Introducción a Daniel
Durante los próximos meses me enfocaré
en el libro de Daniel. De nuevo, este será un estudio expositivo, versículo
tras versículo. Espero que te unas a mí porque, como sabes, hay historias
emocionantes y muy significativas en los primeros seis capítulos.
Después, llegaremos a algunas de las más
asombrosas profecías de toda la Biblia sobre los últimos tiempos. Ya, en el
capítulo 2, hay una profecía muy importante, referente a la historia de los
grandes imperios del mundo. La clave más útil para abrir los misterios de
muchas profecías nos es dada en el capítulo 9. Seguramente, quieras saber de
ello.
Nunca intentaría hacer un estudio sobre
el libro de Apocalipsis, sin estudiar primeramente el libro de Daniel. En la
introducción, menciono que es imposible comprender el libro de Apocalipsis sin
un conocimiento previo de este libro. Posiblemente, en el futuro, podamos meternos
en el Apocalipsis de Juan, pero primeramente vamos a recibir ayuda de este noble
profeta, que nos introduce a muchos asuntos que hallaremos después en el libro
de Apocalipsis, sobre los acontecimientos que nos llevarán al Segundo
Advenimiento de Cristo.
Para empezar, quiero mencionar algunos de
los obstáculos más grandes al considerar el desarrollo espiritual en la vida
individual del cristiano y algunos de los problemas en la iglesia de hoy en
día. Espiritualmente hablando, siento que tiene que haber un cambio inmenso en
la actitud y mentalidad para poder llegar a una perspectiva correcta y
cristiana en estos tiempos tan peligrosos.
El libro del
profeta Daniel
“… ¡quienes
cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego!”
Hebreos. 11:33, 34
Introducción
Este es
el tercer estudio expositivo que hago del Antiguo Testamento; los otros dos
eran de Zacarías e Isaías. Estudiar el Antiguo Testamento es un problema para
algunas personas. Existe sectas que ignoran totalmente la utilidad de todo,
desde Génesis hasta Malaquías, y enseñan que no habla a los cristianos que
viven bajo el Nuevo Pacto. Incluso entre verdaderos cristianos encontrarás a algunos
maestros que desaniman a sus oyentes a pasar tiempo en el Antiguo Testamento.
Este es
un serio error y hay que declararlo y exponerlo. Estoy aprovechando esta
oportunidad, antes de que nos metamos en el contenido de las profecías de
Daniel, para escribir algunos párrafos a favor del ministerio de la apologética
(argumentos ofrecidos en defensa de las doctrinas bíblicas). Tenemos una gran
necesidad de que personas, ungidas por el Espíritu Santo, sabiamente y sin
temor ataquen las modas populares que hacen que el pueblo de Dios se desvíe de
los principios de la Escritura. Desde luego, no es el trabajo de un novato; ya
tenemos suficientes hombres inmaduros a los que les complace la controversia y
al final hacen más daño que bien.
La
falsa enseñanza es dañina para la salud espiritual y tiene que ser desafiada.
Con tales cosas tenemos que seguir la enseñanza de la Biblia y no las maneras
del mundo. Los predicadores no podrán ser fieles a la verdad si lo que les
preocupa es ser políticamente correctos. En nuestros tiempos, muchos cristianos
han confundido el cristianismo con el optimismo y el positivismo, y piensan que
se están portando mal si predican lo que puede ser interpretado como algo
negativo. Esto explica el hecho de que miles de congregantes asistan a iglesias
donde escuchan solamente palabras de ánimo y lo que edifica el ego, sin ninguna alusión a las
consecuencias por desobedecer a la palabra de Dios.
Es
popular pensar que exponer el error es innecesario. Por eso, algunos dicen: “Solamente
hay que hablar la verdad, y las mentiras desaparecerán”. No conozco mejor
manera de dejar desordenadas y confusas las mentes de la gente que ha estado
bajo un engaño. Al escuchar la verdad, intentará justificar su anterior
enseñanza y combinarla con la verdad que acaba de aprender. El orgullo natural
del ser humano es muy hábil; tiende a escapar de cualquier humillación, fruto
de tener que admitir que ha creído una mentira. Por eso, la práctica de hablar
solamente lo que es positivo, no solamente es incorrecto, sino que tampoco está
inspirado por el amor de Dios, ya que dejará el futuro de tales personas
nublado por la incertidumbre y la desilusión.
Sobre
todo, esta no es la manera bíblica. La Biblia descubre el error claramente y
demanda arrepentimiento, porque sin el arrepentimiento, la verdad no puede ser bien
recibida ni creída. Por eso, la manera de hablar de los profetas, los apóstoles,
e incluso Jesús, fue como Él mismo dijo: “Arrepentíos
y creed en el evangelio” (Mc.1:15). Es imposible llenar una vida con la
verdad si queda alguna falsedad en el fondo. Tarde o temprano, la mentira saldrá
a la superficie.
La
Biblia también menciona a los autores del error. Os doy algunos ejemplos de los
escritos de Pablo: “Porque Demas me ha desamparado, amando este
mundo… Alejandro el calderero me ha
causado muchos males… Naufragaron en
cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo
y Alejandro, a quienes entregué a
Satanás para que aprendan a no blasfemar”. Al estudiar la carta a los Gálatas, vimos detalladamente cómo
Pablo reprendió a Pedro públicamente. También tenemos el ejemplo del apóstol
Juan al descubrir personalmente a un miembro de la iglesia: Diótrefes,
al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe… no recibe
a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de
la iglesia”.
Por
supuesto, uno tiene que ser muy cuidadoso al hacer públicas estas reprensiones
personales. Tiene que estar seguro del fuerte apoyo de la palabra de Dios sobre
el error cometido. Mi experiencia personal ha sido que la gente, muchas veces,
no aplica correctamente el error a la persona involucrada, si uno no le nombra.
Por eso, tenemos que exponer, no solamente a los mormones, sino a Joseph Smith;
no sólo a los adventistas, sino a William Miller and Helen White; y no sólo a los
testigos de Jehová, sino también a Charles Russell. Tenemos que hacer lo mismo con
cualquier personaje actual que esté esparciendo el error.
Muchos
cristianos entenderán lo que estoy diciendo, pero si la persona involucrada en
el error es alguien muy conocido por ellos, que les ha influenciado o en quien
han confiado, entonces, se ponen muy nerviosos y meticulosos sobre la cuestión
de juzgar y apuntar con el dedo. Oh amigos, no estaremos involucrados mucho
tiempo en la cristiandad evangélica, antes de que gente querida y respetada por
nosotros caigan en el error. Aunque sea difícil de creer, Dios mismo nos prueba
de esta manera, para saber si amamos a Jesús más que todo y apreciamos lo
valiosa que es Su verdad bíblica para nosotros. “Porque también debe haber divisiones entre vosotros, para que los
aprobados se hagan manifiestos entre vosotros” (1 Co.11:19 BTX).
Estoy
consciente de cuan dolorosa es esta prueba, pero ciertamente encontramos ejemplos
de ella en las Escrituras. Fíjate en lo que David tuvo que sufrir con su principal
consejero: “Aún el hombre de mi paz, en
quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar” (Sal.41:9).
“Porque no me afrentó un enemigo, lo
cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me
hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi
familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en
amistad en la casa de Dios” (Sal.55:12-14).
David
está escribiendo acerca de Ahitofel (2 S.15:12 y 17:23), un prototipo de Judas
Iscariote (Jn.13:18). ¿Mencionaremos a su propio hijo, Absalón, con el que
David con ganas se cambiaría, muriendo en su lugar, si fuera posible? En Juan
13:21, el apóstol habla del incidente que tomó lugar en la última cena: “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y
dijo: ‘De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar’”. Yo también podría dar más de un
ejemplo personal. Uno será el de mi sobrina, que se casó con un falso maestro. Entre
los suyos, es un conferencista conocido, escribe libros y viaja a diferentes
convenciones. Mi sobrina ha aceptado sus errores doctrinales y ella misma está totalmente
enredada en la falsa doctrina (toma nota, muchas chicas y algunos hombres
también, pierden su alma al enamorarse de un emisario de Satanás).
Ahora
diré que el Nuevo Testamento nos habla claramente acerca de que el Antiguo
Testamento es esencial para el cristianismo. Pablo menciona varias historias
del Antiguo Testamento, concluyendo: “Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y
fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de
los siglos” (1 Co.10:11). El apóstol escribe de las Escrituras del
Antiguo Testamento a Timoteo: “Toda
Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para
corregir, para instruir en justicia” (2 Ti.3:16).
Por eso
espero que todos los lectores de estos artículos estén convencidos de la
necesidad de estudiar el Antiguo Testamento. Puedo decir con total rotundidad
que ¡es totalmente necesario conocer el Antiguo Testamento, para poder entender
correctamente el Nuevo! El libro de Daniel da evidencias muy claras sobre este
asunto. Al decirlo, no estoy sugiriendo que un nuevo converso no debería leer en
primer lugar el Nuevo Testamento, pero sí diré que es mejor desarrollar diariamente
el hábito de leer al mismo tiempo los dos.
Por
supuesto, el Antiguo Testamento perderá totalmente su propósito y nunca llegará
a su cumplimiento, sin un conocimiento vital del Nuevo Testamento. Por otro
lado, al leer el Nuevo Testamento, surgirán muchas preguntas que solamente el
Antiguo Testamento puede contestar. Para dar un sencillo ejemplo entre cientos:
Al principio de los Evangelios, Juan Bautista usa el término, básico para la
salvación, hablando de Jesús como el
Cordero de Dios. La persona que no conoce el Antiguo Testamento no tendrá
la menor idea de a qué se está refiriendo.
El
libro de Daniel y el libro de Apocalipsis se complementan el uno al otro.
Respuestas claves al libro de Apocalipsis se encuentran en Daniel. Por ejemplo,
en los capítulos 11 y 12 de Apocalipsis, menciona varias veces un periodo de tres
años y medio, que a veces es indicado como 42 meses o como 1260 días. No existe
una referencia en ninguna otra parte de Apocalipsis, ni en todo el Nuevo
Testamento, que nos dé una clave sobre el significado de aquel periodo. Sin
embargo, Daniel, sí. Con claro entendimiento, demuestra que es la última parte
de un periodo especial de 490 años para su pueblo. Por eso, antes de que
alguien intente hacer un estudio serio sobre el libro de Apocalipsis, es
imperativo que también estudie las profecías de Daniel.
Las
profecías de Daniel son tan precisas y detalladas que los “intérpretes”
liberales de la Biblia tienen mucha dificultad para creer que Daniel vivió
durante el tiempo de los imperios babilónicos y pérsicos. ¿Cómo pudo profetizar
tan precisamente acerca de los poderes de Grecia y Roma, que no existían
todavía en su día? Ellos piensan que no fueron profecías, sino observaciones de
alguien que vivió durante el periodo entre los dos Testamentos (a veces uno
piensa, ¿por qué gente que no quiere creer las Escrituras, se involucra con
ellas? ¿Serán en verdad lobos ateístas vestidos de ovejas cristianas?) Al
llegar a tal conclusión, también tienen que ver a Daniel como un mentiroso,
porque él mismo se presenta como un oficial de ambos, Babilonia y Persia.
Como es
normal, los que dudan no son constantes, porque también Daniel profetizó
claramente sobre la destrucción de Jerusalén en el año 70 a.C., y nadie podrá
pensar que él estaba viviendo en ese tiempo. Además, cuatro décadas antes,
Jesús habló del libro de Daniel (Mt.24:15), comprobando, al menos, que ya estaba
escrito en Su día.
Para el
creyente, el libro de Daniel es una autobiografía, escrito seguramente antes
del año 530 a.C. Como ya hemos dicho, Cristo mismo reconoció su autoría y la
autenticidad del libro. Este hecho debe calmar cualquier duda que un cristiano
genuino pueda tener. Casi seis capítulos del libro están escritos en arameo,
lenguaje internacional y oficial de aquel día, y el resto está escrito en
hebreo.
El
libro empieza hablando de la conquista babilónica de Jerusalén cerca del año
605 a.C. Poco después, Daniel y sus tres compañeros fueron separados de sus
familias en Judá y llevados a Babilonia. José, en el libro de Génesis, es uno
de los pocos individuos al que la Escritura no critica, y Daniel es otro. Estos
jóvenes sobresalientes cayeron bajo casi las mismas circunstancias y al final
recibieron semejante honra.
Los
cuatro cautivos del libro de Daniel eran adolescentes (más o menos 15 años, cuando
empiezan sus historias). Flavio Josefo, el gran historiador judío, cuenta que
Nabucodonosor hizo a estos jóvenes eunucos. Es un poco especulativo, porque la
Biblia no lo dice claramente, aunque sí dice que el hombre que se encargaba de
ellos era el jefe de los eunucos.
También puede significar que era el jefe sobre otros oficiales babilónicos que
eran eunucos como él.
Hay
otras cosas que debemos considerar. Al leer acerca de la crueldad de Nabucodonosor,
uno concluye que, sin duda, fue capaz de hacer eunucos a sus cautivos, lo cual
tiene cierto sentido. Como eunucos, estos jóvenes no se distraerían de sus
deberes en servir al emperador en el futuro por tener familias. También hay una
profecía de Isaías al rey Ezequías que indica que Nabucodonosor, en verdad, haría
que sus cautivos judíos fuesen eunucos: “De
tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos
en el palacio del rey de Babilonia” (Is.39:7). Según la tradición de los
judíos, Daniel era descendiente de Ezequías.
La
razón de por qué prefiero esa probabilidad, es para que consideremos el precio del
llamamiento de Dios sobre Daniel, y apreciemos la fidelidad en cuanto a la
actitud que él mantuvo para con Dios durante toda su vida. Debo añadir que fue
una vida muy extensa, porque Daniel alcanzó una edad muy avanzada. Se extendió
hasta la conquista y reino de los medo-persas.
Espero haber
escrito lo suficiente en esta introducción como para poder empezar el capítulo 1
del libro con un poco de entendimiento de su trasfondo. Empezaremos estudiando
las vidas de Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Estos chicos eran de la tribu
de Judá e hijos de la nobleza judía. Nos maravillaremos de la profunda espiritualidad
de estos jóvenes, sacados de sus hogares y país, para ser instruidos en el
lenguaje y las costumbres de un poder extranjero. Sobre todo, mantuvieron su
amor a Dios y determinaron ser fieles a Él, incluso desde las circunstancias tan
extremas a las que Él, en Su soberanía, les había arrojado.
Añado
un pensamiento más para preparar mejor nuestros corazones para lo que tenemos
por delante. Para que el estudio bíblico tenga un mayor beneficio, tenemos que aplicarlo
a nuestras propias vidas y futuro. ¿Te asustas porque he dicho que el Señor, no
solamente permitió las circunstancias de los cuatro hebreos, sino que las
ordenó? ¿Nos pediría algo semejante a nosotros? Considera a Jesús en Marcos
6:45, ordenando a Sus discípulos a entrar en una situación que Él bien sabía que
amenazaría sus vidas: “Enseguida constriñó (griego… obligó, forzó, compelió) a
sus discípulos, a subir a la barca…” (BTX). Tampoco era una situación tan excepcional si el Evangelio nos
habla que el mismo Autor de nuestra fe, al empezar Su ministerio, “enseguida el Espíritu lo impulsa (griego literalmente… expulsa, arroja) al desierto” (Mc.1:12), para ser tentado por Satanás. Daniel y sus
jóvenes compañeros nos van a dar el ejemplo de cual entrega es la que el Señor
espera de nosotros, especialmente para estos tiempos peligrosos.
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