8 - 14 Noviembre Meditaciones diarias de los Salmos
8 de Noviembre Salmo 118:21-29
21. Te alabaré porque me has oído, y me fuiste por salvación.
22. La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del
ángulo.
23. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos.
24. Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él.
25. Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh Jehová, que nos hagas
prosperar ahora.
26. Bendito el que viene en el nombre de Jehová; desde la casa de Jehová os
bendecimos.
27. Jehová es Dios, y nos ha dado luz; atad víctimas con cuerdas a los
cuernos
del altar.
28. Mi Dios eres tú, y te alabaré; Dios mío, te exaltaré.
29. Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su
misericordia.
Los hombres son
ciegos e ignoran la obra del Señor en la iglesia, pero Dios
pondrá cada piedra en su propio lugar. Fíjate en la
Cabeza del Ángulo, rechazado
por los hombres, y aprende de Él la norma para todo el
edificio. Observa lo
que hace el Señor, no los hombres. Los judíos no
reconocieron el día de visitación
y no discernieron el significado del tiempo en el cual
vivían. Ten cuidado y evita
reposar en el letargo espiritual de la vida cotidiana.
Dios obra en nuestros días y
está buscando piedras cortadas sin mano, mansas y
humildes, que palpitan con
la vida de Dios. Muchas veces son rechazadas por ser
inconformistas y no querer
seguir patrones, pero lo que les importa verdaderamente
es el éxito que viene de
Dios. Necesitamos la bendición del Señor en el día del
Señor. Hacen falta personas
que vengan en Su nombre desde Su casa (v. 26), y que no
confíen en príncipes.
Quisiera repasar los pasos para poder prosperar dados en
este Salmo.
Primeramente,
tenemos que confiar sólo en el Señor y en Su misericordia. Este
Salmo empieza y termina con ella, y lo mismo sucede con
cada persona que
confía en Él. En segundo lugar, tenemos que prepararnos
para la guerra espiritual
de la manera que Dios indica, para así poder destruir las
fuerzas del enemigo.
Acepta la disciplina que guía el corazón a la justicia y
permite acceder libremente
a los asuntos del Señor. Reconoce e involúcrate en Su
obra edificadora (piensa
en Nehemías y Esdras). Asegúrate de que toda la gloria
vuelva a Él, quien desde
el principio ha sido misericordioso y nos ha dado luz.
9 de Noviembre Salmo 119
Alef
1. Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de
Jehová.
2. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón
le
buscan;
3. Pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos.
4. Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos.
5. ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!
6. Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus
mandamientos.
7. Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios.
8. Tus estatutos guardaré; no me dejes enteramente.
Lo extenso de
este Salmo desanima a los menos diligentes a profundizar en él,
por lo que pierden algunos de los más preciosos tesoros
contenidos en el almacén
de la palabra de Dios. Yo creo que el Espíritu Santo
también desvía a los que
no buscan con todo su corazón. No debemos leerlo
rápidamente, sino, tranquila
y cuidadosamente meditar mientras leemos. Este Salmo
contiene algunas de
las más conocidas y citadas promesas. Para que no se
hiciera demasiado gravoso,
los hebreos lo dividieron en 22 partes, titulando cada
una ellas con una letra de
su alfabeto. Tómalas una por una y serás enriquecido.
Tienen que ver con la
ley del Señor, con todo el consejo de Dios, y con el
valor de los estatutos y
testimonios que Él ha puesto a nuestra disposición.
Empieza a apreciar la palabra
de Dios y terminarás amándola.
Muchos de los
Salmos tienen que ver con andar en el camino del Señor. Este
camino va en dirección contraria al camino del hombre,
por lo que demanda una
separación para que podamos entregarnos a andar en Su
camino. No hay lugar
en la Escritura para los que entran con medio corazón.
Este Salmo es para el que
camina con todo su corazón, el que es diligente y anhela
ser irreprensible y clama:
“¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus
estatutos!” Ven y entra
en el aula del Espíritu Santo para recibir Sus clases.
Existe una manera de andar
que es irreprensible, y una manera de servir con rectitud
de corazón. Hay
mandamientos que casi ignoramos; debemos aprender a
respetarlos todos y a
cambiar nuestras maneras por las Suyas. Haz una entrega
de tu voluntad y ruega
a Dios que no te abandone en tu búsqueda.
10 de Noviembre Salmo 119
Bet
9. ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
10. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus
mandamientos.
11. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.
12. Bendito tú, oh Jehová; enséñame tus estatutos.
13. Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.
14. Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza.
15. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos.
16. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.
Considera al
joven como a una persona llena de las pasiones de la vida, de
fuerza y confianza en sí mismo. Ahora, piensa en él como
en un principiante
de la nueva vida en Cristo. Tiene que limpiar su camino.
Como los pescadores
de Galilea, tiene que pararse y escuchar la voz que le
llama desde la orilla. ¿Le
está mandando pescar durante el día? ¿Está diciéndole:
“Boga mar adentro”? Sea
lo que sea, él tendrá que obedecer y seguirle, porque
desde ahora será pescador
de hombres. Tiene que alistarse en la escuela de
entrenamiento práctico, donde
Jesús es el profesor. Tiene que entrar con todo el
corazón, y seguir fiel y
correctamente. Tiene que guardar lo que aprende en su
corazón, como lo hizo
María, porque tendrá propósito en el futuro y le
protegerá de una caída. Este es
el camino que nos guía a las riquezas verdaderas, que son
más deseables que el
oro. Así llegará a ser un minero espiritual. Joven, más
que una carrera o metas
personales busca estas cosas, y pon tu mirada en Dios
para conseguir lo mejor.
11 de Noviembre Salmo 119
Guímel
17. Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra.
18. Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.
19. Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.
20. Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo.
21. Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus
mandamientos.
22. Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, porque tus testimonios he
guardado.
23. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo
meditaba
en tus estatutos,
24. Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.
No hay ninguna
cosa natural ni nada de lo que uno pueda obtener por sí mismo,
que sirva para la enseñanza espiritual. Aun la capacidad
para aprender cosas
espirituales la tenemos que recibir del Señor. “Haz bien,
abre mis ojos”, ruega
el salmista, y Santiago dice: “Si alguno de vosotros
tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente”. Empieza
con Dios, no en la
biblioteca más cercana o en el seminario más próximo. No
hay manera de ver
las maravillas de la ley de Dios si Él no nos abre los
ojos. Pon atención en la
siguiente condición esencial: “Forastero soy yo en la
tierra”. Ningún amigo del
mundo puede ser amigo de Dios. Jesús dijo: “Os he llamado
amigos, porque
todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a
conocer”. Será en vano
intentar aprender los caminos de Dios en las escuelas de
los hombres. El estudiante
de Dios estima más los anhelos santos y la constancia
delante de Él, que el
desprecio y deshonra que vienen de los príncipes del
mundo. Medita solamente
dentro de los límites de la palabra de Dios y mantén la
Biblia abierta frente a tus
ojos. “En la multitud de consejeros hay seguridad”, dice
el proverbio. Dios ha
preparado en Su escuela una multitud de consejeros para
nuestro aprendizaje.
Aprende de los profesores Moisés, Samuel, David, Isaías,
Jeremías, Juan, Pablo,
Pedro y muchos más. ¡Qué deleite! Ellos harán más por ti
que los “expertos
entrenados” de nuestros días.
Dálet
25. Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.
26. Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus
estatutos.
27. Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus
maravillas.
28. Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.
29. Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu
ley.
30. Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.
31. Me he apegado a tus testimonios; oh Jehová, no me avergüences.
32. Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
El alma tiende a
pegarse a los caminos de la muerte, especialmente cuando
es gobernada por los deseos de la carne, pero la palabra
de Dios hace vivir nuestro
espíritu. Sé honesto, porque la escuela de Cristo demanda
una completa honestidad
y un amor por la verdad. La honestidad en cuanto a
nuestro estado espiritual es
lo que abre los oídos de Dios. Elige el camino de la
verdad y Él empezará a
enseñarte. Somos lentos para aprender por estar sujetos a
lo que es mundano, y
sólo Su gracia nos libertará. El corazón que corre en el
camino de Sus
mandamientos levantará el alma, que está abatida hasta el
polvo. ¿Estás corriendo
tú o estás atascado?
12 de Noviembre Salmo 119
He
33. Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el
fin.
34. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
35. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi
voluntad.
36. Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia.
37. Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.
38. Confirma tu palabra a tu siervo, que te teme.
39. Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios.
40. He aquí yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.
Dios realiza un
progreso verdadero en el espíritu, y la oración es el medio usado
para ello. Fíjate en las expresiones que el salmista
utiliza en sus peticiones:
“Enséñame… dame entendimiento... guíame... inclina mi
corazón… aparta
mis ojos... confirma tu palabra... quita de mí el
oprobio... vivifícame”. Nada
vendrá sin la oración. Después de orar dice: “Guardaré...
cumpliré... en ella tengo
mi voluntad”. El versículo 36 nos declara que un corazón
inclinado hacia la
palabra de Dios es el opuesto a un corazón avaro. La
persona que ve en Su palabra
una manera de satisfacer deseos propios, necesita orar
para que Dios cambie su
corazón y lo dirija en la dirección correcta, muriendo a
su vanidad y viviendo
para Él. Es peligroso intentar aprender los caminos de
Dios sin una oración
temerosa. Una búsqueda no santificada terminará en una
perversión de las
Escrituras.
Vau
41. Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; tu salvación, conforme a tu
dicho.
42. Y daré por respuesta a mi avergonzador, que en tu palabra he confiado.
43. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en
tus
juicios espero.
44. Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente.
45. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos.
46. Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré;
47. Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado.
48. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus
estatutos.
La misericordia
está sujeta a la palabra de Dios. Todo lo que no esté de acuerdo
con Su palabra, no viene de Dios, porque Él no la
compromete con nada. Empieza
tu búsqueda de Dios confiando en Su palabra, y de ella
procederán las respuestas
para esta vida y para siempre. La palabra te atará a la
eternidad y anulará las
preguntas persistentes de la mente natural. Te libertará
para que puedas andar y
deleitarte en Sus mandamientos. Ruega al Señor para que
la autoridad permanente
de Su palabra pueda quedar en tus labios. Ya que estamos
tratando asuntos
“eternos”, vale más que lo hagamos en el temor de Dios,
con el máximo cuidado
posible en la oración.
13 de Noviembre Salmo 119
Zain
49. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho
esperar.
50. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado.
51. Los soberbios se burlaron mucho de mí, mas no me he apartado de tu ley.
52. Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, y me consolé.
53. Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley.
54. Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa en donde fui
extranjero.
55. Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley.
56. Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos.
La esperanza y el
consuelo vienen de la palabra de Dios. El Señor obra por
medio de ella causando efectos vivos en la persona. No es
una palabra aislada,
sino que depende de la presencia e influencia directa de
su Autor. Las flechas
ardientes del burlador están apagadas, y el consuelo
viene al reconocer que los
caminos antiguos del Señor todavía son válidos hoy en
día. Hay algo más que
viene como resultado de amar el camino de Dios: “Horror
se apoderó de mí a
causa de los inicuos que dejan tu ley”. La Versión
Amplificada describe la palabra
“horror”como: “indignación ardiente, terror y tristeza”. Sólo
podrá manifestarse
una reacción en contra de la maldad en nuestra
generación, cuando la palabra de
Dios llegue a ser real y verdadera en nosotros. Tenemos
que llegar a sentirnos
incómodos con el ambiente, como extranjeros y peregrinos
en la tierra. Una
búsqueda seria de los mandatos de Dios trae recompensas
en la profundidad de
nuestros espíritus. Da canciones al que está cansado del
viaje. Podemos cantar
los cantos de los peregrinos, cosa que los que se
comprometen con el mundo
no pueden hacer. Sentimos una agradable y profunda
satisfacción cuando vemos
brotar de nuestros corazones estos atributos
sobrenaturales.
14 de Noviembre Salmo 119
Chet
57. Mi porción es Jehová; he dicho que guardaré tus palabras.
58. Tu presencia supliqué de todo corazón; ten misericordia de mí según tu
palabra.
59. Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios.
60. Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos.
61. Compañías de impíos me han rodeado, mas no me he olvidado de tu ley.
62. A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios.
63. Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos.
64. De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; enséñame tus
estatutos.
La motivación que
viene después de atender y observar las Escrituras, es fruto
de un deseo en el corazón de comunicar con su Autor. En
Él encontramos todo
lo que vale la pena. Es la fuente de toda la hermosura,
fuerza, sabiduría, bondad
y gloria. Vale muchísimo más que el precio pagado en
dolores que resulta de
abandonar nuestros caminos para volvernos a Sus
testimonios. Él hace que nuestra
aflicción sea ligera, es quien alumbra nuestras noches.
Debemos predicar esta
porción tan deseable para que la gente, al compararla con
los caminos en los
cuales ha andado antes, se de cuenta dé que lo que es de
Dios es muchísimo mejor.
Tet
65. Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová, conforme a tu palabra.
66. Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído.
67. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu
palabra.
68. Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos.
69. Contra mí forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo
corazón
tus mandamientos.
70. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he
regocijado.
71. Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.
72. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata.
Cualquier cosa
que haya pasado en nuestras vidas que nos haya llevado a
observar fielmente la palabra de Dios, viene de parte de
Él, quien siempre desea
hacernos cosas buenas. Los versículos 67 y 68 lo
demuestran. Nos hace un
bien cuando nos castiga, aunque muchos no lo reconozcan.
Los corazones no
disciplinados, saturados con bienestar y decididos a
experimentar una satisfacción
mundana, son los mismos que inventan mentiras en contra
del pueblo de Dios
que está afligido. “Bueno me es haber sido humillado”,
dijo el salmista, porque
es mejor que el oro y la plata. ¡Que Dios nos guarde en
un estado hambriento
para Él!
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