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Lowell Brueckner

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Un gobernador para Judá

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Posible sitio de Mizpa, 12 km. de Jerusalén       

Capítulo 40

 

Jeremías y Nabuzaradán

1.      Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió  desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia.

2.      Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar; 

3.      y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no oísteis su voz, por eso os ha venido esto. 

4.      Y ahora yo te he soltado hoy de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve a donde mejor y más cómodo te parezca ir. 

5.      Si prefieres quedarte, vuélvete a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve a donde te parezca más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y le despidió.

El hombre sabio escribió: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Pr.21:1). En medio de una terrible crisis en Jerusalén, cuando la mano del poderoso Nabucodonosor, respaldado por los ejércitos de Babilonia, toma el control de la ciudad, Jeremías no tiene por qué temer. Él es siervo del Rey de reyes, y Él ya ha preparado al emperador de Babilonia para que cuide a Su siervo, el profeta.

Parece haber sido un error que Jeremías esté encadenado entre los demás judíos que fueron llevados cautivos a Babilonia (v.1). Él avanza con ellos unos ocho kilómetros hacia Ramá, situada en el territorio de la tribu de Benjamín. Antiguamente, Ramá había sido el lugar donde habitaba el profeta Samuel. En el último capítulo, Nabucodonosor dijo a su general, Nabuzaradán, que cuidara a Jeremías, pero aun así, ahora se encuentra en esta incómoda situación. ¿Por qué Dios permite este desaliento?  

 

 Ciertamente, este relato está en nuestras Biblias con un propósito, y tiene que estar porque hay algo que nosotros debemos aprender. Nos enseña que Dios puede ordenar que surjan contratiempos en la vida de Sus siervos, probándolos y llevándolos a una medida de fe y paciencia más altas, por razones que sólo Él sabe que son necesarias, como Creador del hombre interior. No podemos saber si Jeremías pensó que tenía que identificarse con su pueblo en su cautiverio, mientras marchaba junto a ellos, pero parece que el principal general del emperador sí creyó que esta fuera la causa. En Ramá conversó con el profeta y, como buen caldeo, sabía que Dios estaba castigando a Su pueblo por su pecado y había pronunciado juicio contra ellos (v.2). Posiblemente no se dio cuenta de que Jeremías había estado entre la multitud encadenada en Jerusalén. Sin embargo, conversando con él en Ramá, el general no muestra sentir remordimientos por el error, sino que considera que el profeta es culpable como lo es su nación, al declarar que fue “porque pecasteis contra Jehová” (v.3).

 Sea como fuere, soltó a Jeremías en Ramá, y dejó que él mismo escogiera su futuro. Este fue el deseo del emperador (Jer. 39:12). El general ofrece cuidar al profeta en su propia nación, donde él mismo tiene prestigio y puede garantizarle una vida cómoda, si escoge ir con él. Sin embargo, también puede entender y simpatizar con un hombre que ama a su patria, así es que le libra para que se quede, si eso es lo que quiere. Jeremías tendrá completa libertad para vivir en el territorio que más le convenga, en cualquier parte de Judá (v.4).

 Aparentemente, Jeremías hace una pausa antes de responder, que Nabuzaradán interpreta como una señal de que él anhela quedarse con su pueblo. Por eso sugiere que el profeta viva con un hombre que sabe que es su amigo, un hombre al que los líderes de Babilonia consideran un individuo fiel. Nabucodonosor ya le había nombrado gobernador de Judá. Antes hemos descrito a esta persona, Gedalías, y hemos mencionado a los hombres piadosos en su genealogía. Nabuzaradán también sabe acerca de su padre Ahicam, y de su abuelo Safán. Pero, muy consideradamente, el general no obliga a Jeremías a seguir su sugerencia.

 Jeremías todavía es libre de poder ir donde más le agrade. El general le dio provisiones y un regalo, sin ponerle condiciones. Es asombroso ver cómo los babilonios dan tanta libertad a un ciudadano perteneciente a una ciudad conquistada. Después del poco alimento que le había sido dado en la cárcel, podemos estar seguros de que el profeta estaba extremamente agradecido por la ayuda de Nabuzaradán. Aunque el alimento todavía escaseaba en todo Judá, este le dio lo que necesitaba para que se alimentase. El presente mencionado probablemente consistió en algo de dinero (v.5).  

 

Gedalías y los capitanes del ejército judío

 6.      Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y habitó con él en medio del                       pueblo que había quedado en la tierra.

7.      Cuando todos los jefes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías hijo de Ahicam para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y los pobres de la tierra que no fueron transportados a Babilonia, 

8.      vinieron luego a Gedalías en Mizpa; esto es, Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanhumet, los hijos de Efai netofatita, y Jezanías hijo de un maacateo, ellos y sus hombres. 

9.      Y les juró Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien. 

10.  Y he aquí que yo habito en Mizpa, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, y ponedlos en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.

11.  Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había puesto sobre ellos a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán,

12.  todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares a donde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa; y recogieron vino y abundantes frutos.

El profeta toma el consejo de Nabuzaradán y se va a vivir con Gedalías a Mizpa, al noroeste de Jerusalén. Era un lugar de reunión histórica para los israelitas en los tiempos de los jueces (Jue. 20:1; 21:1; 1Sam. 7:5-6). Él sí ama a su patria y a su pueblo, y elige estar con ellos (v.6). Del mismo modo Moisés, después de cuarenta años en el palacio de Egipto, eligió lo mismo. Observaremos brevemente su motivación, según el escritor de Hebreos: Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón” (He.11:24-26). 

 Tanto Moisés, como Jeremías, u otras personas piadosas capaces de ver con ojos internos, elegirán de la misma forma. Moisés, por ejemplo, rechazó los placeres temporales entre la élite de Egipto y “salió a sus hermanos y los vio en sus duras tareas” (Éx.2:11). Eligió ser maltratado en vez de gozar de deleites. Él vio las riquezas celestiales del Cristo venidero de forma profética (porque era profeta), y eligió Su vituperio. Fíjate cómo el escritor intenta comparar lo peor que uno puede experimentar como cristiano, con lo mejor que el mundo ofrece … Merece la pena repetirlo: Moisés vio las riquezas del vituperio de Cristo con más valor que los tesoros de la civilización más grande de la tierra, e hizo una sabia elección. Miró más allá de esta vida, hacia la eternidad, y pudo ver el galardón. Jeremías, igual que Moisés, se entregó de todo corazón al plan de Dios, y su corazón estuvo firmemente anclado en las cosas eternas. 

 Lo que resta del ejército judío se encuentra esparcido y desorganizado después de la captura del rey Sedequías. En el versículo 7 vemos que los capitanes y sus soldados están “por el campo”, donde habían escapado de los caldeos. Todavía existe una enemistad entre los que se rindieron a los caldeos y los nacionalistas indómitos que controlaban el gobierno cuando el ejército de Nabucodonosor entró en Jerusalén. Esta porción revelará tal enemistad.

 Los capitanes se enteran de que el emperador de Babilonia ha nombrado a Gedalías como líder sobre el remanente de la población que todavía está en la tierra, la mayoría gente pobre. Los capitanes mencionados aquí, junto con sus soldados, aceptan, aparentemente, la posición de Gedalías y van a Mizpa para reunirse con él en el gobierno, elegido por los caldeos después de la conquista. Mencionamos dos de ellos para una referencia futura… Ismael y Johanán (v.8).

 Vemos que Gedalías y Jeremías están totalmente de acuerdo, y el nuevo gobernador sigue con el mismo mensaje que Jeremías había propuesto vez tras vez con anterioridad. Gedalías habla principalmente a los capitanes y a sus ejércitos, y lo hace con un juramento solemne. Quiso darles una palabra de seguridad y bienestar bajo el nuevo sistema. Esta clase de gobierno subordinado tipificaba a Israel bajo Babilonia, Persia, Grecia y Roma, para las siguientes generaciones.

 Es interesante observar que la palabra jurar en hebreo, shaba, significa, literalmente, hacerte siete. Es la manera bíblica de confiar en algo que está más allá del poder de una persona: Uno que es perfecto y no puede mentir. El número seis es el número simbólico, bíblicamente, del hombre, e indica imperfección. El número siete simboliza la perfección, algo en lo que Dios tiene que estar involucrado. El escritor de Hebreos explica: “Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación” (He.6:16). Así Gedalías jura en nombre de Aquel que es superior a él.

 Quiso decir que Israel viviría seguro y sin peligro bajo Babilonia (v.9). Gedalías se ocuparía de los negocios del estado desde Mizpa, recibiendo a los embajadores de Babilonia. Unos párrafos atrás vimos que Mizpa era, históricamente, el lugar donde Israel se reunía para tratar asuntos y tomar decisiones. Aplicar la historia de Mizpa, presentada en el libro de Jueces y 1 Samuel, a la situación que tenían por delante, proporcionaba cierta seguridad a los judíos.   

 Él animó a la gente común (a quienes los caldeos habían favorecido generosamente), otorgándoles las propiedades de aquellos que las abandonaron al ser deportados a Babilonia. Era tiempo de vendimiar, y también de obtener aceite de los olivos y otros frutos del verano. Gedalías quiso animarlos a segar con confianza, ya que había más seguridad que en el tiempo del asedio y podían volver a la normalidad (v.10).

 Los judíos que fueron dispersados a las naciones vecinas durante el ataque babilónico se dieron cuenta de las nuevas condiciones, y de que sus conciudadanos permanecieron allí con un gobernador judío como encargado. Posiblemente sabían acerca de la buena reputación de Gedalías, de su padre y de su abuelo (v.11). Después de la conquista de Nabucodonosor, la situación en Judá había terminado mejor de lo que ellos imaginaban, y regresaron allá. Reconocieron el gobierno de Gedalías en Mizpa y se unieron a la cosecha de los frutos de la tierra (v.12).

 

Ismael y Johanán

 13.  Y Johanán hijo de Carea y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo,                    vinieron a Gedalías en Mizpa, 

14.  Y le dijeron: ¿No sabes que Baalis rey de los hijos de Amón ha enviado a Ismael hijo de Netanías para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó. 

15.  Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora y mataré a Ismael hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá? 

16.  Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: No hagas esto, porque es falso lo que tú dices de Ismael. 

Sin embargo, había un trasfondo amenazante en Judá, algo que hemos mencionado anteriormente, ya que algunos no estaban contentos con la condición de relativa paz que prevalecía en la tierra. Uno de los capitanes, Johanán, llevó una compañía de líderes militares a Mizpa, porque estaban al tanto del disgusto de uno de ellos, llamado Ismael (v.13), y los acompañó cuando fueron ante Gedalías para escuchar acerca del establecimiento del nuevo gobierno bajo Babilonia. Pero Ismael se separó de los demás y se fue fuera de Judá, uniéndose a los hijos de Amón y a su rey, Baalis.

En los libros de los profetas aprendemos acerca de la reprensión del Señor contra las naciones vecinas que se gozaron por la derrota de Judá. Esperaban beneficiarse y prosperar a causa de su pérdida. Ezequiel dijo: “Dirás a los hijos de Amón: Oíd palabra de Jehová el Señor. Así dice Jehová el Señor: Por cuanto dijiste: ¡Ea, bien!, cuando mi santuario era profanado, y la tierra de Israel era asolada, y llevada en cautiverio la casa de Judá; por tanto, he aquí yo te entrego por heredad a los orientales…” (Ez.25:3,4).

 El diabólico líder de la nación pagana influyó sobre Ismael, que ya estaba disgustado con Gedalías por haber sacado provecho de su entrega a Babilonia. Este que pertenecía al linaje real quiso usurpar la posición del honorable gobernador por ambición y egoísmo.

 Johanán quiso exponer a Gedalías el complot que Ismael tramaba contra él. Aparentemente, Gedalías era de aquellas personas que no quieren creer algo negativo de nadie. Conocemos cristianos así, ¿no es cierto? Sin embargo, esta característica tan buena no es necesariamente piadosa, más bien, que puede carecer de sabiduría totalmente en este mundo de gente maligna; de hecho, este rasgo costó la vida a Gedalías (v.14).

 Johanán es un militar, duro pero leal, y habla en privado y con confianza con el gobernador. En nombre del estado de Judá, expresa su disposición a ejecutar a Ismael antes de que pueda llevar a cabo su propósito. Si no se le destruye, seguramente cumplirá su plan, como veremos en el siguiente capítulo. Johanán, secretamente, hará lo que pueda por el bien de la población que resta en Judá, que ahora goza de un tiempo de paz y prosperidad como provincia del imperio babilónico. Si Ismael tiene éxito, la solidaridad será destruida, los judíos serán esparcidos y los que permanecen en la tierra perecerán (v.15).   

 Gedalías rechaza su propuesta, básicamente, porque rehúsa creer la verdad (v.16). Tenemos este relato en nuestras Biblias para advertirnos de las consecuencias de resistir algo solo porque es negativo. Tal actitud es totalmente insensata para los cristianos. Por supuesto, el espíritu del cristianismo, de acuerdo con la enseñanza del Señor, prohíbe actuar violentamente contra los enemigos de la iglesia. Los seguidores de la Reforma, malinterpretando las intenciones de Dios (Lc.9:54-56), asesinaron a muchos, principalmente a los anabaptistas, siguiendo el ejemplo de la Iglesia de Roma antes de ellos. Sin embargo, la justicia tiene que ser practicada en la sociedad secular como lo fue en la nación de Israel, y Dios apoyará al gobierno que resista y detenga el progreso de la maldad. Pudimos ver la necesidad de actuar contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial y, más recientemente aún, en nuestros tiempos, contra el comunismo en muchas naciones.

 El cristianismo no puede permanecer pasivo ante la maldad que existe en nuestra sociedad y, aunque, ciertamente, tiene que actuar pacíficamente, también tiene que mantenerse firme contra cada intento de infiltrarse en la iglesia. Tiatira recibió una fuerte reprensión de parte del Señor Jesús por su tolerancia. El Señor aborrece la maldad, y los que rehúsan unirse a Él en una resistencia activa contra ella, están poniéndose en Su contra. Los que solo quieren ver lo bueno en cada persona y cosa, solamente tienen que dar un pequeño paso más, y estarán dentro del grupo de los universalistas que creen que al final todos serán salvos… ¡qué herejía tan condenatoria! Dios creó el infierno para la destrucción eterna de la maldad y los que la practican.

 Permíteme parafrasear unos breves pensamientos en el texto de Apocalipsis 20:7-14: “Cuando los mil años se cumplan (que es el periodo del Milenio, cuando Cristo reine en la tierra), Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones… a fin de reunirlos para la batalla… (las personas engañadas serán las mismas que se gozaron en el reino terrenal de Cristo. Después de todo, se levantarán a favor del diablo y contra Jesús y Su pueblo en Jerusalén, comprobando definitivamente que “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso”) … Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre… y será(n) atormentado(s) día y noche por los siglos de los siglos…  Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (no hay ninguna prueba de que vaya a ser una aniquilación, sino que se tratará de una tortura perpetua. La ira de Dios es una realidad horrible, y benigno es el cristiano que advierte al mundo de tal realidad). 

 

 

 

 

 

 

 


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