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Lowell Brueckner

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15 - 21 Noviembre Meditaciones diarias de los Salmos

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15 de Noviembre Salmo 119

Yod
73. Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender, y aprenderé tus
     mandamientos.
74. Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado.
75. Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad
     me afligiste.
76. Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu
     siervo.
77. Vengan a mí tus misericordias, para que viva, porque tu ley es mi delicia.
78. Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; pero
     yo meditaré en tus mandamientos.
79. Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios.
80. Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.

  Nuestro Creador sabe la manera de hacernos entender, y lo hace por medio
de la oración y la revelación divina. Solamente podemos tener verdadera comunión
con aquellos que han sido enseñados igualmente por Dios. Nuestros corazones
se unen con aquellos que le temen y se regocijan compartiendo mutuamente con
otros lo que el Señor ha hecho en sus vidas; pero carece completamente de deleite
la comunión con los que se alimentan de otras fuentes. Ellos no comprenden las
aflicciones ni los justos juicios que vienen de parte de Dios. Los que le temen
saben que el consuelo no depende de las circunstancias, sino de Su bondad y
misericordia. La salud espiritual viene como resultado de someterse humildemente
a Dios y deleitarse en Su palabra. Por el contrario, los independientes y orgullosos
caen en escándalos, pero los que están sobre sus rostros delante del Señor, no
podrán caer.

Caf
81. Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra.
82. Desfallecieron mis ojos por tu palabra, diciendo: ¿Cuándo me consolarás?
83. Porque estoy como el odre al humo; pero no he olvidado tus estatutos.
84. ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me
     persiguen?
85. Los soberbios me han cavado hoyos; mas no proceden según tu ley.
86. Todos tus mandamientos son verdad; sin causa me persiguen; ayúdame.
87. Casi me han echado por tierra, pero no he dejado tus mandamientos.
88. Vivifícame conforme a tu misericordia, y guardaré los testimonios de tu boca.

  José, Job, David, Daniel y los otros profetas, sabían lo que era estar como el
odre al humo, negro y arrugado. La analogía ciertamente no muestra lo que es
cómodo y agradable. Estas experiencias formaron gran parte de la vida de Pablo,
y él nos define mejor su significado y propósito: “Nosotros estamos entregados
a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal”. Lo que nos alienta cuando nuestras almas desfallecen, es
algo mucho más confiable que los sentimientos del alma. “Desfallece mi alma”,
dice el salmista, “mas espero.... Desfallecieron mis ojos y anhelaba consuelo,
pero no he olvidado tus estatutos. Casi me han echado por tierra, pero no he
dejado tus mandamientos”. La aflicción, el peligro de muerte y la oración
desesperada, son compañeros para edificar el carácter cristiano.


16 de Noviembre Salmo 119

Lámed
89. Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos.
90. De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste.
91. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te
     sirven.
92. Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido.
93. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has
     vivificado.
94. Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos.
95. Los impíos me han aguardado para destruirme; mas yo consideraré tus
     testimonios.
96. A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento.

  Este Salmo contiene una gran promesa para personas de cualquier generación.
Pablo dijo que las cosas que se ven son temporales, mas la palabra de Dios
permanece en un cielo que no cambia, y el salmista confiaba en ella. Fíjate en
los verbos que definen los resultados sólidos producidos por Su palabra: “Tú
afirmaste la tierra, y subsiste..., subsisten todas las cosas”. Las obras de Dios son
nuestra garantía de permanencia, y Su palabra obrando en nosotros, lo que nos
hace subsistir. “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera
perecido... me has vivificado”. Los mandamientos de Dios no tienen límites,
tocan todo lo que hay en la tierra y se extienden hasta la eternidad. Hoy, a pesar
de una existencia frágil, rodeados de una atmósfera delicada y contaminada en
un mundo que cambia rápidamente, el creyente puede apegarse a lo que es eterno
y no cambia. Únete a Su palabra sin importarte lo que digan los hombres.
Acuérdate que la ley, los mandamientos y los testimonios, son expresiones de la
naturaleza inalterable de Dios mismo. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó
entre nosotros”. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. “Y su
nombre es: EL VERBO DE DIOS”.


17 de Noviembre Salmo 119

Mem
97. ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
98. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque
     siempre están conmigo.
99. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son
     mi meditación.
100. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos;
101. De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra.
102. No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste.
103. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.
104. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo
     camino de mentira.

  El amor se expresa mejor con acciones que con la boca. Jesús dijo: “Si me
amáis, guardad mis mandamientos”. La meditación de todo el día, a la que el
escritor se refiere en estos versículos, es para los que aman Su palabra. No deja
mucho tiempo para la televisión. Uno no logrará tener la sabiduría de Dios
recurriendo a las Escrituras de vez en cuando. No podremos jactarnos de que la
palabra nos hace más sabios que nuestros enemigos, enseñadores o viejos (v. 98,
99, 100), a menos que nos hayamos entregado diligentemente a ella. En las cosas
de Dios, el rango o el grado es anulado, y la edad es superada por la palabra. Las
escuelas bíblicas, teorías teológicas y el conocimiento mundano, a menudo suplen
la pasión por Dios y Su palabra. El resultado es un cristianismo extremadamente
superficial.
  También podemos probar el amor por medio de esta norma: el amor por la
palabra produce un aborrecimiento hacia todos los falsos caminos. Los que son
enseñados por Dios a través de usar la palabra, no pueden andar en el pecado.
Permanecer puro no es un deber, sino el producto natural de una relación de amor.


18 de Noviembre Salmo 119

Nun
105. Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
106. Juré y ratifiqué que guardaré tus justos juicios.
107. Afligido estoy en gran manera; vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.
108. Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi
     boca, y me enseñes tus juicios.
109. Mi vida está de continuo en peligro, mas no me he olvidado de tu ley.
110. Me pusieron lazo los impíos, pero yo no me desvié de tus mandamientos.
111. Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de
     mi corazón.
112. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos de continuo, hasta el fin.

  En las entrañas de este Salmo vemos otro versículo que es citado a menudo:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Debemos
preguntarnos: ¿qué es lo que alumbra nuestro camino?, ¿dónde encontramos
nosotros la guía para dirigir nuestros pasos? Existen muchas aflicciones y trampas
para probarnos, pero..., ¿tratamos con ellas conforme a la palabra?, ¿permanecemos
fieles a lo que prometimos a Dios en tiempos buenos? Hemos visto a muchas
personas rendirse ante las presiones de la vida; tan pronto como las sintieron,
olvidaron sus votos y regresaron a un cristianismo teórico y superficial. Tratan
de buscar una vía de escape, pero como consecuencia de ello privan al alma de
sus riquezas y de lo que causa verdadero regocijo en el corazón. Esto es muy
peligroso, porque sólo “el que persevere hasta el fin, éste será salvo”, y ningún
otro. Muchos cristianos evangélicos no viven hoy en día de manera práctica,
conforme a la palabra de Dios.

Sámec
113. Aborrezco a los hombres hipócritas; mas amo tu ley.
114. Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado.
115. Apartaos de mí, malignos, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.
116. Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; y no quede yo avergonzado de
     mi esperanza.
117. Sosténme, y seré salvo, y me regocijaré siempre en tus estatutos.
118. Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos, porque su astucia es
     falsedad.
119. Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; por tanto,
     yo he amado tus testimonios.
120. Mi carne se ha estremecido por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo.

  ¿Cuántos cristianos hoy en día pueden dar un testimonio personal acerca del
versículo 120, temiendo el desagrado del Señor? Existen buenas razones para
temer con estremecimientos, y por ello tenemos buenas razones para aborrecer
la hipocresía. Todos los malos y los que se desvían, son hollados y consumidos.
Aprende a amar la palabra de Dios y encontrarás la esperanza en ella. Lo que no
está en ella es vano y aborrecible, aunque venga de las mejores universidades,
negocios, bancos, mentes humanas u ordenadores. Sin embargo, hoy en día, la
mayoría de las iniciativas cristianas se inclinan fuertemente sobre instituciones
mundanas. La fornicación con el sistema mundano terminará en un divorcio entre
el cristiano y su Dios.


19 de Noviembre Salmo 119

Ayin
121. Juicio y justicia he hecho; no me abandones a mis opresores.
122. Afianza a tu siervo para bien; no permitas que los soberbios me opriman.
123. Mis ojos desfallecieron por tu salvación, y por la palabra de tu justicia.
124. Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.
125. Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios.
126. Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley.
127. Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy
     puro.
128. Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y
     aborrecí todo camino de mentira.

  Cada sección de este Salmo tiene su tesoro particular. El versículo 126 es el
tema de esta porción (Ayin), y es un consuelo grande para la persona que busca
sinceramente el avivamiento. El avivamiento viene cuando las circunstancias
son contrarias y Dios se acerca para vindicar Su nombre. Si aplicamos este
principio a la manera en que Dios obra en el individuo, entenderemos que el
Señor también halla oposición por parte del hombre. Dios tiene que empezar Su
obra con la misericordia, y no según las acciones y creencias del hombre. Lo
bueno es que Él es misericordioso, y desde este fundamento el hombre es guiado
a Su escuela para aprender Sus caminos; “para no pecar contra ti”.
  ¡Ama la verdad y aborrece cada camino de mentira! En el principio de nuestra
vida cristiana posiblemente no entendamos o no conozcamos mucho acerca de
la verdad, pero lo que sí podemos hacer es recibir su amor; cuando la verdad se
revela a nosotros, podemos abrazarla. De la misma manera, aunque no hayamos
sido informados o no hayamos experimentado toda la maldad que hay en el
mundo, tenemos que aborrecerla; y cuando esta maldad se presente a nosotros,
tenemos que rechazarla.


20 de Noviembre Salmo 119

Pe
129. Maravillosos son tus testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma.
130. La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.
131. Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos.
132. Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu
     nombre.
133. Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
134. Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos.
135. Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.
136. Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.

  Un versículo muy conocido de esta porción es el 130. La palabra de verdad
alumbra la vida del que la recibe. Penetra hasta cada rincón, exponiendo todas
las cosas secretas que no son agradables a Dios y que son dañinas para la persona.
Le revela los secretos del Señor. La persona alumbrada experimentará
personalmente la vida de Dios, porque la entrada de la luz inyecta vida en el ser.
Juan presentó a Jesús como “la Palabra de Dios” que alumbra a cada hombre.
Hoy, Él está llamando al individuo a la puerta de la iglesia de Laodicea (iglesia
nombrada en Apocalipsis que es la más representativa del nivel de cristianismo
manifestado en nuestros días). ¡Deja que Él entre, para que la luz y la vida penetren
en tu ser, no según tus capacidades mentales, sino por medio de Su Espíritu en
ti!
  Para el salmista, las cosas de Dios están llenas de maravillas. Él abre su boca
y suspira, anhela caminar por la palabra y ser libre de iniquidad. Él quiere que
la luz penetre en su vida para que corrija al hombre interior, y para que brille
sobre él con el favor divino en su vida cotidiana. La misma pasión que hace al
salmista desear la luz de Dios, le llena de tristeza, al ver la rebeldía e ignorancia
existentes en un mundo que anda en tinieblas.


21 de Noviembre Salmo 119

Tsade
137. Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios.
138. Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy fieles.
139. Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.
140. Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo.
141. Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos.
142. Tu justicia es justicia eterna y tu ley la verdad.
143. Aflicción y angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos fueron
     mi delicia.
144. Justicia eterna son tus testimonios; dame entendimiento, y viviré.

  El salmista expresa una vez más su amor por la palabra y habla de un celo que
le consume, debido a su anhelo por llevar la palabra a sus enemigos. Esta porción
del Salmo 119 enfatiza la pureza de la palabra. El Señor posee una justicia
impecable que va más allá de la imaginación humana. Con una constante fidelidad
y una verdad que es absoluta, preside infinitas circunstancias, fuera de cualquier
controversia o duda. Si hemos recibido esta revelación, no debe sorprendernos
ver al salmista consumido, viendo como la palabra de Dios es ignorada en el
mundo. Un hombre con fuertes convicciones puede ser llamado idealista, pero
éste no es un término bíblico. Las palabras que la Biblia usa son: pureza y
perfección, y son demandadas desde el comienzo hasta el fin de las Escrituras.
Los que no son perfectos de corazón terminan con su vida en ruinas. La Biblia
nos enseña que la perfección es una posibilidad, y nos da ejemplos de personas
que andaban irreprensibles. ¡Levantaos, pues, cristianos puristas! Vamos a
manifestar la pureza en nuestras vidas y a demandarla en la iglesia. ¿Por qué
vamos a estar satisfechos con menos que lo que es puramente de Dios?


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