Cartas de Ravenhill, número 3
De las cartas personales de Leonard Ravenhill (número 3)
En muchas
de sus cartas, Leonard Ravenhill, solamente ponía el día y el mes, pero no el
año, así que es difícil saber el orden cronológico. Por eso, intentaré
concentrarme en su contenido, no en la cronología.
Quiero
enfatizar el hecho de que éstas, son cartas personales de Ravenhill. Para Leonard
no solamente era importante compartir la verdad con sus oyentes, sino establecer
relación con ellos. Me maravillo de la cantidad de gente a la que él consideró como
amigos. Era accesible y tenía tiempo para ellos. Pienso que, cuando un
ministerio se hace tan grande que ya no tiene tiempo para el individuo,
¡entonces es demasiado grande! El Reino de Dios tiene que ver con la gente y su
Dios – y la relación entre ellos.
Después de
habernos mudado a vivir a los Estados Unidos durante algunos años, establecimos
reuniones en nuestra casa. Un verano, planeamos un viaje a Méjico para exponer a
algunos que asistían a las reuniones, al campo misionero, donde nosotros
habíamos trabajado. Esto fue en 1984. Formamos una caravana de como seis o
siete coches y viajamos desde Minnesota, muy al norte de USA, hasta Tejas, al
sur, atravesando todo el estado, hasta llegar a la frontera mejicana. Después, condujimos
hasta el sur de Méjico, concretamente al estado de Oaxaca. Llevamos también un todoterreno
que donamos a la obra.
Me había
propuesto de antemano pasar unas horas con Leonard Ravenhill, al pasar por
Lindale, Tejas, y él, bondadosamente, aceptó:
“10 de julio: Estaremos encantados de encontrarnos
con las personas en vuestro grupo. ¿Dónde dormiréis? En nuestra casa podemos
hospedar a cuatro. Hay un hotel a 15 kilómetros de nosotros, que dispone de un
comedor. Hazme saber si necesitáis hacer reservas. Hablaré con “Last Days”
ministerio (de Keith Green), que está cerca de David Wilkerson (vecino de los Ravenhill), para que me dejen un salón para poder
reunirnos. Llámame el día antes de vuestra llegada. Buen viaje…”
No
nos aprovechamos de la oferta para dormir cuatro de nosotros en su casa, pero
Margarita y yo, sí fuimos allí. Martha, inmediatamente, nos sirvió té y
galletas… como buena irlandesa… y Len y yo charlamos. Mencionó que había
perdido el manuscrito de un libro que esperaba publicar… y nunca fue publicado.
Mencioné la oposición que experimentábamos en Méjico por parte de la Iglesia
Católica. Len comentó: “La iglesia católica, cuando es un grupo minoritario en
un territorio o país, es un cordero; cuando se iguala con otras iglesias en un
territorio o país, es un zorro; pero cuando domina un territorio o país, siendo
la iglesia grande, ¡es un lobo!”
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Len y
Martha comieron con todos nosotros en un restaurante cercano, y después nos dirigimos
a un gran almacén, que era de David Wilkerson, donde había un salón de
reuniones. De camino al almacén pasamos por la casa de los Wilkerson, descrita
por Ravenhill como, “sin pretensiones”. Decía que, si David Wilkerson hubiera
estado presente, nos lo hubiera presentado. Comenzó la reunión y Leonard se
sentó en un asiento ante nosotros y dijo: “En lugar de un mensaje, ¿qué tal si
contesto a algunas preguntas que tengáis?”
Un mes
después, nos escribió la siguiente carta, mencionando un libro que decía que era el mejor
que había leído en 10 años. Margarita recordó que se refería a La vida secreta de la oración, por David
McIntyre (1859-1938). Nos mandó todo el libro impreso, hoja por hoja, con una
impresora de ordenador. También John Piper recomienda este libro.
Doy gracias a Dios
por la rica literatura cristiana en español, que es una bendición, de la cual
otras muchas lenguas no pueden gozarse. Al buscar el libro, lo encontré en la
siguiente página, donde tú también puedes descargarlo o leerlo allí mismo…
David McIntyre fue un autor
prolífico y un pastor muy conocido en su día. Nació en Angus, Escocia. Su padre
fue un ministro de La iglesia libre de
Escocia. Fue colega, yerno y sucesor del muy conocido, Andrew Bonar, quien
escribió la biografía de su amigo, Robert Murray Mc’Cheyne. Principalmente,
McIntyre fue un expositor devocional de la Escritura, no conocido por sus habilidades
oratorias u otros dones, que muchas veces les son atribuidos a los ministros.
Fue el director del Instituto de Entrenamiento Bíblico de Glasgow, y fue
conocido por su amor a los estudiantes y su enseñanza sobre teología bíblica y
sistemática.
Sigue la carta de Ravenhill:
“18 de septiembre: Gracias por la carta recibida hoy y por las buenas
noticias de Su misericordia al protegeros en vuestro viaje, a y dentro de
Méjico.”
“Durante un mes, he estado intentando conseguir un libro para ti. Ahora me
lo están enviando y, cuando lo reciba, te lo pasaré inmediatamente. Me ha
bendecido más que cualquier otro libro que haya leído en los últimos 10 años.
Sería muy provechoso si leyerais un par de capítulos cada semana a todo el grupo…
después que haberlo leído vosotros, para ver si está bien. Te enviaré una lista
de “súper libros” en la próxima semana.” (Eran 10 libros asombrosos que obtuvimos pronto).
“Fue un verdadero gozo poder compartir
algunos pensamientos con vuestro grupo. Yo sé que muchos estaban “bebiendo”. Me
encanta compartir con grupos pequeños. Es de mucha satisfacción ver a hijos
espirituales ‘abandonando su hogar’ para ir a los que “habitan en tinieblas y en sombra de muerte” (Lc.1:79).”
“El folleto incluido es probablemente
el manifiesto secreto de Mondale y Ferraro.” “Ningún ladrón nos avisa a la hora
en que va a entrar en la casa… ni nos enseña las herramientas para romper y
entrar… tampoco los políticos nos revelan sus armamentos secretos…” (Mondale
y Ferraro eran candidatos para la presidencia y vice-presidencia del partido
democrático, en 1984. Cuando Ravenhill me habló, casi me sentí culpable por
haber permitido que Mondale, de Minnesota, fuese candidato. Quizás pensaba que
nuestras oraciones le debieran haber detenido. Pero bueno, por lo menos, no fue
elegido).
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