Las confesiones de John Bunyan
Algunos
pastores y maestros sinceros tienen lo que yo llamaría “cabra-fobia”, y yo espero
poder sumarme a ellos. En cada manada, mezcladas con las ovejas, están las
cabras (Mt.25:32). Lo que quise decir al inventar y usar el término
“cabra-fobia”, es que tenemos reservas para enseñar sobre ciertas doctrinas
delicadas porque, aunque son enseñanzas muy bíblicas, no queremos que personas
como las “cabras” que hay entre nosotros con una fe fingida, tomen ventaja de
nuestras palabras para justificarse. Los temas presentados son para alimentar y
consolar a las ovejas. Lo que las “cabras” necesitan es un despertar y
convicción de pecado. El consuelo no debe ser parte de su dieta. Así, con un
poco de duda, comparto estas palabras de John Bunyan, una porción que en verdad
es muy rica.
De
todas las tentaciones que jamás haya enfrentado en mi vida, la peor de ellas ha
sido cuestionar la existencia de Dios y la verdad de Su evangelio, y es la más
difícil de sobrellevar. Cuando esta tentación me encuentra, siento que se me cae
el cinturón y se derrumba el fundamento debajo de mí. ¡Ah!... a menudo he
pensado los siguientes textos: “Ceñida
vuestra cintura con la verdad”, y el otro, “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?”
A
veces, después de haber cometido este pecado, he estado esperando un fuerte castigo
de la mano de Dios, pero lo que he recibido de Él ha sido un descubrimiento de
Su gracia. A veces, al ser consolado, me he sentido como un insensato por haberme
dejado hundir bajo los problemas. Sin embargo, otras veces, cuando estoy hecho
polvo, pienso que no fui sabio por haber dado lugar al consuelo… Estas dos
situaciones han caído con mucha fuerza y peso sobre mí…
A veces
he podido ver más en una sola línea de la Biblia de lo que he podido soportar, sin
embargo, otras veces, la Biblia entera ha sido para mí tan seca como un palo. O
mejor dicho, mi corazón ha estado tan muerto y seco al entrar en la Biblia que
no he podido sentir ni una pizca de frescura, aunque la había buscado por todas
partes.
De
todas las lágrimas, las mejores han sido causadas por la sangre de Cristo; y de
todo el gozo, lo más dulce está mezclado con tristeza sobre Cristo. ¡Oh!, es
algo bueno estar ante Dios sobre nuestras rodillas, con Cristo en nuestros
brazos… Espero saber algo de estas cosas.
Hasta
ahora he encontrado siete abominaciones en mi corazón: 1) Tendencias hacía la
incredulidad. 2) Olvidar de repente el amor y la misericordia que Cristo ha
manifestado. 3) Una tendencia a hacer las obras de la ley. 4) Vagar y ser frio
en la oración. 5) Olvidarme de vigilar las cosas por las cuales he pedido. 6)
La tendencia a murmurar por no tener más cosas espirituales, y sin embargo, estar
muy presto para malgastar lo que tengo. 7) No puedo hacer ninguna de las cosas
que Dios me manda hacer sin que mis corrupciones se metan en ellas… “Queriendo yo hacer el bien… el mal está en
mí”.
Continuamente
veo y siento estas cosas, y me siento afligido y oprimido por ellas, aunque la
sabiduría de Dios las ordena para mi bien. 1) Me hacen
aborrecerme. 2) Me guardan de confiar en mi corazón. 3) Me convencen de la
insuficiencia de toda mi propia justicia. 4) Me demuestran la necesidad que hay
de huir a Jesús. 5) Me impulsan a orar a Dios. 6) Me demuestran la necesidad de
vigilar y ser sobrio. 7) Me provocan a fijarme en Dios por medio de Cristo,
para que me ayude y me lleve por este mundo. Amen.
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