1 Corintios 3
La carnalidad contra la espiritualidad
Capítulo 3
1.
Así que yo, hermanos, no
pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo.
2.
Os di a beber leche, no
alimento sólido, porque todavía no podíais recibirlo. En verdad, ni aun ahora
podéis,
3.
porque todavía sois
carnales. Pues habiendo celos y contiendas entre vosotros, ¿no sois carnales y
andáis como hombres?
4.
Porque cuando uno dice: Yo
soy de Pablo, y otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois simplemente hombres?
Los corintios existían en un estado contradictorio. Por una parte, era
gente que había recibido la gracia de Dios. Habían sido enriquecidos con la
palabra y sabiduría, y estaban recibiendo y practicando los dones espirituales.
Sin embargo, Pablo dijo que todavía eran carnales. Él fue a Corinto cerca del
año 52 d.C., y esta carta fue escrita desde Éfeso cerca del año 56 o 57 d.C,
por eso sabemos que llevaban cuatro o cinco años como cristianos. Todavía eran
infantes (v:1).
La gente con mentalidad carnal sigue a los hombres y pone su confianza en ellos
y en sus ministerios. Diferentes hombres y ministerios habían sido introducidos
en la iglesia de Corinto, por eso, ellos tenían diferentes opiniones sobre cual
de ellos era el más provechoso (v:4). Esto había desatado celos y contiendas
entre los miembros de la iglesia (v:3). En la segunda carta que Pablo les
escribió, reveló su meta de desposarles “a
un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo” (2 Co.11:2). Cuando
los cristianos alcanzan este propósito, en sentido práctico y desde la
profundidad del corazón, entonces llegan a un estado espiritual en el que cesa el
espíritu partidario entre ellos.
La gente con mentalidad carnal piensa y funciona, en sentido práctico,
según las capacidades y sabiduría humanas. Los corintios no habían captado la
maravillosa verdad de estar desposados solo con Cristo. Sus mentes y corazones no
habían sido iluminados y, por eso, permanecían en un estado carnal. Habían
aprovechado de “la leche pura de la
palabra” (1 P.2:2), pero todavía no podían recibir el alimento sólido (v:2).
Isaías 55:7-9 demanda que el pecador se arrepienta de sus caminos y
pensamientos: “Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor”. Si una persona quiere volverse al
Señor, tiene que abandonar sus caminos y pensamientos, porque Dios dice: “Mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos”. Los caminos y pensamientos de Dios son inmensamente superiores: “Como los cielos son más altos que la
tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos”.
Los cristianos maduros no solamente tienen en ellos la mente de Cristo,
como declara el capítulo 2:16, sino que Sus pensamientos dominan los suyos y
Sus caminos dominan sus acciones. Están experimentando un cambio radical,
siendo transformados “mediante la
renovación de vuestra mente” (Ro.12:2b). Al estar aprendiendo los caminos
de Dios pueden verificar “cuál es la
voluntad de Dios” (Ro.12:2c). Al pensar y actuar de forma piadosa,
diferente al mundo que les rodea, no se adaptan “a este mundo” (Ro.12a). Ellos viven en una esfera diferente, no
solamente en relación a la gente del mundo, sino también a gran parte de
cristianos que todavía ven las cosas con una perspectiva mundana.
Los cristianos no son simplemente
hombres y mujeres. La diferencia más
básica y decisiva que existe sobre este planeta, no es racial o étnica, entre
africanos, asiáticos, europeos o nativos americanos; ni tampoco es sexual,
entre varones y mujeres. La gran distinción entre seres creados tiene que ver
con el asunto de haber nacido dos veces o solamente una vez. El que es cristiano
ha nacido de nuevo; ha nacido desde arriba, su ciudadanía está en los cielos y
es un hijo sobrenatural de Dios.
Jesús enseñó esta verdad claramente a Sus discípulos: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del
mundo, sino que yo os escogí en entre el mundo, por eso el mundo os odia” (Jn.15:19).
Este odio, causado por el contraste definido entre cristianos y ciudadanos del
mundo, es la razón por la que el martirio se ha multiplicado en este siglo XXI
“civilizado”. El siglo XX produjo más mártires de los que jamás ha habido
durante y desde el tiempo de los apóstoles.
Dios y Sus
ministros
5.
¿Qué es, pues, Apolos? Y
¿qué es Pablo? Servidores mediante los cuales vosotros habéis creído, según el
Señor dio oportunidad a cada uno.
6.
Yo planté, Apolos regó, pero
Dios ha dado el crecimiento.
7.
Así que ni el que planta ni
el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento.
8.
Ahora bien, el que planta y
el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su propia recompensa
conforme a su propia labor.
9.
Porque nosotros somos
colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
10. Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como
sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno
tenga cuidado cómo edifica encima.
11. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está
puesto, el cual es Jesucristo.
Pablo se define a sí mismo, a Apolos y a sus ministerios individuales. El
sustantivo griego para describirles es diakonos,
que traducimos como servidores. Un
ministro verdadero del evangelio es un siervo; primeramente, él es el siervo de
Cristo y, como consecuencia, es un siervo de la gente. No puede alcanzar un
nivel más alto que este. El Señor le ha llamado y le ha dado su labor. Es
llamado a servir al pueblo para que ellos también puedan entrar en la fe (v:5).
Pablo, básicamente, fue el que sembró y Apolos fue el que regó, en Corinto.
Sus humildes servicios fueron empequeñecidos por el poder de Dios que produce
vida (v:6). En un sentido verdadero, Pablo y Apolos fueron “observadores”, tuvieron
el privilegio de estar cerca de Dios para poder contemplar Su incomparable obra.
La parábola del trigo y la cizaña revela que aún en el asunto de plantar la
semilla, los seres humanos son simplemente peones, y Cristo tiene que obrar
para hacer que la semilla penetre en la tierra y brote: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre” (Mt.13:37).
Todo es atribuido a Dios y todo es para Su gloria, por eso, el creyente tiene
que enfocarse en Él (v:7).
Los verdaderos ministros de Cristo trabajan unidos para una meta común. Así
fue entre Pablo y Apolos, y así tiene que ser hoy en día entre nosotros. Si hay
contiendas entre los ministros, no podemos esperar más de sus seguidores. Cristo
lo tomará en cuenta cuando reparta los galardones, que se hará de manera
individual: “Cada uno de nosotros dará a
Dios cuenta de sí mismo” (Ro.14:12). No habrá medallas para los equipos (v:8).
Cada siervo es llamado por Dios para trabajar con Él y bajo Su mando. No
veo lugar para el nombramiento propio o para planes humanos. El siervo estará
en el yugo con Cristo, colaborando en unión con Él para llevar a cabo el
propósito de Dios. El discípulo tiene que seguir los movimientos de Cristo; ¡Su
yugo no es elástico! Pablo dice que los corintios son labranza (gr. georgion, significando granja o agricultura) de Dios o edificio
de Dios (v:9).
Ahora cambia la analogía para poder hablar como un constructor. Sin
embargo, la analogía anterior de un campo, en el cual Dios es quien da el
crecimiento, sigue siendo algo para considerar. Pero sobre edificar, “si el Señor no edifica la casa, en vano
trabajan los que la edifican” (Sal.127:1). Que el ministro sea un siervo
sencillo, no quiere decir que no sea un perito
o experto en su obra. Está trabajando con gracia divina. La obra del cielo
requiere pericia sobrenatural y dones del Espíritu Santo para llevarse a cabo.
El ministerio apostólico es fundamental, y es sobre lo que todo lo demás tiene
que ser edificado. El edificio es uno solo y Dios es el arquitecto, por eso, Él
nombra a otros constructores expertos. En los siguientes versículos
aprenderemos que, el hecho de estar en el edificio correcto, no garantiza que
todo va a ser edificado con los mejores materiales. Tenemos que fijarnos
cuidadosamente en esto (v:10).
El fundamento de todo, en el cual Dios está involucrado, es Jesucristo.
Cristo nos da otra analogía en Juan 15:1-8, y empieza diciendo: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador”. Hay muchas vides,
pero Él es la única que el Padre
plantó y en la cual el Padre está íntimamente involucrado (v:11).
Materiales para edificar
12. Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con
oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
13. la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la
dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad
de la obra de cada uno.
14. Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el
fundamento, recibirá recompensa.
15. Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá
pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.
Pablo nos da una lección, vitalmente importante, que tenemos que aprender
como cristianos. Él demostró que los corintios, aunque fueron participantes de
la gracia de Dios y sobrenaturalmente dotados con dones espirituales, todavía eran
carnales. Ahora veremos que la obra, en la cual los verdaderos cristianos están
involucrados, no necesariamente es espiritual, sino que puede ser muy carnal.
La famosa misionera, Amy Carmichael dijo: “La
obra no podrá ser más profunda de lo que nosotros hayamos alcanzado.” Si
somos carnales, la obra será carnal.
Pablo sigue hablando del edificio de Dios. Su discurso, como algunos
interpretan estos versículos, no es sobre la vida personal de un creyente, sino
sobre la iglesia. Me gusta que use elementos valiosos como ejemplo de los
materiales para edificar, porque está presentando un edificio extravagante. Me
parece a mí que algunos misioneros no dan el valor que merece a la tarea más
alta que hay en todo el universo, al oírlos hablar tan ligeramente de “plantar
iglesias”. En primer lugar, Cristo dijo: “Yo
edificaré mi iglesia” (Mt.16:18) y, en este capítulo, vemos que el apóstol colabora
con Dios. Cristo es el arquitecto del cuerpo de la iglesia, en su totalidad, y
Él es quien llama a los obreros; Él inicia y supervisa cada detalle de la
iglesia local. El plano no debe ser dibujado por manos humanas.
El apóstol hace dos grupos básicos de materiales: inflamables e
incombustibles. En uno hay oro, plata y piedras preciosas, y en el otro madera,
heno y paja (v:12). Vemos otra vez, como en el versículo 8 (también en el versículo
10), que los galardones o falta de ellos está relacionado con cada obrero, personal
e individualmente. Ahora quisiera mencionar que, en algunas versiones, la
palabra Día empieza con mayúscula, refiriéndose
a un día muy específico. Ciertamente, Pablo está refiriéndose al Tribunal de
Cristo, donde cada uno dará cuenta de
su propio trabajo. “La obra de cada uno
se hará manifiesta” (BTX)… la
raíz de la palabra manifiesta significa
brillante. Lo que hace brillar es el
fuego de Dios. Los ojos llameantes de Cristo discernirán claramente cada obra,
y pondrá fuego a cada una de ellas, individualmente. En aquel Día, la verdadera
sustancia de aquella obra será claramente visible a todos (v:13), aunque aquí,
en este mundo, la misma obra pueda confundir a mucha gente.
Si es inflamable, será obvio que la obra ha sido de la carne, es decir, una
obra fruto de la inteligencia y capacidades del hombre. Yo creo que edificar
con oro, plata y piedras preciosas significa edificar puramente en el poder del
Espíritu Santo, construyendo espiritual y sobrenaturalmente con materiales procedentes
del cielo (v:14). Edificar con madera, heno y paja tipifica la obra que depende
de las capacidades humanas. Warren Wiersbe declara lo que siempre he creído
firmemente, y lo dice mejor y con más precisión de lo que yo pudiera hacerlo:
“Hay una sabiduría de este mundo que
funciona bien en el mundo, pero no funcionará en la iglesia. El mundo funciona
tras las promociones, el prestigio y la influencia de dinero y gente
importante. La iglesia depende de la oración, del poder del Espíritu, de la
humildad, del sacrificio y del servicio. La iglesia que imita al mundo puede tener
resultados exitosos en este tiempo, pero será reducida a cenizas en la
eternidad. La iglesia, en el libro de los Hechos, no tenía los “secretos exitosos”
que parecen ser tan importantes hoy en día. No era dueña de propiedades; no
tenía influencias en el gobierno; no tenía una tesorería (dijo Pedro: “No tengo
plata ni oro”); sus líderes eran hombres comunes, sin una preparación especial
en escuelas reconocidas; no había concursos entre los miembros para ver quien traía
más número de visitantes; no invitaban a celebridades; sin embargo
¡trastornaron el mundo entero!”
“Dios tiene un plan específico para
cada iglesia local (Fil.2:12-13). Cada pastor y líder en la iglesia tiene que
buscar a Dios para obtener Su sabiduría. 1 Corintios 3:19 advierte que la
sabiduría del hombre solamente le atrapará (está citando Job 5:13) y 1
Corintios 3:20 avisa que la sabiduría del hombre solamente conduce a la vanidad
y futilidad (cita el Salmo 94:11). Aunque la iglesia debe identificarse con las
necesidades del mundo, no debe imitar la sabiduría del mundo”.
El texto clarifica que, a pesar de todo, el constructor será salvo (v:15).
La lección no tiene que ver con la salvación, y la prueba no es sobre la
condenación, sino sobre los galardones. Hay muchos obreros cristianos,
involucrados en la “construcción de iglesias”, que experimentarán cómo su obra será
quemada al ser probada con fuego. La gran necesidad de nuestros tiempos, cuando
hay tantas atracciones a nuestro alcance, es ver desarrollarse un pueblo que
sabe lo que quiere decir: moverse por el poder y dirección del Espíritu Santo.
¡Es algo esencial, sin embargo, extremamente escaso! Ante los flameantes ojos
de Cristo, los materiales decorativos utilizados para atraer, entretener y
entrenar a discípulos, es solamente madera, heno y paja, muy baratos.
El templo, los ministros y el Cristo de Dios
16. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en vosotros?
17. Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a
él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois.
18. Nadie se engañe a sí mismo. Si alguno de vosotros se cree
sabio según este mundo, hágase necio a fin de llegar a ser sabio.
19. Por la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues
escrito está: Él es El que prende a los sabios en su propia astucia.
20. Y también: El Señor conoce los razonamientos de los
sabios, los cuales son inútiles.
21. Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es
vuestro: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o
lo presente, o lo por venir, todo es vuestro,
22. y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Dios no escatimó absolutamente nada al traer la salvación al hombre: “El que no eximió ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros” (Ro.8:32). Trabajamos con Él, mientras
Él edifica Su templo. También nos dio lo mejor para llevar a cabo la construcción
de Su templo, por medio del evangelismo, las misiones, el discipulado y la
edificación de cristianos. Derramó Su Espíritu Santo (v:16). En otras palabras,
hizo más que solamente derramar bendiciones sobre nosotros; nos dio de Sí
mismo. Todo ha sido comprado por el precio de la sangre de Su Hijo. Esta verdad
nos deja pasmados y pone la misión de la iglesia muy por encima de cualquier otro
esfuerzo sobre la tierra. Debemos meditar profundamente sobre esto para poder
captar realmente su verdadero significado. Puedo intentar resumirlo en cuatro
palabras: ¡Estamos involucrados en lo que es: 1- espiritual, 2- celestial, 3-
sobrenatural y 4- eternal!
Muchos, todavía, no han apreciado el supremo valor de todo en lo que el
cristiano está involucrado; de hecho, algunos lo menosprecian. Otros, se van al
lado opuesto y se oponen e intentan destruir la obra del Señor (v:17). Por
ejemplo, en la Reforma, la iglesia de Roma martirizó a muchos cristianos y,
también, en las generaciones que siguieron, muchos de los anabaptistas derramaron
su sangre. Los avivamientos que llevaron a cientos de miles de personas
arrepentidas a caer sobre sus rodillas, fueron desafiados por líderes que
pensaban que defendían a la iglesia.
Pablo vuelve al argumento contra la sabiduría humana en la iglesia. Citó a
Isaías en el capítulo 1: “Destruiré la
sabiduría de los sabios”. Toda
esta sabiduría procede del hombre, está motivada por el hombre y está atada a
la tierra. Los cristianos motivados por ella están temerosos de perder la
alabanza de los hombres. Los que están más hermosamente adornados con la
sabiduría mundana, son los que Dios ve como los más miserablemente pobres.
Solamente hay una manera de tratar con tales manchas, encontradas entre los
miembros de una iglesia: Hay que llevarlos al arrepentimiento, que requiere ser
desvestidos de tales trapos terrenales. Tienen que borrar de su memoria lo que
han aprendido para poder captar los pensamientos y camino secretos y escondidos
de Dios (v:18).
Debemos volver a los comentarios de Wiersbe sobre los versículos 19 y 20: 1 Corintios 3:19 advierte que la sabiduría
del hombre solamente le atrapará y, 1 Corintios 3:20, avisa que la sabiduría
del hombre solamente conduce a la vanidad y futilidad. Si queremos una
prueba de que la sabiduría del mundo ha atrapado a un gran porcentaje del
liderazgo de la iglesia moderna, solo tenemos que observar la preeminencia de
las reuniones de negocio sobre las reuniones de la oración.
Pablo concluye su reprensión contra la tendencia de argumentar y dividir en
Corinto debido a la lealtad a diferentes hombres. Lo ha relacionado a la
carnalidad y ha demostrado su naturaleza combustible delante del Tribunal de
Cristo. Ahora, quiere que todos los ojos se fijen en Cristo y la gloria de Dios
(v:21). El apóstol intenta mostrarles que no hay por qué estar discutiendo. No
hay una razón por la cual cada cristiano no pueda disfrutar de todos los
beneficios de todos los líderes. Dios ha puesto a todos a disposición de cada
miembro y, además, toda la naturaleza y eventos del mundo están ordenados por
Dios para el beneficio de Su iglesia.
Todas las insignificantes diferencias en la iglesia se deben a la falta de
iluminación sobre la maravilla y la gloria en que todos hemos sido sumergidos. En
este artículo, he intentado arrojar un poco de luz sobre estos beneficios. Me
refiero e insisto en que estamos involucrados en algo infinitamente superior a
las más altas aspiraciones en el mundo; tan seguro como que los caminos de Dios
son infinitamente más altos que cualquier propósito sobre la tierra. La
comunión con Cristo es tu privilegio; Él es “el soberano de los reyes de la tierra” (Ap.1:5). Has sido
introducido en el propósito eterno del Omnisciente y Omnipotente. Medita sobre
esto y no habrá tiempo para deleitarse en otros pensamientos e implementar caminos
humanos (v:22).
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