1 Corintios 6
Capítulo 6
No vivir el potencial espiritual
1.
¿Se atreve alguno de
vosotros, cuando tiene algo contra su prójimo, a ir a juicio ante los
incrédulos y no ante los santos?
2.
¿O no sabéis que los santos
han de juzgar al mundo? Y si el mundo es juzgado por vosotros, ¿no sois
competentes para juzgar los casos más triviales?
3.
¿No sabéis que hemos de
juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más asuntos de esta vida!
4.
Entonces, si tenéis
tribunales que juzgan los casos de esta vida, ¿por qué ponéis por jueces a los
que nada son en la iglesia?
5.
Para vergüenza vuestra lo
digo. ¿Acaso no hay entre vosotros algún hombre sabio que pueda juzgar entre
sus hermanos,
6.
sino que hermano contra
hermano litiga, y esto ante incrédulos?
7.
Así que, en efecto, es ya un
fallo entre vosotros el hecho de que tengáis litigios entre vosotros. ¿Por qué
no sufrís mejor la injusticia? ¿Por qué no ser mejor defraudados?
8.
Por el contrario, vosotros
mismos cometéis injusticias y defraudáis, y esto a los hermanos.
¡Es seguro que nuestro tiempo de vida sobre la tierra es muy corto! “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es
neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Stg.4:14,
RV60). La vida terrenal es como un vapor o un gas, que es la forma de materia
más inestable de todas. No puedes sostenerlo en la mano; es temporal y siempre va
cambiando. Job dijo varias cosas sobre este punto (Job 7:6-7; 9:25-26; 14:1-2)
y el salmista también. Aquí está un ejemplo: “He aquí, tú ha hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada
delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo
un soplo” (Sal.39:5, contempla también Sal.89:47; 90:5-7; y 102:3). Antes
de cumplir dos años, aprendí este versículo, de la primera carta de Pedro: “Toda carne es como la hierba, y toda su
gloria como la flor de la hierba, secase la hierba, caese la flor” (1
P.1:24). Jonathan Edwards escribió:
¿Dónde estarán todos nuestros placeres terrenales,
cuando nos pongan en el sepulcro silencioso?
Resuelto estoy a vivir como desease haber vivido cuando sea
tiempo de morir.
Resuelto estoy a vivir como desease haber vivido, diez
mil años en el futuro.
¡Señor, sella la eternidad sobre mis ojos!
Pablo avergüenza a la iglesia corintia por su falta de visión. ¿Qué nos diría
a nosotros hoy? Nos apunta hacia el milenio: “¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo?” Él revela la
autoridad celestial de los santos: “¿No
sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?”
¡Cuánto peso ponen los corintios en los expertos, abogados y jueces del
mundo, en este caso! Pablo les dirige hacia la sabiduría de Dios, dada a la
iglesia por medio de Su palabra. El salmista lo declara: "Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus
testimonios son mi meditación” (Sal.119:99). Él ya ha dicho: “Nosotros tenemos la mente de Cristo” (2:16).
¿Por qué no vivimos según el potencial que tenemos en Cristo?
Estos versículos honran la sabiduría que el Espíritu Santo da a la iglesia.
El versículo 1, nos hace saber que, esta sabiduría, es superior a la de los
incrédulos. En el versículo 2, dice que es competente y, en el versículo 3,
asegura que nos vale para servir a la iglesia en esta vida. En el versículo 4,
pregunta: ¿Por qué recurren a los que están fuera de la iglesia? Pero en el
versículo 5, expresa la duda de si los corintios, en alguna manera, están
viviendo de acuerdo o al nivel en que pueden llevar a cabo los principios
espirituales: ¿Acaso no hay entre
vosotros algún hombre sabio que pueda juzgar entre sus hermanos?” Por supuesto,
fuera de los dones sobrenaturales, solamente restan las capacidades humanas,
que no son mejores que las que encontramos en el mundo. Ningún cristiano puede
depender de maneras carnales, no importa si son halladas dentro o fuera de la
iglesia.
A la luz de la eternidad, Pablo demuestra que el estado terrenal debe
importarnos muy poco: “¿Por qué no ser
mejor defraudados?” La razón por la que había queja entre dos hermanos es porque
los corintios se enfocaban en la vida terrenal y no percibían su posición en
Cristo. ¡Es una guerra civil! Un pleito familiar, un intento de ganar ventaja
sobre otro miembro del cuerpo de Cristo.
Ya están derrotados por sus motivaciones egoístas. Alguien, entre la muchedumbre
que siguió a Cristo, intentó involucrarle en un asunto de herencias. Jesús no
lo permitió ni un segundo: “¡Hombre!
¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre vosotros?” (Lc.12:14). Su misión
no era llevar a sus discípulos al éxito terrenal. ¿Por qué no mejor entregar
los derechos que tienen que ver con este tiempo corto sobre la tierra? Os
ruego, ¡no tengáis nada que ver con los maestros que se enfocan en la
prosperidad de esta vida! ¡Alejaos de ellos porque destruirán vuestra alma! “Poned la mira en las cosas de arriba, no
en las de la tierra” (Col.3:2). El que enseña la palabra no puede estar
sobre tierra más firme que cuando dirige la visión del pueblo desde la tierra
hacia el cielo.
Una vez más, como en el último capítulo, os
recuerdo que la enseñanza del Nuevo Testamento no elimina el hecho de juzgar. Sí diré que denuncia a la persona que
juzga a otro mientras él mismo está ciego a sus propios fallos y pecados. Sin
embargo, cuando Cristo enseñó sobre este principio en Mateo 7, concluyó diciendo:
“Entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano”
(Mt.7:5). Significa que Jesús sabía que el cristiano tiene que tener una
percepción clara y espiritual para poder ver y quitar los fallos de entre los
hermanos. La enseñanza de Pablo en estos capítulos 5 y 6, está entre las más
claras de la Escritura sobre el tema del juicio espiritual en la iglesia. No
solamente está permitido; sino que es esencial. Solamente el diablo, el autor
de la tolerancia y el amor falso, quisiera prohibirlo.
Poderosa perversión inmoral en Corinto
9.
¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis
engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los homosexuales,
10. ni los ladrones, ni los avaros, ni los
borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.
11. Y estos erais algunos de vosotros; pero
fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el
nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
Pablo sospecha, si es que no está convencido, que hay miembros no
regenerados en la iglesia en Corinto y que algunos han enseñado la falsa
doctrina. De hecho, declara en 15:34, “Algunos
no tienen conocimiento de Dios. Para vergüenza vuestra lo digo”. Advirtió a los ancianos en Éfeso: “De entre vosotros mismos se levantarán
algunos halando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos” (Hch.20:30).
Aunque estén dentro de la iglesia, el principio espiritual del versículo 9,
sigue establecido firmemente: “Los
injustos no heredarán el reino de Dios”.
Es algo incómodo, sin embargo, un hecho indiscutible, que dentro de la
iglesia existen falsos discípulos, que Jesús ilustró como cizaña o hierba mala.
En el campo del Señor, que es el Reino de Dios, el enemigo siembra esta cizaña
a propósito: “Mientras los hombres
dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo” (Mt.13:25). La
diferencia entre la cizaña y el trigo no se hizo evidente hasta que aparecieron
los granos: “Cuando el trigo brotó y
produjo grano, entonces apareció también la cizaña” (Mt.13:26), aunque
siempre fue cizaña, desde el día que fue sembrada.
El apóstol Juan escribió su primera epístola dando pruebas sobre lo que es
verdadero cristianismo porque sabía que, entre los verdaderos creyentes, había
profesores que eran inconversos: “Salieron
de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros” (1 Jn.2:19). Durante
toda la carta presenta pruebas indiscutibles de la vida espiritual verdadera. Ahora,
solamente, nos fijaremos en una de ellas, porque ésta confirma lo que Pablo
está enseñando en el versículo que estamos estudiando: “Si sabéis que Él es justo, sabéis también que todo el que hace
justicia es nacido de Él… él que practica la justicia es justo, así como Él es
justo… todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios” (1 Jn.2:29;
3:7,10).
Pablo nombra algunas de estas prácticas injustas en los versículos 9 y 10.
Debemos examinar cada una de ellas, aunque ahora quisiera concentrarme solamente
en la que es causa de disputa en el día de hoy. Es absolutamente necesario que los
verdaderos cristianos continúen con la certeza de que la Biblia prohíbe toda
actividad homosexual, tanto masculina como femenina. A través de los siglos, la
iglesia siempre ha reconocido, rotundamente y sin lugar a discusión, que es una
perversión. Sin embargo, ahora, en estos tiempos peligros en los cuales
vivimos, tal suciedad es tolerada, incluso entre los líderes, en la iglesia
nominal. Varias denominaciones aceptan tener pastores homosexuales en sus
púlpitos.
La perversión consiste en malinterpretar y abusar de las intenciones de
Dios en la creación de la naturaleza. Vamos hasta el principio del tiempo para
aprender el propósito que Dios tenía cuando creo el matrimonio: “El Señor Dios dijo: No es bueno que el
hombre esté solo; le haré una ayuda idónea… Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gé.2:18,
24). Ésta es la única manera natural en la que los hijos pueden ser concebidos
y por la cual una familia puede formarse. Una nación civilizada que proclama la
libertad de religión como un derecho humano, no debería prohibir jamás a aquel,
cuya religión es bíblica, creer en el matrimonio bíblico, ni tampoco prohibir o
enseñar contra lo que la Biblia declara ser perverso.
Dios destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra (Gé.19:1-11, 24-29), y la
tribu de Benjamín fue totalmente erradicada, no solamente por su práctica
homosexual, sino también por tolerar tal actividad (Jueces 19:22-28; 20:12-14; 21:1-3).
En todo el Antiguo Testamento Dios condena la homosexualidad. Hay dos pasajes de la ley levítica, en los que Dios prohibe la práctica, 18:22: "No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación," y 20:13: "Si alguno se acuesta con varón como los que se acuestan con mujer, los dos han cometido abominación; ciertamente han de morir. Su culpa de sangre sea sobre ellos." En el primer
capítulo de Romanos, Pablo afirmó que la actividad sexual entre dos hombres o
dos mujeres es una maldición sobre la humanidad: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres… sus mujeres cambiaron la función natural por la que
es contra la naturaleza (definiendo lo que es la perversión); y de la misma manera también los hombres,
abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con
otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres…” (Ro.1:18, 26,
27).
También quiero introducir un párrafo en el que Pablo se refiere a estos hechos vergonzosos: “Porque es vergonzoso aun
hablar de las cosas que ellos hacen en secreto”, dijo en Efesios 5:12 y, por eso, no los describió. Para mí también
es sumamente vergonzoso hablar exactamente de los hechos que cometen los
homosexuales. Apocalipsis 22:15, declara que “afuera (de la Nueva Jerusalén)
están los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los idólatras”.
Perros es el término bíblico dado a los homosexuales; en otras palabras,
sus actividades son comportamientos animales y no humanos. Vamos a verlo en
Deuteronomio 23:17-18: “Ninguna de las
hijas de Israel será ramera de culto pagano; tampoco ninguno de los hijos de
Israel será sodomita de culto pagano.
No traerás la paga de una ramera ni el sueldo de un perro a la casa del Señor tu Dios para cualquier ofrenda votiva, porque
los dos son abominación para el Señor tu Dios”.
Como acabamos de ver, otro término que los traductores utilizan para un
homosexual es sodomita (fíjate en 1
R.14:24; 15:12; 22:46). Por supuesto, se refiere al horrible comportamiento de
los hombres de Sodoma, que los llevó a la destrucción. Hoy en día, esta
sociedad perversa ha puesto nombre a la posición anti-homosexual, llamándola homofobia. Sin embargo, tal posición no
tiene nada que ver con la fobia o el
temor; sería mejor usar el término homo-náusea.
No tenía 20 años, probablemente, cuando vi un programa de entrevistas por
la noche, a principios de los años 60. Uno de los entrevistados era un ministro
metodista, que dijo que había ido a un baile homosexual con la intención de entender
mejor a estas personas. El protagonista del programa le pregunto con sarcasmo: “¿Y no te dio asco?” Hoy en día,
probablemente, si preguntara eso le meterían en la cárcel, o al menos, perdería
su empleo. La verdad es que, ¡la homosexualidad debería provocar náuseas a quien sea! En Levítico 18:25, Dios dijo que la misma "tierra ha vomitado a sus moradores" por practicar la perversidad.
Debido a la población multicultural que había en Corinto; muchos esclavos
librados, veteranos militares y gente miserablemente pobre, existía una falta
seria de principios morales. Otra de las peores cosas era el hecho de que
Corinto tenía dos puertos, lo que hacía que buscaran divertir a los marineros,
proveyéndoles todo lo necesario para satisfacer su lascivia, ya que estaban tan
lejos de casa. Corinto necesitaba un evangelio poderoso y esto es exactamente
lo que trajo el apóstol. Las buenas nuevas proclaman que este evangelio puede
transformar el corazón de cualquier hombre o mujer, haciendo que cambie drásticamente
su comportamiento. Por esta razón, tenemos que insistir en que el poder
sobrenatural no puede ser removido del cristianismo del siglo XXI, porque
estamos en medio de unas densas tinieblas espirituales y la inmoralidad nos
rodea por todos lados.
Ellos fueron lavados, santificados y justificados perfectamente, por medio
de la obra cumplida de Cristo y Su cruz, y por la influencia del Espíritu
Santo. El Espíritu de Dios estaba en Corinto aplicando personalmente la obra de
la cruz en la vida de todo aquel que confiara en Cristo.
Ser dominado solamente por el Espíritu Santo
12. Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de
provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por
ninguna.
13. Los alimentos son para el estómago y el estómago para los
alimentos, pero Dios destruirá a los dos. Sin embargo, el cuerpo no es para la
fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.
14. Y Dios, que resucitó al Señor, también nos resucitará a
nosotros mediante su poder.
15. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De
ningún modo!
16. ¿O no sabéis que el que se une a una ramera es un cuerpo
con ella? Porque Él dice: Los dos vendrán a ser una sola carne.
17. Pero el que se une al Señor, es un espíritu con Él.
18. Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un
hombre comete están fuera del cuerpo. Pero el fornicario peca contra su propio
cuerpo.
19. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
20. Pues por precio habéis sido comprados; por tanto,
glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de
Dios.
Ahora, Pablo tratará las cosas físicas del cuerpo humano. Empezando en el
versículo 12, el apóstol cambia, hasta cierto punto, la dirección, al decir que
“todas las cosas me son lícitas”. Es
totalmente seguro que no está refiriéndose a la lista de prácticas de los
versículos 9 y 10, los cuales están totalmente contra la ley de Dios, y son
ilegales para todos. Warren Wiersbe piensa que Pablo puede estar utilizando un
término popular en Corinto, “basado en un
punto de vista falso de la libertad cristiana. Como cristianos, tenemos que
preguntarnos, ‘¿Me esclavizaría esta práctica? ¿Es esta actividad provechosa
para mi vida espiritualmente?’”
Tenemos ciertos deseos lícitos y normales que tienen que ser cuidadosamente
controlados. Pablo dijo que no iba a permitir que estos deseos le dominaran. “Los alimentos son para el estómago y el
estómago para los alimentos”, pudiera
ser otra máxima usada en el Corinto secular. Significaba que, si Dios nos ha
dado el apetito, entonces satisfacer el apetito debe ser legítimo, dando libertad
para festejar sin control. Pablo añadió su propio proverbio: “Dios destruirá a los dos”. Su destrucción puede acontecer por
leyes intrínsecas del cuerpo que, si uno las ignora, destruirá a aquel que no
las respeta. Sin embargo, Pablo está apuntando, especialmente, al estado moral
de nuestro cuerpo presente y a la condición temporal de este planeta y todo lo
que hay sobre él… todo será destruido.
Para algún creyente que no entiende el punto que Pablo acaba de enseñar, lo
dice claramente: “El cuerpo no es para
la fornicación”. Un propósito
cristiano muy superior y santo sigue: El cuerpo fue creado para dar gloria a su
Creador. El cuerpo es la única parte de nosotros que es visible al mundo y es
lo que da testimonio de que Cristo vive en nosotros. Por eso, el Señor cuida
también de nuestro cuerpo (v:13).
Pablo hace una breve referencia a la doctrina del Nuevo Testamento de la
resurrección del cuerpo. Cristo murió y fue resucitado físicamente, como las primicias,
es decir, una garantía para el creyente de que habrá una resurrección. De la
misma manera que el poder de Dios levantó a Cristo, Él levantará todos los
cuerpos de los miembros de Su iglesia. Los cuerpos, puestos en la tierra para
descansar, serán restaurados y dotados con la inmortalidad. El poder al que se está
refiriendo es el poder ilimitado del Todopoderoso; no queda lugar para la duda
(v:14).
Dios tiene todos los “derechos creadores” sobre nuestro cuerpo, alma y
espíritu, y Cristo tiene los “derechos redentores”. Este mandamiento, el más
grande, expresa tales derechos: “Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente,
y con toda tu fuerza” (Mc.12:30).
Cada parte de tu cuerpo, con la fuerza que le hace funcionar, pertenece a
Cristo. Todos los miembros de nuestro cuerpo están unidos a Él. Es una
desgracia lamentable tomar Su posesión y unirla a una prostituta. ¡Pablo dijo
que no debe acontecer ni una sola vez! (v:15) El principio sigue: La unión
sexual une dos cuerpos ante los ojos de Dios. La mejor manera de que se
produzca esta unión es dentro del matrimonio, ya que se han comprometido el uno
al otro para toda la vida. Sin embargo, Pablo nos está enseñando que también se
da esta unión fuera del matrimonio (v:16), aunque ésta es ilegítima además de una
ofensa y un insulto grave contra el Señor.
Otros pecados son externos, pero el pecado sexual es muy personal e
involucra toda la personalidad, por lo cual tiene consecuencias muy profundas.
Salomón nos da más detalles: “No se
desprecia al ladrón si roba para saciarse cuando tiene hambre; mas cuando es
sorprendido, paga siete veces; tiene que dar todos los bienes de su casa. El
que comete adulterio no tiene entendimiento; destruye su alma el que lo hace.
Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta no se borrará” (Pr.6:30-33).
Para declarar una unión todavía más fuerte dice que al entregarnos y
someternos al Señor, nuestro espíritu se une perfectamente con Él. El espíritu
o el corazón del hombre es el factor que controla toda la vida, por tanto, el
espíritu somete todo el ser a Cristo. La unión con Cristo exige más que una
unión física (v:17). Nos hace obedecer al Señor por medio de un corazón
nuevamente creado.
El mandamiento que Él nos da sobre la fornicación es: “Huid de la fornicación”. Es la única defensa. “(La mujer de Potifar) lo asió de la ropa (de José), diciendo: ¡Acuéstate conmigo! Mas él le
dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera” (Gé.39:12). José no podía
escapar de los deseos de su cuerpo, por eso tenía que huir de la fuente de la
tentación. Salomón observó a un joven que hizo lo contrario: “Distinguí entre los muchachos a un joven
falto de juicio, pasando por la calle cerca
de su esquina; iba camino de su casa”
(Pr.7:8). No huyó, sino que buscaba problemas, y sí, el pecado le encontró
fácilmente y él cayó en sus garras (v:18).
Pablo dijo que era un gran misterio el hecho de que Dios viniera a vivir
como un hombre en un cuerpo humano (1 T.3:16). Sin embargo, Dios se preparó un
cuerpo perfecto que no tenía pecado. Te presento otro misterio: “El Espíritu de verdad… mora con vosotros y
estará en vosotros” (Jn.14:17). El Espíritu Santo ha sido enviado por el
Padre y el Hijo para morar en cuerpos humanos que han sido contaminados con el
pecado. Son cuerpos imperfectos, capaces de caer (v:19), sin embargo, Cristo
habló la verdad cuando afirmó este hecho. Es el privilegio más magnífico,
conocido entre los hombres que Dios, que el Espíritu Santo pueda entrar en el
hombre y hacer Su morada en él. Tenemos que entender que ha venido a tomar el
control de una posesión redimida. El Señor Jesucristo nos compró por precio de
sangre pagado en una cruenta cruz, y le pertenecemos totalmente a Él (v:20).
Pablo compartió todas estas verdades con la iglesia. Él no quería que los
corintios fueran ignorantes acerca de ellas, como tampoco quiere el Espíritu
Santo, quien le inspiró, que nosotros seamos ignorantes. Hay poder en el
conocimiento de la verdad espiritual al estudiarla bajo la dirección del
Espíritu Santo que mora en nosotros, de Aquel a quien hemos recibido y en quien
confiamos. De esta manera, estas verdades pueden ser una parte íntegra de
nuestras vidas.
Por favor, observa conmigo las veces que, en este capítulo, Pablo pregunta:
¿No sabéis? “¿No sabéis que los santos
han de juzgar al mundo?” (v:2) ¿O
ignoráis el Milenio? “¿No sabéis que
hemos de juzgar a los ángeles?” (v:3) Los ángeles caídos, nuestros
acusadores, que nos causan tantos problemas, un día estarán delante de los
santos para ser juzgados. “¿No sabéis que los
injustos no heredarán el reino de Dios?” (v:9) ¿No sabéis que el creyente no solamente es perdonado, sino que le es
otorgado poder para vivir una vida justa? “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” (v:15) Cada parte de su ser físico
pertenece a Cristo para Su gloria. “¿No
sabéis que el que se une a una ramera es un cuerpo con ella?” (v:16) La inmoralidad es más que un placer físico;
es una unión, o como a veces decimos, una relación. “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?” (v:19) Haz de él un santuario donde todo lo que hay
sea para Su placer.
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