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Lowell Brueckner

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Dos cestas de higos

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Capítulo 24

Higos muy buenos y muy malos

1.      Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová. 

2.      Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se podían comer. 

3.      Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. 

4.      Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 

5.      Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien. 

6.      Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. 

7.      Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón. 

8.      Y como los higos malos, que de malos no se pueden comer, así ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que moran en la tierra de Egipto. 

9.      Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los lugares a donde yo los arroje.

10.  Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres. 

 El apóstol Pablo, que hizo uso de tantos principios valiosos del Antiguo Testamento para formar las doctrinas del Nuevo, dijo: “El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos” (2 Ti.2:6 LBLA). Este dicho es verdad tanto en términos espirituales, por lo que uno recibe de la palabra de Dios, como en las cosas naturales. El profeta, predicador o maestro de la verdad bíblica tiene que escuchar primeramente del Señor para poder dar el mensaje a la gente.

¿La palabra de Dios o sueños?

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  Capítulo 23 (parte II)

 

 Profetas autodesignados, andando en el engaño de sus propios corazones      

 21. No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. 

22. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y yo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras. 

23.   ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? 

24.  ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?

25. Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé.  

26. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?

27. ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?

28  El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová

29. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?

      30. Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras             cada uno de su más cercano.

31. Dice Jehova: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: Él ha dicho.

      32.  He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuenta                    y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les                   mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.

 Jesús llamó a Pedro, a Andrés, a Jacobo y a Juan para que fuesen pescadores de hombres (Mc.1:16-20). Él estuvo toda una noche en oración antes de elegir a doce hombres para que fuesen apóstoles (Lc.6:12-13). Después designó a otros setenta, a quienes mandó salir de dos en dos (Lc.10:1). Pablo, a menudo, nos dice que él fue llamado a ser apóstol. Cada profeta fue llamado por Dios, y reyes y sacerdotes fueron ungidos por Su mandato. En el principio de este libro leímos del llamamiento de Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (1:5). El llamamiento divino es esencial para cada ministerio genuino. 

Un rebaño llevado al error

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Capítulo 23 (parte I)

 

Vendrá un Rey de justicia 

 

      1.      ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño!, dice Jehová.

       2.      Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. 

3.      Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. 

4.      Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová. 

5.      He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. 

6.      En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. 

7.      Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, 

8.      sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra. 

 El Señor siempre ha visto a Israel como una manada de ovejas necesitadas de cuidado, y los que están encargados de su bienestar son llamados pastores. Tenemos la misma terminología en el Nuevo Testamento, donde a los pastores también se les llama ancianos y obispos (literalmente, supervisores) en la iglesia, y Pedro, siendo él mismo un anciano, les ruega que cumplan con su oficio: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P.5:2-3).