1 Corintios 16
Un fragmento de papiro de 1 Corintios, fechado, más o menos, de 200 d.C. |
Capítulo 16
La ofrenda para los santos en Jerusalén
1.
En cuanto a la ofrenda para
los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de
Galacia.
2.
Cada primer día de la semana
cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para
que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.
3.
Y cuando yo haya llegado, a
quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo
a Jerusalén.
4.
Y si fuere propio que yo
también vaya, irán conmigo.
Pablo ya ha terminado la parte doctrinal y las instrucciones a la iglesia en
Corinto, contestando a las cosas que ellos habían preguntado anteriormente, y
ahora está a punto de concluir esta carta. Ahora, menciona una ofrenda para los
santos en Jerusalén, y sería bueno para nosotros ver primero el contexto. La
epístola fue escrita en el año 59 d.C. y, en el año 41 d.C., había habido una
hambruna en Jerusalén. Herodes, Agripa I, mató a Jacobo, hermano de Juan, en el
año 44 d.C. Él era nieto de Herodes I, el Grande, y sobrino de Herodes Antipas,
quien decapitó a Juan Bautista. Jacobo era uno de los principales apóstoles en
Jerusalén.
Los discípulos de Cristo se quedaron en Jerusalén después de que Jesús
ascendiera al cielo, y el Espíritu Santo cayó sobre ellos el día de
Pentecostés. Los primeros ocho capítulos del libro de los Hechos relatan la
poderosa formación de la iglesia en la ciudad. Era una iglesia totalmente judía
y, los últimos versículos de Hechos 2, nos dan una idea del estilo de vida de
los apóstoles y creyentes. En gran parte, los discípulos eran galileos y, por
eso, no tenían muchas propiedades en Jerusalén. Hechos 2:46 nos dice que partían
el pan en los hogares y, al ver que algunos poseían casas, sabemos que la vida
no era puramente comunitaria, aunque el versículo 44 nos dice que tenían todas
las cosas en común.
Los gentiles no practicaban el estilo de vida comunitaria cuando recibieron
el evangelio, ni al formar iglesias en todo el Medio Oriente ni, más adelante,
en Europa; lo vemos claramente por todo lo que nos cuenta el libro de los
Hechos. Aunque en el principio, los creyentes en Jerusalén, compartían unos con
otros sus posesiones y bienes, al pasar de los años, había muchos creyentes muy
pobres y la iglesia ya no tenía medios para sostenerles. El centro del
cristianismo, poco a poco, se fue trasladando de Jerusalén a Antioquía,
mientras que el evangelio se esparcía al norte y, después, al oeste.
Jerusalén sufría mucho por la ocupación de los romanos, y las iglesias
gentiles se esforzaban en ayudar a sus hermanos judíos, no solamente en la
ciudad, sino en toda Judea. Pablo los llamó santos,
y dijo que los gentiles eran sus deudores porque, por medio de los judíos, ellos
recibieron el evangelio (Ro.15:27). De este asunto trata Pablo en los primeros
cuatro versículos. También trata lo mismo en Hechos 11:29-30; 24:17; Romanos
16:25-26; y 2 Corintios 8-9.
Tras la invasión del gran ejército romano de Tito, en el año 70 d.C.,
destruyendo Jerusalén y persiguiendo a los judíos por todo Israel, ellos
huyeron y fueron esparcidos por todo el mundo. Los romanos crucificaron y
esclavizaron a muchos. La iglesia de Jerusalén dejó de existir y los judíos
perdieron su patria hasta el siglo XX.
Los corintios debían traer sus donativos para los santos en Jerusalén cada
primer día de la semana (v:2). Los cristianos del primer Siglo llamaban al
primer día de la semana, el día del Señor,
porque, ese día, Él se levantó de los muertos y se apareció a Sus discípulos el
mismo día. Después, una semana más tarde, Él se les apareció otra vez. Por
ello, honrando Su resurrección, dondequiera que se formara una iglesia, se
reunían ese día de la semana. También, el día de Pentecostés, ocurrió el primer día de la semana.
Esta costumbre, de alguna manera, reflejaba la mentalidad cristiana. En
lugar de dedicar el último día de la semana, el viejo sábado, los cristianos
dedicaban el primer día. Demostraban que, en lugar de laborar bajo el yugo
pesado de la ley, simbólicamente, intentando alcanzar justicia antes de
terminar la semana, el cristiano llegó a la realidad desde el principio y pudo
descansar, celebrar y gozarse en su salvación, gracias a la muerte y la
resurrección de Jesucristo. También demostraban así la prioridad que tenía el
Señor en sus vidas, dándole “las
primicias” de la semana. El cristiano podía vivir la semana que estaba por
delante gracias a la fuerza que recibía al reunirse, el primer día, con sus
hermanos, siendo edificados mutuamente (quizá quieras estudiar el asunto:
Mc.16:9; Jn.20:1,19,26; Hch.2:1; 20:7; Ap.1:10).
Pablo nos da una lección de integridad y cuidado cristiano en la manera de
tratar los asuntos financieros. Él sabía del poder del dinero y los escándalos
que éste puede causar. También, él muestra su mansedumbre aceptando a la
persona que la iglesia decida nombrar (v:3). Además, él está dispuesto a hacer un
largo viaje, si su presencia pudiera ser ventajosa. Este es un ejemplo
maravilloso del espíritu sumiso que tenía (v:4).
Planes para viajar
5.
Iré a vosotros cuando haya
pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar.
6.
Y podrá ser que me quede con
vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya
de ir.
7.
Porque no quiero veros ahora
de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite.
8.
Pero estaré en Éfeso hasta
Pentecostés;
9.
porque se me ha abierto
puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.
10. Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con
tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo.
11. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en
paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.
Pablo escribe desde Éfeso, cuya iglesia fue muy importante en la última
parte del primer siglo y, también, en la segunda. Existen muchas razones para
creer que el apóstol Juan vivió y, probablemente, murió allí. Al entregar Jesús
a su madre terrenal en las manos de Juan en la cruz, damos por sentado que la
cuidó hasta que ella murió. Es posible, aunque no muy probable, que Juan llevara
a María con él a Éfeso, si todavía vivía y tenía buena salud.
Pablo tenía planes de viajar al norte, desde Éfeso, e intentar pasar por
Macedonia, donde estaban las iglesias de los filipenses y los tesalonicenses.
Probablemente, les haría una breve visita antes de bajar al territorio de Acaya
y a su ciudad capital, Corinto (v:5).
Esperaba pasar allí todo el invierno. Nosotros, mirando retrospectivamente,
estaríamos totalmente entusiasmados por la posibilidad de que Pablo visitara
nuestra iglesia, y lo veríamos como un inmenso privilegio. ¿Cómo sería observar
de cerca el ministerio del gran apóstol estando entre nosotros durante algunos
meses? Sin embargo, como suele suceder con cada hombre de Dios, incluyendo al
Dios-Hombre, Pablo no fue tan popular en su día, e incluso, entre los hermanos,
había los que no estaban tan encantados con una visita prolongada de él. Por
otro lado, estas noticias traían consuelo y gozo a los santos piadosos que eran
dirigidos y motivados por el Espíritu Santo.
He oído decir a algunos que Pablo esperaba ayuda financiera de los
corintios… “para que me encaminéis
adonde haya de ir”, pero él no indicó claramente que este fuera su
propósito, aunque acababa de hablar muy directamente sobre la ofrenda para los
pobres. Hay personas que ven el símbolo del euro cada vez que es posible, incluso
en un estudio bíblico. Con el paso del tiempo, veo al pueblo de Dios
desviándose cada vez más lejos del camino de la fe y la dependencia en Dios,
solamente. En cuanto a Pablo, en esta situación, prefiero pensar que buscaba
apoyo espiritual y las oraciones del corazón de los corintios, mientras iba a
ellos en un viaje misionero.
Sea como sea, Pablo esperaba que el Señor le concediese un invierno
completo para estar en Corinto, gozándose de la comunión mutua y teniendo oportunidad
de dirigir a la iglesia a un caminar más profundo y más santo en Cristo. Esta era
la oración que continuamente llevaba en su corazón para las iglesias (v:6). A
los romanos, se lo expresó de esta manera: “Porque
anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis
confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos
mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía” (Ro.1:11-12).
Sin embargo, Pablo se cuidó mucho a la hora de expresar sus deseos, incluso
parecía un poco inseguro, teniendo la misma actitud que Santiago proponía en
4:13-17: “No sabéis como será vuestra
vida mañana… debierais decir, ‘Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o
aquello”. Santiago creía que era
arrogante que un ser humano estuviera seguro de sus planes: “Pero ahora os jactáis en vuestra
arrogancia; toda jactancia semejante es mala”. Sin embargo, Pablo esperó,
no solamente a hacerles una breve visita sino, como ya ha expresado, a pasar unos
meses con ellos (v:7). Parece que nunca se llevó a cabo. Tenemos que dejar siempre
los tiempos y los lugares en las manos de Dios; Él tiene que ordenar cada paso,
porque los planes humanos no pueden cumplir la voluntad de Dios. El itinerario
de este apóstol nos enseña esta lección.
Él tenía muy claro que, de momento, tenía que estar en Éfeso (v:8), porque
Dios le había abierto una puerta allí. Tenía que aprovechar la oportunidad,
como todos tenemos que hacer, cuando la providencia de Dios nos abre una
puerta. En todos los casos, uno tiene que hacerlo, cuando tiene que ver con la
evangelización o la edificación de la iglesia: “Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, y se me
abrió una puerta en el Señor…” (2 Co.2:12). “Orando al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra
una puerta para la palabra” (Col.4:3). “Mira,
he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar” (Ap.3:8).
El Nuevo Testamento enseña claramente que no debemos intentar abrir una obra,
si Dios no ha llegado antes que nosotros. No puedo resistir la tentación de
mencionar un ejemplo del Antiguo Testamento, sobre la vida y conquistas de
David: “Cuando oigas el sonido de marcha
en las copas de las balsameras, entonces actuarás rápidamente, porque entonces
el Señor habrá salido delante de ti para herir al ejército de los filisteos” (2
S.5:24).
Era evidente que el cielo estaba llevando a cabo su propósito en Éfeso. Una señal segura, que confirma que Dios está obrando, es
la resistencia del adversario. La barca cargada con los propósitos de Dios
nunca navega sobre un mar tranquilo. Necesita tener viento en sus velas para
progresar o, dicho de otra manera, la ley física demanda resistencia para que
un objeto pueda moverse. Las ruedas no pueden mover el coche si no hay fricción
o rozamiento en la superficie. Cuando el enemigo se percata de las intenciones
de Dios, hará lo peor que pueda para detenerlas (v:9), pero para Pablo es un
ánimo, porque sabe que los propósitos del Señor prevalecerán soberanamente.
Pablo, en sus cartas, confiesa su debilidad, enseñando que la fuerza de
Dios se manifiesta en la debilidad humana. Igualmente, cada siervo que hace la obra del Señor, manifiesta algún área de debilidad en
su vida. Por eso, la gloria de todo lo que se ha logrado por medio de él, es
para Dios, quien le fortalece con Su poder. Yo creo que Timoteo tendía a ser
temeroso: Ved que esté con vosotros sin
temor (v:10, LBLA). Pablo no despreció
a Timoteo por eso, sino que le alentó: “Te
aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti… Porque no nos ha
dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2
T.1:6-7). Pablo estaba atento a las necesidades de Timoteo cuando fue a
Corinto, como hace un padre con su hijo. Timoteo no debe mirar dentro de sí,
porque allí encontrará presente el temor, pero el don de Dios le capacitará con
el poder, el amor y la sabiduría para el ministerio. Recuerda siempre, que el
secreto para tener éxito en el ministerio del Señor, no es la fuerza,
humanamente hablando, sino la debilidad.
El hecho de que Timoteo es joven y soltero, no significa que no es competente,
ni tampoco es una razón por la que ignorar el llamamiento y la unción en su
vida. El pueblo de Dios tiene que aprender a apreciar a la persona sobre la que
Dios ha puesto Su poderosa mano. Tenemos que estar atentos a Sus caminos, tan
diferentes de los del hombre. Sus caminos requieren humildad, confianza y
dependencia en Su soberanía (v:11).
Últimos comentarios e instrucciones
12. Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a
vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora;
pero irá cuando tenga oportunidad.
13. Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente, y
esforzaos.
14. Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
15. Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las
primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.
16. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos
los que ayudan y trabajan.
17. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de
Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.
18. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced,
pues, a tales personas.
19. Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con
la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.
20. Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los
otros con ósculo santo.
21. Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano.
22. Él que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El
Señor viene.
23. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.
24. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.
Pablo menciona a Apolos, otra persona que él aprecia mucho, por ver
claramente el llamamiento de Dios sobre su vida. Él conoce bien su historia, porque
le fue contada por sus dos amigos, Aquila y Priscila. Apolo era un hermano
amado y un hombre de Dios. Por lo que Pablo relata en el versículo 12, vamos a
aprender un principio espiritual. Pablo es mayor que Apolos en Cristo y –mucho le animé–, dijo Pablo, para que fuera a Corinto, pero el hecho
no indica que esta sea la voluntad de Dios en el asunto. En el Nuevo
Testamento, el hombre de Dios tiene que determinar por sí mismo lo que es Su
voluntad para su vida en cada situación: “¿Tú
quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o
cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme” (Ro.14:4).
¡Ten cuidado de no estar entre el Amo y Su esclavo! Apolos no está atado al
deseo o a la voluntad del apóstol mayor, y Pablo acepta totalmente la decisión
de Apolo.
¡Velad! ¡Estad muy despiertos y atentos! ¡Conoced el tiempo en que vivís! ¡Observad
lo que el Señor hace y sed plenamente conscientes de los ataques y el engaño
del diablo! La fe es la capacidad que Dios da a los débiles para llevar a cabo
Su obra en Su poder. ¡Estad seguros que os posicionáis sobre el fundamento de
la fe! Ser valiente es esencial en el caminar cristiano. La falta de valor ha
hecho que muchos fallen en cumplir el llamamiento y la comisión de Dios. Sin
embargo, un cristiano puede temblar y ser valiente a la vez. Su actitud tiene
que ser: “Si tengo que ir, iré, a pesar de mi temor, porque los negocios del
Señor tienen que llevarse a cabo, y confío en Su preocupación por mi vida”.
Observa cómo Pablo aconseja a Timoteo: “Esfuérzate
en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 T.2:1) … Se fuerte en la gracia que
fortalece (v:13).
Un vez más, Pablo nos recuerda que la motivación constante para la vida y
el servicio cristianos es el amor de Dios. Ya lo ha establecido en el capítulo
13, y no hay otra motivación que sea aceptable (v:14). Fue la motivación para la familia de Estéfanas (la palabra
griega indica su familia, sí, pero también puede incluir a otros parientes,
siervos o empleados. Es una pequeña muestra de que la iglesia gentil consistía en
casas privadas y no en una comunidad. (Al mencionarlo, no estoy criticando
situaciones en las que es necesario vivir en comunidad; sólo intento presentar
el hecho, para los que creen que la vida comunitaria es la única manera
correcta para la iglesia). Pablo consideró que esta familia fue primicias, utilizando el mismo término
con el cual describía al Cristo resucitado. Recordemos la definición: Las primicias son los primeros granos que
maduran y son dedicados al Señor en una fiesta que lleva el nombre Primicias. Los miembros de esta familia
estaban entre los pocos que Pablo bautizó en Corinto (1 Co.1:16), porque
estaban entre los primeros creyentes y, sencillamente, no había quien les
bautizara (Pablo no tenía la costumbre de bautizar, 1 Co.1:17).
Estéfanas, era un anciano en la iglesia y, junto a su familia, “se han dedicado al servicio de los santos”.
Él era un ejemplo brillante del verdadero cristianismo en Corinto, que sería
sabio seguir. Su ministerio se extendió más allá de la iglesia local, porque fue
con compañeros corintios, Fortunato y Acaico, a Pablo en Éfeso, refrescando su
espíritu, como también había hecho como pastor de los corintios. Estéfanas y su familia demostraban los frutos
del nuevo nacimiento, “creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas” (Ef.2:10). Lo que Dios preparó para Estéfanas, eso
es lo que hizo (vs:15-18). Son miembros destacados de la iglesia de Cristo y,
el creyente del siglo XXI, debe familiarizarse con estos nombres… deberían ser
más conocidos que los grandes deportistas de hoy en día. Sin embargo, vemos que
un líder tiene que ganarse el respeto de los demás, para que ellos le sigan (v:16).
Pablo envía saludos, no solamente de los efesios, sino de todas las
iglesias de Asia Menor, que serían las siete iglesias de Apocalipsis, pero
también, al menos, Colosas e Hierápolis. Aquila y Priscila mandan saludos. Este
matrimonio vivió en Corinto y fueron grandes compañeros y amigos de Pablo.
Seguramente, sus nombres son comunes entre los cristianos y debemos conversar
sobre su ministerio como laicos, es
decir, los que no son oficialmente ministros. Son ejemplos destacados entre los
cristianos y también poseían un conocimiento doctrinal bastante bueno del
evangelio. Recuerda que ellos instruyeron a Apolos cuando apenas empezaba su
ministerio (Hch.18:26). Observa también que la iglesia, en el tiempo de los
apóstoles, comúnmente se reunía en casas. Puede ser que alquilaran edificios
para sus reuniones, cuando se juntaba toda la congregación, pero no encontrarás
ninguna referencia donde se vea que construyeron, especialmente, edificios para
las reuniones, hasta siglos después (v:19).
Pablo personaliza sus saludos, no solamente mencionando a todas las
iglesias, sino diciendo que “todos los
hermanos os saludan”. La
costumbre en todo ese territorio era saludar con un beso, pero el apóstol
quiere asegurarse de que los besos sean santos
(v:20). Pablo firma la carta que él mismo dictó, pero que fue escrita por
otra persona (v:21). El apóstol condena y llama anatema a cualquier alma que no esté enamorada del Señor Jesucristo.
El evangelio es, sobre todo, una historia de amor entre el Salvador y el
redimido… nada más y nada menos, y Pablo es extremamente celoso por Él, quien es
el novio de la iglesia: “Porque os celo
con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros
como una virgen pura a Cristo” (2 Co.11:2). Exclama, –¡Maranata!– La
iglesia ha adoptado esta palabra siriaca, un dialecto del arameo, importante
lenguaje semítico, como un lema para todas las edades, refiriéndose a la
segunda venida de Cristo. Sin embargo, temo que la iglesia moderna no ha entendido
la relación entre estas dos palabras, unidas con propósito: Anatema y Maranata. Significa el regreso de Cristo para juzgar. ¡Qué fin tan
culminante para la carta!
Después, Pablo concluye con una bendición de gracia, el favor inmerecido,
la dádiva gratuita de Dios que, tanto los corintios como nosotros, tanto necesitamos.
Que la gracia de Dios sea extendida a todos aquellos que toman tiempo para
estudiar y meditar sobre toda la carta. Personalmente, Pablo comparte su amor,
que es el amor cristiano, recibido del Señor Jesucristo. ¿Qué podría dar si no lo hubiera recibido primero? No hay nada en
él, ni en ningún ser humano, que tenga valor, pero, ¿quién podrá medir el valor
del amor y la gracia que fluye del Trono de Dios y de Cristo Jesús?
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