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Lowell Brueckner

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Gedalías es asesinado

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Cisterna antigua en las ruinas de Mizpa  

Capítulo 41

 

Las masacres sin sentido de Ismael

1.      Aconteció en el mes séptimo que vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la descendencia real, y algunos príncipes del rey y diez hombres con él, a Gedalías hijo de Ahicam en Mizpa; y comieron pan juntos allí en Mizpa. 

      2.      Y se levantó Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra. 

      3.      Asimismo mató Ismael a todos los judíos que estaban con Gedalías en Mizpa, y a los soldados caldeos que allí estaban. 

4.      Sucedió además, un día después que mató a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún, 

5.      que venían unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba y rotas las ropas, y rasguñados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová. 

6.      Y de Mizpa les salió al encuentro, llorando, Ismael el hijo de Netanías. Y aconteció que cuando los encontró, les dijo: Venid a Gedalías hijo de Ahicam. 

7.      Y cuando llegaron dentro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías los degolló, y los echó dentro de una cisterna, él y los hombres que con él estaban. 

8.      Mas entre aquéllos fueron hallados diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo tesoros de trigos y cebadas y aceites y miel. Y los dejó, y no los mató entre sus hermanos. 

9.      Y la cisterna en que echó Ismael todos los cuerpos de los hombres que mató a causa de Gedalías, era la misma que había hecho el rey Asa a causa de Baasa rey de Israel; Ismael hijo de Netanías la llenó de muertos. 

10.  Después llevó Ismael cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que en Mizpa había quedado, el cual había encargado Nabuzaradán capitán de la guardia a Gedalías hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael hijo de Netanías, y se fue para pasarse a los hijos de Amón. 

 La historia de los capitanes del ejército de Judá continúa en este capítulo en el séptimo mes del año onceavo del rey Sedequías. Ellos empezaron a maniobrar después de que Nabucodonosor entrara en Jerusalén en el noveno día del mes cuarto. El relato de este capítulo sucede más de dos meses después de que la ciudad fuera conquistada e incendiada.

 Al finalizar el último capítulo, supimos, por medio de uno de los capitanes, Johanán, que otro de ellos, Ismael, conspiraba contra el nuevo gobernador, Gedalías. Pero este rehusó creer a Johanán y se negó a creer las malas intenciones de Ismael. Aunque fue el único fallo que vimos en el gobernador, este capítulo expondrá la seriedad de no querer enfrentarse con la cruda realidad. ¡Que el pueblo de Dios sea advertido de que esta característica de Gedalías fue la causa de su muerte! Nos hacemos daño a nosotros mismos y a la iglesia por ignorar o tolerar el potencial de maldad que hay en el corazón humano. 

 Jeremías nos enseñó que el corazón humano es perverso y engañoso (17:9), algo que el Señor le mostró claramente, y lo hizo, de forma providencial, a través de Su manifestación en acontecimientos de la vida. Al vivir con Gedalías, pudo ver lo que pasó con su amigo el gobernador. Fíjate cómo Ismael se aprovechó de la ingenuidad de este buen hombre llevando a cabo el complot tan sutilmente. Llegó a Mizpa a comer con Gedalías acompañado por diez hombres. El hecho de que Ismael fuera de sangre real y tuviera una alta posición en el gobierno de Sedequías, le hizo ser una persona autoconfiada y autosuficiente, y no vaciló en sus planes egoístas (v.1). 

 El gobernador aprendió demasiado tarde que no se puede dar por hecho que todos tengan buenas intenciones y que actuarán por el bien de su patria y de su pueblo. Desafortunadamente, un anhelo egoísta de obtener poder motiva a muchos. Quiero que entiendas que hay algunos con esta actitud dentro de la iglesia en el día de hoy. El apóstol Juan supo de uno que era así: Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe” (3 Jn.9).

 En su segunda epístola, advirtió de algunos de los peligros que enfrentan los creyentes, y les aconsejó qué acciones deberían tomar para contrarrestarlos: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! (2 Jn.10). Juan, no solamente fue un gran defensor del amor fraternal, sino también un amante de la verdad divina: “No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn.4). Pablo escribió que el amor “se goza de la verdad” (1 Co.13:6)

 En un acto de compañerismo, fingiendo ser amable, Ismael se aprovechó de la credulidad de Gedalías. Después, él y sus hombres se levantaron con espadas en sus manos y le mataron. La vida de un buen hombre terminó, y la estabilidad del nuevo gobierno se cambió en confusión, destruyendo la esperanza del pueblo (v.2). Salomón dijo: “Un pecador destruye mucho bien” (Ec.9:18).

 Ismael continuó con una masacre desenfrenada, matando a los aliados de Gedalías. Desafió al emperador, no solamente destruyendo a su gobernador, sino matando a los soldados caldeos. Seguramente, Nabucodonosor tomaría medidas por lo que había hecho Ismael, cosa que debía temer, ya que era una persona cruel y con mucho poder (v.3).

 Este hecho maligno no se hizo público hasta que vinieron los adoradores que salieron desde Siquem, Silo y Samaria, lugares principales en la historia de Israel. Estas fueron ciudades donde el pecado produjo daños terribles. Supongo que “nadie sabía aún” (v.4) que el daño que Ismael causó en Mizpa, fue comparable con los daños causados en estas ciudades históricas. Creo que estos hombres llegaron, providencialmente, de estas ciudades para demostrar la gravedad del relato que estamos estudiando. En este punto crucial de la historia de Israel, lo que pasó fue igual o peor de desastroso que lo que había ocurrido en Siquem (Gé. 34), en Silo (1 S.2:12-17) y en Samaria (1 R.16:30-32).

 Estos hombres iban a Jerusalén lamentándose por la destrucción de la ciudad y el incendio del templo. Iban rumbo a la casa del Señor, llevando ofrendas e incienso, pero sin sacrificios para quemar sobre el altar, ya que no eran legítimos sin el templo (v.5). Todos los viajeros que iban a Jerusalén tenían que pasar por Mizpa, unos pocos kilómetros al norte de Jerusalén. Estos hombres ignoraban lo que acababa de ocurrir allí.

 Para engañar a los ochenta hombres que estaban lamentándose, con sus barbas raídas y sus ropas rotas, y con rasguños, Ismael lloró también al encontrarles y les dijo: “Venid a Gedelías” en Mizpa (v.6). Cuando entraron en la ciudad, Ismael los mató. ¿Qué le motivó a destruir a estos hombres, que no pretendían ir en su contra ni representaban una amenaza para sus intenciones? ¿Era simplemente un enemigo de Dios, con una rabia diabólica contra Sus adoradores? ¿O fue porque ellos aceptaron su invitación para encontrarse con Gedalías? “Los hombres que mató a causa de Gedalías” (v.9) favorece la especulación de que estos hombres simpatizaban con el nuevo gobernador. Después de degollarlos, echó sus cadáveres en una cisterna (v.7).

 Diez de ellos le rogaron por sus vidas, revelándole que tenían guardados trigo, cebada, aceite y miel, en el campo. Ismael y sus soldados habían vivido en el campo con poco sustento (40:14), y después en el territorio de Amón sin apoyo de gente conocida, por eso les interesaba la posibilidad de conseguir abundante suministro de alimento. Si conseguían más de lo que necesitaban, podrían vender a los pobres judíos que permanecían en Judá lo que les sobrara. Así que les dejaron con vida (v.8).

 También creo que algo providencial entra en este relato, al mencionar que “había hecho (la cisterna) el rey Asa a causa de Baasa rey de Israel”. ¿Qué propósito hay en mencionarlo? ¿Será que el Espíritu Santo quiere demostrar que no hay eventos aislados en las Escrituras, sino que todo lo que Dios ha permitido que pase, según Sus propósitos, son acontecimientos conectados? La referencia del versículo 9, en cuanto a la cisterna en Mizpa, es para recordarnos la historia del buen rey Asa, que edificó esta cisterna muchos años atrás, como un depósito para asegurar que hubiera agua, cerca de la frontera de Israel y Judá. Baasa, el rey idólatra de Israel intentó evitar que el comercio entrara en Judá del norte, construyendo la ciudad de Ramá cerca de la misma frontera.

 Mientras la construía, el rey de Siria lo amenazó y él abandonó la obra. Entonces Asa tomó todo el material con el que Baasa estaba edificando Ramá y lo usó para construir Mizpa, incluso la cisterna. ¿Nos está sirviendo la historia para enseñarnos que, como Baasa no tuvo éxito en oponerse a Asa, en la justicia de Dios, los propósitos de Ismael serán interrumpidos divinamente, y no escapará sin castigo por haber matado a Gedalías, aunque el relato bíblico no nos cuente nada más de Ismael ni de cómo recibió el juicio de Dios? Aunque la historia de Ismael no nos lo revela, la historia de Asa y Baasa sí, y podemos estar seguros de que las intenciones de la gente malvada contra el pueblo de Dios no sólo serán frustradas, sino que incluso Su pueblo prosperará gracias a la pérdida de sus enemigos.

 El salmista expone este principio en todo el capítulo 37: “Guarda silencio ante Jehová y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades (Sal.37:7)…  Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, para derribar al pobre y al menesteroso, para matar a los de recto proceder. Su espada entrará en su mismo corazón, y su arco será quebrado (Sal.37:14-15). El impío no solamente no prosperará, sino que los buenos propósitos del Señor triunfarán. Por alguna razón es mencionado el rey Asa como el constructor de la cisterna en Mizpa. 

 Uno de los propósitos del Antiguo Testamento es enseñarnos que ningún bien permanente vendrá hasta que reine el Príncipe de Paz. Judá apenas había empezado a sentirse aliviado por tener a Gedalías como gobernador, y su muerte llegó como una tragedia para la nación. Sea quien sea el hombre, es imperfecto y no podemos confiar en él. A Israel le faltaba tener la esperanza y aspiración de la venida del Mesías…viene Uno que gobernará a Su pueblo Israel en paz, seguridad y justicia. 

 Había personas en Mizpa bajo el cuidado especial de Gedalías. Ismael mató a muchos, pero permitió seguir viviendo a los más prominentes de entre ellos, incluso a las hijas del rey. A estos los vendería como esclavos a los amonitas o, quizás, los podría ofrecer como botín de guerra al hombre que le envió en su misión, el rey Baalis (40:14). Imagino que los nobles que Ismael capturó en Mizpa estaban instruidos en la historia de Israel. El recuerdo de la victoria del rey Asa sobre el rey Baasa fue de ánimo para ellos, y sí, su liberación está cerca (v.10).  

 

Johanán intervino

 11.  Y oyeron Johanán hijo de Carea y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban con él, todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías. 

12.  Entonces tomaron a todos los hombres y fueron a pelear contra Ismael hijo de Netanías, y lo hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón. 

13.  Y aconteció que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán hijo de Carea y a todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron. 

14.  Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpa se volvió y fue con Johanán hijo de Carea. 

15.  Pero Ismael hijo de Netanías escapó delante de Johanán con ocho hombres, y se fue a los hijos de Amón. 

16.  Y Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de la gente de guerra que con él estaban tomaron a todo el resto del pueblo que había recobrado de Ismael hijo de Netanías, a quienes llevó de Mizpa después que mató a Gedalías hijo de Ahicam; hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, que Johanán había traído de Gabaón; 

17.  y fueron y habitaron en Gerutquimam, que está cerca de Belén, a fin de ir y meterse en Egipto, 

18.  a causa de los caldeos; porque los temían, por haber dado muerte Ismael hijo de Netanías a Gedalías hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra. 

 La desconfianza de Gedalías en la palabra de Johanán, rechazando el plan de asesinar a Ismael, tuvo que ser un duro golpe contra el orgullo del capitán. El asesinato del gobernador fue, ciertamente, una vindicación de su aviso. El rechazo sembró amargura y la vindicación orgullo, así que tuvo un efecto negativo. Ahora que el gobernador estaba muerto, Johanán no tenía quien le detuviera, y puso en marcha un plan, junto con los demás capitanes de Israel (v.11).

 Ellos juntaron sus ejércitos y dieron alcance a Ismael en el gran estanque de Gabaón (v.12). El texto dice que el pueblo que Ismael tenía cautivo en Mizpa reconoció a Johanán y su misión, y “se alegraron”. ¿Puedes imaginar? Ismael había matado a su gobernador, a su corte y a otros ciudadanos. Ya estaban a punto de ser llevados fuera de su patria, a Amón, para ser vendidos como esclavos o entregados como obsequio para el rey Baalis, cuando vieron en camino a quienes iban a rescatarles de este horrible destino. Creo que expresarían bastante emoción (v.13).

 Hace años, me impactó el texto en Juan 10:40-42: “Y (Jesús) se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en él allí.” Al volver Jesús al lugar en el que Juan bautizaba, consiguió recordar a sus seguidores el ministerio y las palabras del Bautista. Anota la palabra allí al final del texto. Porque el lugar en el que Juan bautizó ayudó a estas personas a depositar su fe en Cristo. Estoy convencido de que el Espíritu Santo está utilizando lugares y eventos de la historia, tanto de este capítulo como del anterior, para despertar la memoria judía, y así recibir instrucción y ánimo para lo que estaba ocurriendo en este momento.

 El Señor nos ha dado parábolas para que las contemplemos en el libro de Jeremías. Hemos estudiado la genealogía de algunas personas y, finalmente, hemos aprendido algunas pequeñas lecciones de historia. Hemos considerado Mizpa como un lugar de reunión para los israelitas, mencionado en el libro de Jueces y 1 Samuel. También, pudimos examinar la historia del rey Asa, y cómo fue él, quien construyó la cisterna en Mizpa, después de un tiempo de oposición por parte del rey Baasa. Yo creo que los ochenta hombres procedentes de Siquem, Silo y Samaria, vinieron para hacernos recordar el pecado de aquellas ciudades y compararlo con el terrible daño causado por Ismael en Mizpa. En el versículo 12 tenemos otra lección de historia, que tiene que ver con el gran estanque de Gabaón.

 En el principio de la historia de Israel en Canaán, Josué y los ancianos fueron engañados por los gabaonitas, y por hacer un acuerdo con ellos, el pacto les obligó a ser sus protectores. El relato bíblico descubrió un gran error: “Los hombres de Israel… no consultaron a Jehová” (Jos.9:14). Fue una decisión que hicieron según la carne, e iba a ser un estorbo en su futuro. Después, cuando repartieron el territorio, Gabaón llegó a ser una ciudad sacerdotal de refugio.

 Pero también ocurrió un evento significante, precisamente, al lado del estanque, durante el principio del reinado de David, mientras todavía reinaba en Hebrón. Después de que Saúl muriera, Abner, comandante de su ejército, apoyó a su hijo, Is-boset, para que ocupara el trono de su padre. Joab dirigió el ejército de David, y durante un tiempo hubo luchas entre los dos. En una ocasión, los dos ejércitos se encontraron junto al estanque de Gabaón, y Abner propuso una lucha entre doce combatientes de cada ejército, los cuales terminaron matándose unos a otros. Después, los dos ejércitos siguieron batallando. Abner y su ejército fueron derrotados y se retiraron, salvando así su vida.

 Lo que más me impresiona de esta historia, es la ligereza con la que sacrificaron la vida de los soldados para entretenerse, como si fuera un deporte; no fue necesario para nada. Podemos comparar este combate sin sentido, en el que veinticuatro soldados perdieron la vida, con la insensata aniquilación de Gedalías y sus seguidores, llevada a cabo por Ismael. Añadimos también la muerte sin sentido de setenta personas de las ciudades del norte, que no tenían nada que ver con los asuntos de Mizpa.

 Pedro habló de los “que siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío… recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día… se recrean en sus errores” (2 P.2:10,13). Esto parece describir bien el ataque contra el gobernador, y también la idea de Abner, que hizo un deporte de una batalla a vida o muerte. No hubo ningún ganador en los dos casos. También, podemos ver como Johanán fracasó miserablemente al hacer justicia a Ismael, quien escapó y del que no sabemos más.   

 Los cautivos que Johanán libró llegaron a ser sus seguidores (v.16). En el versículo 17 aparece otro lugar que encontramos en la historia de Israel. Johanán y sus seguidores se fueron a vivir en Gerutquimam, cerca de Belén, por lo que es fácil imaginar que tiene algo que ver con la historia de David. La historia empezó cuando David huyó de Absalón y cruzó el río Jordán. Allí le encontró y le ayudó un hombre muy mayor llamado Barzilai, que también le acompañó antes de cruzar de nuevo el río Jordán, rumbo a Jerusalén. David invitó a Barzilai a vivir con él en Jerusalén para cuidarle, pero, aunque Barzilai prefirió morir en su propia tierra, le pidió que se llevara con él a su hijo, Quimam. David lo hizo con agrado y le dio terrenos cerca de Belén. El lugar fue llamado entonces, por el nombre del hijo de Barzilai, Gerutquimam.

 Pero la historia no termina todavía. Un hijo de un sacerdote llamado Cos, se casó con una hija de Barzilai. Él prefirió estar conectado con esta noble y rica familia, renunciando así a su tribu nativa, la de Leví. No sabemos si vivió en Gerutquimam con la familia de su mujer, pero sí que tomó el nombre de la familia de Barzilai. Al preferir pertenecer a esta familia perdió el honor de ser un sacerdote de Dios. Las consecuencias por esta elección recayeron sobre sus descendientes, cuando los judíos volvieron del cautiverio, en Esdras 2:61-62: “Los hijos de los sacerdotes… los hijos de Cos… el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y fue llamado por el nombre de ellas. Éstos buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio.” 

 Matthew Henry comenta: Pero ellos vendieron su “primogenitura” por el honor de ser muy caballerosos, y por eso fueron justamente rechazados, y no les fue permitido comer de las cosas más santas. Anota, Cristo se avergonzará de los que tienen vergüenza de Él y Su obra.” Johanán y sus seguidores están a punto de cometer un error semejante, abandonando Judá para volverse a Egipto. Judá es la Tierra Prometida y Egipto simboliza el pecado. Quien vuelve a Egipto, en el Antiguo Testamento, vuelve, simbólicamente, a una vida de pecado. Creo que esta es la lección que tenemos de Gerutquimam. Es un lugar que nos recuerda al sacerdote que perdió su parte en el servicio de Dios y, para Johanán y sus seguidores, fue un paso en dirección fuera de Judá, “a fin de ir y meterse en Egipto” (v.17).

 Aunque Johanán se opuso activamente a las acciones de Ismael, todavía tenía temor de las repercusiones de los caldeos por la muerte del gobernador designado por Nabucodonosor (v.18). Aprenderemos más de Johanán a medida que avancemos en el libro de Jeremías, pero para terminar este capítulo, simplemente comentaré que él y los que se juntaron con él, se perdieron en Egipto. Son símbolo de los que andan según la carne y no según el Espíritu. Como en el caso de Ismael, no hay un ganador entre ellos… solamente gente derrotada.


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