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¿Consiste la salvación solamente en ser perdonado?

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William Law (1686-1761
Ofrezco cuatro párrafos escritos por William Law que explican lo que quiere decir recibir a Cristo como Salvador. ¿Tengo razón al decir que el hincapié del evangelismo de hoy en día está en ofrecer a la gente el perdón? Si solamente necesitáramos el perdón, ¿por qué dijo Jesús “tendrás que renacer”? ¿Y por qué Juan en su primera epístola nos da pruebas para poder examinar nuestras vidas, para saber si hemos creído verdaderamente o no?

Por favor, observa también algo más en este pequeño artículo de Law: Dos veces escribe acerca de negarse al amor propio. Law vio que la Biblia nos enseña así y, hasta que llegó la psicología y pasó a formar parte de la enseñanza “cristiana”, siempre se había creído que el amor propio era algo que debía desaparecer de la vida de un cristiano. Ahora nos dicen que el auto-amor es algo positivo. Por estos dos motivos, la falta de un verdadero nuevo nacimiento y la enseñanza sobre el amor propio, podemos ver por qué una gran parte de los que profesan ser creyentes en nuestros días, no están verdaderamente convertidos con una esperanza de ir al cielo.

¿Consiste la salvación solamente en recibir el perdón? Recibir el perdón, sin duda, es maravilloso, pero nuestro amigo, Leonard Ravenhill, dijo que ser solamente perdonados quiere decir ser medio salvados. Yo añadiría a esto que ser medio salvados es estar totalmente perdidos. La salvación de la Biblia significa, no solamente ser perdonado, sino también ser transformado en una nueva creación que ama la justicia y aborrece el pecado. Desde la primera mitad del Siglo XVIII vienen estas palabras de William Law…


Dirás tú: ¿No quieren todos los cristianos que Cristo sea su Salvador? Sí, pero en esto está el engaño; todos quieren que Cristo sea su Salvador en el mundo venidero, llevándoles al cielo al morir por medio de Su poder y Sus méritos con Dios. Pero esto no quiere decir que tú quieres que Cristo sea tu Salvador, porque Su salvación, si la vas a obtener, la tienes que recibir en este mundo. Cuando Él te salva, todo empieza por cambiar y alterar todo lo que hay dentro de ti, y ayudarte a tener un nuevo corazón, como Él ayudó a los ciegos a ver, a los cojos a andar y a los mudos a hablar.

Tener la salvación de Cristo es nada menos que ser hecho semejante a Él; es tener Su humildad y mansedumbre, Su mortificación y negación de si mismo y, como Él, renunciar al espíritu, la sabiduría y honores de este mundo. Es tener Su amor, Su deseo de hacer la voluntad de Dios y buscar Su honor. Tener estas cualidades formadas y engendradas en tu corazón es tener la salvación de Cristo. Pero si no tienes estas cualidades presentes en ti, y si tu fe y deseo no busca y clama a Cristo por ellas de la misma manera que los cojos pidieron poder caminar y los ciegos poder ver, entonces hay que decir que no estás dispuesto a que Cristo sea tu Salvador.

Considera… ¿como fue que el judío carnal, el aplicado escriba, el rabí bien preparado y el fariseo religioso no solamente no recibieron, sino que además crucificaron a su Salvador? Fue porque no estaban dispuestos y no deseaban a tal Salvador como Él, ni tal salvación como la que Él ofrecía. No anhelaban tal cambio en su misma naturaleza, ninguna destrucción de sus propias cualidades naturales (la justicia propia), ninguna liberación del amor a si mismos y el placer de sus pasiones. Ellos estaban contentos con su estado, agradando al viejo hombre, con sus largos flecos, con sus filacterias ensanchadas y las salutaciones en las plazas. No quisieron destronar su orgullo y amor propio, ni poner freno a su envidia y sensualidad, por una naturaleza nueva derivada en ellos desde el Cielo. Su único anhelo era el éxito del judaísmo, tener un salvador exterior, un príncipe temporal, que estableciera su ley y ceremonias sobre toda la Tierra. Por eso crucificaron a su Redentor amado y no quisieron nada de Su salvación, porque todo consistía en un cambio de naturaleza, en un nuevo nacimiento desde arriba y en un Reino del Cielo abierto en ellos por el Espíritu de Dios.

Oh mundo cristiano, no te fijes en los antiguos judíos sin mirarte a ti mismo en este espejo. Porque hoy en día (¡oh!, esta es una triste verdad que tenemos que declarar!), enseñar de un Cristo que entra en nosotros, un Salvador en el interior, obrando un nacimiento de Su propia naturaleza, vida y espíritu dentro de nosotros, es rechazado, por considerarla una experiencia demasiado emocional; los “rabís” (maestros del cristianismo) dan consejos contra tales cosas. La adquisición de propiedades eclesiásticas, el progreso del protestantismo, el éxito de alguna iglesia particular es la salvación por la que se preocupan los “sacerdotes” y su pueblo hoy en día.  




1 comentarios:
Unknown dijo...
9 de abril de 2015, 4:38  

amen!

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