Entradas Recientes
Lowell Brueckner

Ingrese su dirección de correo electrónico:


Entregado por FeedBurner

Poder divino y virtud cristiana

Etiquetas:

 

Warren Wiersbe, pastor de la iglesia Moody

2 Pedro 1, 1a parte 

Versículos 1-11 

 

Una introducción poderosa

      1.      Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 

2.      Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 

 A veces necesitamos poner un versículo de la Escritura bajo un “microscopio inspirado por el Espíritu” para poder ver cada detalle significante; otras veces es mejor observarlo todo, considerando la idea principal del versículo. En el primer versículo de cada epístola, hay un detalle acerca de la presentación que Pedro hace de sí mismo. No estoy seguro de la razón por la que, en su segunda epístola, el apóstol utiliza el nombre dado por sus padres, y no lo hace en la primera. Pero debido a esta diferencia podemos aprender una verdad, aunque sea pequeña: cuando Jesús dio a Pedro un segundo nombre, piedra, no estaba eliminando el primero, Simón. Podemos estar seguros de que al empezar la nueva vida cristiana el Señor no borra toda la biografía natural de nuestro pasado, ni destruye nuestra personalidad, que es única y creada por Él mismo desde nuestra concepción.

 No solamente Pedro añade su primer nombre en su segunda epístola, sino que también añade siervo a su título de apóstol. Vamos a aprender algo acerca de esta palabra, siervo, que literalmente en griego significa esclavo. Los traductores pudieron haber tenido una buena razón al traducirlo como siervo, pero la palabra esclavo define bien nuestra relación con Cristo, a quien hemos recibido como Señor absoluto. Pablo enseña: Habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:20). Es difícil para mí entender cómo aquel que ha sido comprado por otro y ya no se pertenece a sí mismo, no es un esclavo. La mismísima palabra es traducida en 1 Corintios 7:22 como esclavo: “El que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo”. 

 Al llamarse siervo, el apóstol está refiriéndose a una situación del Antiguo Testamento, en la ley de Moisés (Éxodo 21:2-6); y a otra en Deuteronomio 15:12-18, en la cual, un hebreo tenía que venderse como esclavo, bajo presión. Tenía que servir durante seis años y después, por ley, tenía que ser librado en el séptimo. No solamente era puesto en libertad, sino que su amo tenía que darle generosamente, “ovejas, de tu era y de tu lagar”, y otras necesidades, para ayudarle a recomenzar su vida. Había una cláusula en la ley por la que el esclavo, por amor a su amo, podía elegir quedarse bajo su señorío. En esta nueva posición, el esclavo se horadaba la oreja con una lesna, como símbolo de que sería su esclavo, voluntariamente, el resto de su vida. No solamente Pedro, sino Pablo, Santiago y Judas se consideraban este tipo de siervo.   

Pastores, humildad y resistencia

 

Vuestro adversario, el diablo

1 Pedro 5

  

Apacentad la grey de Dios 

1.      Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 

2.      Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 

3.      no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 

4.      Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 

 Las palabras que Pedro escuchó directamente de la boca de Jesús constituyen el trasfondo de su mensaje a los ancianos de las iglesias a las cuales está escribiendo. Jesús enseñó: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.  Mas entre vosotros no será así…  Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos… Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mt.20:25-26; 23:8, 9, 12).

 He escuchado a algunos líderes decir que las personas que han tenido bajo su cuidado son alborotadoras y rebeldes, y por ello requieren de una más firme sujeción y demandan que se les trate con más autoridad que la que Jesús otorgó a Sus discípulos. Si fuera así, entonces sugiero que empiecen de nuevo a edificar algo que sea cristiano. No hay normas en la cristiandad más allá de las que Jesús nos dio, sin excepciones.

 No hay consejo más sabio en la Escritura que el de Pedro en esta carta. Este áspero pescador ha sido quebrantado y amansado. Él escribe a los ancianos de las iglesias y se pone a su nivel, en ninguna manera se pone sobre ellos.