Al leer la autobiografía de Finney observarás que, en muchas ocasiones, se
refiere a un “Espíritu de oración”. Cuando alguien le preguntó sobre los
métodos usados en sus avivamientos, respondió: “Nuestro método es la oración”. Por
eso, quiero dedicar la primera parte de este artículo para ilustrar el poder de
la oración. Anteriormente apunté a esta verdad. No recuerdo a quien oí decir
que cuando Dios quiere hacer una obra especial, primeramente mueve a Su pueblo
a orar. La oración misma es la obra inicial del Espíritu de Dios, y personas
que lo han vivido dicen que cientos, y hasta miles de personas, se dedicaron a
la oración en un área geográfica, sin haber tenido contacto los unos con los otros;
la llamada a orar fue sobrenatural.
También quiero mencionar el hecho de que, en los avivamientos, los dones
sobrenaturales del Espíritu Santo siempre se manifestaban. Hubo palabras
sobrenaturales de sabiduría y conocimiento, y también profecía. También, el don
de una fe milagrosa se manifestó frecuentemente. Por eso, estoy compartiendo
varios casos que demuestran esta verdad. Supongo que hay diferentes opiniones sobre
estas funciones y sobre qué don, específicamente, fue demostrado, pero esta no
es mi preocupación primordial. Lo que me importa es que veamos que, cuando el
Espíritu de Dios se mueve, los dones continúan actuando en la iglesia por medio
de sus miembros, aún en el siglo XIX, y un bautismo en el Espíritu Santo,
después de la conversión, es la fuente de los dones.
Cuando Finney fue bautizado en el Espíritu, escribió: “Clamé con un clamor
indecible de mi mismo corazón”. La descripción da a entender que no estaba
hablando con palabras conocidas, sino con una expresión más profunda que se
formó en su misma alma. Fácilmente uno pudiera llegar a la conclusión de que hablaba,
en cierta manera, en lenguas (1 Co. 14:2). En la primera historia que sigue, él
menciona que no pudo formar palabras en su oración, sino sólo “gemir fuerte y
profundamente” (Ro.8:26), seguramente bajo la influencia del Espíritu Santo. En
estos relatos, Finney menciona dos casos de ‘demencia’, de lo cual opino que,
en algunos casos como los que él menciona, es obvio que espíritus malignos han
tomado posesión de la mente (no se trata de personas ancianas que sufren
deterioro de sus facultades mentales), y lo que necesitan es una liberación
sobrenatural que ocurrirá por una proclamación del Espíritu de Verdad
(Jn.8:32). Por eso, incluyo estas dos situaciones bajo el subtítulo de “dones
sobrenaturales y señales del Espíritu”.
El Espíritu de oración
Durante esos
primeros días de mi experiencia cristiana, el Señor me enseñó muchas verdades
importantes con respecto al Espíritu de oración. No mucho después de mi
conversión, una señora con quien me había hospedado estaba gravemente enferma.
La señora en cuestión no era cristiana, pero su esposo era profesor de
religión. El esposo era, por cierto, hermano del licenciado Wright. Una tarde
este hombre vino a nuestra oficina y me dijo: "Mi esposa no pasará de esta
noche". Esta frase fue como una flecha en mi corazón. Sentí en lo más
hondo de mi corazón algo parecido a un calambre que vino sobre mí en forma de
una carga que me aplastaba y como un espasmo interno, cuya naturaleza no puedo
explicar, pero que trajo consigo un intenso deseo de orar por aquella mujer.