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Lowell Brueckner

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La religión se opone al profeta

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 Wesley sobre la tumba de su padre

Capítulo 26

 Dios es compasivo y paciente

  1.      En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová, diciendo: 

2.      Así ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra. 

3.      Quizá oigan, y se vuelvan cada uno de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras. 

4.      Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová: Si no me oyereis                                                                      para andar en mi ley, la cual puse ante vosotros, 

5.      para atender a las palabras de mis siervos los profetas, que yo os envío desde temprano y sin cesar, a los cuales no habéis oído, 

6.      yo pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra. 

7.      Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. 

 ¿Te pasa lo mismo que a mí, que te confundes con los últimos reyes de Judá? Creo que una de las razones es porque los nombres son parecidos, cada uno empieza con “JOA”. Otra razón es porque dos de sus reinados duraron solamente tres meses, y otros dos once años. A ver si nos ayuda ver un breve resumen de cada uno: 

 

 1.      JOSÍAS: El buen rey Josías fue el padre de tres reyes, JOACAZ, JOACIM y SEDEQUÍAS. Empezó a reinar con solo ocho años y reinó durante treinta y uno.

 2.       JOACAZ: también llamado Salum. Empezó a reinar con veintitrés años. Fue el menor de los hermanos, pero fue elegido por el pueblo para reinar tras la muerte de su padre. Reinó solamente tres meses y fue destronado por el faraón Necao, que le llevó a Egipto, donde murió.

 3.      JOACIM: también llamado Eliaquim, tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar. Fue alzado sobre el trono por Necao, en lugar de su hermano Joacaz. Reinó durante once años.

 4.      JOAQUÍN: también llamado Jeconías o Conías. Fue hijo de Joacim. Tenía ocho años cuando empezó a reinar junto con su padre. A los dieciocho años empezó a reinar solo, y reinó solamente tres meses. Nabucodonosor le llevó, junto con su madre, Nehusta, a Babilonia. Años después, el nuevo emperador, Evil merodac, le trató muy bien. 

 5.      SEDEQUÍAS: era hermano de Joacim y tenía veintiún años cuando empezó a reinar. Nabucodonosor le puso sobre el trono y reinó durante once años. El emperador mató a sus hijos delante de él y después le sacó los ojos. Fue el último rey de Judá antes del cautiverio final.

 Jeremías recibe esta profecía al empezar el reino de Joacim, así es que, cronológicamente, este capítulo precede al 25, ya que esa profecía la recibió después, en el cuarto año de su reinado. Mira la lista y verás que Joacim es el segundo rey después de la muerte de Josías, su padre. La profecía recibida es una palabra para los adoradores de toda Judá. El mismo mandamiento dado a Jeremías debería ser aplicado a todos los maestros y predicadores de hoy: “No retengas palabra” (v.2).

 El Dios compasivo espera que Su pueblo se arrepienta para poder salvarle de la calamidad futura. Hemos aprendido sobre nuestro Dios, no solamente por lo que dice el versículo 3, sino por toda la Biblia. El gran deseo de Su corazón no es aplicar el juicio, sino ver un arrepentimiento. El libro de Ezequiel lo expresa claramente dos veces. Primeramente, en 18:23: “¿Quiero yo la muerte del impío? Dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?” Después, en Ezequiel 33:11: “No quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”

 Debido al apasionado deseo del corazón de Cristo, que intentó alcanzar a los pecadores a pesar del escarnio y la crítica de los fariseos, Él les dijo: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mt.9:13). Verdaderamente, la Biblia es una revelación del carácter del Señor y debemos saber “lo que significa” que Dios es sumamente compasivo. Pedro enseñó que el Señor “es paciente (una versión enfatiza extraordinariamente paciente) para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P.3:9). En ambos casos podemos observar que el arrepentimiento es absolutamente necesario… Dios retarda aplicar el juicio esperando que la gente se arrepienta.

 Dios puso Su ley delante de Israel, la colocó en el Arca del Pacto, y le mandó al pueblo caminar en ella (v.4). Prometió a los judíos que vendría el día cuando “daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jer.31:33). El Nuevo Testamento nos enseña que, por medio de un nuevo nacimiento, Dios pone la ley en el corazón. Los cristianos caminan de acuerdo con la ley, voluntariamente, desde el corazón. Pablo llamó al creyente “carta de Cristo… escrita no con tinta… no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Co.3:3). 

 Aprendimos recientemente que Jeremías estuvo entre otros profetas que Dios había enviado de manera fiel y oportuna (25:4), a los cuales el pueblo rehusó escuchar (v.5). Siendo así, Él actuará otra vez de la misma manera que en Silo, donde levantaron el tabernáculo y guardaron el Arca del Pacto. Debido a la maldad del pueblo los filisteos robaron el Arca, y Silo no volvió a tener otra vez el honor de guardar el tabernáculo con el servicio de los sacerdotes. Ahora Él dice que Jerusalén y su templo experimentarán lo mismo (v.6).

 En esta ocasión, Jeremías habló en el atrio del templo a los adoradores que habían venido de todo Judá. Por supuesto, los sacerdotes estaban presentes, ordenando la actividad, y los falsos profetas estaban entre ellos escuchando la palabra mientras Jeremías profetizaba (v.7).

 

Jeremías es amenazado

 8.      Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás. 

9.      ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová. 

10.  Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. 

11.  Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos. 

12.  Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído.

13.  Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. 

14.  En lo que a mí toca, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca. 

15.  Mas sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad y sobre sus moradores; porque en verdad Jehová me envió a vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos.

 Ahora quisiera enfatizar dos principios básicos. El primero: es un hecho que las mentiras y el engaño son la base del mundo a nuestro alrededor. El segundo: el mundo físico está bajo el control del mundo espiritual. La verdad es un amigo muy incómodo, y es por eso por lo que los sacerdotes, los profetas y la población en general, actúan para matar a Jeremías por hablar la verdad; el enemigo espiritual, el padre de mentira, está motivando sus acciones.

 El mundo es el enemigo de Dios. Santiago dice: “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg.4:4). Vamos a la primera carta del apóstol Juan para leer su consejo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Jn.2:15). El cristiano solo puede esperar oposición de parte del mundo.

 El que es la Verdad en un cuerpo humano fue llevado a una cruz romana, utilizada para ejecutar a los criminales. Por ello, el que porta la verdad no puede esperar menos, por eso, toda la fuerza de los adoradores religiosos, junto con sus sacerdotes y profetas, toman a Jeremías en el atrio del templo e intentan matarle (v.8). La oposición a Cristo fue dirigida por el mundo religioso, ¿no es cierto? Pues sí, y este mismo es quien también se ha opuesto y resistido a los avivamientos a través de los siglos. Solamente mencionaré un caso: el de John Wesley, a quien no le fue permitido predicar en la iglesia en la que su padre había sido pastor. Por eso salió de la iglesia y se fue directamente a la tumba de su padre, desde donde predicó. La religión continúa desafiando cada manifestación del poder espiritual en nuestros tiempos.   

 ¿Te extraña que aquellos que profesan ser líderes piadosos sean los enemigos de la verdad? No es de extrañar sabiendo que el apóstol Pablo dijo: “El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co.11:14). En ese pasaje él está describiendo a “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo” (2 Co.11:13). En verdad, saber de dónde viene la oposición no puede ser más claro. Muchas de ellas son personas de denominaciones tradicionales que confían en su historia, ya que cuentan con muchos años de antigüedad. Poseen edificios como catedrales, monumentos impresionantes, edificados en ciudades que ellos consideran especialmente santas (v.9).

 Ahora entran en escena las autoridades civiles. Aquí veremos desarrollarse algo interesante, siendo especialmente significante la frase “de la casa del rey a la casa de Jehová”. En todo el Antiguo Testamento, los asuntos judiciales se llevaban a cabo en las puertas principales de las ciudades. Sin embargo, en esta ocasión, se juntan en la entrada de la puerta nueva del templo (v.10). Los sacerdotes y profetas se presentan para presentar la acusación, inspirados por el Acusador de los hermanos (v.11). “Fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña el mundo entero… el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche…” (Ap.12:9,10). Los líderes religiosos y Pilato siguen el mismo patrón, acusando al Mesías, el Hijo de Dios (Mt.27:19-20).

 Jeremías responde con la única justificación necesaria para sus palabras: “Jehová me envió”. Su caso está en las manos de Aquel que le envió como profeta, y Él es quien decidirá su destino (v.12). El profeta no cede de ninguna manera, al contrario, continua su mensaje aunque tenga que enfrentar la muerte. Con compasión, sigue llamando al pueblo al arrepentimiento, pensando más en el destino de ellos que en el suyo propio (v.13). De la misma manera, Jesús se enfrentó con sus oponentes, proclamando: “Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Jn.8:24).

 

Jeremías sabe que el Dios de misericordia dará marcha atrás en Su castigo si ellos se vuelven de sus caminos y hechos. Él no dice nada en defensa propia, y aunque está enfrentando un asunto de vida o muerte, está dispuesto a recibir las consecuencias; nada le detendrá de entregar su mensaje (v.14). Sin embargo, ellos estarán delante de Dios en el juicio ante un peligro de la más alta magnitud, por la decisión que están tomando; su riesgo es mucho más peligroso que el del profeta. Están a punto de condenarse junto con la ciudad y toda la población, y no solamente en ese momento, sino por toda la eternidad. Dios apoyará a Sus profetas, pero ¡ay de los que quieran hacerles daño! (v.15). Las más grandes amenazas de parte de Dios están contra los que persiguen a Sus siervos: “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan… en llama de fuego, para dar retribución… cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos…” (2 Tes.1:6-10).

 

Las autoridades civiles defienden a Jeremías

 16.  Y dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado. 

17.  Entonces se levantaron algunos de los ancianos de la tierra y hablaron a toda la reunión del pueblo, diciendo: 

18.  Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque. 

19.  ¿Acaso lo mataron Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas? 

20.  Hubo también un hombre que profetizaba en nombre de Jehová, Urías hijo de Semaías, de Quiriat-jearim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las palabras de Jeremías; 

21.  y oyeron sus palabras el rey Joacim y todos sus grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; entendiendo lo cual Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto. 

22.  Y el rey Joacim envió hombres a Egipto, a Elnatán hijo de Acbor y otros hombres con él, a Egipto; 

23.  los cuales sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al rey Joacim, el cual lo mató a espada, y echó su cuerpo en los sepulcros del vulgo. 

24.  Pero la mano de Ahicam hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo. 

 Podemos decir que algo es un principio espiritual cuando lo vemos confirmado repetidamente por toda la palabra de Dios. Las autoridades civiles resisten a los religiosos y defienden a Jeremías. En el capítulo 36 veremos lo mismo, cuando los príncipes escuchan con temor la lectura del rollo de Jeremías. Ellos aconsejan al profeta y a Baruc, su escriba, que se escondan, prometiéndoles presentar el rollo al rey (36:12-19). Jesús dijo a Pilato que era menos culpable que el Sanedrín (Jn.19:11). En el libro de Apocalipsis (17:16) vemos a diez reyes que odian la fuerza religiosa de “Babilonia”. Como sucede muchas veces con una entidad religiosa, “Babilonia” también tiene poder financiero y político.  “Los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera”. A menudo vemos estos dos mundos peleándose, ¿no es cierto?

En esta ocasión, el pueblo que antes estaba con los falsos profetas ahora está con los príncipes, mientras dan su veredicto a favor de Jeremías, reconociendo su llamado divino, al observar cómo prefiere enfrentar la muerte antes que dejar de dar Su mensaje. ¡Que nunca dejemos un testimonio con menos determinación! “En nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado” (v.16). Algunos de los ancianos se presentan para explicar su decisión (v.17). Hablan de la palabra de destrucción contra Jerusalén dada por el profeta Miqueas (Miq.1:1), contemporáneo de Isaías, en los días del buen rey Ezequías. Se cumplió literalmente: “Sion será arada como campo…” (v.18). Los ancianos citaron Miqueas 3:12 y cuentan cómo Ezequías respondió en el temor del Señor y buscó Su favor. “Y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos”, continúan diciendo los ancianos. Al decir nosotros, se están refiriendo a todo el pueblo de Judá, del cual ellos forman parte. Si llegan a cumplir lo que intentan hacer al querer condenar a Jeremías, no solamente le harán mal a él sino que “haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas” (v.19).

 En los peores tiempos hemos visto a hombres de Dios entregar la verdad a su pueblo y, al menos, unos cuantos buenos hombres del liderazgo civil temen a Dios. Según la opinión de los comentaristas, lo que sigue en el versículo 20 y en adelante, probablemente Jeremías lo insertó después. Quiso que fuese un contraste en respuesta a la profecía de Miqueas, demostrando las consecuencias del rechazo de Urías en los mismos días que Jeremías profetizaba (v.20). La historia demuestra, claramente, la capacidad de Joacim de matar a un profeta con el apoyo del ejército y los príncipes. Jeremías supo que estaba expuesto a las mismas consecuencias que Urías, quien huyó a Egipto (v.21).

 Joacim fue un rey inmensamente maligno que envió una comisión para buscar a Urías más allá de las fronteras de Israel, persiguiéndole hasta Egipto. Con una actitud desafiante contra el Señor, se atrevió a ir más allá de lo necesario, si es que pensaba (equivocadamente) proteger su reino (v.22), ya que en Egipto Urías no representaba una amenaza. Así es que lo capturan en Egipto y lo llevan otra vez a Judá. Joacim lo ejecuta y lo deshonra, arrojando su cuerpo al cementerio de la gente común. Así se manifestó su odio para con Dios y la verdad (v.23). 

 Considerando los corazones desesperadamente malignos de los que aborrecen la verdad, no es para sorprendernos que Dios mismo tome pasos para que se engañen profundamente, sin esperanza de reponerse. Los que persisten en resistir, sin ninguna intención de creer la verdad del evangelio, están destinados a la condenación eterna (2 Tes.2:9-12).

 Jeremías tiene delante el caso de Urías, contemporáneo suyo, que le recuerda que el rey puede hacer lo mismo con él. Pero también tiene apoyándole y defendiéndole a un poderoso amigo llamado Ahicam, hijo del secretario real, Safán, y anteriormente consejero del buen rey Josías. Él se encuentra entre la gente noble del reino.

Los dos, Safán y Ahicam, fueron parte del comité enviado por Josías a la profetisa Hulda para investigar sobre el futuro de Judá. El marido de Hulda también pertenecía a la nobleza; era guarda de las vestiduras (no sabemos si las de palacio o las de los sacerdotes). Ahicam era padre de Gedalías, representando una minoría de hombres justos, a quienes Dios guardó en Jerusalén. Leemos un poco de la historia de Gedalías en 2 Reyes, capítulo 25:22-25.

 Estudiaremos más sobre sus vidas después en este libro, y también el relato en 2 Reyes. Ahicam, en la voluntad de Dios, protegió a Jeremías y no fue asesinado en ese tiempo. Yo hallo bastante consolador y muy emocionante ver a personas que Dios tiene en el lugar adecuado en los peores tiempos, llevando a cabo Sus propósitos.

 Esta misma calidad de personas fueron los no conformistas en Londres, cuando Inglaterra estaba en decadencia. Mencioné cómo Wesley empezó su ministerio desde la tumba de su padre, desde donde comenzó un avivamiento que sacudió a toda la nación. No puedo pensar de un tiempo tan corrompido moralmente como el nuestro, pero Dios tiene Su pueblo, y puede hacer lo imposible levantando un movimiento del Espíritu Santo otra vez.   


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