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Lowell Brueckner

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Testimonio de Mike, el hijo menor

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Cuando Mike era niño, no solamente predicaba en el cuarto de la calefacción, como cuenta en el artículo, sino también recorría nuestra vecindad en Alemania, buscando a quien poder hablar de Cristo. Una vecina le dijo: “¿Por qué vienes a nuestra casa? Ya somos cristianos”. Mike no podía entender como esta mujer podía decir que era cristiana, si no había ninguna evidencia de la realidad de Cristo en su vida. Aparentemente, esta misma pretensión en otros que se “dicen” cristianos, sigue siendo un misterio para él. Lee su artículo y aprende de su nuevo trabajo con la juventud. Le han pedido tomar esta posición por la buena comunicación que tiene con ellos y por un don dado por Dios de tocar sus corazones.

Mike escribió este artículo hace diez años y ahora podría contar muchas cosas más.


Los caminos de Dios no son los nuestros

por Mike Brueckner

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.                                  Proverbios 3:5, 6

Demasiado a menudo queremos dirigir nuestros propios caminos y no estamos dispuestos a confiar en Él con todo nuestro corazón. Si Dios no tiene nuestros corazones, no hay por qué esperar que Él nos escuche al pedirle dirección. Será en vano quejarnos porque no nos oye.

Cuando la gente me pregunta de donde soy, tengo dudas de qué contestar. Nací en Méjico, pero los primeros siete años viví en Minnesota. Después nos mudamos a Alemania, donde viví doce años, y ahora estoy otra vez en Minnesota. También estube un año y medio en Alaska. Pues… ¡de estos lugares soy!

Fui criado en el campo misionero, y tengo que decir que no cambiaría esa oportunidad por cualquier otra en el mundo. Cuando me preguntan qué es lo que me motivó a continuar en la obra de Dios después de salir de la casa de mis padres, concuerdo con la respuesta que mis hermanos mayores dan a la misma pregunta: Fue la realidad de Dios… tan sencillamente, así fue. Nosotros crecímos en un hogar donde estaba el Dios vivo y donde pudimos ver a Dios obrar constantemente. Día tras día Él suplía nuestras necesidades porque mis padres daban a Dios la prioridad en todo. Uno de los problemas más grandes hoy en los hogares cristianos es que los niños son criados con una apariencia de piedad pero sin el poder. No se permite que Dios sea una realidad. Claro, todos dicen que esto es lo que quieren, pero pocos están dispuestos a confiar en Dios para todo en sus hogares.

Predicando en el cuarto de la calefacción
Recuerdo haber entregado mi vida al Señor a la edad de seis años, en una reunión de la Santa Cena. Tengo que confesar que no entendí todo y tampoco fue una realidad en ese momento. Sin embargo, pronto iba desarrollándome para ser el próximo Billy Graham; me metía en el cuarto de la calefacción de nuestra casa en Alemania para predicar. En ocasiones especiales, mis hermanas entraban allí y fingían ser mi congregación. Esos eran los tiempos más emocionantes para mí.

Entonces cometí un pecado imperdonable para un hijo Brueckner. Empecé a jugar al baloncesto en lugar de entrar en la lucha olímpica. Como resultado, mis hermanos me daban por todos lados, sin que yo pudiera defenderme. Me encanta jugar al baloncesto, pero en aquel tiempo se convirtió en una obsesión. El baloncesto, pensaba yo, tendría que formar parte de mi futuro.

Al llegar a los catorce años de edad, Dios empezó a hacer algo nuevo en mi vida. No era algo visible… intentaba portarme normalmente, pero dentro había mucha tristeza. La vida no tenía mucho sentido y sentí que nada de lo que hiciera, haría cambiar las cosas. Este sentir de vanidad duró de cinco a seis meses. En ese tiempo mi padre estaba dando unos estudios bíblicos sobre el libro de Eclesiastés, que enfatiza la vanidad de la vida bajo el sol. Dios me mostró que nada fuera del Reino de Dios tiene valor. No hay nada que podamos conseguir en esta tierra que sea de valor eterno. Sólo lo que uno hace por Cristo durará. Dios se reveló a mí en ese tiempo, y la paz verdadera entró en mi vida.

Ha sido asombroso ver cómo Dios dirige. Él es fiel. Fui invitado a volver a la escuela en Elk River, Minnesota, donde todos mis hermanos y yo asistíamos cuando vivimos allí. Era mi último año en el instituto. Pensé que iba principalmente para jugar al baloncesto, y que al acabar esa temporada, terminaría mi tiempo allí. Pero Dios tenía otros planes… en esos meses conocí a mi futura esposa, Rachel.

Trabajando con la juventud
Durante los últimos tres años he estado trabajando en una compañía de transportes y al mismo tiempo con los jóvenes de la iglesia en Elk River. Sin embargo, el verano pasado, el director de la escuela me ofreció ser capellán de la escuela. ¿Cómo podía ser esto? En primer lugar, a mí no me gustaba mucho ir a la escuela. Intentaba convencer a mis padres de que no hacía falta estudiar y que lo mejor era que ellos me permitieran abandonar mis estudios. Muchas veces no acababa bien el curso y tenía que pasar las vacaciones poniéndome al día. ¿Por qué querría Dios que fuera el capellán de una escuela? Oramos sobre el asunto y Dios nos confirmó que era para nosotros. Es una evidencia que los caminos de Dios no son los nuestros, pero estoy encantado de poder trabajar todo el tiempo con jóvenes.

La mayor parte de mi trabajo tiene que ver con los que están en los cursos desde 7º hasta 12º. Tengo una cita personal con cada estudiante para examinar su salud espiritual, y siempre estoy a disposición de los que quieren hablar conmigo. Doy dos clases bíblicas todos los días y, junto a algunos de los estudiantes, dirijo las alabanzas en las reuniones de la escuela. Además soy entrenador del equipo de baloncesto del 8º curso.

Mi padre habló en la primera reunión de los estudiantes este año y compartió sobre el ministerio en España. Como una semana más tarde, los del último curso me dijeron que querían ir a España en el viaje del último año. El plan es de hacerlo en mayo de 2003.

La juventud necesita nuestras oraciones
Antes de tener esta posición, el Señor ya había puesto una carga en mi corazón por los jóvenes escolares. Sentí que Dios me estaba llamando para despertarles a las cosas espirituales. Hay una gran diferencia entre la condición de unos y otros. Algunos arden para Dios, pero otros eligen ignorarle. Dios ha puesto en el corazón del personal de la escuela una urgencia desesperada por los estudiantes. La oración ha ocupado gran parte de nuestras actividades y estamos viendo un quebrantamiento. Dios empieza una obra que seguramente completará, pero hace falta que nosotros oremos constantemente, diariamente… A veces la gente se rinde y, como resultado, nunca ve que la obra llega a su cumplimento… si no seguimos fieles en la oración, nada pasará.

Creedme, ¡la juventud necesita oración! Según encuestas realizadas a los jóvenes evangélicos que asisten a las iglesias en los Estados Unidos, el 91% dicen no creer en una verdad absoluta. ¡Que Dios tenga misericordia de nosotros! Esta es la razón por la que debemos estar urgentemente desesperados en la oración, y os pedimos uniros a nosotros.                                                         


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