Convicciones sobre la cosecha
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Mientras la
cosechadora daba varias vueltas al campo, el tiempo cambió drásticamente. Un
viento del norte empezó a soplar. El aire se hacía cada vez más frío y, los
trabajadores, para poderse calentar mejor, caminaban y recogían el maíz con más
rapidez. La nieve empezaba a caer con más y más fuerza, hasta alcanzar una
altura de unos cinco centímetros. Entonces, pudieron ver como bajo la ancha
huella de la cosechadora, las cañas de maíz y las mazorcas estaban
dañadas.
La tormenta
empeoró, y mientras los trabajadores seguían haciendo fielmente su trabajo en
medio del maizal, vieron la gran cosechadora atascada en la nieve, sin poder
moverse. En ese momento, levantaron sus ojos y pudieron ver a miles de
trabajadores por todo el campo, cada uno con su saco. En algunos lugares había
fogatas. De vez en cuando varios obreros se acercaban allí para conversar y
calentarse; después, regresaban de nuevo a recoger la cosecha, mazorca tras
mazorca…
Un joven, recién llegado a un país
para trabajar en la obra misionera, tuvo el sueño que os acabo de contar. Conozco
al hombre y considero su sueño un mensaje de Dios.
El lugar que el
Espíritu Santo ocupa
Según
nuestra creencia, mencionamos al Espíritu Santo e insistimos en que Su obra es
necesaria, pero en la práctica le dejamos a un lado, confiando más en la
organización, en los medios gigantescos y caros, y en ideas astutas. Los movimientos
de hoy en día, algunos iniciados por Dios, siguen el ejemplo de algunas denominaciones
históricas. Adaptan la sabiduría del mundo a situaciones espirituales,
confiando en la fuerza y mente humanas. Juegan con las Escrituras, conformándolas
a su experiencia, y no saben diferenciar entre la astucia humana y el mover de
Dios.
Necesitamos mucho más que solamente
un énfasis y entrega a la evangelización del mundo. El famoso misionero en
China, que sobrevivió a la Rebelión Bóxer, Jonathan Goforth, en su libro
titulado Por mi Espíritu, lo dijo mucho mejor de lo que yo pudiera expresarlo.
Después de asistir a
una convención misionera en 1910, expresó lo siguiente: “Después de escuchar
los mensajes aquel día, uno tenía que llegar a la conclusión de que la
obligación de dar el evangelio a una humanidad perdida, se llevaría a cabo por
medio de mejores organizaciones, mejores medios, y más hombres y mujeres”.
Títeres organizacionales
Cada organización tiene sus propias
refinerías en las que producir el combustible para la cosechadora. Sus
trabajadores se han formado en moldes, todos iguales, uniformes como ladrillos.
Reflejan más a sus entrenadores, profesores u organizaciones, que la gloria de
Dios. Ningún diploma o título puede ofrecer al hombre, y mucho menos garantizar,
la unción divina. Tampoco sirve para adelantar propósitos sobrenaturales.
En vez de preguntar: “¿A qué escuela asistías?”, es tiempo de hacer la siguiente pregunta al candidato para el ministerio: “¿Dónde y cuándo has tenido tu encuentro con Dios? ¿Cuándo has doblado tus rodillas con la Biblia abierta frente a ti, pidiendo a Dios entendimiento, versículo tras versículo?” Tenemos que estar en contacto directo con el cielo.
Un pentecostés
crucial
Una persona titulada, elocuente y popular, no es un sustituto del siervo ungido que comunica el evangelio a los corazones. Moody, Finney, Wesley, Whitefield y muchos más, testificaban de una experiencia, aparte del nuevo nacimiento, que les capacitó para el ministerio. Aquí están las sencillas palabras de Jonathan Goforth en cuanto al poder de lo alto: “Nada puede vestirnos con una fuerza victoriosa más que el bautismo del Espíritu Santo y fuego; y nadie puede poseer tal bautismo y no saberlo”.
La obra de Dios requiere
hombres de fe
Jesús, primeramente, mandó a Sus
discípulos sin bolsa, alforja ni calzado, para que ellos supieran claramente cual
era la fuente de su sostén. Hoy en día, si quieres meterte en alguna obra, necesitas
tener garantizado de antemano el apoyo de seres humanos ¿Has oído alguna vez
que Jesús, Pedro o Pablo tuvieran que recaudar fondos por medio de banquetes o
retiros? No sé de dónde hemos sacado los métodos presentes, pero sé que no ha
sido de la iglesia verdadera en sus comienzos.
Necesidades
espirituales… maneras espirituales
Hoy, muchas
de las misiones centran sus esfuerzos en suplir necesidades temporales. Es
fácil obtener fondos por la reacción emocional que producen las fotos de niños
casi muertos de hambre o desnudos, sin brazos, piernas o dientes. ¡Ojalá tuviéramos
fotos del crujir de dientes de multitudes en las llamas eternas! Pablo nos dice
que las realidades visibles son temporales, pero las invisibles, eternas.
No podemos
usar las capacidades y maneras mundanas para suplir las necesidades
espirituales. Los apóstoles no necesitaron ser profesionales para influir a la
sociedad. Fueron entrenados por el Espíritu. La Biblia nos cuenta que en la
iglesia primitiva no había muchos sabios o fuertes.
¿Puedes
imaginar a Jesús mandando a Sus discípulos de pueblo en pueblo haciendo teatro?
Ellos no fueron interpretando un papel, sino el mensaje de una vida verdadera. Es
cierto que algunos medios, como la radio y televisión, pueden ser usados para
enviar las buenas nuevas, pero jamás cumplirán o suplirán la gran comisión de
Cristo: “Id (VOSOTROS) a todo el mundo, haciendo discípulos… bautizando”. La
gente tiene que ver un ejemplo celestial vivido ante sus ojos. Las maneras
del Espíritu y la fe no son caras, pero sí poderosas. Los individuos que han sido llamados y asidos por
Dios, sencillamente, van y recogen la cosecha. La oposición solamente
les inspira y les hace apresurarse para hacer el trabajo.
La prioridad es
alcanzar a los no alcanzados
Jesús
dijo: “Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para
esto he venido”. El libro de los Hechos empieza en Jerusalén y se extiende hasta
Judea y Samaria. Los misioneros fueron a Chipre y más allá de lo que es ahora
Turquía. Siguieron adelante hasta Macedonia y Grecia, hasta llegar a la isla
lejana de Malta.
¿Quién quiere ir hoy a la tribu que
vive cerca del afluente del río Amazonas? ¿Quién quiere invadir al mundo
musulmán? He visto organizaciones paralizadas mientras intentan cumplir sus
compromisos con el gobierno. Sin embargo, los apóstoles resistieron a las
autoridades en Jerusalén, por tener delante el mandamiento y provisión de
Jesús: “Toda potestad me es dada… por tanto, id”. Ellos declararon: “¡Es
necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!”
Quiero terminar diciendo que, aunque
los trabajadores sencillos no dejan de reunirse, el propósito de su comunión
está relacionado con la cosecha. Los testimonios y alabanzas brotan de su interior
por lo que han experimentado en el campo de labor. “Los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová
escuchó y oyó… Y serán para mí especial tesoro, dice Jehová… en el día en que yo actúe… Entonces os
volveréis y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que
sirve a Dios y el que no le sirve”. No se acercan a las fogatas para
cumplir ritos ni tradiciones, sino con un gozo en el corazón y para edificarse mutuamente
en la presencia manifiesta de Dios. Después, vuelven al campo para continuar la
obra. ■
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