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Lowell Brueckner

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Apocaipsis 10

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Capítulo 10


1.      Y vi a otro ángel poderoso que descen-
      día del cielo, envuelto en una nube; y el 
      arco iris estaba sobre su cabeza, y su 
      rostro era como el sol, y sus pies 
      como columnas de fuego;
2.      y tenía en su mano un librito abierto.
      Y puso el pie derecho sobre el mar y 
      el izquierdo sobre la tierra;
3.    y gritó a gran voz, como ruge un león;
      cuando gritó, los siete truenos emitieron 
      sus voces.
4.      Después que los siete truenos hablaron, iba yo a escribir, cuando oí una voz del cielo que decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho y no las escribas.
5.      Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano derecha al cielo,
6.      y juró por el que vive por los siglos de los siglos, quien creó el cielo y las cosas que en él hay, y la tierra y las cosas que en ella hay, y el mar y las cosas que en él hay, que yo no habrá dilación,
7.      sino que, en los días de la voz del séptimo ángel, cuando esté para tocar la trompeta, entonces el misterio de Dios será consumado, como Él lo anunció a sus siervos los profetas.
8.      Y la voz que yo había oído del cielo, la oí de nuevo hablando conmigo, y diciendo: Ve, toma el libro que está abierto en la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra.
9.      Entonces fui al ángel y le dije que me diera el librito. Y él me dijo: Tómalo y devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel.
10.  Tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré, y fue en mi boca dulce como la miel; y cuando lo comí, me amargó las entrañas.
11.  Y me dijeron: Debes profetizar otra vez acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

Un Ángel poderoso con características divinas

Desde el capítulo 6, hemos estado viendo los eventos que tomarán lugar al abrirse los sellos y al sonar las trompetas. Desde este capítulo en adelante, hasta el capítulo 12, seguiremos una cronología. Este capítulo empieza con la descripción de un poderoso ángel, distinto a cualquier otro en el libro del Apocalipsis. De hecho, no encontramos ningún ángel semejante a este en toda Biblia, excepto el que es llamado, específicamente, El Ángel del Señor, el cual creemos que es una cristofanía, es decir, Dios el Hijo revelándose en el Antiguo Testamento.

No todos los comentaristas están de acuerdo, pero por los detalles que da, me parece que el majestuoso ángel de este capítulo es Cristo. Por eso, de aquí en adelante, usaré la letra mayúscula “A”. No puedo decir con certeza que sí, que ciertamente es Cristo, porque en esta expresión, “vi a otro ángel”, la palabra otro que se usa aquí, quiere decir, en griego, otro del mismo (otra palabra en griego que también podría usarse significa otro diferente). Es un buen punto y, por eso, no puedo decir dogmáticamente que tengo razón. También, es algo misterioso que Cristo aparezca como un ángel después de haberse identificado en el capítulo 1, y a las iglesias en los capítulos 2 y 3, claramente, y sin lugar a dudas, como el Cristo glorificado. 


Sin embargo, después, un anciano le anuncia como el León de la tribu de Judá y Juan le ve como un Cordero Inmolado (5:5-6); quizás, por eso, no sería tan extraño que se manifieste también como un Ángel poderoso. Ésta y las razones que doy a continuación hacen que me mantenga en la opinión antes mencionada, aunque ya he dicho que tengo que considerar la posibilidad de no estar en lo cierto.    

Hemos visto a los ángeles tocar las trompetas e involucrados en anunciar la caída de juicios sobre la tierra. Ahora, esta situación, en particular, requiere que Cristo, como un Ángel divino, anuncie algo que es de mayor importancia. Él no solamente habla la palabra, sino que Él mismo es la Palabra, por eso es el Mensajero; el significado del nombre ángel es mensajero. En un sentido, el Evangelio de Juan le introduce de esta manera al escribir acerca del Verbo, traducido del griego como logos.

El comentarista, Adam Clarke, opinaba que la palabra logos no debería traducirse, sino quedarse como en griego, Logos, evitando así el peligro de que la traducción quite algo de Su persona. Scofield dijo que el término logos significaba en la Biblia:

1)      Un pensamiento o concepto.
2)      La expresión o declaración de tal pensamiento.
3)      La encarnación de todo el pensamiento colectivo de Dios.
4)      Bíblicamente, este pensamiento o concepto tiene su origen en la eternidad y, por eso, no hay con qué compararle. Cristo es el Verbo de Dios encarnado, llevando en Su persona la completa revelación divina: “Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él” (Col.2:9).

Otra de las razones es el hecho de que el Ángel esté envuelto en una nube. Puedo dar muchos, pero que muchos ejemplos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de que una nube o nubes señala la presencia de la divinidad (v.1). No veo en ninguna parte de la Biblia a ningún ángel común envuelto en una nube. También hay un arco iris sobre Su cabeza, y el arco iris pertenece exclusivamente a Dios: “Pongo mi arco en las nubes” (Gé.9:13); en el capítulo 4:3, hay un arco iris alrededor del trono de Dios. No veo en ninguna parte a un ángel común con un arco iris sobre su cabeza.

El rostro del Hijo de Dios brilla como el sol en su fuerza. Fue así como brilló en el monte de la transfiguración, y sobre Saulo de Tarso, y en el primer capítulo de este libro. Sus pies son como columnas de fuego, como en el capítulo 1, “cuando ha hecho refulgir en el horno” (1:15).

Pero, sobre todo, vemos la incomparable autoridad que tiene este Ángel. Pone el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra (vs.2,5). Él posee todo y, en esta posición, Él ruge como un león (v.3). Además, levanta Su mano derecha al cielo, que es otra señal de Su indiscutible autoridad (v.5).


En Daniel, capítulo 10, tenemos un relato semejante. Tenía que ver con un Hombre, vestido de lino con una cintura de oro puro de Ufaz (Dn.10:5). Su rostro era como un relámpago, Sus ojos eran como antorchas de fuego, y sus brazos y pies como bronce bruñido. En Daniel 12:6-7, “uno de ellos (de los dos de versículo 5) dijo al hombre  vestido de lino… ‘¿Para cuándo será el fin de estas maravillas?’ Y oí al hombre vestido de lino… que levantando su mano derecha y su mano izquierda al cielo, juró por aquel que vive para siempre, que será por un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo (tres años y medio); y cuando se termine la destrucción del poder del pueblo santo, se cumplirán todas estas cosas.”

El Hombre en Daniel y este poderoso Ángel parecen ser el mismo… el Hijo de Dios. No habrá más demora, en cuanto del desarrollo de la profecía importante que tiene que ver con la última parte de la Semana 70 de Daniel (Dn.9:27). Juan pone este poderoso Ángel en el mismo tiempo profético como el Hombre en Daniel 12. Tiene autoridad sobre la tierra y el mar y jura que los últimos propósitos de Dios ocurrirán sobre la tierra.  

El librito o pequeño rollo

En la mano de Aquel que se sienta en el trono, en el capítulo 5, había un rollo con siete sellos. Este Ángel tiene un librito o rollo abierto (v.2). El hecho de que esté abierto, probablemente indique que los eventos que describe ya están desarrollándose. Claramente, tiene que ver con el ministerio profético de Juan, quien tiene que devorarlo antes de continuar profetizando. Es una parte importante de la Palabra de Dios revelada, y tiene que ver particularmente con los últimos días.

El librito está abierto, su contenido ya se está declarando y la historia continuará. Veremos la cronología que lo rodea en los capítulos 11 y 12. Creo que La semana 70 de Daniel sería un buen título para el rollo, porque representa los eventos que hemos estado y seguiremos estudiando, relacionados con la semana 70. La mayor parte del ministerio de profecía del apóstol tiene que ver con esta semana.

Cuando el Ángel ruge como un león, los siete truenos responden (v.3), pero, una voz del cielo prohíbe a Juan que escriba lo que escucha de los truenos y, por eso, no hay ninguna razón de por qué especular sobre ello (v.4). Es la única parte del libro que sigue estando velada; es un misterio. Nosotros, solamente podemos contar con lo que es revelado, y lo que nos revela aquí es que hay siete truenos. Nadie sabrá nada acerca de estos mensajes hasta el tiempo señalado.

Es aquí cuando el Ángel hace una declaración crucial, y en la siguiente sección lo tomaremos en cuenta. Todos estos detalles se relacionan entre sí, pero lo que queremos ver aquí es la relación entre Juan y el librito. Otra vez, la voz del cielo habla y Juan recibe instrucciones: tiene que tomar el librito y devorarlo. La Biblia nos hace considerar al que tiene el libro y Su posición. Él tiene autoridad y posesión supremas sobre el mar y la tierra (v.8) (sólo quiero hacer referencia a un principio espiritual y bíblico que demuestra posesión, sobre el cual estoy basando lo que acabo de decir: “Todo lugar que pise la planta de vuestro pie os he dado” Jos.1:3;14:9; Dt.11:24).

Cada siervo de Dios, cada ministro de Su palabra, está obligado a estar íntimamente involucrado con su mensaje. No se puede calificar de maestro o predicador en el Reino de Dios a ninguno que solamente hable de lo que ha aprendido por sí mismo o por otros. Tiene que ingerir la palabra. Tiene que pasar más allá de su boca y papilas gustativas; debe ser tragada y digerida por su sistema. Tiene que entregarse totalmente al contenido de la palabra; el hecho de que sea aceptada o rechazada por la gente es algo secundario; el mensajero fiel tiene que declararla. Tiene que fusionarse con ella, y nada menos que esto. Debe estar totalmente comprometido, sin posibilidad de volver atrás, ya que lo que él lleva es el ministerio más significativo que existe en el universo. ¡Que cada quien que desee ser maestro o predicador esté consciente de las implicaciones!

La palabra de Dios a Ezequiel nos demuestra las consecuencias claras del ministerio de la palabra: “Les hablarás mis palabras, escuchen o dejen de escuchar… He aquí, una mano estaba extendida hacia mí, y en ella había un libro en rollo. Él lo desenrolló delante de mí… y en él estaban escritas lamentaciones, gemidos y ayes… y me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes delante… y ve, habla a la casa de Israel…. Hijo de hombre, alimenta tu estómago y llena tu cuerpo de este rollo que te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel” (Ez.2:7-3:3).

Juan se acercó al Ángel y ahora se dirige a su ministerio sobre la tierra. Tiene que profetizar a muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes (v.11). Aunque la palabra resulte desagradable a las multitudes, es dulce en la boca del mensajero. Sin embargo, llegamos también a otra conclusión: al tratarse del relato de La Semana 70 de Daniel, recordemos que la primera parte es un tiempo de engaño. El jinete sobre el caballo blanco trajo un mensaje de paz a la tierra. Fue agradable y gustoso, pero llevaba consecuencias terribles. Aunque la gente vivirá bajo una mentira pacífica, el engaño resultará en una amarga calamidad (vs.9-10).

“Ya no habrá dilación”

La frase “el tiempo no sería más” (v.6) traducida en la RV60, está mucho mejor traducida en (LBLA, BTX), “ya no habrá dilación”, es decir, no habrá más demora. Los comentaristas están de acuerdo en este punto. Esta es una asombrosa declaración. Al escribir Pablo a los Tesalonicenses acerca de los últimos tiempos, declara: “Sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio” (2 Tes.2:7). ¿Qué habrá causado la demora y qué es lo que ahora empezará a desarrollarse?

Tenemos que volver a Daniel 9 para refrescar la memoria sobre su profecía. El ángel Gabriel le informó acerca de un periodo de 70 semanas de años… 490 años que tenían que ver, exclusivamente, con su pueblo, los judíos. Este periodo estaría dividido en tres partes. El primer periodo de tiempo empezó durante el Imperio Persa, cuando el emperador dio órdenes para que Jerusalén fuese reconstruida. La reconstrucción duró 49 años y, después, inmediatamente, empezó la segunda parte, un periodo de 434 años, que terminaría con la muerte del Mesías prometido. Hasta entonces, el tiempo total transcurrido fue de 483 años, por lo que faltarían siete años para completar los 490 años. A este periodo que falta le hemos titulado La semana 70 de Daniel.

Un día, concretamente, el sábado, Jesús empezó a leer Isaías 61. Al llegar al versículo 2, donde dice: “para proclamar el año favorable del Señor”, de repente, se detuvo y enrolló el libro, devolviéndoselo al asistente. Entonces se sentó y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído” (Lc.4:18-21). Los ojos de todos en aquel lugar estaban fijos en Él. La persona que asistía fielmente a la sinagoga conocía bien esta profecía mesiánica y también sabía que Jesús había parado de leer en medio de una frase. La razón por la que no leyó más era porque el resto de la frase tenía que ver con Su segunda venida, cuando acontezca “el día de venganza de nuestro Dios” (Is.61:2b), lo cual no era para aquel tiempo. En nuestras Biblias tenemos una coma que divide las dos venidas de Cristo. La coma marca la demora a la que se refiere el Ángel poderoso. ¡El Señor usa las maneras más fascinantes para llamar nuestra la atención!

Cuando Jesús fue crucificado, después de 483 años de la profecía de Daniel, el ‘reloj’ judío se detuvo y el Tiempo de los gentiles se puso en marcha. Dios abrió la puerta del evangelio a cada nación, lengua, tribu y familia. El apóstol Pablo exaltó a Dios por esta maravilla en Su plan, extendiendo el evangelio al mundo no-judío por medio de la caída de la nación judía. Sin embargo, al final, los judíos serán otra vez injertados y todo Israel será salvo. Pablo lo enseñó de esta manera: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio… que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y así todo Israel será salvo” (Ro.11:25-26). Jesús profetizó: “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan (Lc.21:24).

(El Ángel) juró… que ya no habrá dilación, sino que, en los días de la voz del séptimo ángel, cuando esté para tocar la trompeta, entonces el misterio de Dios será consumado…” (vs.6-7). Los últimos siete años de la profecía de Daniel, que por muchos siglos han estado en espera, ahora se llevarán a cabo, como ha dicho el Ángel. El reloj judío se pondrá en marcha para su cumplimiento.

Acabamos de citar, en Romanos 11:25, una de las 17 veces que Pablo, en sus epístolas, usa la palabra misterio. En este caso, el misterio es que Israel será parcialmente endurecido y los gentiles serán participantes del evangelio. En Romanos 16:25-26, el misterio es revelado a todas las naciones, y en Efesios 3:6, el misterio es que los gentiles son coherederos por medio del evangelio. Colosenses 1:27 nos habla de un gran misterio entre los gentiles: Cristo en ellos, la esperanza de la gloria. Casi todas las referencias apuntan, en una u otra forma, a la iglesia gentil. Ahora, Juan relata que el misterio de Dios será cumplido en los días del sonido de la séptima trompeta.

Juan, el último apóstol todavía vivo, es el único que puede completar las profecías que todavía el Espíritu Santo quería revelar a la iglesia; y lo hace en el Apocalipsis. Por una palabra inspirada, él profetiza acerca de los eventos finales de este siglo y el destino final de la población mundial, que incluye la batalla de Armagedón, el Milenio y el juicio del Gran Trono Blanco. Termina con una descripción de un cielo y tierra nuevos.

Como preparación para estudiar el capítulo 11, te voy a pedir que medites sobre estos tres pasajes que voy a escribir a continuación:

1 Corintios 15:51-52
He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

1 Tesalonicenses 4:13-18
Pero no queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como lo hacen los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá con Él a los que durmieron en Jesús.
Por lo cual os decimos esto por la palabra del Señor: que nosotros los que estemos vivos y que permanezcamos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras.

2 Tesalonicenses 2:1-3
Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, os rogamos, hermanos, que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado. Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición.


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