Anotaciones tomadas de un mensaje vital de M. Lloyd-Jones
Yo opino que nadie puede ser un gran teólogo a menos que esté ungido y lleno del Espíritu. Hay muchas personas intelectuales, pero no es difícil ver la diferencia entre éstos y los que son enseñados por Dios. Por eso, me encanta el escrito de Martyn Lloyd-Jones, un hombre de Dios y, al mismo tiempo, un hombre bastante intelectual.
He tomado anotaciones de un mensaje clave suyo, grabado en mp3, predicado en 1969 en el estado de Florida. Me lo dio mi yerno y tengo la profunda convicción de que es un mensaje que debo compartir. Es una palabra que sacude el alma y habla más a nuestra generación que a la suya. Me gustaría que tuvierais la oportunidad de meditar sobre los puntos principales…
Dr. Martyn Lloyd-Jones
Dr. Martyn Lloyd-Jones murió en 1981. Fue pastor de Westminster Chapel, cerca del palacio Buckingham |
Nos dicen que estamos viviendo en el tiempo post-cristiano, en el tiempo de la ciencia, y que no podemos pensar en hacer las cosas como las ha hecho la iglesia sobre los siglos. Son necesarios nuevos métodos para comunicar el evangelio, dicen.
Algunos piensan que hace falta un nuevo mensaje, y que no podemos esperar que el hombre moderno con su conocimiento científico crea lo que sus antepasados creyeron. Que no puede aceptar lo milagroso y sobrenatural, como un nacimiento de una virgen y los milagros hechos por los apóstoles. Tenemos que quitar los mitos del evangelio porque el hombre es ya un ser maduro.
Muchos creen de la siguiente manera: “No tenemos que cambiar el mensaje, sólo utilizar nuevos métodos. ¿Cómo llega a tener éxito un negocio próspero?” Ellos investigan y ven que lo hacen por medio de promocionarse a través de la publicidad. Las agencias utilizan los medios de comunicación y saben cómo tocar la sicología de la gente. Entonces piensan que la iglesia tiene que interesarse con tales cosas. Tiene un producto que vender y tiene que aprender de los publicistas para saber como aprovecharse de ello.
Mi posición sencillamente es la siguiente. Yo creo que todo esto es enteramente incorrecto por la siguiente razón: Está basado en la suposición de que estamos ante un problema nuevo. No lo creo para nada. No hay nada nuevo delante de nosotros en estos tiempos. La iglesia siempre ha tenido este problema y por esta razón, os estoy presentando este capítulo (1 Tesalonicenses 1:5ª, 6-10).
El apóstol está recordando a la iglesia en Tesalónica la manera en que el evangelio llegó a ellos en el principio y cómo llegaron a ser una iglesia. El mismo problema que enfrentó en aquel día es el que enfrentamos ahora. Los paganos de Tesalónica eran totalmente ignorantes en cuanto a términos bíblicos. Aquí presento un resumen del método apostólico de evangelismo. Había dos factores principales: 1) La predicación de los apóstoles. Esto fue esencial y siempre es esencial; la comisión les fue dada por el Señor. Hacen falta predicadores. El Espíritu Santo siempre ha respaldado la palabra hablada.
Los que piensan en nuevas ideas y métodos nuevos, dicen que el tiempo de la predicación ha terminado. Ellos hablan de diálogo… quiere decir discusión, pero diálogo suena mejor y da otro ejemplo de cómo nos engañamos usando diferentes términos. Debemos sentarnos con la gente y dialogar, involucrarnos en el drama, la política, etc. Sin embargo, no hay sustituto para la predicación.
2) La vida y el testimonio de los miembros de la iglesia (fíjate en v.7-8). Dondequiera que viajaba Pablo, la gente estaba diciendo: “Vosotros sois los hombres que predicaron en Tesalónica”. Las noticias llegaron a lugares lejanos. Todos hablaban de ellas… en Macedonia, Acaya y en todas partes. Estas nuevas abrieron la puerta para que Pablo pudiera predicar, y todo fue más fácil para él. Hablaba de las maravillas que ocurrían en las vidas en Tesalónica, cuando ellos escucharon el evangelio. Esto es vital, junto a la predicación del evangelio. Las vidas testifican. Sin coches, sin televisores, sin periódicos, sin teléfonos, las noticias se esparcían sobre toda Macedonia. Después cruzaban terrenos montañosos y difíciles para llegar a la parte sur, Acaya… un éxito fenomenal que se fue propagando de boca en boca. La gente estaba esperando a Pablo para escuchar su mensaje.
Este factor entró en juego siempre que hubo un movimiento grande de Dios. Durante la Reforma Protestante, todos sabían cuando alguien se había convertido en protestante. Tomaba lugar entre los puritanos, los covenanters, y los primeros metodistas.
“Nuestro evangelio”, dijo Pablo. ¿Exactamente cual es el mensaje de la iglesia cristiana? No es una protesta contra la guerra, ni cualquier mensaje político o social. Son buenas nuevas. Es el mensaje más emocionante que jamás ha entrado en el mundo. Si no se da a la gente esta impresión, de que es el mensaje más asombroso que jamás han oído, entonces hemos fracasado totalmente en nuestra presentación.
Pablo dijo que no vino sólo en palabra… sin embargo, está diciendo que sí vino en palabra. Puedes estar resfriado pero, ¿tienes fiebre? Es posible estar resfriado sin tener fiebre. El evangelio sí vino en palabra, pero con algo adicional. ¿Por qué tengo que enfatizarlo? Pues tengo la obligación porque la opinión popular hoy en día niega que el evangelio viene en palabra. Ellos dicen que el cristianismo es un espíritu maravilloso (un ambiente). Una frase que utilizan es que “el cristianismo es algo que te puede contagiar, no algo que se puede enseñar”. Es una amistad y un amor unos por los otros. “El gran problema”, nos dicen, “es que hay demasiados teólogos enseñando lo que es y lo que no es. Pero el cristianismo es una manera de vivir, una calidad de vida, no tanto una doctrina”.
¡Esta proclamación niega completamente lo que el apóstol nos escribe aquí y todo lo que ha escrito! Niega lo que toda la Biblia nos enseña. Si el evangelio no viene en palabra o palabras, no es un verdadero evangelio. Lo tenemos en este capítulo, en los versículos 9 y 10.
Vamos a imaginar al apóstol Pablo predicando a la gente en Tesalónica. Son paganos, no judíos. No conocían el Antiguo Testamento. ¿Cómo predicaba? Aquí nos enfrentamos con el problema de la comunicación, la forma de expresar, el evangelismo. Esta es gente que no tiene conocimiento de la terminología bíblica.
Empezó de esta manera: Les hablo de Dios. “Vosotros adoráis a los ídolos y estáis haciendo algo insensato. Vosotros los habéis hecho. Son proyecciones de vuestras propias mentes”.(Por supuesto, si un hombre crea sus dioses, se hace más grande que ellos. La auto-creación ensalza a la persona, aún sobre sus ídolos. El dios más grande es él mismo). En el libro de los Hechos tenemos enseñanza sobre la idolatría y la tienes también en dos Salmos. El apóstol empezó con la idolatría y les mostró la seriedad de haber sido idólatras. La seriedad consiste en que no habían estado adorando al Dios vivo y verdadero.
“Habéis adorado las mentiras”, predicó Pablo, “cosas inútiles. Pero hay un Dios vivo. Se reveló a los judíos. Él es desde la eternidad hasta la eternidad. Es el Dios que creó el mundo de la nada”. Pablo empieza con el primer versículo de la Biblia. Predicó sobre el Dios que se entremete en las vidas de los hombres. Es el Dios de la historia. Les dio el mensaje desde el Antiguo Testamento. Siguió diciéndoles: “Habéis sido creados por Dios y si morís de la forma que estáis viviendo, experimentaréis la ira venidera. Tendréis que dar cuentas a Dios, no importa vuestra ignorancia. Él juzgará al mundo entero según la ley que ha dado a Su pueblo… los 10 mandamientos y la ley moral”. Él predicó del Dios vivo y verdadero y les señaló su destino.
Solamente cuando volvamos a esta manera de predicar obtendremos la atención del hombre moderno. El mundo está lleno de otra forma de idolatría hoy en día. Los ídolos modernos son coches, casas, familias, esposos, el sexo y la prosperidad. Esta es la religión de hoy. Para enfrentarla, necesitamos utilizar la predicación apostólica sobre Dios y la ira venidera.
“Un momento”, dice alguien. “Acabas de decir que el evangelio son buenas nuevas. No me parecen buenas nuevas lo que estás diciendo ahora. Estás predicando el juicio, la ira, y el terror”. ¿Son buenas nuevas? Por supuesto que no, pero es la introducción a las buenas nuevas. Muchos hombres están fuera de la iglesia hoy en día, porque hemos olvidado predicar la introducción. El evangelio de Jesucristo no empieza mencionando al Señor Jesucristo. ¡Empieza con Dios! No vale decir a las personas: “¡Ven a Jesús, ven a Cristo!” Ellos no le necesitan. El hombre tiene que ver su condición espiritual bajo la condenación de la ley de Dios, con el juicio eterno delante, escuchando los truenos del Sinaí. Entonces se verá sin esperanza, como un fracasado total, y acudirá a Cristo. Hay que empezar con Dios. “La obra de la ley” tiene que tomar su lugar. Hay demasiadas personas que nunca se han arrepentido. Han tomado a Cristo como un amigo. No hay conversiones verdaderas sin la obra de la ley. Después viene el evangelio.
Entonces Pablo les habló de Su Hijo desde el cielo… un Hombre que vivía en Palestina… el Carpintero que, a la edad de 30 años, empezó a enseñar y a hacer milagros. ¿Quién es Jesús? Me dicen que no hacen falta palabras o doctrina. Os digo, tenemos que predicar la Persona, quien es Cristo. Si Jesús sólo fue un hombre entonces estamos todos condenados. Él es Dios-Hombre; Él es el Hijo de Dios. Tenemos que darles la doctrina de la encarnación.
Este Jesús nos liberó de la ira venidera (v.10). ¿Qué es esto? Me temo que más teología. No puedes escapar de la doctrina. Si no conoces la verdad sobre el Señor no eres cristiano. Significa que Jesús no enseñaba cómo podemos librarnos. Ni fue solamente un ejemplo, sino que vino para poder librarnos. “El que no conoció pecado, fue hecho pecado… azotado de Dios”. Esta es la doctrina de la redención. No puedes ser cristiano sin esta creencia. Es la esencia del cristianismo. “He aquí, el Cordero de Dios… por sus llagas nosotros sanamos”. Nos libertó.
“Al cual resucitó de los muertos.” Esta es la doctrina de la resurrección. No hay un evangelio fuera de la resurrección literal y física de Cristo. Somos salvos porque Cristo se levantó de los muertos. Si no, nuestra predicación es en vano. Es la proclamación de Dios a toda la creación de que la obra es consumada. La ley quedó satisfecha… Dios quedó satisfecho. La resurrección dio la última prueba de que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Pablo lo predicó también en Corinto.
“Esperar de los cielos a Su Hijo”. No sólo se levantó de los muertos, Él ascendió y tomó Su lugar a la diestra del trono de Dios. Allí está sentado, pero este tampoco es el fin. Él volverá. El Hijo de Dios vuelve a la tierra, no para salvar, sino para juzgar. No será el Bebé de Belén, sino el Rey de reyes. Él juzgará y empezará su reino de justicia. El universo volverá a su condición prístina.
Si tú rechazas la predicación del evangelio, también rechazas el evangelio mismo. Este es el mensaje y no puedes dejar de anunciar una sola parte de él. Estas fueron las palabras de aquel entonces, y son las palabras para hoy.
Pero también vino en poder, con Espíritu Santo y con gran certidumbre. Pablo sabía que fue revestido del Espíritu Santo, que el Dios Todopoderoso, el Espíritu Santo, le estaba utilizando como un vaso. ¿Qué tenía Pablo? ¡Precisamente, tenía al Espíritu Santo! Pablo nunca intentó agradar a los hombres. Nunca usó palabras de adulación (2:4-5). No hizo bromas, ni usó trucos, ni métodos, ni luces para crear ambiente. Él rechazó todo aquello; lo aborreció. El Espíritu estaba sobre él. Esta es la esperanza de cada predicador y no hay esperanzas de verdadero éxito en predicar el evangelio hasta que volvamos a confiar en la unción.
Pero el Espíritu Santo también obraba en ellos. No tenían trasfondo ni entendimiento de estas cosas. Nunca las habían escuchado antes y les hizo sentirse incómodos. Lo que predicó Pablo era la verdad en cuanto de ellos mismos. Cuando escucharon y creyeron el evangelio, demostraron frutos. Ellos se convirtieron de los ídolos a Dios. La evidencia es que uno da la espalda a sus ídolos y empieza a servir al Dios verdadero. Ahora Él es el Señor de tu vida y tú vives para Su gloria. Ellos empezaron una obra de fe y una labor de amor. Permanecieron en el evangelio aún cuando vino la persecución en contra. No fue posible hacer que esos primeros cristianos negaran su fe. Eran un fenómeno. Dondequiera la gente hablaba de ellos. Un milagro había tomado lugar en sus vidas. Eran nuevas criaturas, y esta es la única esperanza para los hombres en el tiempo presente.
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