Entradas Recientes
Lowell Brueckner

Ingrese su dirección de correo electrónico:


Entregado por FeedBurner

Puestos los ojos en Jesús

Etiquetas:

 (Un estudio expositivo del libro de Hebreos)

Capítulo 12  (parte 1)

 1.      Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

2.      puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

3.      Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

4.      Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;

 

Una paciencia que no desmaya

 El capítulo 12 empieza con las palabras, por tanto, dirigiéndonos otra vez al último versículo del capítulo anterior: “Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto...” Tenemos el privilegio de ser parte del gran plan de Dios, rodeados por gente del Antiguo Testamento que fue llevada por la fe. Los testigos son figurativos; no quiere decir que, literalmente, están observando a la iglesia del siglo XXI. Sin embargo, recientemente, vimos su carrera en el capítulo 11. Nos sentimos inspirados por la fe que ellos demostraban, y la fe nos dirige a imitarles; por eso, tenemos la palabra también. El escritor nos anima a, como ellos, despojarnos, no solamente del pecado que tan fácilmente nos envuelve, (cito del LBLA), sino, además, de todo el peso causado por las cosas legítimas. John Wesley incluye entre los pecados, el pecado de nuestro ser físico, el pecado de nuestra preparación escolar, y el pecado de nuestro oficio”. Si con pasión queremos terminar esta carrera, tenemos que quitar todo lo que estorba, mientras perseguimos lo que es más importante, que es nuestra carrera personal de fe hacia el galardón eterno. Tenemos que seguir adelante mientras todo nuestro ser clama por descanso y alivio.

 No correremos a mucha velocidad, sino con una paciencia que no desmaya, porque estamos en un maratón. Estoy aprendiendo que esta es una parte importante de la vida cristiana. Juan escribió acerca de ella en Apocalipsis 1:9. La misma palabra griega lo expresa y tiene el sentido, como ya he escrito, de paciencia que no desmaya: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en… la paciencia de Jesucristo”. Exiliado en la isla de Patmos, él necesitaba esta paciencia, igual que la necesitaron los de Asia Menor para enfrentar la fuerte oposición que había contra ellos. Hay demasiados participantes en la iglesia que se cansan después de una corta carrera… siempre ha habido quien “oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero… al venir la aflicción o la persecución… tropieza” (Mt.13:20-21)   

 En el último capítulo, vimos que Moisés “se sostuvo como viendo al Invisible” (11:27). Moisés se sostuvo durante 80 años; primeramente, 40 años de prueba, guardando el rebaño de su suegro y, después, durante 40 años más, dirigiendo el rebaño del Señor por el desierto. Durante todo ese tiempo se mantuvo con los ojos fijados en el Jesús invisible, quien le había dado la fe que le llevó durante tantos años. Pablo escribió en Romanos 15:4: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”.

 Como Moisés, tenemos que tener los ojos puestos en el autor y consumador de fe (el artículo la no está en el griego). Si un creyente pone sus ojos en el mundo, le abandonará la esperanza. Si mira a la iglesia encontrará mucho que le desanimará y, si se fija en sí mismo, surgirán un montón de evidencias condenatorias. El secreto para sostenerse es tener los ojos en Jesús, sin distraerse mirando a cualquier otro punto. Fijándonos en Jesús tendremos valor para seguir adelante con paciencia, porque en Su persona no hay desaliento.   

Llevados por la fe, 2a parte

Etiquetas:

 (Un estudio expositivo del libro de Hebreos)


Capítulo 11 (segunda parte)  

 21.  Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.

22.  Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.

23.  Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.

24.  Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,

25.  escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,

26.  teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.

27.  Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.

28.  Por la fe celebró la Pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.

 

La fe vio al Invisible

 En el versículo 20, vimos como Dios cambió la situación e Isaac no hizo su voluntad, sino que llevó a cabo el propósito del Señor por la fe. Insisto, Dios da la fe para que Su voluntad sea hecha por medio de seres humanos. Jacob aprendió bien la lección y, cuando tuvo que bendecir a los hijos de José, no lo hizo como José esperaba.