al Señor por las personas que El tiene en la defensa de Su palabra

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