Más grande que nuestros temores
(Un estudio expositivo de Hebreos)
Capítulo 6
1. Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios,
2. de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.
3. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.
Seis principios fundamentales
Siempre, al leer estos tres versículos, pienso en un aula llena de alumnos con ganas de aprender y cuyo profesor quiere que su clase avance. Sin embargo, hay algunos que normalmente se sientan atrás, a quienes no les importa nada la materia. Ellos mismos no han aprendido las cosas básicas y, por eso, son un estorbo y dificultan el progreso del resto. En el Reino de Dios, este es un asunto serio, según la afirmación que asegura este lema central: “Si no adelantas, seguramente retrocedas”.
Hay un par de cosas que tenemos que saber, relacionadas con el asunto de progresar en el andar cristiano. Progresar no quiere decir dejar el evangelio atrás para seguir cosas ‘más profundas’, sino, meterse más profundamente en el mismo evangelio. No significa que abandonará el fundamento, sino, sencillamente, que dejará de ponerlo para poder edificar encima. En mi versión de la Biblia en inglés dice, dejando la discusión sobre los rudimentos, indicando que ahora estará tratando asuntos para los más maduros. Si quitamos la división entre los capítulos, veremos que el escritor viene de estar hablando del tema de la leche y el alimento sólido. La perfección, en este caso, significa la madurez, que es, precisamente, el asunto que tenemos por delante.
El comentarista Warren Wiersbe escribió: “Cuando estaba en el jardín de infancia, el profesor nos enseñó el abecedario, para poder leer después palabras, frases, libros – y al final toda la literatura. Pero los estudiantes no siguen aprendiendo las cosas básicas. Uno utiliza lo básico para progresar hacia cosas mejores.
Está claro que Dios sólo permitirá que avancemos si el fundamento está sólidamente puesto. ¿Cómo puede uno edificar sobre un fundamento falso? Es la voluntad de Dios que la obra siga hasta completarse, no siendo estorbada por los negligentes que rehúsan poner un buen fundamento. Tenemos que prestar atención a los que siguen adelante con ganas, no a los que obstinadamente se quedan atrás, alterando el bienestar eterno de otros. Como en la preparación mundana, los que quieren aprender, necesitan recibir todo lo necesario para, en un futuro, poder servir a la sociedad con efectividad. Pero, si los rezagados entorpecen la preparación de otros, la sociedad sufrirá. Algunos tienen que ser reprobados, porque si no, el nivel de calidad requerido caerá, primeramente, en los estudios, y después en la práctica entre la sociedad. ¿Cuánto más importante es el Reino de Dios?
También tenemos que guardarnos de la trampa de la preparación perpetua. Existen los que siempre están preparándose, pero nunca llegan a poner en práctica todo lo que han aprendido. Pablo enseña a Timoteo sobre los que “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad (2 Ti.3:7). Estos son los mismos que “tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Ti.3:5). Evita a los que no necesitan el poder porque viven continuamente en el confort y la seguridad del aula, y no en el mundo de la realidad práctica de la vida cristiana. Debemos entender que la leche, en esta lección, no sale de un biberón, sino de una madre. Un bebé vive de la leche que produce su madre; el cristiano tiene que aprender a alimentarse solo.
Veinte siglos después de la iglesia del Nuevo Testamento, tenemos que examinarnos para ver si tenemos los mismos fundamentos y principios básicos en nuestras vidas. Por eso, empezaré con algunas referencias del Nuevo Testamento. También son doctrinas judaicas que, más bien, se aplican al cristianismo, pero que el judío las reconoce bien, porque “la salvación viene de los judíos” (Jn.4:22). Jesús se lo afirmó a la samaritana, y el cristianismo está injertado en su raíz.
1. El arrepentimiento de obras muertas, ocurre una sola vez en la vida del creyente y es un paso mayor, especialmente para el judío, que está sumergido en sus esfuerzos, intentando cumplir las demandas de la ley…, Hebreos 9:14 declara así: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” Para ellos, las obras fueron el medio para intentar hacer justa a la persona, esforzándose en servir y agradar a Dios, pero sin llevar a cabo absolutamente nada. No tenían vida espiritual y sus esfuerzos eran absurdos, como si se intentara avivar a un cadáver. Por un lado, el judío quería guardar la ley y, por el otro, el gentil, las normas de su religión, pero, para que ellos puedan servir a un Dios vivo, tienen que abandonar las obras muertas de una vez y para siempre. Ro.3:28; 4:6; 11:6; Gá.2:16; Ef.2:8-9; 2 Ti.1:9; Tit.3:5.
2. La fe en Dios, acompaña al arrepentimiento en la vida de un converso, que abandona sus propias obras para confiar solamente en Dios. Como nunca antes, en toda su existencia, verá la santidad de Dios, concluyendo que, para poder estar limpio delante de Él, no encontrará ayuda en ninguna otra fuente. Por eso, aún tiene que recibir la fe salvadora de parte de Dios. La fe viene a aquel que tiene oídos interiores para poder oír y entender lo que Su Palabra quiere decir sobre el asunto de la salvación. Por medio de la sangre de Cristo, Dios ha provisto todo para su salvación y, en Él, deposita su fe. Los versículos a los que nos referimos en el primer principio, se aplican también a este, además de: Hebreos 3:12; 11:1, 6.
3. La doctrina de bautismos, tiene que ver con dos bautismos. John Wesley, Jamieson-Fausset-Brown, Albert Barnes, Adam Clarke y Matthew Henry, están de acuerdo sobre estos dos bautismos, aunque cada uno los ve de forma un poco diferente. Primeramente, existe el testimonio público del bautismo en agua, que sigue al arrepentimiento y a la fe. La inmersión en agua simboliza la sepultura de la vida pasada del pecado y la auto-justicia, y la resurrección a una nueva vida en Cristo. El otro bautismo es el del Espíritu Santo. El Espíritu Santo desciende sobre el creyente y le da poder para una vida y un servicio sobrenaturales. a) Hch.2:38; 8:36-38; 16:31-34; b) Hch.1:5, 8; 8:17; 10:44-46; 19:6.
4. La doctrina de la imposición de manos, se relaciona, especialmente, con el Bautismo en el Espíritu Santo y los dones. Pablo escribió a Timoteo: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1Ti.4:14). Comúnmente hoy, cristianos veteranos imponen las manos sobre personas para consagrarlas al ministerio, como lo hacían sobre los ancianos y diáconos en el Nuevo Testamento. Frecuentemente, también lo hacemos, creo yo, correctamente, en las bodas, dedicando a los novios al servicio del Señor. Quizás debamos hacerlo más por aquellos creyentes que tienen un propósito específico en el Reino de Dios. Hch.6:5-6; 13:3; 2 Ti.1:6.
5. Los dos últimos principios básicos tienen que ver con eventos futuros. Obviamente, los cristianos todavía están esperando la resurrección de los muertos. Se hace claro entonces que, al decir, “dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo”, el escritor está refiriéndose a lo que va a cubrir con su enseñanza desde este punto en adelante. Va a avanzar con enseñanzas para los maduros, porque el lector ya debe saber la doctrina de la resurrección y del juicio eterno. Pablo dedicó el capítulo 15 de 1 Corintios a esta doctrina, enseñando a los cristianos que su cuerpo se levantará de los muertos, transformado a un estado eterno y adaptado a la esfera celestial. El cuerpo resucitado de Cristo fue un ejemplo de como será, ya que Él fue las primicias de los muertos, es decir, que le seguirá mucho ‘fruto’. Significa que las personas se levantarán de la muerte con semejantes características físicas que Él (1 Co.15:20, 23).
Pablo enseñó a los tesalonicenses que ellos se reunirían con sus compañeros cristianos que habían muerto: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza… traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él… nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron… los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes.4:13-18). Claramente, las relaciones iniciadas en el mundo seguirán en el cielo. Jn.5:28-29; 11:24.
6. La doctrina básica del juicio eterno, el cual entendemos como un juicio que determinará el estado eterno del hombre y está muy relacionado con la doctrina de la resurrección. Existe una resurrección de los justos y otra de los injustos. Primeramente, los creyentes serán juzgados y recibirán sus galardones en el Tribunal de Cristo (Ro.14:10 y 2 Co.5:10). Otra vez, está claro que el cristiano no deja esta esperanza en el pasado, sino que le sirve con esta motivación mientras vive en la tierra. Mil años después, los pecadores serán resucitados y juzgados ante el Gran Trono Blanco (Ap.20:5; 11-15). Lc.14:14; Jn.5:28-29; Hch.17:31; 24:15.
4. Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,
5. y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero,
6. y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
7. Porque la tierra que bebe la lluvia que mucha veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;
8. pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.
El abogado acusador de los hermanos
Debes saber y tener presente que Satanás es un experto en la Escritura! Él la utiliza como un abogado acusador, que tiene que conocer bien las leyes para poder acusar a los ofensores. Así, el enemigo, utiliza las Escrituras para culpar a los cristianos. Si este no es su propósito mayor, al menos sí es uno de ellos. Por eso se le llama en Apocalipsis 12:10 el acusador de los hermanos: “Ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. Tú y yo debemos reconocer que, humanamente, no somos capaces de enfrentar a este engañador, cuyo intelecto y poderes sobrenaturales, es superior a los humanos. Nos hace falta socorro. Para poder resistirle… ¡el Señor nos ha dado un abogador defensor proveniente de la misma deidad! Es la tercera persona de la trinidad, el Espíritu Santo. Jesús dijo: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador (griego: parakletos, un abogado defensor, literalmente, uno llamado para estar al lado), para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad” (Jn.14:16). Cumple la misma promesa en Juan 15:26-27; 16:7; 13-15. El Espíritu de verdad anulará las astutas mentiras del enemigo aplicando la verdad perfecta a los cristianos.
Te animo a estudiar Isaías 7 y 8, para que veas cómo las amenazas de los enemigos de Israel hicieron que el corazón del pueblo “se estremeciera…como se estremecen los árboles del monte a causa del viento” (Is.7:2); entonces verás cómo el Señor mismo les refutó: “No subsistirá, ni será” (Is.7:7). La porción que veremos ahora es una de las herramientas preferidas del diablo. La ha manipulado contra un sin número de verdaderos discípulos de Cristo, produciendo un impacto tremendo sobre sus mentes… ¡hasta helar la sangre! Algunos de los que estáis leyendo este artículo habéis sido víctimas de ello. Puedes llegar a pensar que estás tan sumergido en la hipocresía que, incluso, tus intentos de buscar a Dios son insinceros y falsos. Estoy orando y es mi intención, con la ayuda de Dios y el apoyo de algunos de sus siervos, sacar estas dudas de tu mente.
En una ocasión, en Eslovaquia, quise animar a los padres de una señorita, terriblemente poseída por poderes demoniacos. Les relaté historias verdaderas de casos muy difíciles, gente atada por el enemigo que, con el tiempo, experimentaron una liberación. Al final, la chica habló: Estos casos no son como el mío; mis problemas son mucho más complicados.” Pensé: “He escuchado esta voz antes dentro mi cabeza”. Fue la voz engañosa de fuerzas espirituales presentando una de las mentiras más difíciles de debatir. La esencia es… tú caso es único… pero, ¿no crees tú que Cristo ya conocía esta táctica del enemigo? Por eso dijo: “Todo aquel que pide, recibe…” (Mt.7:8) y “al que a mí viene, no le echo fuera” (Jn.6:37). Juan invita, en el último capítulo de la Biblia – Apocalipsis 22:17: “él que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. No hay excepciones ni casos demasiados difíciles para el Señor.
Un fiel hombre de Dios, A. W. Tozer, una generación atrás, declaró el siguiente hecho de forma muy sencilla: “Si tú piensas que has cometido el pecado imperdonable… ¡seguramente no lo has hecho! Esta palabra, amigo, está basada sobre verdades bíblicas, y es la verdad, simplemente, por esta razón: Un apóstata tiene “cauterizada la conciencia” (1 Ti.4:2). Su consciencia no le molesta porque su corazón está, incurablemente, endurecido. No le importa su condición espiritual y su voluntad se vuelve irrevocablemente contra Dios y Su Cristo. No tiene la menor intención de arrepentirse.
Sin embargo, tu reacción, comprueba exactamente lo contrario; tu consciencia es tierna y, por eso, eres lo suficientemente susceptible como para pensar que estos versículos se aplican a tu estado espiritual… pero, ¡no es cierto! El enemigo conoce bien el corazón sensible de los cristianos y, por eso, los ataca. Estos versículos ni siquiera se aplican a un cristiano con pecados que le asedian constantemente (Heb.12:1), ni a uno que tiene el corazón frío y no es totalmente sincero. No, esta porción describe a un enemigo que jura contra Cristo, como los fariseos y saduceos que buscaban crucificarle. Aun en su caso, Cristo les advirtió de su peligro, diciendo que todavía había esperanza para ellos si creían en Él.
Permíteme mencionar el caso de un rey de Israel, especialmente malo e idólatra… de hecho, el peor en toda su historia. Aquí tenemos la descripción bíblica del rey Acab: “Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes que él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró… para provocar la ira de Jehová Dios de Israel” (1 R.16:30-33). Y aún más, en 1 Reyes 21:25-26: “A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová… y fue en gran manera abominable, caminando en pos de los ídolos…”
Dios envió a Elías para pronunciar un juicio fuerte sobre él. Sin embargo, al oír las palabras de Elías, él ayunó, puso cilicio sobre su carne, y anduvo humillado. El Señor tuvo misericordia y dijo a Elías (v.29): “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuando se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días”. El rey más malo de Judá fue Manasés, hijo del buen rey Ezequías. Después de su muerte, continúa el relato bíblico acerca del daño que causó en Judá. Pero él mismo, al humillarse, fue perdonado y restaurado a su trono por el resto de sus días (fíjate en 2 Cr.33:1-13).
Cada verdadero siervo de Dios, que le conoce a Él y Su naturaleza, te dirá la misma cosa que te voy a decir ahora. Es contrario al carácter de Dios rechazar a cualquier persona que venga a Él, rogándole misericordia, aunque su búsqueda no sea perfectamente sincera. Estos hombres han tenido diferentes puntos de vista sobre estos versículos, pero ninguno de ellos creía que alguien, buscando Su misericordia, sería rechazado.
Te presento comentarios de Warren Wiersbe (1929-2019), pastor de la famosa Moody Memorial Church, fundada por el mismo evangelista D. L. Moody: “Estos versículos han causado preocupación a personas, mayormente porque los han entendido mal y los han aplicado mal. He recibido llamadas por teléfono de gente muy perturbada, quienes han leído equivocadamente este pasaje y quedaron convencidos (o fueron convencidos por Satanás) de que estaban perdidos, sin esperanza, por haber cometido algún pecado imperdonable”. Sigue notando, en el versículo 4, que “el escritor cambió el pronombre ‘nosotros’ (v:1 vamos; v:3 haremos) a ‘los’ (v:4). El cambio sugiere que pensaba en un caso hipotético.” Esa verdad deja muy claro que no incluía a sus lectores en el asunto que escribía, tanto si eran creyentes o todavía inconversos. Tengo que citar el versículo 9 para dar por sentado que así es: “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así”.
Albert Barnes (1796-1870), calvinista presbiteriano, comenta: “Si diríamos, ‘si un hombre se cayera desde un precipicio sería imposible salvarle’, o ‘si un niño cayera en ese río seguramente se ahogaría’… serían ejemplos de la forma en la que el apóstol escribe aquí. No está diciendo que jamás haya caído un verdadero cristiano y se haya perdido. Está declarando lo que resultaría, suponiendo que tal cosa ocurriera, sabiendo al mismo tiempo que es moralmente imposible que tal cosa ocurra. Fácilmente supondríamos lo que pasaría si el océano se desabordara para cubrir un continente, o si el sol cesara de levantarse, pero seguiríamos enteramente seguros de que tales eventos jamás ocurrirán.”
Entonces, citaré a Adam Clarke (1762-1832) un metodista, no calvinista: 1) No considero que estos versículos tienen
que ver, de ninguna manera, con una persona que profesa ser cristiana. 2) Tampoco
pertenecen ni se aplican a los que vuelven atrás. 3) Pertenecen a apóstatas que
rechazan todo el sistema del cristianismo y su Autor, el Señor Jesús. 4) Y,
SOLAMENTE, si ellos se juntaran con los judíos blasfemos, que llaman a Cristo
impostor, y justificaran a sus asesinos por haberle crucificado como un
malhechor; sólo así harían que fuera imposible salvarse, por obstinada y
malignamente rechazar al Señor que les ha comprado. Aquí no se refiere a
ninguno que cree en el Señor Jesús como el gran sacrificio por el pecado, y
reconoce el cristianismo como una revelación divina, aunque quizás,
desafortunadamente, haya caído.
Matthew Henry (1662-1714) vivió en el tiempo de los inconformistas, perseguidos por la iglesia del estado inglés. Él tiene un punto de vista que yo siempre he favorecido: “Pueden ser iluminados, puede gustar del don celestial y, sin embargo, ser como personas en el mercado, que saborean aquello cuyo precio no están dispuestos a pagar para poseerlo. Pueden ser partícipes del Espíritu Santo, pueden echar fuera demonios en el nombre de Cristo, y hacer muchas obras poderosas; pueden saborear la buena palabra de Cristo, y haber saboreado los poderes del mundo venidero. Pero aquí no declara que ellos fueran verdaderamente convertidos. Entonces, no hay aquí ninguna prueba de la apostasía de verdaderos santos. Los santos pueden fallar frecuente y suciamente, pero no apartarse totalmente de Dios… Los apóstatas declaran que están de acuerdo con lo que los judíos hicieron al crucificar a Jesús, y ellos harían lo mismo con gusto otra vez, si fuera posible. Ellos derraman su desprecio más grande sobre el Hijo de Dios.” Matthew Henry está diciendo que aquellos a quienes describen estos versículos son como aquellos de quienes escribió el apóstol Juan: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Jn.2:19). Los llama anticristos (1 Jn.2:18).
9. Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.
10. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
11. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza,
12. a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
Palabras de benignidad para los amados hijos de Dios
Observa el cuidado del Espíritu Santo, obrando con el escritor en amor divino y benignidad, evitando la posibilidad de asustar a los cristianos, no queriendo sembrar dudas en su mente y corazón. Podemos estar seguros de una cosa: Si la porción anterior nos ha sobrecogido, no ha sido el Espíritu de Dios quien ha sembrado esas temibles dudas. Muy al contrario, el escritor inspirado busca consolares y asegurarles. Estos son los sentimientos del trino Dios, manifestados por Jesucristo: “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo, perfectamente y eternamente” (Jn.13:1, varias versiones). Pablo expresa lo mismo desde el comienzo de su primera carta a los tesalonicenses: “Conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección” (1 Tes.1:4).
Después de haber estudiado el sacerdocio de Cristo, he estado diciendo a la iglesia: “Vuestra seguridad delante de Dios no depende de vosotros, sino de vuestro Sacerdote. Si Cristo es vuestro Sacerdote, quien intercede por vosotros delante del Padre, podéis estar seguros de que no fallará. En el siguiente capítulo, estudiaremos el versículo 25: “Puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Jesús dijo a Pedro: “Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lc.22:31-32). ¿Alguna vez ha dejado de llegar a oídos del Padre, o ha sido desatendida la oración de Jesús? Por supuesto que no. Entonces, ¿crees que a Pedro le faltó la fe? Si contestas afirmativamente, entonces no entiendes lo que es la fe bíblica. El sacerdocio intercesor de Cristo no falla.
Otro principio a considerar es la disciplina perfecta del Padre. También estudiaremos
este tema en el capítulo 12. Por lo pronto, simplemente, haré referencia al
versículo 10: “(Nuestros padres
terrenales) ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les
parecía, pero éste (el Padre de los espíritus) para lo que nos es provechoso,
para que participemos de su santidad”.
¿Puede nuestro Padre celestial ser menos que perfecto con Su disciplina?
¿Puede llevar a cabo Sus propósitos? Desafortunadamente, demasiados pocos
cristianos entienden el amor que hay en la disciplina. Deben estudiarla en el
libro de Proverbios.
¿Entendemos qué son las obras cristianas? Otra vez, temo que muchos creyentes las mal interpretan porque, al oírles enseñar, suena más como si estuvieran hablando de las obras muertas del versículo 1. Las obras cristianas son los frutos visibles de una fe invisible; es el resultado natural de una nueva naturaleza. Dios observa mientras este principio funciona en la vida de Sus hijos. Ellos hacen lo que hacen porque son lo que son. Quiero que prestes atención a cómo el escritor menciona que los hebreos cristianos han obedecido el primer mandamiento, “amarás al Señor tu Dios”, al cumplir el segundo, “amarás a tu prójimo: 1) El trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, 2) habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún (v:10). Primeramente, muestran amor hacia Dios y después hacia su prójimo.
El Espíritu Santo quiere que los cristianos sean constantes, no solamente que comiencen bien, sino que manifiesten una perseverancia hasta el fin. Lo que tienen por delante es una plena certeza de la esperanza (v:11). No son los que están preocupados por la posibilidad de perder su salvación los que viven y obran mejor como cristianos, sino los que tienen plena certeza (otra doctrina muchas veces mal entendida). La esperanza es una caja fuerte y segura; las promesas son los lingotes de oro que están dentro de la caja. Intenté demostrar antes que no hay excepción, sino que cada uno es amado y guardado, y aquí tenemos otra prueba de esta verdad… deseamos que cada uno de vosotros… El versículo 9 también es la verdad para cada uno de ellos.
A mi padre le encantaba decir que la esperanza bíblica no es como la esperanza de la sociedad. No es como cuando uno dice: “Yo espero que sí, pero…”; al utilizarlo de esta manera la palabra genera duda. La esperanza bíblica es inalterable y firme; es la fe en el tiempo futuro.
Nada hace más perezoso al cristiano (v:12), que la incertidumbre y el miedo. Fíjate en los tres discípulos en Getsemaní: “Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza” (Lc.22:45). Cada vez que la Versión Amplificada en inglés menciona la palabra fe, muestra su significado completo: Por ejemplo, en este versículo: “Aquellos que por la fe (es decir, por depender de Dios en Cristo Jesús, entregando toda su personalidad, confiando absolutamente en Su poder, sabiduría y bondad), practican la perseverancia pacientemente, y están heredando (ahora) las promesas.
13. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo,
14. diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente.
15. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.
16. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación.
17. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;
18. para que, por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.
19. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,
20. donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Dios confirma con un juramento
En esta parte, veremos como el creyente, al andar bajo el juramento de Dios, crecerá desde los principios fundamentales de la vida en Cristo a la madurez. Demostrará como, los que no han sido destetados de la leche de su madre, progresarán para ser aquellos que tienen la esperanza como un ancla dentro el velo. Se transportará desde la sombra del sacerdocio de Aarón hasta el orden eterno de Melquisedec.
No sé como es en el resto del mundo, pero en los Estados Unidos, cuando un testigo está en el juicio, pone su mano sobre la Biblia y jura que testificará la verdad, toda la verdad, y sólo la verdad. La razón por la que se tiene que practicar esta costumbre en los juicios, y, francamente, creo que es necesario hacerlo, es porque todos los hombres son mentirosos. Al estar bajo juramento, el testigo es responsable de decir la verdad frente a la pena de perjurio. En su testimonio, se levanta por encima de su propia capacidad para decir la verdad, al jurar en el nombre de otro, quien es más grande que él. Así termina diciendo… con la ayuda de Dios (v:16). En esta sección y, siguiendo por todo el capítulo 7, se encuentra una de mis porciones preferidas de la Escritura. La cita es de Génesis 22:16-17, y es digna del más alto nivel de concentración y meditación.
Veremos aquí la voluntad de Dios para todos los hijos de Abraham en la fe. Dios está dispuesto a ir más allá de lo necesario, dándonos lo que en el mundo de los seguros se llama doble indemnización o doble compensación. ¡Nos da doblemente una cobertura perfecta y total! Tenemos que saber, primeramente, que para Dios es imposible que Su palabra falle y tampoco es posible que Él mienta. Sin embargo, el Señor sabe acerca de nuestra debilidad humana y cómo el diablo difama horriblemente el carácter de Dios. Por eso, Él condesciende para ayudarnos en medio de nuestras pruebas con un fortísimo consuelo (v:18). Él jura sobre Su infalible palabra. Dios no quiere que nos mantengamos “por los pelos”, así que nos da un apoyo poderoso y una total confirmación. Él quiere que los que son suficientemente sabios como para acudir a Él, tengan el mejor seguro y garantía. ¡Que todo el mundo tiemble de temor, pero que el pueblo de Dios esté confiado, como testimonio a Su fidelidad! (v:17).
La promesa y el juramento no fueron solamente para Abraham. Tan seguro como Abraham obtuvo lo que Dios prometió, lo obtendrán los herederos de la promesa. Una palabra y un juramento de Dios ofrecen seguridad incondicional (v:11; 7:19). La última cláusula del versículo 18 se basa en el Antiguo Testamento: Números 35:9-28 y Josué 20:1-9. La cláusula hebrea se expresa mejor en la Biblia Textual: “hemos huido en busca de seguridad (o para refugiarnos)”. En Israel, había ciudades de refugio para que la persona que, sin querer, había matado a otra, pudiera escapar de la ira del pariente del muerto, el ‘vengador de sangre’. Podía quedarse allí, libre de temor, hasta que muriera el sacerdote de aquella ciudad; después, tenía que volver a su casa. Dios ha provisto un refugio para los que hemos pecado intencionadamente y somos justamente dignos de muerte. Allí, podemos estar seguros con nuestro Sacerdote y, porque Él vive eternamente, nosotros estamos seguros para siempre en Él. Juan habla de este refugio para el que confía en Cristo: “Pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Jn.5:18).
La esperanza no es un sentimiento de seguridad en el interior de un cristiano, sino una esperanza segura y firme que no depende de nuestros sentimientos (v:19). Es inamovible, está fija al Lugar Santísimo, como un ancla; y por el otro extremo, está adherida a nuestra alma. Jesús, presente a la diestra del Padre y como precursor, ha preparado el camino para que muchos le sigan. Él es nuestro Sumo Sacerdote, inmortal, según el eterno orden de Melquisedec, que intercede por nosotros allí (v:20).
Debemos estar profundamente conmovidos por el amor eterno y el cuidado de Dios para cada uno de nosotros, que nos hemos asido al Nuevo Pacto o Testamento. Aunque éramos culpables delante de Él e indignos del perdón; aunque éramos rebeldes y un gran problema y amenaza para Su reino, sin nada bueno que ofrecerle, sin embargo… ¡aquí estamos! Somos Sus hijos amados, productos de Su misericordia y gracia, redimidos por la sangre que es más preciosa que el oro. ¿En qué parte del universo puede uno escuchar una historia semejante a esta?
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