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La crisis del Mar Rojo

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De la serie: “El evangelio en Éxodo”

por Mike Brueckner, nuestro hijo menor y pastor de
la Iglesia de Esperanza en Elk River, Minnesota, USA

Mike y su guitarra
La crisis del Mar Rojo

Éxodo 14

Un poco de trasfondo para nuestro estudio de hoy… El pueblo de Israel, por fin, ha sido puesto en libertad. Egipto quedó atrás, el futuro es brillante, y se encaminan hacia la Tierra Prometida, donde Dios quiere que vayan. No hay más ataduras, no hay esclavitud, ¡qué emoción ha de llenar sus corazones!

Sin embargo, Dios hace algo aquí, endureciendo el corazón de Faraón para que persiga a los israelitas de nuevo, dice en Éxodo 14:4. Faraón reúne a sus siervos y dicen entre ellos: “¿Por qué hemos soltado a los israelitas? Vamos a traerles otra vez”. Se hizo una operación militar: Faraón reúne el ejército para una guerra. Seis cientos de los mejores carros y los capitanes que los van a conducir, son llamados al servicio. Él está muy en serio.

Tratar las pérdidas de la vida

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El último artículo que fue colgado aquí, fue un gran mensaje por Daniel Brueckner, pastor de la Iglesia Cristiana de Swanton, Vermont, USA. En el próximo pueblo al sur de Swanton, St. Albans, vive su gemelo, David Brueckner, quien compartió el siguiente mensaje hace varios años en la misma iglesia en Swanton. Cuando primeramente lo publiqué en nuestro trimestre "Llamada a la Entrega" en el verano de 2008, personas recibieron ayuda de ello. Entonces también lo publiqué en este blog en Marzo de 2015, pero lo ofrezco de nuevo, porque creo que será un gran ánimo para muchas. En el artículo, David no presenta teoría, sino algo que saltó de los dolores de la vida verdadera. No debemos ser idealistas; la vida sí contiene pérdidas y tenemos que vivir con ellas. Nos será de aliento ver a Dios tras ellas con Su sabiduría y amor, intimamente involucrado, y haciendo todo para nuestro bien. Lo que sigue será una bendición para cada lector... 

¿Cómo tratas tú las pérdidas de la vida?

por David Brueckner

Entramos en este planeta sin nada en las manos, pero con el paso del tiempo acumulamos posesiones, relaciones y conocimiento. No debemos aferrarnos a estas cosas fuertemente, sino palparlas sin apretar, como si fueran préstamos de Dios, porque cuando dejemos esta tierra, nuestras manos estarán vacías otra vez; la mortaja no lleva bolsillos.

A veces perdemos las posesiones terrenales antes de la muerte, y si nos hemos aferrado a ellas implacablemente nos quejaremos al perderlas, porque sentiremos que nos han robado aquello que creíamos nuestro por derecho. Después de que Job lo hubiera perdido todo, adoró diciendo: “El Señor dio y el Señor quitó.” ¿Cómo trato yo las perdidas de la vida?

Jeremías, el profeta llorón, vivía en un tiempo de crisis en la historia de Israel. No había “alguno que haga justicia, que busque verdad” (Jer. 5:1). Israel llegó a ser peor que las naciones que vivían antes en Canaán. Mantenía falsas esperanzas por adorar en el templo de Dios (7:10), pero el juicio estaba por delante.

La sanidad de un pecador

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Marcos 2:1-12



Un mensaje por Daniel Brueckner, nuestro hijo mayor

y pastor de la Iglesia Cristiana de Swanton, Vermont, USA



Daniel predicando en Swanton
“Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra” (vs:1-2). Jesús volvió a Capernaum y la gente se dio cuenta. Allí, en Capernaum, estaba su casa, tras haberse mudado de Nazaret. Por lo que cuenta Lucas, en el capítulo 5, sabemos que se reunieron los fariseos y maestros de la ley de cada aldea de Galilea, Judea, e incluso Jerusalén, así que era una gran asamblea. No había manera de entrar por la puerta.

La clave de este pasaje es que Jesús les predicó la palabra. Es fácil pasar por alto esta parte para entrar en la historia de la sanidad de un hombre, pero la clave, revelada por todos los Evangelios, es que Jesús predicó la palabra. En otra ocasión, quisieron que Jesús se quedara en el pueblo con ellos, pero Él dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”.

Dondequiera que caminaba Jesús, Él cumplía la Escritura. La Escritura dice que nacería en Belén y se cumplió. Después, huyó a Egipto, y aquel acto cumplió la Escritura. La Escritura dijo que sería llamado nazareno, así que fue criado en Nazaret y, después, se fue a vivir a Capernaum, dando también cumplimiento a la Escritura, ya que Capernaum era un pueblo en tinieblas.

1 Corintios 16

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Un fragmento de papiro de 1 Corintios, fechado, más o menos, de 200 d.C.
 Capítulo 16
La ofrenda para los santos en Jerusalén

1.      En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia.
2.      Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.
3.      Y cuando yo haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén.
4.      Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.

Pablo ya ha terminado la parte doctrinal y las instrucciones a la iglesia en Corinto, contestando a las cosas que ellos habían preguntado anteriormente, y ahora está a punto de concluir esta carta. Ahora, menciona una ofrenda para los santos en Jerusalén, y sería bueno para nosotros ver primero el contexto. La epístola fue escrita en el año 59 d.C. y, en el año 41 d.C., había habido una hambruna en Jerusalén. Herodes, Agripa I, mató a Jacobo, hermano de Juan, en el año 44 d.C. Él era nieto de Herodes I, el Grande, y sobrino de Herodes Antipas, quien decapitó a Juan Bautista. Jacobo era uno de los principales apóstoles en Jerusalén.

Los discípulos de Cristo se quedaron en Jerusalén después de que Jesús ascendiera al cielo, y el Espíritu Santo cayó sobre ellos el día de Pentecostés. Los primeros ocho capítulos del libro de los Hechos relatan la poderosa formación de la iglesia en la ciudad. Era una iglesia totalmente judía y, los últimos versículos de Hechos 2, nos dan una idea del estilo de vida de los apóstoles y creyentes. En gran parte, los discípulos eran galileos y, por eso, no tenían muchas propiedades en Jerusalén. Hechos 2:46 nos dice que partían el pan en los hogares y, al ver que algunos poseían casas, sabemos que la vida no era puramente comunitaria, aunque el versículo 44 nos dice que tenían todas las cosas en común.