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03
Apocalipsis 7
Capítulo 7
1. Después de esto, vi a cuatro ángeles de pie en los
cuatro extremos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre
ningún árbol.
2. Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que
tenía el sello del Dios vivo; y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes
se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar.
3. diciendo: No hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni
a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de
nuestro Dios.
4. Y oí el número de los que fueron sellados; ciento
cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel;
5. de la tribu de Judá fueron sellados doce mil; de la
tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil;
6. de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí,
doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil;
7. de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví,
doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil;
8. de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José,
doce mil, y de la tribu de Benjamín fueron sellados doce mil.
Los 144.000 de Israel
Aun en estos días
modernos utilizamos el término “los cuatro rincones de la tierra” para
referirnos a las cuatro direcciones principales. Como ya mencioné en el último
capítulo, a Dios poco le importa satisfacer las demandas científicas de gente
crítica. A Él le importa comunicar Su palabra al hombre común.
Los cuatro vientos es una expresión usada por los profetas y también por
Jesús que, en Su caso, habló de reunir a los escogidos (Mt.24:31). Parece que
indica diferentes casos de movimientos o agitación sobre el mundo entero. Los
ángeles están involucrados en lo que tiene que ver con la naturaleza por todo
el libro de Apocalipsis. En este pasaje están deteniendo el viento; en 14:18
habla de un ángel que tiene poder sobre el fuego; y en 16:5, hay un ángel de
las aguas.
Juan observa desde
el cielo a cuatro ángeles que se posicionan en los cuatro puntos de la tierra:
norte, sur, este, oeste, para detener más destrucción, mientras en el cielo se
ejecutan planes para la salvación de muchísima gente (v.1). Otro ángel sube
como el sol desde el este con el sello de Dios (v.2). Los sellos, a menudo, eran
los anillos que los gobernantes llevaban en el dedo con su firma, y eran usados
para autenticar documentos oficiales, como vimos en el rollo sellado por Dios
con siete sellos, en los capítulos 5 y 6.
En este caso,
también común, era un sello más grande llevado en la mano. Pilato mandó sellar con
el sello del imperio romano la piedra puesta sobre la puerta de la tumba de
Jesús, proclamándole así oficialmente muerto. Los sellos también fueron
utilizados para marcar una posesión, que es exactamente lo que tenemos en este
capítulo. La marca de la bestia, mencionada en los capítulos 13, 14, 16 y 19, revelará
a los que pertenecen al anticristo, pero éstos, son sellados para apartarles
como la propiedad de Dios en medio del reino del anticristo.
Este último ángel
gritó con voz fuerte de autoridad a los ángeles de los cuatro vientos, para que
continuaran deteniendo el juicio sobre la naturaleza, es decir, la tierra, el
mar y los árboles (v.3). A ellos les ha sido delegada la autoridad para
administrar el juicio. El quinto ángel sellará a 144.000 judíos en la frente,
12.000 de cada tribu. El privilegio más grande sobre la tierra es llevar el
sello de Dios, lo cual garantiza una seguridad absoluta en Él. Todo el poder de
la naturaleza es detenido para dar prioridad a la obra del ángel que sella a
los escogidos de Dios (vs.4-8).
Es crucial para
nosotros el hecho de que el apóstol escuchara tan claramente el número total y
a quienes le fue atribuido. El fundador de los Testigos de Jehová, Charles Taze
Russell, enseñaba que solamente estos 144.000 formarían un Israel espiritual e irían al cielo. Los Testigos unen a estos 144.000
del capítulo 7, con los 144.000 que son las primicias
en el capítulo 14, concluyendo que se
“refiere a los que gobernarán en el cielo con Cristo sobre una tierra paraíso
que será llena de un gran número indefinido de gente feliz que adorarán al Dios
Jehová” (Sociedad Watchtower, preguntas de los lectores).
El texto bíblico
posiciona a los 144.000 sellados en la tierra y a la innumerable multitud
delante del trono de Dios, totalmente al contrario de lo que enseñan los Testigos. Debido
a esta idea, tan claramente equivocada, junto a muchísimas más, los Testigos de
Jehová demuestran, desde el principio de su existencia, que nunca han tenido la
influencia y alumbramiento del Maestro celestial, el Espíritu Santo. Cualquier
persona que constantemente mal interpreta las Escrituras debe cuestionarse si
tiene el Espíritu de Dios y si es verdaderamente nacida de nuevo.
Pablo concluyó, por
la falsa doctrina sobre la resurrección en Corinto, que “algunos no tienen conocimiento de Dios [os faltáis el sentido de la presencia de Dios y cualquier conocimiento
verdadero de Él]” (1 Co.15:34, Biblia Amplificada). Las sectas son
identificadas por su falsa doctrina, y la gente debe ser advertida contra cualquier
individuo o grupo que esté fuera de la cobertura protectora de Dios, habiendo
sido entregado a doctrinas de demonios (1 Ti.4:1). Además de la posición de los
dos grupos, ¿qué otras cosas nos indican que podemos estar
seguros de que los Testigos de Jehová están en un error sobre este pasaje?
¡Dios conoce uno
por uno a Su pueblo y el cielo no pierde sus documentos de identidad! La Biblia
nombra las tribus para que cada judío se identifique dentro de la suya en
particular. Si alguien cree que estas tribus no representan a Israel
literalmente, tendrá que estar preparado para decirnos el significado
espiritual de cada tribu, y explicar por qué cada miembro pertenece a distinto
patrimonio tribal espiritual. La Escritura no nos da una clave sobre tal asunto,
y por eso tenemos que concluir que los versículos, del 5 al 8, no son
espirituales, sino totalmente literales y representan a 12.000 judíos de
cada una de las 12 tribus de Israel. Cualquier otra interpretación es pura conjetura
y fantasía.
Veamos ahora, más
cuidadosamente, cada tribu mencionada. Primeramente, tenemos a Judá, la tribu
de Cristo. Tenemos también a Manasés, el mayor, pero menos prominente, hijo de
José, y cerca del fin de la lista está José mismo. Aunque Leví, la tribu de los
sacerdotes, no heredó ninguna porción del territorio de Israel, también está
incluido. Así, tendríamos 13 tribus, si no fuera porque Dan ha sido eliminado.
No tengo una buena explicación para estas irregularidades, pero algunos
sugieren que Dan y Efraín fueron las tribus que cometieron el pecado de
idolatría de forma más drástica en Israel. De una cosa estoy seguro, y es que,
de igual manera que el Señor, según Su sabiduría y soberanía, eligió a siete
iglesias entre las de Asia Menor, también ha elegido a las 12 tribus más
adecuadas para Sus propósitos eternos.
Inmediatamente
después de darnos la lista de las 12 tribus de Israel, Juan observó, delante del
trono, una multitud innumerable que salieron (RV60) o vienen (LBLA) de la Gran
Tribulación. Estudiaremos más de ella después, pero por lo pronto, quiero
volver a Mateo 24, donde Jesús enseñó a Sus discípulos acerca de los últimos
tiempos. Queremos ver la cronología y la misión de estos judíos.
Hemos visto una perfecta
simetría entre el discurso del monte de los Olivos y los primeros cinco sellos
que Cristo abrió. El quinto sello, que tenía que ver con el martirio, continúa en
Mateo 24:10. Después, Jesús describe el engaño constante y general de aquellos
tiempos y la falta de afecto natural en el mundo (vs.11-12). Concluye el versículo
13 mencionando la salvación de aquellos que perseveran hasta el fin. Muchas
veces comento que no quiere decir que la perseverancia salva, sino que ¡la salvación persevera!
Después del quinto
sello, en el versículo 14, observamos el éxito del evangelio y el cumplimiento
final de la comisión dada por Cristo. En el fin, todas las naciones del mundo
entero serán evangelizadas. Jesús menciona el
fin en Mateo 24:13, y entiendo que se está refiriendo al fin de la Gran
Tribulación. En el versículo 15 habla de la abominación
de desolación, que ocurre precisamente en medio de la séptima semana de
Daniel (9:27). Después, la cronología del versículo 14 está relacionada con su
contexto (13-21), es decir, los últimos 3½ años de la séptima semana, que es la
Gran Tribulación. En Apocalipsis 7:14 leemos de la multitud que sale de la Gran
Tribulación.
En nuestro pasaje, la
gran multitud es vista por Juan después de que el ángel selle a los 144.000
judíos, por eso tiene que haber una conexión. Otra vez, al unir nuestra porción
con Mateo 24:14, surgiere fuertemente que los sellados, protegidos y elegidos
judíos, serán testigos a las naciones durante la Gran Tribulación y su
testimonio tendrá un éxito inmenso. ¡Una multitud innumerable será salvada!
9. Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie
podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante
del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas
en las manos.
10. Y
clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está
sentado en el trono, y al Cordero.
11. Y todos
los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de
los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono, y
adoraron a Dios,
12. diciendo:
¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor,
el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
13. Y uno
de los ancianos habló diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras
blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?
14. Y yo le
respondí: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la
gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la
sangre del Cordero.
15. Por eso
están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que
está sentado en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
16. Ya no
tendrán hambre ni sed, ni el sol los abatirá, ni calor alguno,
17. pues el
Cordero en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas
de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.
Una multitud innumerable

Daniel se refiere a
este periodo en 9:27, 11:31 y 12:11. Permíteme relatar lo que pasa en estos
pasajes sin meterme mucho en ellos. El anticristo hace un pacto con los judíos
por un periodo de siete años. Esto tiene que ver con la reconstrucción del
templo y la restauración de los ritos de ofrendas y sacrificios. Exactamente,
en la mitad de estos siete años, él se transforma, dejando de ser el hombre de
paz que está fingiendo ser, y revelándose como el hombre demente y egoísta que
en verdad es, poniendo fin a los sacrificios y exaltándose a sí mismo como
objeto de adoración en el templo.
Habrá entonces 3½
años de aflicción extrema sobre la tierra y las palabras de Jesús marcarán el
principio del tiempo en el que “habrá
entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del
mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás” (Mt.24:21). Daniel también definió
este tiempo con semejantes palabras: “Será
un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta
entonces” (Dn.12:1). Nada de lo que pasó antes, ni nada de lo que pasará
después, podrá ser comparado a este tiempo. No veo la manera de poder mal
interpretar sus palabras ni el tiempo de Apocalipsis 7.
Este tiempo tan
oscuro será también un tiempo exitoso en cuanto al evangelismo, sin precedentes
mundialmente, de hecho, será un tiempo de avivamiento intenso, imposible de
medir o calcular (v.9). ¡Dios es el Dios de la redención, aún en medio del
juicio! Habacuc oró al Señor de justicia y bondad: “Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años
dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión” (Hab.3:2). La
sangre del Cordero todavía avala en la Gran Tribulación para redimir a los
hombres de cada nación, tribu, pueblo y lengua. Sus vestiduras han sido lavadas
y llevan palmas de alabanza en sus manos, como en la Fiesta de los Tabernáculos
(Lv.23:40) y en la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén (Jn.12:13). La
salvación pertenece a Él; Él solamente es capaz de proveer la salvación y distribuirla.
Están regocijándose,
haciendo resonar al cielo con sus alabanzas. No vemos a gente meditabunda,
guardando silencio en el cielo. Si el corazón está totalmente iluminado para
poder ver la realidad de la vida eterna en un ambiente como el cielo, ¿quién
podrá refrenarse? El cielo no pondrá límites de expresión a los redimidos. Al
grado en que nuestra alma pueda sentir el efecto del evangelio, a ese grado
clamaremos “a gran voz, diciendo: La
salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. ¿Estás tú dispuesto y preparado para participar
en la alabanza celestial? (v.10)
John Wesley calculó
que el número de ángeles en el capítulo 5 era más de 200 millones, pero aquí,
como no lay límites de santos, tampoco hay límites de ángeles. El texto declara
que son todos los ángeles, los 24
ancianos y los cuatro seres vivientes, unidos y confirmando con un ¡amén! el éxtasis del coro de los santos
redimidos (v.11). Ellos dan la bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de
gracias, el honor, el poder y la fortaleza a Dios, postrados delante del trono
(v.12)... alabanza séptupla.
Juan no puede
identificar a este pueblo tan especial porque no son cristianos como los que él
ha conocido. Los hubiera reconocido si fueran de la historia de la iglesia,
pero no podía opinar en cuanto de estos. Él esperó humildemente a que el
anciano le enseñara (v.13). Les identificó como los santos de la tribulación, sin embargo, han entrado al Reino de Dios
como todos los demás santos del Antiguo y Nuevo Testamento y de toda la edad de
la iglesia. Existe un solo Redentor y Su sangre puede limpiar al más vil
pecador en el peor tiempo, para que sea tan blanco con la nieve. Sólo así puede
estar en el lugar santísimo delante el trono (v.14).
“¡Por eso!” Tenemos que hacer caso a estas dos pequeñas palabras que introducen el
versículo 15. Solamente de esta manera los santos tienen acceso a esta
asombrosa posición. Recientemente, se me ocurrió que el velo entre los dos
compartimentos del templo, no solamente separaba al santo del mundano y vil,
sino también al Lugar Santísimo del Lugar Santo. Los sacerdotes podían
ministrar en el Lugar Santo, pero no había sitio para ellos, ni para cualquier
mero hombre, en el Lugar Santísimo. La santidad práctica que un creyente pueda
obtener en esta vida, nunca le calificará para lo más santo. Solamente la
sangre del absolutamente Perfecto nos puede avalar: “Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo
para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención, para que, tal como está escrito: ‘Él
que se gloría, que se gloríe en el Señor’” (1 Co.1:30-31). Solamente por
Sus méritos podemos estar allí.
No tendrán hambre
ni sed jamás, ni serán abatidos por el calor. Un principio bíblico nos hace
entender que este estado no tiene que ver principalmente con las condiciones
atmosféricas, ni con la ubicación geográfica, sino que se deberá a la presencia
de una Persona… “El extenderá su
tabernáculo sobre ellos” (vs.15-16). ¡De qué manera tan hermosa lo expresa
el anciano! Un himno declara: Donde está
Jesús, allí está el cielo. Ahora y para siempre, estamos eternamente
seguros bajo los brazos eternos: “El que
habita al abrigo del Altísimo morará a la sobra del Omnipotente. Diré yo al
Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío” (Sal.91:1-2).
El Señor es mi
pastor por toda la eternidad. El cielo es seguro eternamente por Su presencia.
La confianza en el Señor (que es lo mismo que decir por la fe en el Señor), permanece
por toda la eternidad, unida con la esperanza y el amor. Ni siquiera en el
ambiente celestial seremos independientes, porque Él nos ha creado para
depender de Él. Nos conducirá a aguas de reposo… aguas de vida… y Él es nuestro
gozo, que enjugará toda lágrima de nuestros ojos (v.17). Por causa de Él, no
hay tristeza en el cielo, sino “me darás
a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu
diestra, deleites para siempre” (Sal.16:11).
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