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Lowell Brueckner

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Un rebaño llevado al error

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Capítulo 23 (parte I)

 

Vendrá un Rey de justicia 

 

      1.      ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño!, dice Jehová.

       2.      Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. 

3.      Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. 

4.      Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová. 

5.      He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. 

6.      En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. 

7.      Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, 

8.      sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra. 

 El Señor siempre ha visto a Israel como una manada de ovejas necesitadas de cuidado, y los que están encargados de su bienestar son llamados pastores. Tenemos la misma terminología en el Nuevo Testamento, donde a los pastores también se les llama ancianos y obispos (literalmente, supervisores) en la iglesia, y Pedro, siendo él mismo un anciano, les ruega que cumplan con su oficio: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P.5:2-3).


 En el versículo 4, Pedro apunta a Cristo como el Pastor principal. Él es el buen Pastor, con un corazón de compasión por la manada. Mientras Él caminaba por los pueblos y ciudades, ministrando a las multitudes, “tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mt.9:36).

 Por lo tanto, no es de extrañar que Dios pronunciara un ‘ay’ sobre los cuatro reyes que hemos estudiado en los capítulos 21 y 22: Joacaz, Joacim, Jeconías y Sedequías. Algunos fueron esparcidos como resultado de la idolatría, y otros fueron llevados a Egipto y destruidos. El capítulo empieza exponiendo a los que se aprovechaban de su posición para ejercer poder sobre los ciudadanos. El pueblo no era posesión de cualquier rey terrenal, sino de Dios mismo. Hay una palabra hebrea repetida en el versículo 2: “No os habéis ocupado de ellos; yo me ocuparé de vosotros…” (LBLA). Dios se ocupará de darles la retribución debida por su maligno liderazgo. Él lo hará porque ellos eran negligentes en ocuparse en el bienestar de la manada.

 Los babilonios destruyeron y expatriaron a muchos, llevándolos a Babilonia; y en el año 70 d.C, la manada, la misma por la cual Jesús tuvo compasión, fue esparcida por los romanos invasores por todo el Imperio romano, y más tarde a todo el mundo, donde han permanecido por casi diecinueve siglos. Dios está dirigiéndose específicamente a ellos en los siguientes versículos. Como prometió en el versículo 3, Él está recogiendo un remanente de Su grey desde todos los continentes, incluso de un mundo no conocido por Jeremías, las Américas. Le atrajo a la tierra de Palestina desde antes que empezara el siglo XX y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. En aquel tiempo Palestina estaba en manos de los ingleses, que se la devolvieron a los judíos para que pudieran tener una patria. El Señor les favoreció con gobernantes sabios y compasivos en ese tiempo, formando una nación soberana, por primera vez desde los días de Ezequiel. La nueva nación obtuvo una economía maravillosamente prospera. Israel sobrevivió a varios ataques, y ahora está fuertemente establecida, protegida por una “cúpula de hierro” que intercepta electrónicamente misiles procedentes de naciones hostiles de alrededor, un sistema eectivo de inteligencia, y un ejército bien entrenado (v.4).

  En el futuro, el Señor levantará un Renuevo justo desde el linaje real del rey David… un Hijo de David. Él reinará prósperamente como Rey, no solamente sobre Israel, sino desde Israel, Él “practicará el derecho y la justicia en la tierra” … es decir, sobre la toda tierra (v.5). Esta es una profecía de la segunda venida del Mesías. En Su primera venida lo hizo con poder espiritual para salvar y transformar, no solamente los corazones de los judíos, sino también los de los gentiles. Él volverá para reinar físicamente sobre todo el mundo, desde Jerusalén.

 Habrá un majestuoso avivamiento por el cual, Judá y todo Israel, serán salvados y vivirán en paz. El apóstol Pablo nos informó que, en su día, había un remanente de judíos salvados, escogido por gracia, y él vio delante un tiempo en el cual todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad” (Ro.11:5, 26, de acuerdo con muchas profecías, incluso Is.59:20; 45:17). Tanto para el judío como para el gentil, Él será la fuente de justicia (vs.6; 1Co.1:30).

 El israelita, frecuentemente, hablaba acerca de la maravillosa salvación de la esclavitud de Egipto, y relataba la historia por todo el Antiguo Testamento y también en el Nuevo (v.7); sin embargo, esta profecía habla de que vendrá una liberación aún mayor, es decir, una liberación de Babilonia y de Persia. Por lo cual, el pueblo jurará por el que les libró de estos poderes, de hecho, una liberación incluso mayor está ocurriendo en nuestro tiempo. Los judíos fueron esparcidos por todo el mundo y “de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra” … esto se está cumpliendo mientras escribo (v.8).

 

Retribución sobre falsos profetas

 9.      A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. 

10.  Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta. 

11.  Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová. 

12.  Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová. 

13.  En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. 

14.  Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra. 

15.  Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra. 

16.  Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. 

17.  Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. 

18.  Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? 

19.  He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. 

20.  No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente. 

 Vemos que el efecto de la falsa profecía provoca incluso temblores físicos y tropezones, como los de una persona borracha. El estorbo opresivo que siente Jeremías dentro de sí, viene por la corrupción de las palabras santas del Señor, causada por los falsos profetas. Sus palabras son palabras del más alto valor, mucho más puras e infinitamente por encima de la literatura más estimada de los hombres. Tienen una autoridad asombrosa y bendicen y favorecen a Su pueblo con el mejor bienestar (v.9).

 Naciones malignas rodean a Israel, aborreciéndole y aprovechando cada oportunidad para dañarle y derrotarle. Pero no son ellos los que entristecen el corazón de Jeremías. Él refleja el dolor que hay en el corazón del Señor por el peligro interior de Israel, que es algo espiritual, que amenaza al alma. Existe infidelidad entre el pueblo que trae una maldición sobre su tierra. Viene de aquellos que declaran tener sangre judía y llamamiento divino, pero que engañan y llevan al pueblo a niveles más profundos de lo que podría hacerlo la persecución física. La fuerza que motiva a los falsos profetas es promocionar la maldad, y la utilizan con todo el poder que pueden para avanzar en sus propósitos (v.10).

 El siervo del Señor tiene que estar en Su santa presencia para recibir instrucción de una esfera más alta. Los profetas y sacerdotes de Israel han llegado a ser mundanos y profanos. Pervierten el santuario que Dios estableció entre Su pueblo y Él en la tierra, el lugar más apropiado para reflejar la gloria del cielo (v.11).

 El pueblo infiel y provoca una maldición sobre la naturaleza. Cada lugar agradable se convierte en un desierto seco. El Señor hace que sus malas obras tengan repercusiones, como las que el versículo 12 describe, produciendo un camino “como resbaladeros en oscuridad” sobre los falsos profetas y sacerdotes, causando una caída desastrosa. Dios ejecuta Su juicio en un tiempo preciso, que sólo Él determina.

 Las perversiones empezaron en el reino del norte, en su capital Samaria, donde la adoración a Baal dominó y engañó al pueblo. Dios llamó a sus errores desatinos o vanidad (v.13). Cuando Dios eligió a Jeremías como profeta, estaba ocurriendo en Jerusalén la más horrible profanación, de la que el Señor da una descripción aún más feroz, llamándola adulterio espiritual; mentiras que producen gente maligna, en lugar conducirlos a la conversión, provocando al Señor, como lo hizo Sodoma y Gomorra (v.14).

 Las repercusiones vendrán, ya que la maldición caerá sobre ellos. El texto ilustra dos plantas venenosas que Dios utilizará para avisar de la sentencia divina, porque ellos han engañado y envenenado el alma del pueblo…. Ajenjo y hiel (v.15).

El Señor avisa y da instrucciones a los que quieren escuchar. Instruye para que no oigan la profecía falsa. Les advierte de que tales profecías borrarán su utilidad en el servicio a Dios, porque los profetas los están alimentando de lo que hay en sus propios corazones, con ingredientes insuficientes para una obra celestial. Su visión está basada en invenciones de hombres, que no proceden del Padre de luz (v.16). Los que los escuchan no habitan bajo el Señorío divino. Desprecian al Señor y no buscan Su verdad, sino una palabra que consuele su carnalidad. Es un mensaje de falsa paz, que no proclama las consecuencias del pecado y un estilo de vida autogobernado. Su mensaje es igual de relevante y popular en nuestros tiempos, cuando la gente anda conforme a sus propias opiniones; otra manera de describirlo es lo que el texto llama “la obstinación de su corazón”. Quieren escuchar palabras que se conformen a sus caminos; tal principio les conducirá a la idolatría. Con esta mentalidad se formarán un dios que les acepta tal y como son… es decir, un dios falso (v.17).   

 Hoy en día nosotros caminamos igual, y respiramos el mismo aliento que desprendía el ambiente de la Jerusalén en que ministraba Jeremías, y por eso tenemos que hacernos las mismas preguntas que ofrece el texto en el versículo 18: ¿Quién es el hombre de Dios que ha oído del cielo? ¿Quién inclinó el oído para dar completa atención, cuando habla el Señor? Pudiéramos añadir también: “¿Quién busca y ama, sobre todo, la verdad y pone a un lado sus propias opiniones, y se apega a la Palabra de Dios?”

 El Señor contrarresta la falsa paz con un furioso y violento torbellino (la primera definición en el diccionario hebreo es huracán, después tempestad y torbellino), que bajará en picado, llevando a los malhechores (v.19). Pasará otra vez en los últimos días, como dijo Jesús: una mujer moliendo, un hombre en el campo y uno durmiendo en la cama, serán tomados (Lc.17:34-37). El Señor actuará en Su ira hasta que termine completamente la justa obra de Su justicia (v.20). Jesús avisó severamente a la persona contra quien Dios venga como un adversario: “Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca”. De esto trata Lucas12:58-59. Estate seguro de que has hecho paz con Él antes de que venga aquel día.


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