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Las confesiones de John Bunyan

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Algunos pastores y maestros sinceros tienen lo que yo llamaría “cabra-fobia”, y yo espero poder sumarme a ellos. En cada manada, mezcladas con las ovejas, están las cabras (Mt.25:32). Lo que quise decir al inventar y usar el término “cabra-fobia”, es que tenemos reservas para enseñar sobre ciertas doctrinas delicadas porque, aunque son enseñanzas muy bíblicas, no queremos que personas como las “cabras” que hay entre nosotros con una fe fingida, tomen ventaja de nuestras palabras para justificarse. Los temas presentados son para alimentar y consolar a las ovejas. Lo que las “cabras” necesitan es un despertar y convicción de pecado. El consuelo no debe ser parte de su dieta. Así, con un poco de duda, comparto estas palabras de John Bunyan, una porción que en verdad es muy rica.  

Gracia abundante
John Bunyan (1628-1688)

De todas las tentaciones que jamás haya enfrentado en mi vida, la peor de ellas ha sido cuestionar la existencia de Dios y la verdad de Su evangelio, y es la más difícil de sobrellevar. Cuando esta tentación me encuentra, siento que se me cae el cinturón y se derrumba el fundamento debajo de mí. ¡Ah!... a menudo he pensado los siguientes textos: “Ceñida vuestra cintura con la verdad”, y el otro, “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?”

A veces, después de haber cometido este pecado, he estado esperando un fuerte castigo de la mano de Dios, pero lo que he recibido de Él ha sido un descubrimiento de Su gracia. A veces, al ser consolado, me he sentido como un insensato por haberme dejado hundir bajo los problemas. Sin embargo, otras veces, cuando estoy hecho polvo, pienso que no fui sabio por haber dado lugar al consuelo… Estas dos situaciones han caído con mucha fuerza y peso sobre mí…


A veces he podido ver más en una sola línea de la Biblia de lo que he podido soportar, sin embargo, otras veces, la Biblia entera ha sido para mí tan seca como un palo. O mejor dicho, mi corazón ha estado tan muerto y seco al entrar en la Biblia que no he podido sentir ni una pizca de frescura, aunque la había buscado por todas partes.

De todas las lágrimas, las mejores han sido causadas por la sangre de Cristo; y de todo el gozo, lo más dulce está mezclado con tristeza sobre Cristo. ¡Oh!, es algo bueno estar ante Dios sobre nuestras rodillas, con Cristo en nuestros brazos… Espero saber algo de estas cosas.

Hasta ahora he encontrado siete abominaciones en mi corazón: 1) Tendencias hacía la incredulidad. 2) Olvidar de repente el amor y la misericordia que Cristo ha manifestado. 3) Una tendencia a hacer las obras de la ley. 4) Vagar y ser frio en la oración. 5) Olvidarme de vigilar las cosas por las cuales he pedido. 6) La tendencia a murmurar por no tener más cosas espirituales, y sin embargo, estar muy presto para malgastar lo que tengo. 7) No puedo hacer ninguna de las cosas que Dios me manda hacer sin que mis corrupciones se metan en ellas… “Queriendo yo hacer el bien… el mal está en mí”.

Continuamente veo y siento estas cosas, y me siento afligido y oprimido por ellas, aunque la sabiduría de Dios las ordena para mi bien. 1) Me hacen aborrecerme. 2) Me guardan de confiar en mi corazón. 3) Me convencen de la insuficiencia de toda mi propia justicia. 4) Me demuestran la necesidad que hay de huir a Jesús. 5) Me impulsan a orar a Dios. 6) Me demuestran la necesidad de vigilar y ser sobrio. 7) Me provocan a fijarme en Dios por medio de Cristo, para que me ayude y me lleve por este mundo. Amen.





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