Crucifixión y resurrección
En el siglo 17, los cristianos lucharon contra los mismos enemigos que el cristiano verdadero y sincero tiene en el día de hoy. Escuchemos a un puritano procurar morir a todo lo que estorba su progreso espiritual y levantarse por el poder del Cristo resucitado. He puesto una parte en negrita, para enfatizar algo en que debemos poner una atención mayor...
Oh Señor,
Me maravilla que te encarnaras, te crucificaran, murieras y fueras sepultado.
El sepulcro reclama mi alabanza admirada, por cuanto está vacio y resucitaste;
el evangelio cuádruple así lo atestigua,
los testigos presenciales así lo demuestran,
la experiencia de mi corazón así lo entiende.
Quiero morir contigo para resucitar a una nueva vida, porque deseo estar muerto y sepultado para el pecado, para el egoísmo, para este mundo; de forma que no oiga la voz del seductor y pueda ser liberado de sus pasiones.
Oh Señor, hay un gran mal en mí: crucifícalo; hay mucha carnalidad en mí: mortifícala.
Púrgame del egoísmo, del temor al hombre, del deseo de aprobación,
de la vergüenza de ser considerado anticuado, del deseo de ser culto y moderno.
Haz que considere muerta mi vida pasada por causa de la crucifixión,
y que jamás la alimente como algo vivo.
Concédeme estar junto a mi Salvador agonizante, acertar que me rechacen,
estar dispuesto a defender verdades impopulares
y aferrarme a enseñanzas despreciadas hasta la muerte.
Ayúdame a ser firme en mis propósitos y vivir en Cristo.
No permitas que me desvíe del camino de la obediencia a tu voluntad.
Fortaléceme para las batallas que me aguardan.
Dame fortaleza para todas las dificultadas, y gracias para todos los gozos.
Ayúdame a ser una persona santa y feliz, libre de todo deseo erróneo,
de todo lo que sea contrario a tu sentir.
Concédeme cada vez más la vida de la resurrección: Que me gobierne,
que camine en su poder y me fortalezca por medio de su influencia.
Oh Señor,
El sepulcro reclama mi alabanza admirada, por cuanto está vacio y resucitaste;
el evangelio cuádruple así lo atestigua,
los testigos presenciales así lo demuestran,
la experiencia de mi corazón así lo entiende.
Quiero morir contigo para resucitar a una nueva vida, porque deseo estar muerto y sepultado para el pecado, para el egoísmo, para este mundo; de forma que no oiga la voz del seductor y pueda ser liberado de sus pasiones.
Oh Señor, hay un gran mal en mí: crucifícalo; hay mucha carnalidad en mí: mortifícala.
Púrgame del egoísmo, del temor al hombre, del deseo de aprobación,
de la vergüenza de ser considerado anticuado, del deseo de ser culto y moderno.
Haz que considere muerta mi vida pasada por causa de la crucifixión,
y que jamás la alimente como algo vivo.
Concédeme estar junto a mi Salvador agonizante, acertar que me rechacen,
estar dispuesto a defender verdades impopulares
y aferrarme a enseñanzas despreciadas hasta la muerte.
Ayúdame a ser firme en mis propósitos y vivir en Cristo.
No permitas que me desvíe del camino de la obediencia a tu voluntad.
Fortaléceme para las batallas que me aguardan.
Dame fortaleza para todas las dificultadas, y gracias para todos los gozos.
Ayúdame a ser una persona santa y feliz, libre de todo deseo erróneo,
de todo lo que sea contrario a tu sentir.
Concédeme cada vez más la vida de la resurrección: Que me gobierne,
que camine en su poder y me fortalezca por medio de su influencia.
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