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No es con fuerza por J. Vernon McGee

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Así que respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Zacarías 4:6

J. Vernon McGee
La palabra con la que podemos caracterizar la fuerza nacional más grande que el mundo jamás ha visto es: ¡Poder! Roma fue el mecanismo más poderoso jamás producido por el mundo. Las legiones de Roma marcharon a todas las fronteras; fueron invencibles y victoriosas. Pero un día, cuando llevaron preso a un Varón que parecía ser muy débil, Pilato le dijo: “¿No sabes que tengo autoridad para soltarte?” El Señor Jesús contestó: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba.”

Hoy tenemos una mejor perspectiva sobre esa situación. Las legiones de Roma marcharon al olvido. Como dijo Kipling: “El tumulto y los clamores mueren, los capitanes y los reyes desaparecen”. Todos se han ido, pero el evangelio de ese Varón que murió en una cruz sigue siendo llevado por hombres débiles a todos los confines de la tierra… hombres tan débiles como tú y yo.  Su muerte fue una victoria.


Dios no es impresionado por la fuerza ni por una demostración de los “músculos”. La iglesia de hoy en día avanza como un Sansón con su cabello rapado y sin poder. Se pavonea, jactándose de sus éxitos y, como Sansón, no sabe que el Espíritu de Dios se ha alejado. Lo que lo hace tan trágico es que la iglesia podría estar avanzando como un pequeño David, armado con una sencilla honda del Espíritu Santo; enfrentando al enemigo con todas sus estratagemas y salir victoriosa.  

¡Oh, cuan necesario es el poder del Espíritu Santo! La obra de Dios en el mundo no se lleva a cabo por el “músculo”; solamente por Su Espíritu.

Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.
                         Romanos 15:18-19

¡Si solamente reconociéramos que en nuestras propias fuerzas no podemos hacer nada para Dios! Este reconocimiento nos haría apoyarnos solamente en Él y conectarnos con el centro neurálgico del poder verdadero… el Espíritu Santo. La voluntad y la obra de Dios son iniciadas, promocionadas y llevadas a cabo a un cumplimiento exitoso por el Espíritu Santo, aparte de la capacidad y ayuda del hombre.

Dios, completa y enteramente rechaza la obra de la carne, la repudia absolutamente. En nuestros tiempos la fuerza humana es lo que impresiona a la sociedad… lo que demuestra el “músculo”. Bien, los dinosauros eran grandes, pero han desaparecido. Sin embargo, todavía existe la pequeña pulga. Las potentes naciones flexionan sus “músculos”. Pero… ¿para qué? Se aproxima el tiempo cuando Dios las humillará.

El hombre es quien ha producido el escándalo de las ciudades, con ruidos que llevan los nervios al límite. Es el hombre quien ha hecho el claxon y las sirenas, las llamativas y estridentes luces que iluminan los cañones de ladrillo y cemento de nuestras ciudades. Sin embargo, en total contraste a todo esto, Dios hizo la profundidad del bosque con sus agradables sombras.

Es primavera cuando escribo esto; voy viajando por Illinois. ¡Qué hermosa alfombra verde cubre la tierra! En Missouri, los árboles empiezan a brotar; en Kansas, la siembra de trigo empieza a crecer; en el desierto, florecen las flores. Todo es hermoso. Hoy, silenciosamente, el nitrógeno está subiendo por los tallos y las ramas, formando las hojas y las flores. ¡Hay suficiente poder soltado como para convertir la tierra en escombros! Dios lo está haciendo sin ningún espectáculo, sin ninguna demostración. No es por ejército; no es por fuerza. “Es por Mi Espíritu”, dice el Señor.                              J. Vernon McGee.




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