1 Corintios 14
Capítulo 14
Los dones de la profecía y las lenguas
1.
Seguid el amor; y procurad
los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis,
2.
Porque el que habla en
lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por
el Espíritu habla misterios.
3.
Pero el que profetiza habla
a los hombres para edificación, exhortación y consolación.
4.
El que habla en lengua
extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.
Como he mencionado en el capítulo 13, Pablo expone su conclusión en el versículo
1, después de la enseñanza dada en los capítulos 12 y 13. Observaremos, una vez
más, que la palabra no nos da ninguna pista a favor de la idea de que los dones
espirituales hayan cesado o de que el amor haya reemplazado a los dones. Define
claramente su doctrina y lo hace imperativamente. Es imperativo que el amor sea
siempre manifestado en la iglesia, y la manda que lo siga y lo procure. Sobre
los dones espirituales usa el mismo imperativo, y lo hace fuertemente, usando
la palabra griega desear. Los
sinónimos en el diccionario griego Strong son: calor, celo, ardor. La traducción en La Biblia de las Américas
es desead ardientemente, igual que en
las mejores traducciones en inglés, aunque a veces se traduce solamente con el
verbo imperativo, desead. Me parece
algo totalmente irracional que Pablo sea tan persistente en algo que, según los
cesacionistas, iba a desaparecer pocos años después, al completarse el canon
del Nuevo Testamento.
Durante todo este capítulo, Pablo compara la profecía con las lenguas. En el
capítulo 13, también comentamos brevemente acerca del especial énfasis que
Pablo pone en la profecía, tema principal de este capítulo. La profecía,
definitivamente, tiene preferencia, por su papel en la edificación de la
iglesia.
Existen diferentes opiniones sobre lo que es, exactamente, el don de
lenguas. Algunos piensan que, aunque el don fue obviamente sobrenatural en el
libro de los Hechos, hoy en día, la capacidad que tiene un cristiano de aprender
lenguajes extranjeros es lo que más se aproxima a tener el don neo
testamentario. Las mismas personas que abrazan este punto de vista, son las que
ven los dones de Dios como algo genético, heredado de sus padres, y poco más.
Es verdad que tenemos que rendir nuestros talentos naturales a Cristo, pero
estos no son dones espirituales.
Más digna de nuestra consideración es la opinión de que el don de lenguas es
la manifestación sobrenatural de lenguajes humanos, como lo fue en el Día de
Pentecostés. Ellos añadirán que, el propósito de este don, era para predicar el
evangelio a los incrédulos. Sin embargo, la audiencia de aquel día, eran judíos
que, obedeciendo al mandamiento del Antiguo Testamento, habían llegado desde
todas las naciones a Jerusalén para la fiesta. Todos hablaban hebreo (pienso
que es maravilloso pensar que Dios, desde que dio el mandamiento de ir tres veces
al año a Jerusalén, lo hizo, principalmente, para asegurarse de que esa
multitud estaría presente el día en que la Fiesta de Pentecostés alcanzó su
cumplimiento después de la muerte y resurrección de Cristo. Los fieles judíos
lo llevaban a cabo cada año).
Algunos dirán que el milagro de aquel día sucedió en el oyente más que en
la expresión de los que hablaron. Yo añadiría, solamente, que los 120 empezaron
a hablar antes de que los oyentes llegaran para escucharlos y el contexto no
afirma que estuvieran predicando el
evangelio en lenguas extrañas. Más bien, estaban alabando a Dios: “Les oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios” (Hch.2:11). “Nuestras lenguas”, para algunos de los
judíos, eran lenguajes secundarios que habían aprendido en los países en los
que habitaban. Otros muchos, aunque nacieron en otras naciones, mantenían el
lenguaje hebreo. Todos pudieron entender el evangelio predicado por Pedro.
En las otras dos ocasiones mencionadas en el libro de los Hechos, no
estaban presentes oyentes inconversos, si es que el don era para predicar el
evangelio. En Cesarea, los judíos creyentes que fueron con Pedro estaban
sorprendidos, no del contenido de las lenguas habladas, sino por el hecho de que
los gentiles recibieran el don de lenguas. En Éfeso, el relato bíblico no menciona
a otras personas presentes, más que a Pablo, cuando doce hombres (discípulos)
hablaron en lenguas y profetizaron.
Observando estas últimas ocasiones, entendemos mejor por qué Pablo escribe,
en el versículo 2, que el que habla en lenguas no habla principalmente a los
hombres, sino a Dios, porque, añade, nadie le entiende. Esto nos hace pensar
que la manifestación, en el Día de Pentecostés, fue única, diferente a las
otras dos ocasiones en las que los creyentes hablaron en lenguas. ¿Habrá quien pueda
negar al Dador de los dones el derecho a usarlos como Él quiera? Yo creo que
entre todas estas personas que llegaron a Jerusalén, desde muchas partes del
mundo conocido de aquel entonces, 3.000 de ellos creyeron y volvieron a sus lugares
de origen como testigos de Cristo. También es posible que ellos fundaran
iglesias indígenas, incluso la iglesia en Roma.
En una ocasión en la que mi padre y yo viajabamos juntos, nos detuvimos
para visitar a un amigo, que era pastor. Su iglesia celebraba reuniones
especiales cada noche, en las que predicaba un nativo cherokee, que estaba hospedado
en su casa. Él pidió al nativo que compartiese personalmente su testimonio con
nosotros. En seguida, confesó que no le gustaba hacerlo públicamente por el
dolor que le causaba recordarlo. Nos contó un relato violento de su tiempo de
adicción a la heroína. Una vez, al llegar a casa, encontró a su esposa, que era
cristiana, orando por él de rodillas al lado del sofá, y la dio tal paliza que abortó
el feto que llevaba en su seno. Incapaz de aguantar su culpa, después del
incidente, intentó suicidarse, cortándose las venas; por falta de sangre, cayó
inconsciente y despertó en un hospital. Por fin, pudo entender la desesperación
de su condición espiritual, se humilló y empezó a asistir a la iglesia de su
esposa. Después de una reunión, el pastor le preguntó si no se ofendería si
todos oraban por él. Entonces, les concedió permiso y toda la congregación le
rodeó. Durante la oración, oyó a alguien orando una hermosa alabanza en su
idioma cherokee. Se sorprendió porque no se había dado cuenta de que, en la
pequeña congregación, hubiera otro cherokee presente. Al girar la cabeza en
dirección a la voz, vio que la que hablaba era una mujer blanca. Se asustó de
tal manera que, inmediatamente, se fue corriendo de la iglesia. Sin embargo,
pocos días después, se rindió a Cristo y llegó a ser un predicador del
evangelio. De hecho, viajaba con David Wilkerson durante el tiempo en el que él
y Leonard Ravenhill ministraban juntos en New York y otros lugares.
Lo que acabo de contar es una experiencia excepcional, pero, como en el
texto, si una persona habla a Dios, generalmente estamos refiriéndonos a la oración.
D. Martyn Lloyd-Jones, en su libro sobre los dones espirituales, creyó que
Pablo se refería a un hablar extático, no a un lenguaje conocido (la palabra extático, en este caso, significa un estado de adoración exultante con felicidad
intensa). Nadie, sólo Dios, tiene por qué entenderle, ya que está
hablándole misterios en oración, que ningún otro entiende. Tales lenguas son
para los tiempos devocionales de un creyente y tienen su propósito en la
oración. En Romanos 8:26, Pablo enseña que (me gusta la versión Amplificada en
inglés) “no sabemos qué oración ofrecer,
ni cómo ofrecerla dignamente como debemos, sino el Espíritu mismo enfrenta
nuestra súplica y ruega para nosotros con anhelos y gemidos demasiado profundos
para poder expresarse”. Indudablemente,
el Espíritu Santo está profundamente involucrado en tal arte de la oración, y
tenemos que darle lugar para que nos lleve por encima de nuestras debilidades.
En el versículo 4, Pablo habla más sobre el uso de las lenguas. Dice que,
al hablar en lenguas, la persona se edifica a sí misma. Pablo no critica esta
práctica porque, individualmente, también necesitamos edificación. Judas
escribe, en el versículo 20: “Vosotros,
amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo…” La
palabra griega, se edifica, de 1
Corintios 14:4 y, edificándoos, de
Judas 20, se derivan de la misma raíz griega y significan exactamente lo mismo.
Como aprendimos en 12:7, que la manifestación de los dones espirituales es
para provecho común, entonces, está muy claro que la profecía que edifica a la
iglesia tiene más valor que el don de lenguas, que solamente edifica al
individuo que las habla. En el versículo 3, Pablo enseña los tres propósitos
básicos de este don: 1) la edificación, 2) la exhortación y 3) la consolación
(consuelo). También tenemos que tomar en cuenta cual no es el propósito. La profecía no es para dirigir a otros
cristianos; quiero decir, que no debe mandar a la persona o personas a dar
pasos en cierta dirección. Existen historias horrendas de cristianos siguiendo
los pasos de un “profeta” que hablaba en el nombre del Señor, cuyas vidas han
sido, prácticamente, arruinadas. ¡Ten cuidado! Observa que los tres propósitos
mencionados no incluyen el temor. La
profecía no debe traer temor de las consecuencias si uno no actúa conforme a lo
que ha dicho el que profetiza. Además, el don nunca reemplaza la autoridad de
la palabra escrita de Dios.
Quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero
más que profeticéis.
5.
Así que, quisiera que todos
vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el
que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que
la iglesia reciba edificación.
6.
Ahora pues, hermanos, si yo
voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con
revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?
7.
Ciertamente las cosas
inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren
distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la
cítara?
8.
Y si la trompeta diere
sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?
9.
Así también vosotros, si por
la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que
decís? Porque hablaréis al aire.
10. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y
ninguno de ellos carece de significado.
11. Pero si yo ignoro el valor de las palabras seré como
extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.
12. Así también vosotros; pues que anheláis dones
espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.
13. Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en
oración poder interpretarla.
14. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora,
pero mi entendimiento queda sin fruto.
15. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con
el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento.
16. Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa
lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe
lo que has dicho.
17. Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no
es edificado.
18. Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos
vosotros;
19. pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi
entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua
desconocida.
20. Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed
niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.
21. En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros
labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.
22. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes,
sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los
creyentes.
23. Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y
todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis
locos?
24. Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o
indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado;
25. lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así,
postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios
está entre vosotros.
Pablo no tiene nada que decir contra el don mismo de lenguas. En el versículo
5 declara: “Quisiera que todos vosotros
hablaseis en lenguas” y, en el versículo 39: “No impidáis el hablar lenguas”. Mi tío fue un miembro sólido de la misma iglesia Bautista desde que
se convirtió hasta que murió. Más de una vez, escuchó decir desde el púlpito,
que el don de lenguas había cesado. Sin embargo, mi tío tenía su propia Biblia
y la estudiaba cada día, en su tiempo devocional. Sobre el asunto de lenguas,
dijo, simplemente: “El don de lenguas
está en la Biblia”. ¡Quiera Dios que todo su pueblo se acuerde de este
hecho indiscutible! Debido al abuso del don en nuestros tiempos, igual que pasó
en Corinto, algunos han tratado lo que es un don de Dios, como si fuera una
plaga. ¡Esto es una verdadera pena!
Espero poder avanzar más rápidamente en el estudio ahora, observando varias
verdades acerca de estos dos dones. El siguiente principio demuestra que el que
profetiza es más útil que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete (y no debemos ignorar estas pequeñas
palabras, a no ser que). Nota que la palabra
es interpretar, no traducir, y que la interpretación es
también un don espiritual, no una capacidad natural (12:10). Cuando la lengua
es interpretada, la iglesia recibe edificación, y estos dos dones, obrando
simultáneamente, tienen el mismo valor que la profecía.
Las lenguas, por sí solas, no son de provecho para la iglesia (v:6), y por
eso su práctica está contra el principio general mencionado en 12:7, por el
cual los dones existen… para provecho común. Pablo enseña que las cosas
inanimadas, como la flauta, el arpa y la trompeta, dan significado a ciertas
situaciones (v:7). En el campo de batalla, por ejemplo, el uso de la trompeta,
dependiendo del sonido, podría significar la diferencia entre la vida y la
muerte de los soldados (v:8).
El que habla, no solamente debe decir cosas que los demás puedan entender, sino
que su mensaje debe ser bien comprensible
(v.9). El propósito del lenguaje, en cualquier parte del mundo, es para
facilitar la comunicación (v.10), no para satisfacer el deseo de hablar. La
comunicación no se produce hasta que se derrumba la barrera del lenguaje
(v:11). Lo que el apóstol presenta son todos ejemplos de lo que la gente
practica en el mundo natural, desde el versículo 7 hasta el 11.
Ahora Pablo se refiere a la situación espiritual en Corinto, aunque todo lo
que ha dicho también puede ser aplicado a la edificación de la iglesia por
todos los siglos (v:12). Por esa razón, desde el tiempo de los reformistas hasta
el tiempo presente, las personas que traducen la Biblia, lo hacen, además de literalmente,
también de manera sencilla, para hacer posible la comunicación y edificar al
pueblo de Dios. El apóstol enseña que los anhelos deben tener un propósito
práctico.
Fíjate como la sabiduría de Pablo trata a los que son celosos de hablar en
lenguas. Les dirige hacia el progreso espiritual en Dios. Si quieren hablar en
lenguas deben pedir también el don de la interpretación. Pedir en oración
indica que solamente Dios puede darlo (v:13). Ahora Pablo escribe en primera
persona y su declaración nos lleva al versículo 2: “Nadie le entiende”. Me
molesta cuando los maestros bíblicos tuercen y cambian un texto para que diga
lo que ellos quieren que diga. Simplemente, Pablo está diciendo: “Yo no
entiendo lo que estoy diciendo cuando oro en lenguas. Estoy dando expresión,
según los gemidos indecibles del Espíritu Santo en mí” (v:14). El caso con este
don siempre sigue el mismo ritmo: “Yo hablo”, dice Pablo, “según el Espíritu me
da qué hablar” (Hch.2:4).
El hecho se conforma perfectamente con todo lo que la Biblia nos enseña
sobre el tema. Pablo llega a esta conclusión: “Yo continuaré orando con el
espíritu, pero también con el entendimiento”. Se aplica el mismo principio al
cantar (v:15). Supongamos que el Espíritu te urge a expresar tu gratitud al
Señor, pero tú lo haces en lenguas en una reunión pública. ¿Cómo puede alguien
confirmar tu expresión, diciendo amén, ya
que no te entendió? (v:16). Tú conoces la gratitud que sientes, pero el otro no
recibe nada de lo que dices (v:17).
El versículo 18 entra dentro del contexto de todo lo que estamos
estudiando. Si nuestra conclusión es que Pablo conocía más lenguajes que cualquier
otro en Corinto, no hemos aprendido nada de la “naturaleza” sobrenatural de los
dones espirituales. Lo que quiere decir es que Pablo tenía el don espiritual de
lenguas y oraba a menudo, utilizándolo más que cualquier otro en Corinto. ¡Pero
no usaba el don en las reuniones públicas! Una sencilla frase hablada en el
lenguaje común, valía más que un largo discurso en lenguas (v:19). Sed
inocentes en cuanto a la malicia, nos instruye, pero no ignorantes en vuestro
entendimiento (v:20). “No quiero que ignoréis”
(12:1).
Ahora Pablo cita la ley (aquí la ley se
refiere a todo el Antiguo Testamento), precisamente, al profeta Isaías, quien habla
del cautiverio babilónico. El apóstol expresa otro principio que es verdad,
tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento (Is.28:11-12). Los israelitas
no quisieron escuchar a Dios cuando Él les hablaba en hebreo, por medio de los
profetas, ofreciéndoles reposo y refrigerio. Por eso, Dios les entregó a juicio,
a un pueblo al que no iban a entender de ninguna manera. Pablo también entregó
a algunos a Satanás y, al hacerlo, utilizó el mismo principio. El juicio era
una señal para un Israel incrédulo, cumpliendo la profecía de Moisés: “Jehová traerá contra ti una nación de
lejos… nación cuya lengua no entiendas” (Dt.28:49). Era una señal de confusión
y de juicio que no les aprovechó tampoco debido a la dureza de sus corazones.
Sin embargo, los creyentes obedientes y los pecadores que honestamente buscan
a Dios, aprovechan y se benefician del don de la profecía (v:22). Por otra
parte, si todos hablasen en lenguas, el visitante a la iglesia, ignorante de lo
que sucede, diría: “¡Estas personas están locas!” Créeme, esta no es la meta
(v:23). Los próximos dos versículos nos deberían dar mucho en qué pensar sobre
la iglesia del siglo XXI.
Si todos profetizan y entra un
incrédulo o un creyente, no informado sobre los dones espirituales, la reacción
será positiva:
1. Estará convencido de la realidad espiritual entre ellos.... “por
todos es convencido…”
2. Reconocerá su culpabilidad por su pecado… “por
todos es juzgado”, pero será por
el bienestar de su alma.
3. La verdad sobre sí mismo y los secretos personales de su corazón, serán
revelados… “lo oculto de su corazón se
hace manifiesto”.
4. Le afectará tan poderosamente que se postrará sobre su rostro e
instantáneamente será transformado en un adorador… “y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios”.
5. ¡Conocerá la presencia de Dios en ese lugar!... “declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros”.
Yo creo que ésta es una porción maravillosa, la cual anhelo ver
cumpliéndose entre nosotros hoy. Hay muchos ejemplos de la época de la iglesia,
e incluso, algunos del día de hoy, de los que pudiera hablar, pero solamente mencionaré
que, en el tiempo de Wesley y Whitefield, era común para los pecadores caer
sobre sus rostros y levantarse como nuevas criaturas en Cristo Jesús (vs:24-25).
El hecho de no verlo a menudo, hoy en día, hace que algunos hablen
falsedades, excusando así la falta de la realidad de Dios entre nosotros.
Algunos dirán que la profecía es predicación inspirada. Me molesta el
intento de querer cambiar el vocabulario bíblico, por algo a lo que estamos más
acostumbrados, en lugar de aceptar la terminología bíblica. ¡Que Dios nos libre
de tal actitud orgullosa! ¡Sería mucho mejor que confesáramos nuestra falta y nos
volviéramos humildemente a Él, buscando la realidad de Su presencia entre
nosotros!
No, la profecía no es la predicación inspirada; la profecía es profecía inspirada, exactamente como
Pablo lo enseñó. Puede estar en la
predicación, pero la profecía es una palabra directa de Dios al oyente,
revelando sobrenaturalmente lo oculto que tiene escondido en su corazón, que
nadie más, sino solamente Dios, conoce. Él se dará cuenta de que Dios está en
tal lugar y se inclinará ante Él, incluso hasta llegar a postrarse.
El orden del Nuevo Testamento
26. ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de
vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación. Hágase todo para edificación.
27. Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a
lo más tres y por turno; y uno interprete.
28. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para
sí mismo y para Dios.
29. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen.
30. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado,
calle el primero.
31. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que
todos aprendan, y todos sean exhortados.
32. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los
profetas;
33. pues Dios no es Dios de la confusión, sino de paz. Como
en todas las iglesias de los santos,
34. vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no
les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
35. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus
maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.
36. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a
vosotros ha llegado?
37. Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo
que os escribo son mandamientos del Señor.
38. Mas el que ignora, ignore.
39. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el
hablar lenguas;
40. pero hágase todo decentemente y con orden.
Al leer este capítulo, especialmente el versículo 26, ¿cómo compararías las
reuniones del Nuevo Testamento con las nuestras? ¿Podría una persona opinar, sinceramente,
que nos falta algo? En la iglesia primitiva había múltiples ministerios y, te
recuerdo, para que no lo olvides, que eran una obra de la trinidad (12:4-6). He
estado en reuniones donde sucedió lo que algunos llamarían “el ministerio
corporal”, y no quedé muy impresionado.
Escuchad hermanos, no podemos producir estas cosas humanamente, ¡dejemos de
intentarlo! Tiene que ser una obra genuina de Dios. Lo que sí podemos hacer, es
anhelarlo y orar. Leonard Ravenhill predicó que tenemos que ser reducidos a la oración. Quiso decir que
tenemos que llegar a estar convencidos de que no hay otro remedio para
nosotros. La motivación tiene que estar firme y, ahora mismo, tanto como podamos,
tenemos que perseguirlo. Estoy escribiendo acerca de la edificación de la iglesia
y la manifestación del amor de Dios entre nosotros, unos por los otros.
Sobre hablar en lenguas, Pablo puso limitaciones, y de la misma manera que
en aquel entonces, ahora también debemos obedecerlas. Puede haber, como mucho,
tres personas que hablen en lenguas, una por una, y debe haber interpretación.
Si nadie tiene el don de interpretación, entonces está prohibido hablar en
lenguas en la iglesia, para evitar la situación descrita en el versículo 23.
Los pentecostales, sin embargo, han desarrollado una doctrina que intenta pasar
por alto lo que Pablo mandó, pero no sé de un versículo que les apoye, por eso
cuestiono seriamente que su opinión sea correcta (vs:27-28).
En una sola reunión, también se limitan las profecías a dos o tres, y deben
ser juzgadas. Supongo que el don de discernimiento de espíritus es necesario
para tal propósito. La iglesia siempre tiene que tener presente los propósitos
de la profecía. Lo que dicen los profetas, ¿es para edificación, exhortación y
consolación? Aunque penetre profundamente, revelando lo oculto de los
corazones, ¿toma ventaja para dirigir a alguien o a varias personas, de alguna
manera? Especialmente, la profecía debe juzgarse para que no se meta en la vida
privada, las decisiones personales o asuntos monetarios (v:29).
Hay que dar lugar al mover espontáneo del Espíritu en cualquier momento, de
manera que, lo que esté ocurriendo en ese momento, tiene que detenerse. Sin
embargo, esta situación también tiene que hacerse en orden y no de forma
indebida (v:30). Pablo enseñó a los tesalonicenses: “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo
todo; retened lo bueno” (1 Tes.5:19-21).
Ninguno que hable en lenguas, ni ningún profeta, podrá excusarse por no
obedecer el orden establecido por Pablo: “El
Espíritu Santo tomó control de mí y no pude evitarlo”. El Espíritu Santo no
hace esto, aunque haya otros espíritus que sí lo hagan. El Espíritu Santo se mueve
de una forma ordenada y, como hemos aprendido sobre el amor de Dios, no de
forma indebida ni egoísta. Pablo insiste en que los corintios deben respetar el
orden en la iglesia, oponiéndose a la confusión (vs:31-32). Dios obrará para
mantener el orden en Su iglesia en todas partes (v:33).
Los versículos 34 y 35 no contradicen 11:5 o la profecía de Joel 2:28 y 29,
citada por Pedro en el Día de Pentecostés. Las mujeres oran y profetizan;
Felipe tenía cuatro hijas que profetizaban (Hch.21:9). Por eso, Pablo tiene que
estar atendiendo una situación especial; quizás, otro desorden o costumbre en
Corinto, que ellos sabían, pero, francamente, yo no puedo estar seguro de a qué
se refiere. Lo que sí creo es que tiene algo que ver con estar preguntando en
medio de las reuniones. Algunos opinan que había reuniones grandes donde se
trataban asuntos financieros, doctrinales o de funcionamiento, en las cuales,
si había preguntas de parte de las mujeres, éstas tenían que esperar a
preguntar a sus maridos en casa. Yo no lo sé. Sin embargo, si alguien concluye
que Pablo enseñó que las mujeres debían estar siempre calladas en las
reuniones, yo no dudaría en contradecirle, y lo haré bíblicamente.
El cristianismo bíblico no es semejante, de ninguna manera, al islam, sobre
su trato con las mujeres. Ofrece igualdad de sexos y una maravillosa libertad a
las mujeres. Supongo que la mitad de los miembros de la iglesia son mujeres y que
cada una es parte del cuerpo de Cristo y tiene una función. Algunas de las
misioneras más efectivas, cuyas biografías podemos leer hoy, fueron mujeres.
¿Has escuchado la historia acerca de una mujer que murió poco después de haber
ganado un solo niño para el Señor en África? Su marido no ganó a nadie, de
hecho, después de la muerte de su mujer, se hizo alcohólico. Una generación más
tarde, este pequeño niño, ya crecido, había ganado a su aldea para Cristo y se
había convertido en líder de miles de cristianos. ¿Has escuchado de Cristine y
Peggy Smith, del avivamiento en las islas hébridas? ¿Has escuchado alguna vez
de Corrie Ten Boom, que sobrevivió en un campo de concentración nazi? Bueno, podría
mencionar a muchas más, pero tenemos que seguir adelante.
¿Deberíamos preguntar a los europeos y a sus descendientes de Norte América
la misma pregunta que hizo Pablo a los corintios? ¿Sois los autores de las Escrituras
y los fundadores del cristianismo? (v:36). ¡La respuesta correcta es “NO”! La
palabra llegó a vosotros desde el Medio Oriente y tiene raíces judías
(Ro.11:17-18; 25-26). Nuestro Señor, según la carne, era judío, hijo de David,
quien no actuó discorde a la cultura de su pueblo, al danzar delante del Señor.
Cada uno de nosotros, que somos gentiles, hemos sido injertados al olivo nativo
de los judíos. Pienso que hemos juzgado las cosas según el estilo y cultura
europeo. Oí a un misionero a Nueva Guinea decir que no sería conveniente dar
testimonio en la iglesia de los Estados Unidos, de la que es miembro, de lo que
han experimentado los nativos en Nueva Guinea, movidos por el Espíritu Santo.
Tiene temor de que esto cause un escándalo doctrinal. ¿No es una pena?
Vamos a recordar, según el versículo 37, que el
que escribe este capítulo es un apóstol, elegido y enseñado por Dios con el fin
de darnos una palabra inerrante. ¡No es el fundador ni el presidente de nuestra
denominación! No es el director de la mesa directiva que decide nuestro
programa, nuestras normas y cómo debemos vivir y portarnos. Me importa muy poco
quien es el pastor popular más reciente y quien es el autor del libro más leído
hoy en día. Cada uno, personalmente, tendrá que compadecer ante el Tribunal de
Cristo para dar cuentas de cómo ha tratado Su palabra: “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Ro.14:12) … “para
que cada uno reciba según lo que haya
hecho…” (2 Co.5:10).
Pablo da un ultimátum, en el versículo 38. Está
diciendo: “Bien, si determináis seguir caminando en vuestras opiniones
ignorantes y la dureza orgullosa de vuestro corazón, pues, ¡adelante! Pablo y
la Biblia nos dan esta opción. Pero si tú, hermano o hermana mía, tienes hambre
de conocer íntimamente a Dios y es tu anhelo ser como Jesús, entonces me uno a
ti. Nos animaremos a humillarnos, leyendo la Biblia sobre nuestras rodillas.
Rogaremos al Espíritu Santo que nos de entendimiento y oraremos para que Él se
mueva una vez más sobre la tierra.
Creo que ya he comentado, tanto como he podido,
sobre el versículo 39. Pero quiero recalcar el imperativo de Pablo sobre procurar
profetizar, e insisto en que profetizar es un don sobrenatural del cielo.
También nos manda no impedir hablar en lenguas ordenadamente, como ya ha
instruido. Pablo no era cesacionista. ¿A quién seguirás tú? Después, concluye, ordenando
que todas las cosas en la iglesia de todo el mundo sean hechas como en el
cielo, decentemente y con orden. El hecho de que no deba de haber confusión, no
significa que no deba de haber un movimiento extraordinario en la iglesia. No
significa que el pecador no pueda llorar, fuertemente, angustiado por sus
pecados, o que el creyente no deba clamar, e incluso, saltar de gozo, porque
sus pecados han sido perdonados. Significa que todo sea hecho para la gloria de
Dios y que nada traiga vergüenza a Su nombre.
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