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Lowell Brueckner

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Como oír

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Un aula para ocho cursos
 Capítulo 1:19-27

 

Pronto para oír… con mansedumbre

19. Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 

20. porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 

21. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 

 Durante los dos primeros años de escuela asistí a una del estilo de “La Casa de la Pradera”; donde estábamos, desde primero hasta octavo, en un solo aula. Cuando el profesor se sentaba en una mesa con uno de los cursos más altos y los enseñaba, yo escuchaba atentamente y pude almacenar una buena porción de ello. En el estudio bíblico aprendemos que la Biblia ofrece conocimiento del mundo espiritual que se extiende mucho más allá de que lo que uno puede aprender en el transcurso de toda su vida. Por eso, debemos escuchar lo que otros han aprendido antes que nosotros.

 John Wesley resume el resto del libro de Santiago por lo que dice en el primer capítulo, versículo 19:“Todo hombre sea pronto para oír” –va desde Santiago 1:21 hasta el final del siguiente capítulo. “Tardo para hablar” – lo trata en el tercer capítulo. “Tardo para airarse” – lo trata desde el tercer capítulo, y hasta los capítulos cuarto y quinto.

 En el versículo 5 Santiago aconseja al cristiano que ore por sabiduría y, en el versículo 19, añade que esta oración debe ir acompañada con el deseo de escuchar. Mientras conversamos aprendemos lo que otros han aprendido y, por supuesto, también aprendemos por medio de predicadores y maestros, incrementando así nuestro conocimiento de la Palabra. Leer también es una forma de ‘escuchar’, y el cristiano que aprecia la lectura recibirá mucha bendición. Tiene que ser pronto para escuchar y además debe hacerlo con ganas para poder obtener sabiduría. 

Pruebas y tentaciones

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El oro refinado en fuego

Capítulo 1:2-18

 

Pruebas y paciencia 

         2.      Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando     os halléis en diversas pruebas, 

         3.      sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 

         4.      Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. 

 Santiago comienza la instrucción de su carta aludiendo al beneficio obtenido solamente al pasar por las pruebas. Enseña que un cristiano debe estar gozoso por pasarlas, porque así producirá una valiosa paciencia. En Romanos 5:3-4, Pablo escribe lo mismo, pero sin usar el término: “Tened por sumo gozo”, sino algo que expresa una reacción todavía más fuerte: Nos gloriamos”, y después cita una serie de virtudes, fruto de la tribulación, en las que el cristiano debe gloriarse. En primer lugar, de acuerdo con lo que dice Santiago, la tribulación produce paciencia, pero después cita dos beneficios más: prueba y esperanza… “También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”

Pedro utiliza el mismo término que Santiago: diversas pruebas”, diciendo que ellas mismas causan aflicción, y las compara con el proceso de refinar el oro: “Ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego” (1 P.1:6-7). En comparación a la refinación del oro, la prueba de la fe es “mucho más preciosa”, ya que el oro es “perecedero”. La prueba o refinación del oro por fuego sirve para quitar las impurezas, dejándolo en un estado más puro. Por eso, las pruebas no se aplican para ver cuánto pueden resistir los cristianos, sino para llevarlos a un nivel más alto y puro de la fe.

El escritor de Hebreos, de acuerdo con Pedro, afirma que la reacción inmediata de una dificultad aplicada para disciplinar no es gozo, sino tristeza: Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (He.12:11). La disciplina no es, necesariamente, un castigo porque la persona haya hecho mal, sino una obra de Dios en la persona para su beneficio. Tenemos que aprender a “tener por sumo gozo” las pruebas, concentrándonos en los beneficios que obtendremos después, y solamente por ellas podremos obtenerlos.

 Los apóstoles son el ejemplo perfecto del principio de estar gozosos en la tribulación, cuando salieron del concilio de Jerusalén después de haber sido azotados. Está claro que los golpes no les hicieron sentir gozo inmediatamente, sino que salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hch.5:41). Aprendemos de todas estas fuentes: Pablo, Pedro, Hebreos, el caso de los apóstoles en los Hechos, y Santiago, que existen tesoros de incalculable valor producidos por las diversas pruebas. Sabiendo esto podremos hallar gozo al pasarlas. Mark Mathes escribió las siguientes palabras, traducidas del inglés, en una hermosa canción:

“A veces hace falta un monte, a veces un mar turbulento,

A veces un desierto, para llamarme la atención;

Tu amor es mucho más fuerte que la prueba que me aflige,

A veces hace falta un monte, para aprender a confiar solamente en Ti.” 

La epístola de Santiago

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Introducción

El mapa de los judíos dispersos 

 

Pulsa sobre el mapa para ampliarlo

Con esta introducción lanzamos un nuevo estudio en el libro de Santiago. Para aquellos que quieran saber algo sobre los judíos dispersos por todo el mundo… Utilizo este mapa para que veamos hasta donde llegó la dispersión masiva durante siglos y hasta el tiempo en que la epístola de Santiago fue escrita. Bíblicamente, sabemos acerca del cautiverio de los israelitas del norte a Asiria (2 R.18:9-11), que he marcado en el mapa. Después, los judíos de Judá fueron llevados cautivos a Babilonia (2 R.25:1-21). También he marcado Susa, donde los persas tuvieron su palacio en el tiempo de Ester. Debido a la opresión de los romanos, otros se trasladaron a muchos lugares. Incluso en el Nuevo Testamento, leemos de discípulos que huyeron desde Jerusalén a distintas partes (Hch.8:4). He intentado marcar en rojo algunos de los lugares mencionados en Hechos 2:9-10, y también la procedencia de algunas personas mencionadas en el Nuevo Testamento, como Apolos de Alexandria (Hch.18:24) y Simón de Cirene (Mr.15:21).

 

¿Quién era Santiago?

 “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud” (Santiago 1:1) 

 El primer versículo de la carta de Santiago hace de introducción, informándonos del nombre de su autor y de a quienes iba dirigida. El propósito de la carta se irá desarrollando a medida que la leamos mientras el autor se dirige a las necesidades de los cristianos judíos. El deseo y las necesidades de los cristianos durante los siglos es razón suficiente para que la estudiemos, para nuestro provecho, sin importar nuestro trasfondo personal. El Espíritu Santo quiso que el libro de Santiago formara parte del canon de la Escritura para la edificación de la iglesia, durante toda su historia.

 En primer lugar, tenemos que acostumbrarnos a ver cómo los nombres: Jacobo y Santiago, se van intercambiando en la traducción española, aunque Santiago solo se utiliza dos veces en las traducciones españolas. Santiago es el título del libro mismo y aparece presentándonos al autor en la primera palabra del texto. Sin embargo, en el texto griego original, el nombre siempre es Jacobo, es decir, Iakobos, que es un grecismo del nombre patriarca hebreo, Jacob.